Capítulo 6

Una mujer muy hermosa está de rodillas haciéndole una felación a Recce, el maldito disfruta lo que la mujer le hace mientras tortura sus pezones haciéndola gemir, las ganas de vomitar se apoderan de mí y también una rara sensación entre mis piernas, jamás estuve en una situación cómo está, por lo que solo estoy aquí parada sin hacer nada.

—¿Te gusta ver como cogen picola ragazza?

Abro los ojos asustada cuando veo como Recce me observa con una gran sonrisa en su rostro y eso me hace enfurecer.

—Sería divertido si la persona que lo hace me produjera algo, pero desgraciadamente no siento más de asco y repudio.

Toma del pelo a la mujer para hacer que se mueva más rápido sin quitar la mirada de mí .

—Que lastima, porque voy a disfrutar mucho cuando te coga.

Nunca pensé que ese apuesto y maravilloso hombre que me salvo sea esa porquería que ahora tengo frente a mí. La mujer mueve sus manos con desespero para hacer que él se detenga, pero él no lo hace, parece disfrutar verme parada aquí mientras ella lo satisface

—La estás lastimando, deja de hacer eso.

Entrecierra los ojos y luego la aleja de él con rapidez. La pobre mujer cae al piso como un pedazo de carne y veo como su boca está llena de los flujos de Recce, niego alejando la mirada de ella para ponerla en él.

—Eres despreciable.

Se limpia las manos y sube su pantalón sin quitar la mirada de mí.

—Sigue insultándome que cuando me cobre cada insultó voy a disfrutarlo mucho —Aprieto las manos con fuerza enterrando mis uñas en mis manos.

—Dijiste que querías un hijo, pero nunca hablaste de ser tu esposa.

—Pensé que lo habías deducido cuando dije que serías mi mujer, aunque ese nombre te queda muy grande, la verdad no pensé que terminaría casado con una mujer tan insignificante y simple. 

Siento un dolor en mi pecho, pero no digo nada.

—Si es así, ¿Por qué mierdas no me dejas en paz? —Niega sonriendo.

—No preciosa, para tu desgracia te cruzaste con el hombre equivocado, vas a pagar la deuda y lo harás como sea, yo necesito una esposa y un heredero, así que todo está en su lugar, tú tienes lo que quieres y yo también, solo no te enamores de mí, terminarás hecha m****a.

Sonrío porque ni en un millón de años podría enamorarme de él.

—No eres el tipo de hombre por el que recibiría una bala y mucho menos me enamoraría, así que no te preocupes.

Asiente sin decir una sola palabra y tomo eso como una señal para salir de ese lugar y regresar a mi habitación, de la que no debí salir.

 

Observo el vestido blanco sobre la cama y nunca imagine que volvería a usar uno, claro está que esté vale miles de dólares, una pérdida de dinero, si me lo preguntan, todos saben que esto es una farsa, así que no entiendo para que tanto alboroto. Termino de arreglarme y cuando estoy lista tomo el vestido de la cama para ponérmelo, es hermoso, eso no lo niego. Salgo de la habitación para encontrarme con el hermano de Recce, no sé ni el nombre del hombre.

—¿Lista mujer? —Niego.

—No, pero no tengo de otra —Asiente sonriéndome.

—Vas a casarte con el jodido diablo mujer, esto es el principio de tu infierno.

 Y más adelante entendería sus palabras.

Bajamos las escaleras y veo en la sala de ella miles de personas que no conozco de nada, sonreírme como si me conocieran de toda la vida, esta gente es una hipócrita de m****a y ahora harán parte de mi vida. Cuando llegamos al final de las escaleras, Recce alarga su mano para tomar la de su hermano que tiene la mía, ruedo los ojos porque el imbécil se muestra como todo un caballero

—Deja de rodar los ojos porque voy a ponerte el culo rojo por irrespetuosa —abro los ojos por sus palabras, no creo que él sea capaz de hacer una cosa de esas, ¿o sí?, creo que mejor no lo provoco, ese hombre me mostró que puede ser capaz de todo. Tomo su mano y soy jalada para ser pegada a su lado, la mirada de todos se posa sobre nosotros y me muevo incómoda en mi lugar, nunca me gusto llamar la atención de nadie, así que esto me desespera

—¿Podemos terminar con esta farsa ya?, quiero irme a mi habitación—Recce aleja la mirada de ellos para ponerla rápidamente en mí

—Para tu mala suerte, tendrás que soportar esto muy seguido, así que te aconsejo que te comportes, muchas de las personas que están aquí son importantes y si me haces quedan en ridículo voy a cobrártelo muy caro—aprieto con fuerza su brazo enterrando mis uñas en él y haciendo que gruña por lo bajo

—No sabes como maldigo el día en que te conocí—él sonríe en mi dirección

—Que pena por ti, ahora ya es tarde nena—bufo y caminamos hasta una mesa al fondo donde está lo que creo un notario y varias personas a los lados sentados esperándonos. Siento como mis piernas flaquean cuando veo a Saúl y su m*****a amante sentado en una de ellas mirándome con mucho odio, alejo la mirada de ellos para ponerla en el hombre a mi lado

—¿Qué rayos hacen ellos aquí?—me guiña el ojo y luego deja un beso en mis labios tomándome por sorpresa

—Me gusta ver como mis adversarios ven con sus propios ojos como he ganado—aprieto los dientes con fuerza porque acaba de decir que yo fui un maldito trofeo

—No sé qué mierdas traes entre manos, pero de una vez te voy a decir que me saques de ello, no soy el maldito trofeo o juguete de nadie

—Pues te informo que estás muy equivocada, ahora eres mía, así que puedo hacer contigo lo que me dé la m*****a gana—quiero golpear su maldito y hermoso rostro, pero sé que ni puedo hacer eso porque estaría muerta antes de siquiera intentarlo—Ahora deja esa cara de culo y sonríe, todos están mirándonos—sonrío colocando la mirada en el frente y cuando llegamos.

Recce se voltea para mirar a todas las personas en el lugar

—Todos saben por qué están aquí, así que quiero que cuando esto acabe le digan a todo el mundo que  Isla Evans ahora es la nueva dama de la mafia siliciana, cualquiera que siquiera le toque un pelo lo mataré, lo mío no se toca y ella lo es—aleja la mirada de todos para colocarla en específico en Saúl el cual solo traga grueso—Ahora disfruten de la fiesta—se da la vuelta de nuevo para que podamos empezar con la ceremonia, hoy me convertiría en la esposa del hombre más poderoso de las mafias del mundo, un maldito sanguinario y sádico, estaba en la boca del lobo y no tenía escapatoria.

 

Las manos de Reece se posan sobre mi cadera cuando vamos a dar nuestro primer baile como novios, tiemblo en mi lugar cuando me acerca más a su cuerpo y siento sus manos en mi trasero, intento subirlas, pero él no me lo permite y empiezo a impacientarme

—Deja de actuar como una m*****a mojigata porque pierdo la poca paciencia que tengo—siento como mis ojos se llenan de lágrimas, salí de un bastardo para llegar a las manos de uno peor, no sé cómo fui tan estúpida, pero creo que el no tener familia ni un centavo té hace tomar decisiones apresuradas. Suspiro y recuesto mi cabeza en su pecho, no tengo más que hacer que intentar llevar la fiesta en paz si quiero poder estar tranquila—Eso, ves que puedes ser una buena chica —Aprieto las manos alrededor de su traje.

—No sabes el desprecio tan Grande que empiezo a tener por ti —Me toma por los hombros para alejarme de su pecho.

—No necesito que me quieras, eso no me interesa, preocúpate por hacer las cosas bien y cumplir el trato que tienes conmigo —Ruedo los ojos —Y ahora bajemos, es hora de tu ritual —Levanto una ceja en su dirección.

—¿Ritual?, ¿es que son una sexta o algo así? —Sonrío por mis palabras.

—Somos una mafia y como tal tenemos ceremonias de iniciación, así que camina.

Me toma de la mano para jalarme por el lugar sin importarle que aun los invitados estén en el salón de la casa, bueno, la verdad es que no nos prestaron atención en nada, así que no creo que les interese en donde estamos.

Caminamos por un largo pasillo hasta una gran puerta negra, unos hombres en ella rápido la abren y sigo a Recce hasta el fondo. Observo el lugar viendo una mesa con seis hombres en ella, todos con un arma en frente  y vestidos de negro.

—Bien, llego la hora de darle la bienvenida a la mafia a nuestra nueva Sorella D‘omertá

Arrugo mi entrecejo confundida porque no entendí una sola palabra de lo que él dice. Lo veo caminar, hasta la cabecilla de la mesa y saca su arma también para colocarla enfrente de él.

—Vamos a dejar claras unas reglas, así que grábalas en tu mente —Asiento porque no sé qué más hacer. — Nunca debes traicionar a la cosa nostra, Nunca violarás a ninguna mujer o niño de la mafia —Abro los ojos porque eso es atroz — Nunca consumirás ningún narcótico, No hablaras a menos que se te indique, si te necesitó dejaras lo que estás haciendo y estarás frente a mí así estés en el maldito baño —Dios donde me metí —En ningún momento mirarás a los ojos a otra mujer de alguno de la organización si no te lo pido. —No tomarás nada de la organización, y ahora que eres la tesorera más te vale no pensar en eso, porque si lo haces te volaré los sesos —Me muevo incómoda por sus palabras. —¿Te quedo claro? —Asiento. —Bien, ahora toma el cuchillo sobre la mesa y corta tu dedo.

—¿Es una broma? —Masajea su cien.

—Pensé que habías entendido las malditas reglas —asiento rápido.

Con un suspiro hago lo que me dice y observo a las personas en la mesa, entre ellos está el viejo y el hermano de Reece, las demás personas no las conozco, pero llama mi atención las personas que están detrás de cada unos de ellos con un arma en sus manos.

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