(28)

Por el mañana despierto por el olor a comida, abro los ojos y lo primero que veo es que tengo un pétalo de rosa roja sobre mi nariz. De inmediato me levanto, teniendo en mente lo que había pasado anoche. Había hecho el amor con mi esposo por toda la cama. Sonrió como una tonta recordada todo lo que hicimos. Pero al final puedo recordar el dolor de los ojos de Alejandro, al saber lo que me había pasado. No podía olvidar las lágrimas que se paseaban por sus mejillas. Nunca pensé que un hombre como él, pudiera llorar al escucharme hablar.

–Buenos días. –Escucho su dulce voz.

De inmediato volteo hacía la puerta, para darme cuenta que estaba sosteniendo una charola con comida. Sonreí como una idiota al verlo, puesto que estaba usando solo un pants negro, mientras podía ver su estomago bien trabajado junto a sus brazos fuertes sosteniendo la comida.

–Duermes demasiado. –Se sienta en la cama para ponerme la charola enfrente.

–Es que me dejaste agotada. –Él de inmediato acaricio mi cabellera
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