Necesitaba regresar a casa para poder sacar algunas de mis cosas, estaba decidida a divorciarme de Saúl, no quería estar atada a un hombre miserable como él que fue capaz de verme la cara por no sé cuanto tiempo.
Tomo un taxi con el poco dinero que encontré en mi chaqueta y luego de llegar a casa, entro esperando no encontrarme con ese hombre, cuando observo que no hay nadie, subo las escaleras y entro a la habitación que fue nuestra por los últimos años. busco rápidamente una maleta para poder colocar lo poco que tengo en ella, en el armario tomó mi ropa y también la caja en la que ahorre el poco dinero que Saúl me daba, con eso podre vivir un par de días mientras consigo algo en que trabajar, puede que mi carrera de contadora sirva ahora. Salgo de la habitación y me encuentro con el hombre que decía amarme y que me traiciono el día de nuestro aniversario —Pensé que no regresarías más, pero al parecer no puedes alejarte de mí—aprieto con fuerza las manos a mis lados. —Solo vine por mis cosas, quiero el divorcio. Lo veo apretar la quijada con fuerza. —No vas a hacer nada de eso, no pienso darte el divorcio, aunque no te quiera cerca, puedes vivir en una de las habitaciones de huéspedes, pero seguirás casada conmigo porque no voy a perder mi trabajo por tu culpa. Sin imaginarlo, ni verlo venir, siento como golpea con fuerza mi mejilla haciéndome caer al piso con fuerza, sollozo apretando los labios, siento un peso muerto en la parte izquierda de mi chaqueta y rápidamente meto la mano encontrándome con un arma en ella. abro los ojos por la impresión, pero no lo demuestro mucho para que él no se dé cuenta, y como puedo me levanto para tomarla y apuntarle haciendo que él se sorprenda. —Nunca en tu miserable vida me vuelvas a tocar, y me voy a ir de aquí, porque no pienso ser el juguete de nadie, decidiste quedarte con tu amante, pues atente a las consecuencias —Intenta acercarse, pero lo amenazo con el arma —. Si te acercas te juro por Dios que voy a dispararte — Sonríe negando sin dejar de mirarme. —No serias capaz de hacerme daño, aunque lo niegues, aún me sigues amando. Vuelve a acercarse y sin darme cuenta disparo dándole en el brazo, ambos nos sorprendemos, pero a diferencia de él, yo me recompongo rápido. —Nunca más me vuelvas a subestimar, así que quítate de mi camino porque me voy a largar de este lugar ahora mismo. Aprieta con fuerza su mano sobre la herida y en ese momento escucho sirenas de policías, angustiada porque estoy segura de que los vecinos llamaron la policía, intento salir, pero él me lo impide colocándose rápidamente de pie. —No vas a salir de aquí, porque me vas a pagar lo que acabas de hacer. Asustada me alejo de el porqué sé que está enojado y la verdad no sé qué pueda hacer este hombre, nunca lo conocí en realidad. Pasan los minutos y veo como la puerta es abierta y un policía entra observando todo con curiosidad y cuidado. —Llamaron porque escucharon un disparo, ¿se encuentran bien?—Saúl rápidamente niega —No, estoy herido, mi mujer me disparo, quiero que la metan presa por lecciones personales— El policía lo observa entrecerrando los ojos. —¿Quiere meter a su mujer a la cárcel?—Él asiente. —¡Casi me mata, esta loca! —Abro la boca sorprendida. —¡Tú me golpeaste, solo estaba defendiéndome! El policía nos observa con aburrimiento —Deben los dos acompañarme a la comisaría, usted —dice observando a Saúl —. Vaya a que lo revise el médico, luego debe ir a la comisaría, si no lo hace lo arrestaremos por desacato. Aprieta la quijada y solo asiente regalándome una mirada de odio cuando sale de la habitación dejándome sola con el policía, observo como el hombre suspira negando. —Si te golpeo, debes tener pruebas de ellos, porque el sí las tiene en tu contra — alarga la mano y señala la pistola que aún tengo en mi mano —. Ahora entrégueme eso —Suspirando lo hago rápidamente. No sé cuanto tiempo pasa porque no presto atención al camino, pero cuando el policía abre la puerta, sé que llegamos a la comisaría al final, caminamos dentro y soy dejada en una sucia y mugrienta Celda. Me siento en la pequeña cama del lugar y suspiro porque no sé en qué momento mi vida cambio tanto, lo tenía todo y ahora solo soy una mujer engañada y encerrada, sin un peso ni una casa en donde vivir, nada de esto puede ser cierto. Ayer casi fui atacada por unos malditos borrachos y gracias a un desconocido nada de eso pasó, ahora también le debo a ese hombre un dinero que no sé cómo voy a poder pagarle porque no tengo un centavo, mis ahorros se quedaron en esa casa en la cual cuando Saúl regrese va a encontrarlos y las cojeras para él. Todo es horrible y una m****a, estoy jodida. Observo como el policía que me trajo se acerca a la celda. —Alguien vino a verte. Levanto una de mis cejas en su dirección porque no entiendo quién puede ser, no tengo familia y Saúl no creo que sea. —No tengo nadie que pueda venir a verme —levanta los hombros. —No lo sé chica, alguien está esperándote, así que apúrate. Me levanto de mi lugar para acercarme a la celda y salir cuando el policía abre la puerta, camino detrás de él hasta una puerta que abre y cuando veo a la persona que está dentro, abro la boca con asombro y sorpresa. —¿Usted?, ¿Cómo sabía que estaba aquí? —El hombre que me salvó me observa con una gran sonrisa en su rostro. —No hay nada en esta ciudad que yo no lo sepa niña, ahora entra y siéntate, debemos hablar. Suspirando hago lo que me dice y me siento frente a él viéndolo con un traje parecido al que tenía el día que me salvó. —¿Por qué está aquí? —Lo veo acomodarse las mangas de su camisa. —Vengo a sacarte de aquí, resulta que tu marido es un imbécil y tú tienes una deuda conmigo, si estás aquí no vas a poder pagármela y no me sirves así. Aprieto con fuerza las manos cuando dice eso, estoy jodida al tener que pagar algo que no pedí por qué nunca imagine que tendría que estar en una situación así cómo está, pero este hombre se ve muy peligroso, no sé por qué, pero algo me dice que esa arma que encontré en mi ropa era de él, no estoy segura, pero solo el era la persona que podría haber puesto esa arma en mi chaqueta, lo que no se es porque lo hizo, gracias a eso estoy ahora aquí, porque pensé que mi ex me iba a matar y solo tome la oportunidad. Observo al hombre con un poco de curiosidad y también miedo, cada vez puedo confirmar que ese hombre no solo es un importante empresario del país, algo turbio y oscuro se esconde detrás de él. —¿Me puede sacar ahora mismo?. Se pasa las manos por su pelo negro como la noche, haciendo que una sensación nada conocida para mí se apodere de mi cuerpo. —Deberás pasar la noche en la comisaría, mañana a primera hora estarás libre y podrás hacer lo que sea que harás para pagarme mi dinero. Aprieto los dientes con fuerza porque esto es una m****a, salgo de una para entrar en otra, ¿algo peor me podría pasar?. —Bien, imagino que la fianza también tendré que devolvérsela —Asiente. —No soy un centro de caridad niña, lo sumaré a la lista de tus deudas conmigo. Suspiro recostando la cabeza en la mesa, porque ahora mismo solo deseo que sea un chiste o un sueño de mal gusto —Necesito irme, mañana podrá estar afuera —levanto la mirada, encontrándolo de pie en la puerta. —Gracias, no sé por qué hace esto, pero igual se lo agradezco. Se queda en silencio unos minutos y luego abre la puerta, pero no sale por ella, sino que me mira fijamente. —No deberías agradecerme, creo que agradecerás no haberme encontrado jamás. Arrugo mi entrecejo confundida, pero no puedo decirle nada más porque el hombre desaparece por la puerta. Luego de eso solo me regresaron a la celda y estaba tan agotada mental y físicamente que me recosté en la esquina de la celda y recogí mis pies abrazándolos a mi cuerpo, necesitaba dejar salir todo lo que mi cuerpo estaba sintiendo, por lo que grite con toda mis fuerzas haciendo que mis cuerdas vocales ardieran. —Cierra la boca perra, quiero dormir —Levanto la mirada para observar a una de las mujeres que comparten celda conmigo con la mirada enfurecida. —No estoy haciendo nada malo. La mujer se levanta y las demás hacen lo mismo que ella. —No puedo dormir con tus malditos gritos —¡Es que no pertenezco a este lugar! —Ellas ríen y la rabia se apodera de mi cuerpo. —Todas decimos lo mismo, cariño, pero en el fondo tenemos un poco de m****a —Aprieto las manos y me levanto de mi lugar. —Pues yo no, no sé ustedes.—¿Te crees más que nosotras?, ¿eso es lo que quieres decir?¡Mierda!, no debí decir eso, estas mujeres pueden matarme.—No quise decir eso, ustedes están malinterpretando todo.La mujer que parece ser la líder de ellas se acerca a mí y aprieta mi rostro con fuerza.—Eres una pobre estúpida con dinero que se cree más que las demás, así que vamos a enseñarte que no es así y que todos estamos hechos de la misma mierda.Grito con fuerza cuando me golpea el rostro haciendo que caiga al piso con fuerza.—¡¿Qué están haciendo?!.Me observan con una gran sonrisa en el rostro que me recorre el cuerpo de pies a cabeza.—Dándote una lección.Niego cuando de nuevo se acerca a golpearme.—¡No me toquen, no se les ocurra tocarme!.Peleo con todas mis fuerzas, pero es inútil, son tres contra mí, siento como golpean mi rostro y abdomen con fuerza, veo estrellas y todo me da vueltas, necesito que se detengan o van a matarme. Sigo pateando y peleando hasta que escucho como llega un guardia—¡¿Qué rayos
Asiento sin decir nada y entramos a la gran mansión. El lugar está lleno de personas de negro con armas en sus cinturas, vaya, el señor sí que tiene seguridad por todos lados, creo que ahora sí creo que lo que dicen de él es verdad. Caminamos hasta una puerta que él abre y me invita a pasar, cuando entramos veo a un hombre de su misma edad sentado fumando un puro y a su lado un hombre de unos cuarenta años. Recce camina hasta ellos para sentarse en la silla frente al escritorio y prende un puro.—Ven niña, no tengo todo el día —Asiento caminando hasta la silla vacía al lado de el hombre mayor.—Te dije que la ayudaras, no que la volvieras tu perra —Aprieto los dientes cuando lo escucho decir eso.—Cierra la boca Dimitri —El viejo solo sonríe —. No soy un hombre que se ande con rodeos, así que voy a ser claro, tú tienes una deuda conmigo y no tienes un centavo, así que vamos a hacer un trato, necesito una mujer para tener un hijo —Abro los ojos espantada —. Tengo casi treinta y ocho a
Una mujer muy hermosa está de rodillas haciéndole una felación a Recce, el maldito disfruta lo que la mujer le hace mientras tortura sus pezones haciéndola gemir, las ganas de vomitar se apoderan de mí y también una rara sensación entre mis piernas, jamás estuve en una situación cómo está, por lo que solo estoy aquí parada sin hacer nada.—¿Te gusta ver como cogen picola ragazza?Abro los ojos asustada cuando veo como Recce me observa con una gran sonrisa en su rostro y eso me hace enfurecer.—Sería divertido si la persona que lo hace me produjera algo, pero desgraciadamente no siento más de asco y repudio.Toma del pelo a la mujer para hacer que se mueva más rápido sin quitar la mirada de mí .—Que lastima, porque voy a disfrutar mucho cuando te coga.Nunca pensé que ese apuesto y maravilloso hombre que me salvo sea esa porquería que ahora tengo frente a mí. La mujer mueve sus manos con desespero para hacer que él se detenga, pero él no lo hace, parece disfrutar verme parada aquí mie
Alejo la mirada para hacerlo lo que Recce me dijo, tomo el cuchillo y corto un poco mi dedo y dejo que la sangre caiga sobre una carta de algo que parece un santo. No sé qué sea eso, no soy creyente de ellos.—Toma la carta y quémala, si nos traicionas así vas a quedar, no se traiciona —Asiento. —Bien, ahora vas a escoger a tu mano derecha, será tu sombra, y me informará todo lo qué haces.Intento hablar, pero no lo hago porque recuerdo lo que me dijo hace poco. Lo veo rodar los ojos y luego asentir, tomo eso como una señal para hacerlo.—¿Cómo sabré quién será mi mano derecha?.—Escogerás entre cinco personas que pondré mañana frente a ti —Asiento —Bien, ahora espérame en la habitación, tengo cosas que hacer.Me doy media vuelta y salgo de la habitación sintiendo la mirada de todos sobre mí.Rápido llegó a la habitación en la que me cambie cuando baje a la ceremonia y arrugo mi entrecejo cuando encuentro sobre la cama un papel doblado en forma de pergamino. Camino hasta ella y abro e
Me remuevo en la cama sintiendo mis manos entumecidas y adoloridas, este hombre es un maldito animal, no sé cómo fue capaz de dejarme amarrada a la cama, no pude dormir muy bien porque esta posición o es nada cómoda y cada segundo me despertaba pensando que el maldito estaría encima de mí haciéndome algo, no me fiaba de él y estaba segura de que podía esperar cualquier cosa si se trataba de ese hombre. Intento acomodarme en la cama y en ese momento escucho el sonido de la puerta del baño y el condenado saliendo como si nada de ella con la toalla en su cintura. Sus ojos se encuentran con los míos y gruño con fuerza.—Necesito que me sueltes ahora mismo, me duelen las manos, eres un maldito animal.Sus ojos me observan con mucha intensidad.—Si sigues tratándome de esa manera, no voy a soltarte, me debes respeto, deja de ser tan igualada —Apriet los dientes con fuerza.«Maldita la hora en que este hombre me ayudo».—Solo quiero que me sueltes, Reece me duelen los brazos.Rueda los ojos
Intento demorarme lo más que puedo en el baño para no tener que verle la cara a Reece, pero siempre las cosas no salen como yo las espero, cuando salgo él sigue en el mismo lugar en el que estaba cuando entre. Suspiro caminando hasta el closet, pero su voz me detiene—Ven aquí, necesito que mires una cosa —Asiento.Me acerco a él apretando bien la toalla a mi cuerpo para que no se caiga y muestre de más, lo veo rodar los con fastidio. —Deja de ser tan infantil, he visto todo tipo de mujer desnudas, tú no serias la primera.«¿Será que si lo mato pasa algo?, porque es gusto lo que ahora quiero hacer».—Dime que quieres, necesito cambiarme.—Necesito que mires unas cuentas, algo no me cuadra —Asiento tomando el computador.Observo una cantidad considerable de dinero que me hace tragar grueso porque jamás imagine ver algo como eso, este hombre no solo gana demasiado dinero con la mafia, también lo hace con su empresa, podría vivir de ella sin necesidad de la mafia. Suspiro observando los
—Ahora entiendo por qué tanto revuelo por tu llegada, pero la belleza no es la única arma que puedes usar a tu favor, si no eres una mujer completa no vas a sobrevivir en este mundo.Levanto una de mis cejas por sus palabras, ¿Una mujer completa?, ¿Acaso soy un monstruo o qué mierdas?.—¿Qué rayos significa eso? —Sonríe caminado a la puerta para abrirla.—Saber defenderse, ser una asesina —Jadeo negando.—No pienso matar a nadie.—Si, eso mismo decía yo, pero después de cinco intentos de violación y un maldito pedófilo que quiso secuestrar a mi hija, uno no piensa igual, este es el mundo real niña, aquí sobrevive el más fuerte y créeme que te casaste con el hermano equivocado, Recce solo cuida su culo, los demás somos mierda para él.¡Carajo!, si su hermana habla de esa manera de él, no quiero imaginar porque es. No decimos nada y salimos de la habitación bajando las escaleras para encontrarnos con Azul, el hombre que sería mi mano derecha.—Buenos días Regazzas.—Veo que estás mejor
Habían pasado dos meses desde que era la esposa de Reece, las cosas no habían cambiado mucho, seguía siendo un maldito conmigo, después de nuestro encuentro sexual el condenado se había convertido en una puta droga para mí y él se aprovechaba de eso cogiéndome donde se le daba la gana. Mi entrenamiento cada día estaba mejorando, era una maldita experta en los cuchillos, las cuentas de la organización marchaban bien desde que era la contadora y mi relación con Aurora la hermana de Reece cada día era más cercana, era como una amiga para mí, suspiro mirándome por última vez en el espejo, hoy saldríamos a una discoteca con Aurora y unos amigos de ella, no estaba muy de acuerdo con eso, pero prefería eso a pasar un fin de semana más entre estas cuatro paredes.—Deja de mirarte tanto en ese maldito espero y larguémonos ya —Asiento tomando mi bolso.—Esto no es una buena idea, tu hermano se va a enojar mucho —Ella rueda los ojos caminando hasta la puerta.—Deja de pensar tanto en él, desde