Siete meses después
Desesperada, intento darle leche a Gabriella, mientras Taddeo lucha con el estilista porque quiere que lo peine yo. El caos de una boda, es más grande cuando hay niños, por lo que, con la gran recepción y mis hijos demandando mi atención, estoy por perder la razón.— Hijo, entonces, prepara todo lo demás y cuando termine con tu hermana, te peino. — digo y eso parece tranquilizarlo.Ya estoy maquillada y vestida, ahora lo que están haciendo mientras amamanto a Gabriella es arreglar mi peinado, para colocar la diadema que mi suegra me regaló para este día.— Disculpen, es momento de salir, — informa la encargada de la fiesta.— Aún faltan unos detalles, esperen un momento, por favor. — digo y la puerta se abre de inmediato.— Señor, no debería ver a su esposa con su vestido de novia, eso es de mala&hellipLimpio mi ropa para lucir impecable. Soy la representación de mi jefe y debo mostrarme perfecta. Después de todo, soy la secretaria de Kendrick Cappelletti, uno de los empresarios más respetados del país. Lista, subo al trasporte público y me concentró en no ensuciarme o arrugar mi ropa cuando me coloco el impermeable, aunque no está lloviendo. Por fortuna, es este saco grande, con el que todos los días evito que un bebé me pegue su dulce, una persona angustiada por llegar tarde, no derrame su café en mi ropa y un loco en bicicleta lance sobre mi ropa agua del suelo.Aunque esquivo personas corriendo, el saco impermeable me ayuda a no llegar completamente un desastre, aunque muchos me ven como una loca por usar un impermeable con un día tan caluroso en la ciudad.Apenas llego a la empresa, con cuidado, me quito el impermeable y alejándolo lo más que pueda de mí, lo doblo y guardo en su pequeña bolsa. Sonriente e impecable, caminó hacia la cafetería donde comienzo a hacer el café expr
Intento procesar lo que acabo de escuchar y suspiró profundo, para después colocarme a su altura. ‘Seguramente me dice así porque esta asustado y solo llamándome como alguien cercano, se siente a salvo’ me digo mentalmente.— Cariño, yo no soy tu madre. Yo soy quien te ha encontrado y debo llamar a tu familia. Ellos deben estar preocupados por ti.El pequeño niega limpiando con brusquedad sus mejillas. — Tu casa. — dice él y yo intento procesar lo que me dice.— ¿Quieres que te lleve a mi casa? — pregunto y él asiente. — No puedo hacerlo, sin el consentimiento de alguno de tus padres, no puedo llevarte a casa.— ¿Por qué?— Porque pensaran que te he secuestrado y me llevarían a prisión. Creerán que soy una mala persona. Así que, lo mejor es que uses el impermeable y vayamos a la estación de policía más cercana para contactarlos. El pequeño niega y me entrega el impermeable para después abrirme los brazos, en señal de que lo cargue— No puedo cargarte. Estoy mojada ahora y si lo hag
Narración de KendrickNo podía dejar de preocuparme. Apenas he recibido la noticia de que mi hijo había aparecido y la ubicación que me han dado es un hospital. Por lo que, el miedo de que algo le haya pasado, me invade.El auto se detiene y yo corro hacia la recepción de urgencias en busca de información de mi hijo, pero, antes de poder preguntar por él, una ambulancia llega con mi hijo llorando encima de un cuerpo.— ¡Taddeo! — llamo a mi hijo y él no me presta atención. Corro hacia donde él esta mientras los paramédicos hablan sobre la condición de la mujer. El pequeño tiene sangre en sus manos y yo lo alejo de la camilla a la que él se aferra con desesperación— Taddeo, soy yo, papá — digo intentando calmarlo.— Déjame con mamá. Quiero estar con mamá — dice Taddeo y yo me sorprendo al escucharlo decir más de una palabra.— Deja que la atiendan, ella está enferma. Deja que los médicos la atiendan. — digo sin saber que está pasando.El pequeño la suelta y yo lo abrazo para después
Me despierto por la alarma de mi teléfono, preocupada, intento saltar de la cama. Pero, mi cuerpo duele cuando intento hacer un movimiento. Por lo que, me quejo, intentando mover un poco mi cuerpo, pero, todo me duele.— Auch…— Mamá, ¿te duele mucho? — pregunta una voz pequeña y yo busco la fuente del ruido.— Pequeño… ¿Qué haces aquí? — pregunto aturdida.— Dormí aquí, cuidando que estes bien — dice el pequeño mostrando la camilla con orgullo.— Entonces, dormiste a mi lado. — digo y el pequeño asiente satisfecho.— ¿Te molesta? — pregunta el pequeño y yo niego.No quiero arruinarle la emoción al pequeño que no conozco, pero, parece que está demasiado contento con una desconocida.— No me molesta, cariño. Es solo que me preocupa que tu familia te esté buscando. Podrían estar colocando una denuncia o algo así. — Puedes cuidarme. — dice el pequeño y yo estoy por hablar, pero, mi alarma vuelve a sonar.Es en ese momento cuando recuerdo que estoy retrasada y eso me asusta. Por lo que,
Quería reírme, pero no me es posible. Si fuera Ronhaldo, el chico de marketing, me reiría porque él constantemente sale con bromas que a veces no parecen bromas y lo son. Pero, mi jefe no era así, nunca lo ha sido. Por lo que, la seriedad del asunto debe tomarse y por ello, aunque me parezca ilógico, no puedo reírme. Es evidente que algo está pasando y lo peor es que no sé si tengo la fuerza suficiente para poder enfrentarlo. — S-señor Cappelletti, yo voy a regresar al hospital. Necesito ir al área de psiquiátrica. Estoy empezando a tener alucinaciones, aunque el golpe no fue fuerte en la cabeza.— No estas alucinando, señorita Pussi.— ¡Eso es! ¡Usted me llama señorita Pussi, no Shantelle! ¡Incluso creí que no conocía mi nombre! — exclamo sorprendida.— Tienes razón, no recordaba que ese es tu nombre, hasta que me dieron tu información, pero, eso no quiere decir que lo que te he pedido es extraño. — dice mi jefe y yo lo observo fijamente.— Es justamente lo que eso significa, señor
Con nerviosismo, camino hacia el interior de la casa que resulta intimidante para mí. Soy consciente que no debo estar aquí, peor, no soy capaz de decirle a mi jefe ello, cuando parece que hay un malentendido entre nosotros.— Lleven a la futura señora a una habitación cómoda. Denle todo lo que necesita para que pueda bañarse y consíganle ropa cómoda. — ordena mi jefe— Sí, señor.— No es necesario. — digo de inmediato, intentando retroceder, pero, el niño toma mi mano.— Vamos, madre. — dice jalándome hacia una parte de la casa que lógicamente es desconocida para mí.— Si que eres un buen niño con ella. Ojalá fueras así conmigo.— No — se limita a decir el pequeño que se marcha conmigo.Entro a una habitación y una de las chicas entra al baño, mientras otra se acerca a mí.— ¿Necesita que la ayude a desvestirse? — pregunta ella y yo niego retrocediendo.— Yo lo hago — dice el pequeño con emoción.— Tampoco. Puedo hacerlo por mi propia cuenta. — digo de inmediato.— Quiero hacerlo.—
No puedo entender que es lo que le pasa a mi jefe, pero, actúa de una forma demasiado dura con un pequeño que no sabe cómo funciona el mundo, por lo que, me esfuerzo en consolarlo y observar mal a mi jefe, que parece no importarle ver a su hijo llorar.— No lo volveré a hacer. — asegura el pequeño y yo asiento.— Te creo. Calma tu llanto, eso hace que duela mi corazón — pido y el pequeño levanta su rostro y como si cerraran una llave de agua, retiene sus lágrimas hasta que estas desaparecen completamente.— No puedo creerlo. — dice el señor Cappelletti — ¡Incluso calmas tus berrinches por ella!El pequeño ignora a su padre e intenta subirse encima de mí, pero, yo me quejo, causando que se detenga. — Deja de lastimarla. Sus golpes no fueron graves, pero, eso no quiere decir que no esté herida. — dice mi jefe alejando al pequeño como si fuera un cachorro.— Te odio.— Sí, como digas. Mejor ve a hacerle un poco de comida para que tenga ella energía. Recuerda que no ha desayunado — dice
Realmente no comprendo que es lo que está sucediendo, aunque pienso que es una cámara escondida, donde hacen muchas bromas, no hay espacio para esa duda, al ver la seriedad de mi jefe, por lo que, trago duro.— ¿Por qué debo ser yo? — pregunto mirándolo fijamente— ¿Por qué no tú?— Porque somos muy diferentes, señor Cappelletti. No le intereso, al punto que no recordaba mi nombre, entonces, ¿Por qué insiste en que nos casemos, solo porque quiere complacer a Taddeo? — pregunto deseando tener una confesión de amor.Porque si me gusta y si él siente algo por mí, podría pensar en un matrimonio. Pero, si ni siquiera le intereso, ¿para qué intentarlo?— También lo hago por mí, señorita Pussi. Normalmente no les prestó atención a detalles como nombres, pero, si recuerdo c