Capítulo 29: Prioridades

Al día siguiente

Fue poco lo que dormí anoche. Mi mente no me ayudó en lo absoluto a descansar, porque siempre que cerraba mis ojos, la pregunta de mi jefe, se repetía una y otra vez, pero, con escenarios diferentes. 

Ya que, esa misma pregunta me la hacía sobre mí, sin ropa o yo encima de él observando el pecho que vi en esas grabaciones. Por lo que, terminaba despertándome antes que mi mente me hiciera perder la cordura.

— No molestes, Taddeo. No ha dormido casi, debes dejarla descansar. — dice alguien y yo muevo mi cabeza levemente, para después abrir mis ojos.

Lo primero que veo son los ojos amorosos de un pequeño que tienen sus dos codos en la cama y sus manos abiertas, para ser el soporte de su rostro. Es eso lo primero que veo tan cerca de mí que diría que no hay cinco centímetros lejos de mi rostro. 

— La has despertado. — dice
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