Limpio mi ropa para lucir impecable. Soy la representación de mi jefe y debo mostrarme perfecta. Después de todo, soy la secretaria de Kendrick Cappelletti, uno de los empresarios más respetados del país.
Lista, subo al trasporte público y me concentró en no ensuciarme o arrugar mi ropa cuando me coloco el impermeable, aunque no está lloviendo. Por fortuna, es este saco grande, con el que todos los días evito que un bebé me pegue su dulce, una persona angustiada por llegar tarde, no derrame su café en mi ropa y un loco en bicicleta lance sobre mi ropa agua del suelo.Aunque esquivo personas corriendo, el saco impermeable me ayuda a no llegar completamente un desastre, aunque muchos me ven como una loca por usar un impermeable con un día tan caluroso en la ciudad.Apenas llego a la empresa, con cuidado, me quito el impermeable y alejándolo lo más que pueda de mí, lo doblo y guardo en su pequeña bolsa. Sonriente e impecable, caminó hacia la cafetería donde comienzo a hacer el café expreso que tanto le gusta a mi jefe.— Buenos días — saludo a la secretaria de presidencia y contaduría— Hoy es un buen día, pero, ¿sabes que lo haría el día el día perfecto? — dice Frella con dramatismo.— Ya lo sé, ser la asistente de mi jefe. — me burlo y las dos chicas me observan con molestia.— Odio no ser tú. Si fuera la secretaria del señor Cappelletti, mis problemas se reducirían a la mitad.— A mí se me desaparecerían. Porque con semejante hombre atractivo, educado y amable, aunque tuviera que ser operada por un tumor, ese tumor desaparecería con solo una sonrisa de él. — dice María— Están locas, chicas.— Loca estas tú, por no seducir a tu jefe. — dice Frella y yo ruego los ojos colocando el café en la bandeja con unas galletas de mantequilla. — Que tengan buenos días, chicas. — digo marchándome.De inmediato, me preparo para recibir a mi jefe, quien abre la puerta suspirando profundo.— Buen día, señorita Pussi, ¿Qué tenemos para hoy? — pregunta y yo le digo la agenda mientras él toma su café.— Eso sería todo.Su teléfono suena con insistencia y él suspira profundo.— ¿Qué hizo ahora? — pregunta mi jefe con voz agotada — ¡¿Qué dijiste?! — grita mi jefe asustándome.Si tuviera que describir a mi jefe, lo haría como una persona calmada, que nada lo perturba y que para cada problema tiene una solución. Pero, su grito y el desespero en su mirada, me hace desconocerlo.Es como si lo que le han dicho por teléfono, fue el final de su vida tranquila, incluso, lucha por colocarse su chaqueta cuando siempre lo ha hecho como todo un experto.Por lo que, corro a ayudarlo mientras él escucha atentamente lo que le dicen y después, corre sin las llaves de su auto o su billetera. Por lo que, corro detrás de él— ¡Señor Cappelletti! — grito corriendo, mientras muestro las llaves y su billetera, para que detenga el ascensor.— Lo siento, tengo prisa. Cancela todas mis reuniones. — dice mi jefe.— Pero, es importante la reunión con los inversionistas.— Estaré ocupado y no puedo delegárselo a alguien más.— ¡Yo puedo hacerlo! ¡Sé todos los detalles de la propuesta, si me lo permite…! — digo y la mirada llena de dudas de mi jefe, hacen que me quede en silencio unos segundos — Lo siento, señor, no debí ser imprudente. Que tenga buen día y pueda resolver su problema.— Espera un momento — dice mi jefe alejando su teléfono de la oreja — Hazlo, señorita Pussi, pero, si es demasiado para ti, puedes decirles que los detalles serán enviados a su correo electrónico y si necesitan alguna aclaración adicional, podemos hacer videoconferencia. — ¡Gracias, señor! ¡Gracias por confiar en mí, le aseguro que no lo decepcionaré! — digo emocionada. — Sé que no vas a decepcionarme. Buena suerte y disculpa por dejarte una carga grande, pero, esto requiere de mi presencia.— Mi trabajo es disminuir su carga, no necesita disculparse, señor.— Gracias, señorita Pussi. — dice mi jefe para después desaparecer porque las puertas del ascensor se cierran.— Mi trabajo es disminuir su carga, no necesita disculparse, señor — se burla Frella.— No molestes, Frella.— Yo si quisiera disminuir algo de él y no me refiero al trabajo en la empresa — dice Frella y yo me marcho hasta mi puesto de trabajo. Porque sé que hacerla entrar en razón es una tarea imposible. Rápidamente, comienzo a prepararme para la presentación. Aunque tengo mucho miedo de arruinarlo, sé que debo demostrar que soy alguien capaz digna secretaria del señor Cappelletti. Por lo que, respiro profundo y realizo los últimos detalles.La presentación ocurre sin problemas, porque dos de los posibles inversionistas, han hablado conmigo anteriormente y al parecer, les he dado una buena impresión. Por lo que, termino la reunión sin algún problema. Cansada, salgo de la oficina, es cuando me doy cuenta de que llueve. Rápidamente, saco el impermeable y camino deleitándome de la lluvia. Sonrió porque el día aunque fue distinto por la ausencia de mi jefe, pude salvar el día. Sonriente, camino e incluso, doy pequeños saltos en los charcos que se forman en el suelo. Sin embargo, por estar concentrada en lo que estaba disfrutando, no me doy cuenta de lo que pasa alrededor, por lo que, tropiezo con un pequeño que de inmediato agarro antes de que caiga al suelo.Mi corazón late frenéticamente, pero, por fortuna, ninguno de los dos nos golpeamos. Su cuerpo, completamente húmedo y frío hace que quiera abrazarlo y protegerlo de la lluvia, por lo que, desabrocho mi impermeable y lo uso como un techo para protegernos de la lluvia.— ¿Estas bien, pequeño? — le pregunto y él asiente — ¿Te he lastimado en algún lado? — pregunto preocupada y él niega. — ¿Puedes hablar? — pregunto y él no hace algún gesto.Preocupada, miro a mi alrededor en busca de su acompañante o padre de familia, pero, las pocas personas que transitan la calle, no se detienen al vernos y mucho menos, se escucha a alguna persona llamando el nombre de alguien.— ¿Dónde están tus padres? — pregunto y él comienza a mover su labio inferior causando que tiemble este — No llores, pequeño. Si estás solo, puedo acompañarte. — digo cuando veo sus ojos nublarse por las lágrimas acumuladas.El pequeño se aferra a mi cuerpo y yo acomodo el impermeable para que no se moje con la lluvia cuando lo cargo. Sabiendo que debo buscar un refugio, miró a todas partes hasta que encuentro un lugar donde podemos refugiarnos un rato.Nunca me había encontrado un niño antes, pero, comprendía que si a alguien se le había perdido, debía buscarlo por la zona donde lo encontré. Por lo que, esperé un tiempo, pero, nadie aparecía.Me estaba cansando y tenía frío, al igual que el niño. Por lo que, haciendo cuentas en mi mente, un valor libre aparece y por ello, caminó unas pocas calles para comprarle ropa al pequeño que tiembla sobre mi pecho. — ¿Qué talla es su hijo? — pregunta la vendedora con profesionalismo.— Oh no, él no es mi hijo, pero… — digo intentando aclarar la confusión, pero, el pequeño me observa como si lo hubiese lastimado. — No sé, ¿puede ayudarme con la talla? — pregunto sintiéndome incómoda porque nunca había estado en una situación así. — Claro, creo saber cuál es su talla. Sígame, por favor a esta sección — dice la mujer y yo intento bajar al pequeño por miedo a caerme por lo mojado que estamos, pero, él se aferra a mi cuello. — Cariño, necesitas bajarte para escoger tu ropa, ¿no quieres escoger tu propia ropa? — pregunto y el pequeño niega.Comprendiendo que no quiere alejarse de mí, escojo ropa abrigadora que seguramente va a dejarme sin comer bien por lo menos una semana. Pero, la elección me hace feliz al ver como el pequeño que temblaba, ya deja de hacerlo.Afuera, sigue lloviendo y por ello, le coloco el impermeable encima de su ropa nueva. Pero, él niega quitándosela al punto de desorganizar su cabello.— Debemos ir a una estación de policía para buscar a tu familia, como aún está lloviendo, lo mejor es que uses el impermeable.— Mamá no me abandones. Seré buen niño — dice el pequeño sorprendiéndome ¿Cómo me su madre? ¿En qué momento me convertí en madre de este niño desconocido?Intento procesar lo que acabo de escuchar y suspiró profundo, para después colocarme a su altura. ‘Seguramente me dice así porque esta asustado y solo llamándome como alguien cercano, se siente a salvo’ me digo mentalmente.— Cariño, yo no soy tu madre. Yo soy quien te ha encontrado y debo llamar a tu familia. Ellos deben estar preocupados por ti.El pequeño niega limpiando con brusquedad sus mejillas. — Tu casa. — dice él y yo intento procesar lo que me dice.— ¿Quieres que te lleve a mi casa? — pregunto y él asiente. — No puedo hacerlo, sin el consentimiento de alguno de tus padres, no puedo llevarte a casa.— ¿Por qué?— Porque pensaran que te he secuestrado y me llevarían a prisión. Creerán que soy una mala persona. Así que, lo mejor es que uses el impermeable y vayamos a la estación de policía más cercana para contactarlos. El pequeño niega y me entrega el impermeable para después abrirme los brazos, en señal de que lo cargue— No puedo cargarte. Estoy mojada ahora y si lo hag
Narración de KendrickNo podía dejar de preocuparme. Apenas he recibido la noticia de que mi hijo había aparecido y la ubicación que me han dado es un hospital. Por lo que, el miedo de que algo le haya pasado, me invade.El auto se detiene y yo corro hacia la recepción de urgencias en busca de información de mi hijo, pero, antes de poder preguntar por él, una ambulancia llega con mi hijo llorando encima de un cuerpo.— ¡Taddeo! — llamo a mi hijo y él no me presta atención. Corro hacia donde él esta mientras los paramédicos hablan sobre la condición de la mujer. El pequeño tiene sangre en sus manos y yo lo alejo de la camilla a la que él se aferra con desesperación— Taddeo, soy yo, papá — digo intentando calmarlo.— Déjame con mamá. Quiero estar con mamá — dice Taddeo y yo me sorprendo al escucharlo decir más de una palabra.— Deja que la atiendan, ella está enferma. Deja que los médicos la atiendan. — digo sin saber que está pasando.El pequeño la suelta y yo lo abrazo para después
Me despierto por la alarma de mi teléfono, preocupada, intento saltar de la cama. Pero, mi cuerpo duele cuando intento hacer un movimiento. Por lo que, me quejo, intentando mover un poco mi cuerpo, pero, todo me duele.— Auch…— Mamá, ¿te duele mucho? — pregunta una voz pequeña y yo busco la fuente del ruido.— Pequeño… ¿Qué haces aquí? — pregunto aturdida.— Dormí aquí, cuidando que estes bien — dice el pequeño mostrando la camilla con orgullo.— Entonces, dormiste a mi lado. — digo y el pequeño asiente satisfecho.— ¿Te molesta? — pregunta el pequeño y yo niego.No quiero arruinarle la emoción al pequeño que no conozco, pero, parece que está demasiado contento con una desconocida.— No me molesta, cariño. Es solo que me preocupa que tu familia te esté buscando. Podrían estar colocando una denuncia o algo así. — Puedes cuidarme. — dice el pequeño y yo estoy por hablar, pero, mi alarma vuelve a sonar.Es en ese momento cuando recuerdo que estoy retrasada y eso me asusta. Por lo que,
Quería reírme, pero no me es posible. Si fuera Ronhaldo, el chico de marketing, me reiría porque él constantemente sale con bromas que a veces no parecen bromas y lo son. Pero, mi jefe no era así, nunca lo ha sido. Por lo que, la seriedad del asunto debe tomarse y por ello, aunque me parezca ilógico, no puedo reírme. Es evidente que algo está pasando y lo peor es que no sé si tengo la fuerza suficiente para poder enfrentarlo. — S-señor Cappelletti, yo voy a regresar al hospital. Necesito ir al área de psiquiátrica. Estoy empezando a tener alucinaciones, aunque el golpe no fue fuerte en la cabeza.— No estas alucinando, señorita Pussi.— ¡Eso es! ¡Usted me llama señorita Pussi, no Shantelle! ¡Incluso creí que no conocía mi nombre! — exclamo sorprendida.— Tienes razón, no recordaba que ese es tu nombre, hasta que me dieron tu información, pero, eso no quiere decir que lo que te he pedido es extraño. — dice mi jefe y yo lo observo fijamente.— Es justamente lo que eso significa, señor
Con nerviosismo, camino hacia el interior de la casa que resulta intimidante para mí. Soy consciente que no debo estar aquí, peor, no soy capaz de decirle a mi jefe ello, cuando parece que hay un malentendido entre nosotros.— Lleven a la futura señora a una habitación cómoda. Denle todo lo que necesita para que pueda bañarse y consíganle ropa cómoda. — ordena mi jefe— Sí, señor.— No es necesario. — digo de inmediato, intentando retroceder, pero, el niño toma mi mano.— Vamos, madre. — dice jalándome hacia una parte de la casa que lógicamente es desconocida para mí.— Si que eres un buen niño con ella. Ojalá fueras así conmigo.— No — se limita a decir el pequeño que se marcha conmigo.Entro a una habitación y una de las chicas entra al baño, mientras otra se acerca a mí.— ¿Necesita que la ayude a desvestirse? — pregunta ella y yo niego retrocediendo.— Yo lo hago — dice el pequeño con emoción.— Tampoco. Puedo hacerlo por mi propia cuenta. — digo de inmediato.— Quiero hacerlo.—
No puedo entender que es lo que le pasa a mi jefe, pero, actúa de una forma demasiado dura con un pequeño que no sabe cómo funciona el mundo, por lo que, me esfuerzo en consolarlo y observar mal a mi jefe, que parece no importarle ver a su hijo llorar.— No lo volveré a hacer. — asegura el pequeño y yo asiento.— Te creo. Calma tu llanto, eso hace que duela mi corazón — pido y el pequeño levanta su rostro y como si cerraran una llave de agua, retiene sus lágrimas hasta que estas desaparecen completamente.— No puedo creerlo. — dice el señor Cappelletti — ¡Incluso calmas tus berrinches por ella!El pequeño ignora a su padre e intenta subirse encima de mí, pero, yo me quejo, causando que se detenga. — Deja de lastimarla. Sus golpes no fueron graves, pero, eso no quiere decir que no esté herida. — dice mi jefe alejando al pequeño como si fuera un cachorro.— Te odio.— Sí, como digas. Mejor ve a hacerle un poco de comida para que tenga ella energía. Recuerda que no ha desayunado — dice
Realmente no comprendo que es lo que está sucediendo, aunque pienso que es una cámara escondida, donde hacen muchas bromas, no hay espacio para esa duda, al ver la seriedad de mi jefe, por lo que, trago duro.— ¿Por qué debo ser yo? — pregunto mirándolo fijamente— ¿Por qué no tú?— Porque somos muy diferentes, señor Cappelletti. No le intereso, al punto que no recordaba mi nombre, entonces, ¿Por qué insiste en que nos casemos, solo porque quiere complacer a Taddeo? — pregunto deseando tener una confesión de amor.Porque si me gusta y si él siente algo por mí, podría pensar en un matrimonio. Pero, si ni siquiera le intereso, ¿para qué intentarlo?— También lo hago por mí, señorita Pussi. Normalmente no les prestó atención a detalles como nombres, pero, si recuerdo c
Mi corazón duele al saber que la ausencia de su madre debe estar marcándolo. Eso puedo comprobarlo al recordar cómo se aferraba mi cuerpo cada vez que alguien intentaba alejarme de él.Con todo lo que he visto, puedo entender que es un niño bastante inteligente. No sé realmente qué edad tiene, pero he notado de que es capaz de realizar pensamientos bastantes complejos.Por lo que, debe comprender que cruzar la carretera sin mirar a ambos lados no es prudente. Aunque como me dijo su padre, él no había salido de esta mansión. Es un niño bastante inteligente para entender las normas de la sociedad.Seguramente, antes de salir, su guardaespaldas o niñera, le informó sobre las normas que debía seguir en la calle. Por lo que. El que él corriera, tuvo que haber tenido alguna causa Lo suficientemente fuerte para que él olvidara todas las normas que debía segu