Capítulo 126.

Damien.

—Tienes que atender las organizaciones. —suelto con el alma quemando. Carraspeo para que lo que me ahoga se vaya, pero no obtengo buenos resultados.

—Lo haremos juntos. —dice Zarya a mi lado, medio la veo. Sentada a mi costado, no parece querer irse, pero yo necesito estar solo.

—No puedes perder tiempo. Y ahora soy más un retraso que ayuda. —me incorporo yendo a la puerta del baño.

—Nunca serás un estorbo, D. Aquí estaré para tí. —asiento con la garganta quemando.

Doy un asentimiento más, antes de cerrar la puerta. Suelto varias bocanadas de aire, queriendo apaciguar el dolor que me está resquebrajando el corazón que apenas lo siento palpitar. Me veo en el espejo y pueda que también le gusta burlarse de mí, porque la imagen del reflejo es deplorable.

Abro una de las cajoneras donde reviso para buscar el botiquín con los medicamentos. Abro los demás, hasta que lo encuentro en el último. Destapo la caja en la que rebusco y al no encontrarlas lo tiro al piso hasta que veo el
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