Aarón ReedNunca me ha gustado el encierro. Detesto esa soledad en la cual uno se vuelve como un idiota para no salir de donde no quiere estar. No lo hice ni cuando mis padres murieron, debido a que solo pasó el funeral y fueron por mí para llevarme a la milicia, donde no hay tiempo para tristezas estúpidas, porque el desgaste físico es a lo que se debe sobrevivir. Aprendes a canalizar emociones para que no te llenen la cabeza y no suceda lo que hago justo ahora. Por alguna razón quiero dormir. Quiero no moverme más o que no estén con su cotilleo de consejos motivacionales. El dormitorio tiene las cortinas cubriendo hasta el último centímetro de la ventana, para que no entre la luz del sol. Suelto una bocanada de aire, exasperado por tal situación. De nada me sirve lamentarme si no está aquí. Las palabras del escorpión resuenan en mi cabeza como una grabadora que repite y repite lo mismo. Me digo que puede tratarse de un juego. Ese tipo se gasta ese tipo de mierd@s para hacer uso
BennettLa llegada a Francia es en cuestión de horas, en las cuáles pasamos por diversas pistas para no ser rastreados por nadie. Casi a mediodía pisamos tierra francesa, eso lo puedo reconocer fácilmente. Por esa misma razón es que nunca se encontró ninguna huella que nos sirviera para identificar rutas o movimientos de esta gente. Tienen filtro tras filtro. Se mueven entre sombras y cuando estas parecen acabar, hay más. Muchos se muestran recelosos al verme, pero me importa una puta mierd@ el que maquinen diversas maneras de matarme, fácil no la tienen. Desean cortarme la cabeza, lo han intentado antes y aquí estoy en medio de todos como el hijo de puta que siempre he sido. Le temen a quien está afuera sin saber que alguien igual o peor está aquí, justo a su lado. Peor que ellos incluso. Porque mientras creen que pueden sorprenderme con su mierd@, no me causan una sola impresión.—Por aquí, Ben—, me llama Vera, poniendo la mano en mi espalda para que camine a su paso. Su cabeza
Bennett.—Si vas a apuntar, dispara. —se la arrebato con facilidad. —Como dije. Retadoras. Eres bella, pero temerosa, no una máquina mortal en todos los sentidos. Mira al hombre detrás mío buscando ayuda y solo me río de que el viejo Wabner tampoco pueda hacerme frente, como desean hacerlo. Teme lo que soy y no sabe en lo que soy capaz de convertirme si me toca las pelotas. Y por el camino que está tomando seguro lo verá más rápido de lo que piensa. —Ahora, mis reglas se deben respetar porque soy igual o más competente que ustedes y tengo más conocimiento sobre asuntos que todos en la corporación no. —establezco bebiendo de mi licor. —Así que si pensaban que esta unión era una sumisión de mi parte están muy equivocados. —soy claro. —Así como no dude en presionar el gatillo para acabar con uno de los integrantes de mi equipo, no lo haré si me tocan los cojones. No dejo de verlos en ningún instante para que vean que el temor no se hizo para mí. La lástima la deje de sentir en la i
Bennett.Unos tipos entrenan entre la gran multitud su uso con cuchillos con un poco de habilidad, que no se compara en nada porque lo hacen con miedo a cortarse y no con la emoción que lo requiere. Volteo los ojos, mirando la escena ridícula que muchos admiran como si fuese la gran cosa. Mi risa irónica no la escondo ganando la mirada del que está en medio y los que lo rodean. —¿El nuevo cree que puede hacerlo mejor? —me habla uno de ellos con una mirada desafiante —¿Nos quiere mostrar cómo se hace?Estira la mano con el cuchillo hasta mí, lo miro con desagrado ante la estupidez. —Siempre es lo mismo. Creen que son los mejores, pero nunca muestran nada. —se burla.Desafiar a un hombre con deseo de extirpar la existencia de muchos no es buena idea. Pego la botella de licor en el pecho del ministro, quien la recibe intentando hacerme cambiar de opinión, pero si no lo hizo cuando estuve bajo su tutela, ahora menos. —Es un juego de niños. —le digo empuñando el mango, sosteniéndolo c
Bennett. Pasan los días y yo sigo de la misma forma, en tanto los que seguían a Byron antes, ahora poco a poco se van amoldando a mis acciones. Con las semanas en mi equipo se va aumentando la cantidad que entran por sí solos, mientras el del marine fracasado o el del agente Esteroides, se van reduciendo a solo 15 que lo siguen fielmente. Soy directo a la hora de preguntar, pues nunca me ha gustado irme por las ramas con ningún tema y se van acostumbrando poco a poco a que no cambiaré la forma de actuar, así esté con el ministro queriendo que me acople a ellos. Pero solo consigue que los enfrentamientos con el Marine fracasado sean más frecuentes. Con casi dos meses en la corporación todos no se asombran que continúe con el móvil después de ser revisado y ver que no tengo más comunicación que con usuarios del videojuego que suelo usar para desestresarme. Nadie hace preguntas y hasta ellos forman parte de quienes quieren saber resultados. Se deslumbran con nada, inútiles. M
Zarya Nunca creí que algo podría llegar a doler tanto. Me enoja que exista algo que lo haya. Siempre me vi como alguien sin remordimientos, ni reproches hacia alguien. Jamás me importó el accionar de nadie. Pero me volví una estupida creyendo que por primera vez iba a tener un...Trago en seco. Todo arde y no es solo una cosa. Todo me está rebasando y metiéndome en una jaula que no quiero porque más rejas significan encierro para mí. Así hayan salidas.Me mentalizo que debo soltar la rabia y la decepción, porque muchas veces he hecho lo mismo y nunca me ha interesado regresar a donde no me ha gustado estar y esto cuenta más ahora.Casi ocho semanas han pasado desde esa noche. Cincuenta y ocho días de enojo, frustración e impotencia, mezclado con un ardor en el pecho que no se va por más que quiera dejarlo ir. Me trago lo que siento, porque me repito que no siempre es bueno dejar que salgan a flote y mucho menos, mostrar ese lado vulnerable al que me fui de boca exponiendo mi alma com
Zarya.—Yo no extraño mierd@s, Evans—, escupo. —Tengo lo que en verdad me importa y lo que no, pronto lo recuperaré así tenga que volarte la cabeza a tí también. No emite un solo sonido. Sigue observando. —¿Dolió? —camina hacia mí con el sonido de sus botas contra la madera siendo lo único que se oye entre los dos. —¿Qué dijiste hace tiempo? —mira hacia la luna de fondo fingiendo que piensa. —Eres un dilema que quiero resolver.—Hay cosas que se deben quedar como un nudo para que recuerde porque pasan. —rebato tranquila. —No me interesas, comandante. Un buen polvo es lo que fuiste. Te tuve, te saboree y acabó. Fácil de comprender. Enemigos más que nunca. —¿Enemigos? No, niña. La rivalidad no me hace querer matarte. —confiesa. —Y ahora hay mucho menos que eso hacia a tí.—Vete al infierno. —Te necesito conmigo para que sea eso específicamente. —Maldit@ tentación. —Y lo seguirás sintiendo como una m@ldición porque no me tendrás más. —contesto sin dejar de ver su rostro calmado. —
Zarya.—Una presa para nosotros. —merodea uno de ellos. Bennett lo mira con rabia, mientras no temo un poco. No le tengo miedo a nadie, mucho menos a imbéciles con la hombría creada a base de luchas que pelean en conjunto, y no individualmente como se debe hacer para demostrar cuán fuerte se es. —Esto lo vamos a disfrutar. Me asquea lo que insinúa. —Yo también. —dice el comandante, disparando directo a su cabeza. —¡Maldit0s bastardos! Su ira es palpable demostrando porque me gustó desde un inicio. Los otros se alertan, corriendo hacia nosotros con las armas en mano disparando. Evado cada disparo, siendo más lista a la hora de disparar, dando en las piernas y luego en la cabeza del que se me acerque. La maldit@ arma se queda sin balas, así que hago uso de mis manos a la hora de irme contra ellos. Salto al cuello de uno, girando de golpe para lanzarlo al suelo, en donde le doy a su tráquea, sacando mi daga que encajo en esta para recibir al otro que apuñalo en la cabeza y la espald