Intento procesar lo que acabo de escuchar y suspiró profundo, para después colocarme a su altura.
‘Seguramente me dice así porque esta asustado y solo llamándome como alguien cercano, se siente a salvo’ me digo mentalmente.— Cariño, yo no soy tu madre. Yo soy quien te ha encontrado y debo llamar a tu familia. Ellos deben estar preocupados por ti.El pequeño niega limpiando con brusquedad sus mejillas. — Tu casa. — dice él y yo intento procesar lo que me dice.— ¿Quieres que te lleve a mi casa? — pregunto y él asiente. — No puedo hacerlo, sin el consentimiento de alguno de tus padres, no puedo llevarte a casa.— ¿Por qué?— Porque pensaran que te he secuestrado y me llevarían a prisión. Creerán que soy una mala persona. Así que, lo mejor es que uses el impermeable y vayamos a la estación de policía más cercana para contactarlos. El pequeño niega y me entrega el impermeable para después abrirme los brazos, en señal de que lo cargue— No puedo cargarte. Estoy mojada ahora y si lo hago, te mojaría también. Arruinando tu ropa nueva.El pequeño se queda un tiempo meditando y después, intenta quitarse la ropa, por lo que, de inmediato, niego.— Vas a enfermarte si te quitas la ropa. Se un buen niño y usa el impermeable, yo estaré bien— ¡Joven señor! — gritan varias personas con sus trajes que parecen hechos a medida.La desesperación en sus rostros eran evidente, por lo que, yo miro al pequeño, buscando alguna señal en su rostro que me diga que él es el joven señor que buscan. Todos corren por todas partes y preguntan a los transeúntes como si hubiesen perdido algo tan preciado, al punto de olvidar que pueden enfermarse por no llevar un impermeable o paraguas.Pensando que sean personas que conozcan al niño a mi lado, lo miro buscando una reacción. Pero, no veo alivio o miedo en él, si no, enojo. Uno de los hombres peina su cabello con frustración y es allí cuando nos ve, asombrándose al ver al pequeño a mi lado.— ¡Joven señor! — dice el hombre con alivio corriendo hacia nosotros. El pequeño no se esconde ni muestra temor, si no que, su mirada se ve más fría y molesta.— Por fin lo he encontrado.— ¿Lo conoces? — pregunto al niño, deseando indagar un poco lo que pasa y es por mi pregunta, que el hombre nota mi presencia.Por lo que, se mueve rápido tomando mi brazo y haciéndome girar, para colocar mi rostro contra la pared de la tienda de ropa, con mi brazo en la espalda. — ¿Quién es usted? ¿Se atrevió a llevarse al joven señor? — pregunta el hombre con molestia. — ¡Ah!— ¡Suelta a mamá! — escucho una voz de niño.El hombre retrocede y es cuando veo al pequeño mirando con odio al hombre que intentó hacerme daño.— Joven señor… — dice el hombre llevando su mano a su pierna, justamente a la altura del niño— Suelta a mamá — dice el pequeño con voz fría y el hombre que es incluso mayor que yo, se inclina ante el pequeño.— Joven señor… lo siento. La soltaré — dice el hombre.— Me imagino que se conocen, ¿no es así? — pregunto acariciando mi brazo lastimado.El niño de inmediato niega y se aferra a mi pierna como si le tuviera miedo al hombre que según veo, ha mordido.— Joven señor, no diga que no me conoce. Eso lastima mis sentimientos. — dice el hombre y el pequeño se esconde detrás de mí.— No sé qué sucede aquí exactamente, pero, no puedo entregarle al niño si él no me asegura que lo conoce.— Este no es su asunto. Así que, aléjese — dice el hombre intentando tomarme del brazo, pero, el pequeño se aclara la garganta, como si esa fuera una amenaza contra el hombre que de inmediato retrocede.— No puedo darle al niño. Llame a su padre o alguien que él vea como conocido, si no, tendremos que hablar esto en la estación de policía.— Joven señor, su padre se va a enojar si la policía se involucra por un berrinche suyo de no volver a casa. Lo mejor es que regrese a casa conmigo. — dice el hombre, pero, el pequeño niega.Unos autos se detienen y dos hombres salen corriendo con paraguas de color blanco que colocan a una pareja que salen del auto. Sus canas, muestran que son de avanzada edad, porque su postura y perfecta piel, los hacen ver como unos jóvenes.— Sus abuelos están aquí, joven señor. — le anuncia el chico y el niño lo observa con enojo.Ninguno de los dos ancianos hablan, solo miran al pequeño con una mirada tan fría como el pequeño observó al hombre con traje y este solo suspira profundo caminando hacia la lluvia, pero, de inmediato, le coloco el impermeable, para que no se moje.— Abrígate bien, pequeño. Cuídate mucho. — digo sonriéndole, para después, acariciar su mejilla.Me levanto cuando él se marcha hacia los ancianos y regreso caminando hasta la estación de servicio público para ir a mi casa. Con la lluvia menos fuerte, cruzo la calle por el paso peatonal sonriendo porque el día fue bueno.El sonido del semáforo a punto de cambiar, me hace caminar más rápido para llegar a la zona segura, pero, cuando estoy por llegar a mi meta, escucho un fuerte grito.— ¡Mamá! — gritan y aunque yo no tengo hijos, giro al reconocer la voz.El pequeño que había dejado hace media hora con sus abuelos, corre hacia mí y yo miro a cada lado notando que por estar el semáforo en verde, los autos están moviéndose.— ¡Niño, no! — grito cuando veo que un auto esta por acercarse a él. Pero, el pequeño ignora mi grito y corre hacia mí. Uno de los hombres perfectamente cambiados, sale del auto al igual que los ancianos, pero, ninguno se atreve a perseguirlo cuando varios autos les impiden el paso.Analizo la distancia, yo estoy más cerca de agarrarlo, pero, también debo pasar por dos carriles de autos para alcanzarlo. Un pito fuerte se escucha y veo el camión, por lo que, no lo dudo un solo segundo e implorándome a Dios, corro hacia el pequeño.Mis piernas se mueven rápido y yo lo abrazo intentando alejarme del camión que seguramente nos mataría. El camión alcanza a golpearme el trasero y yo soy impulsada hacia adelante, golpeándome con la puerta de conductor de un auto, para después caer al piso.Mi cuerpo duele como si realmente un auto hubiese pasado por encima y yo sonrío cuando el pequeño que intentaba proteger, se levanta de mi cuerpo y toca mi rostro. — Mamá, ¿estas bien?— Un niño bueno no cruza la calle sin un adulto que lo guie, no hagas eso otra vez, por favor.— Mamá… lo siento.— ¿Estas herido? — pregunto al verlo llorar.— No, tú lo estas. — dice el pequeño mientras intento levantarme— No se mueva, he llamado a una ambulancia, no se mueva. — dice uno de los ancianos— Estoy bien. solo es un pequeño…— Sangre. Estas sangrando — dice el niño mostrándome la pierna.El color rojo me marea y lo siguiente que veo es todo negro.Narración de KendrickNo podía dejar de preocuparme. Apenas he recibido la noticia de que mi hijo había aparecido y la ubicación que me han dado es un hospital. Por lo que, el miedo de que algo le haya pasado, me invade.El auto se detiene y yo corro hacia la recepción de urgencias en busca de información de mi hijo, pero, antes de poder preguntar por él, una ambulancia llega con mi hijo llorando encima de un cuerpo.— ¡Taddeo! — llamo a mi hijo y él no me presta atención. Corro hacia donde él esta mientras los paramédicos hablan sobre la condición de la mujer. El pequeño tiene sangre en sus manos y yo lo alejo de la camilla a la que él se aferra con desesperación— Taddeo, soy yo, papá — digo intentando calmarlo.— Déjame con mamá. Quiero estar con mamá — dice Taddeo y yo me sorprendo al escucharlo decir más de una palabra.— Deja que la atiendan, ella está enferma. Deja que los médicos la atiendan. — digo sin saber que está pasando.El pequeño la suelta y yo lo abrazo para después
Me despierto por la alarma de mi teléfono, preocupada, intento saltar de la cama. Pero, mi cuerpo duele cuando intento hacer un movimiento. Por lo que, me quejo, intentando mover un poco mi cuerpo, pero, todo me duele.— Auch…— Mamá, ¿te duele mucho? — pregunta una voz pequeña y yo busco la fuente del ruido.— Pequeño… ¿Qué haces aquí? — pregunto aturdida.— Dormí aquí, cuidando que estes bien — dice el pequeño mostrando la camilla con orgullo.— Entonces, dormiste a mi lado. — digo y el pequeño asiente satisfecho.— ¿Te molesta? — pregunta el pequeño y yo niego.No quiero arruinarle la emoción al pequeño que no conozco, pero, parece que está demasiado contento con una desconocida.— No me molesta, cariño. Es solo que me preocupa que tu familia te esté buscando. Podrían estar colocando una denuncia o algo así. — Puedes cuidarme. — dice el pequeño y yo estoy por hablar, pero, mi alarma vuelve a sonar.Es en ese momento cuando recuerdo que estoy retrasada y eso me asusta. Por lo que,
Quería reírme, pero no me es posible. Si fuera Ronhaldo, el chico de marketing, me reiría porque él constantemente sale con bromas que a veces no parecen bromas y lo son. Pero, mi jefe no era así, nunca lo ha sido. Por lo que, la seriedad del asunto debe tomarse y por ello, aunque me parezca ilógico, no puedo reírme. Es evidente que algo está pasando y lo peor es que no sé si tengo la fuerza suficiente para poder enfrentarlo. — S-señor Cappelletti, yo voy a regresar al hospital. Necesito ir al área de psiquiátrica. Estoy empezando a tener alucinaciones, aunque el golpe no fue fuerte en la cabeza.— No estas alucinando, señorita Pussi.— ¡Eso es! ¡Usted me llama señorita Pussi, no Shantelle! ¡Incluso creí que no conocía mi nombre! — exclamo sorprendida.— Tienes razón, no recordaba que ese es tu nombre, hasta que me dieron tu información, pero, eso no quiere decir que lo que te he pedido es extraño. — dice mi jefe y yo lo observo fijamente.— Es justamente lo que eso significa, señor
Con nerviosismo, camino hacia el interior de la casa que resulta intimidante para mí. Soy consciente que no debo estar aquí, peor, no soy capaz de decirle a mi jefe ello, cuando parece que hay un malentendido entre nosotros.— Lleven a la futura señora a una habitación cómoda. Denle todo lo que necesita para que pueda bañarse y consíganle ropa cómoda. — ordena mi jefe— Sí, señor.— No es necesario. — digo de inmediato, intentando retroceder, pero, el niño toma mi mano.— Vamos, madre. — dice jalándome hacia una parte de la casa que lógicamente es desconocida para mí.— Si que eres un buen niño con ella. Ojalá fueras así conmigo.— No — se limita a decir el pequeño que se marcha conmigo.Entro a una habitación y una de las chicas entra al baño, mientras otra se acerca a mí.— ¿Necesita que la ayude a desvestirse? — pregunta ella y yo niego retrocediendo.— Yo lo hago — dice el pequeño con emoción.— Tampoco. Puedo hacerlo por mi propia cuenta. — digo de inmediato.— Quiero hacerlo.—
No puedo entender que es lo que le pasa a mi jefe, pero, actúa de una forma demasiado dura con un pequeño que no sabe cómo funciona el mundo, por lo que, me esfuerzo en consolarlo y observar mal a mi jefe, que parece no importarle ver a su hijo llorar.— No lo volveré a hacer. — asegura el pequeño y yo asiento.— Te creo. Calma tu llanto, eso hace que duela mi corazón — pido y el pequeño levanta su rostro y como si cerraran una llave de agua, retiene sus lágrimas hasta que estas desaparecen completamente.— No puedo creerlo. — dice el señor Cappelletti — ¡Incluso calmas tus berrinches por ella!El pequeño ignora a su padre e intenta subirse encima de mí, pero, yo me quejo, causando que se detenga. — Deja de lastimarla. Sus golpes no fueron graves, pero, eso no quiere decir que no esté herida. — dice mi jefe alejando al pequeño como si fuera un cachorro.— Te odio.— Sí, como digas. Mejor ve a hacerle un poco de comida para que tenga ella energía. Recuerda que no ha desayunado — dice
Realmente no comprendo que es lo que está sucediendo, aunque pienso que es una cámara escondida, donde hacen muchas bromas, no hay espacio para esa duda, al ver la seriedad de mi jefe, por lo que, trago duro.— ¿Por qué debo ser yo? — pregunto mirándolo fijamente— ¿Por qué no tú?— Porque somos muy diferentes, señor Cappelletti. No le intereso, al punto que no recordaba mi nombre, entonces, ¿Por qué insiste en que nos casemos, solo porque quiere complacer a Taddeo? — pregunto deseando tener una confesión de amor.Porque si me gusta y si él siente algo por mí, podría pensar en un matrimonio. Pero, si ni siquiera le intereso, ¿para qué intentarlo?— También lo hago por mí, señorita Pussi. Normalmente no les prestó atención a detalles como nombres, pero, si recuerdo c
Mi corazón duele al saber que la ausencia de su madre debe estar marcándolo. Eso puedo comprobarlo al recordar cómo se aferraba mi cuerpo cada vez que alguien intentaba alejarme de él.Con todo lo que he visto, puedo entender que es un niño bastante inteligente. No sé realmente qué edad tiene, pero he notado de que es capaz de realizar pensamientos bastantes complejos.Por lo que, debe comprender que cruzar la carretera sin mirar a ambos lados no es prudente. Aunque como me dijo su padre, él no había salido de esta mansión. Es un niño bastante inteligente para entender las normas de la sociedad.Seguramente, antes de salir, su guardaespaldas o niñera, le informó sobre las normas que debía seguir en la calle. Por lo que. El que él corriera, tuvo que haber tenido alguna causa Lo suficientemente fuerte para que él olvidara todas las normas que debía segu
Termino de desayunar y las chicas se llevan los platos, mientras Taddeo presiona un botón de donde sale el control remoto, donde presiona algo y las cortinas se cierran un poco, para después, presionar otro botón y con esto, sale un televisor, de una pared donde solo había un espejo.— ¿Cómo puedes hacer algo así? — pregunto aturdida.— Es una casa inteligente, madre — dice Taddeo y yo asiento comprendiendo.‘Parece que todo en esta casa es inteligente.’ Me digo mentalmenteEl pequeño no me habla más y para mi desgracia, coloca un canal de finanzas que no comprendo, pero, parece que a él le divierte, porque se burla o niega como si el presentador, estuviera hablando con él.Al estar todo en calma, sin propuestas de matrimonio extrañas o atenciones excesivas, relajo mi cuerpo después de caminar un poco por la habitación. Sin em