Capítulo 7

Alejo la mirada para hacerlo lo que Recce me dijo, tomo el cuchillo y corto un poco mi dedo y dejo que la sangre caiga sobre una carta de algo que parece un santo. No sé qué sea eso, no soy creyente de ellos.

—Toma la carta y quémala, si nos traicionas así vas a quedar, no se traiciona —Asiento. —Bien, ahora vas a escoger a tu mano derecha, será tu sombra, y me informará todo lo qué haces.

Intento hablar, pero no lo hago porque recuerdo lo que me dijo hace poco. Lo veo rodar los ojos y luego asentir, tomo eso como una señal para hacerlo.

—¿Cómo sabré quién será mi mano derecha?.

—Escogerás entre cinco personas que pondré mañana frente a ti —Asiento —Bien, ahora espérame en la habitación, tengo cosas que hacer.

Me doy media vuelta y salgo de la habitación sintiendo la mirada de todos sobre mí.

 

Rápido llegó a la habitación en la que me cambie cuando baje a la ceremonia y arrugo mi entrecejo cuando encuentro sobre la cama un papel doblado en forma de pergamino. Camino hasta ella y abro el papel para leer lo que en él hay. Mi confusión es más cuando leo que es un tipo de mandamientos o algo así.

 

10 mandamientos de honor

1 - Prohibido prestar dinero directamente a un amigo. Si es necesario hay que hacerlo a través de una tercera persona.

2- No desearás a la mujer del prójimo.

3- Prohibida cualquier tipo de relación con la policía.

4- El verdadero hombre de honor no se dejará ver por bares y círculos sociales.

5- Estar disponible en cualquier momento, incluso si la mujer está a punto de parir.

6- Una puntualidad y respeto de manera categórica.

7- Respeto a la esposa.

8- Decir la verdad a cualquier pregunta y en cualquier situación.

9- A pesar de que se puede matar, extorsionar y traficar, nunca se podrá robar el dinero a otras personas o a miembros de otras familias.

10- Este mandamiento contiene las normas que debe cumplir una persona para poder ser uno de los «amigos de los amigos». No podrá tener ningún familiar en la policía, haber traicionado sentimentalmente a su mujer o carecer de valores éticos y morales.

 

No estaba entendiendo nada de esto, pensé que solo lo que había pasado abajo era parte de ese dichoso ritual ridículo. Escucho el sonido de la puerta y rápidamente doy la vuelta encontrándome con Rece de brazos cruzados en el marco de la puerta.

—¿Lo leíste? —Asiento —Puedes hablar mujer, solo es necesario que no lo hagas cuando estamos frente a otras personas, pero cuando no sea así puedes hacerlo libremente.

Suspiro cuando sé que no tendré que actuar como una muda o algo así, es absurdo.

—Esto parece una biblia o algo así —Asiente.

— es un mandato para los hombres, más que todo, un mandato de honor.

—Dice que no puedes ser infiel —Niega.

—Sobre eso no, debo respetarte y lo haré, pero no se dice nada de fidelidad —Aprieto los labios con fuerza.

—¿Eso quiere decir que seré una m*****a cachona? —Levanta los hombros.

—Eso depende de ti, si me das lo que quiero, no tendré que buscarlo afuera, soy muy exigente, no creo que puedas complacerme del todo —Gruño por lo bajo.

—Desde que te conozco no has hecho más que menospreciarme y eso para mí es una falta de respeto, así que bájale porque estoy cansándome.

Lo veo acerarse a mí con rapidez y tomarme del rostro con fuerza.

—Soy el padrino de la m*****a mafia Siliciana, no vas a decirme que hacer, soy un hombre de honor, pero también tengo muy poca paciencia, además, no creo que vayas a decir lo que hablamos aquí, ¿o sí? —Niego porque ni loca lo haría.

—No soy estúpida, sé que me matarías y amo mi vida —Sonríe.

—Buena chica, me alegra que tengas las cosas claras, ahora vamos a descansar —Levanto una ceja en su dirección.

—Pensé que harías… No sé otra cosa —Niega.

—No me apetece ahora mismo, te quedo debiendo la noche de bodas nena —Suspiro de alivio porque al menos no voy a tener que acostarme con él.

 

Me remuevo en la cama intentando mover mis brazos, pero me es imposible, como puedo abro los ojos encontrándome con que estoy amarrada al cabecero de la cama. Abro los ojos asustada, ¿Qué rayos es esto?, no recordé acostarme así, voy a matar a Recce, como si eso fuera posible. Alejo la mirada de la cama para ponerla a mi lado, el desgraciado tiene una gran sonrisa plasmada en el rostro

—¿Qué significa esto?.

—Tenía ganas de jugar, así que me pareció Perfecto, aprovechar que dormías —gruño moviendo las manos en el cabecero.

—Suéltame ahora mismo Recce, dijiste que no pasaría nada —Se levanta de la cama para rápidamente montarse sobre mí.

—Pues cambie de parecer —Bufo.

—Entonces por lo menos ten la decencia de soltarme.

Niega empezando a trazar mi pecho con su dedo.

—No, así es más excitante —Me remuevo en la cama como una loca.

—Esto es una violación —Sonríe acarician mi pezón que se nota por mi camisa transparente.

—Tu cuerpo no dice lo mismo, además no te estoy obligando a nada, ¿O sí?.

Maldito, no puedo negar que lo que hace está haciendo que mi cuerpo reacciones a sus caricias y eso me enoja.

—Esto no es gusto, estás aprovechándote de mi vulnerabilidad —Rueda los ojos, mientras sonríe.

—Solo estás reaccionando a las caricias de un hombre de verdad, disfruta Picola Ragazza.

Cierro los ojos, dejándome llevar por primera vez por sensaciones que mi cuerpo jamás había experimentado, porque aunque no quiera negarlo, con Saúl solo experimente lo que él quería y cuando lo quería.

 Siento su mano como levanta mi camisa poco a poco, dejando al descubierto mis senos, sus ojos se oscurecen y no puedo dejar de moverme por lo que me hace sentir.

—Rosados y suaves, tal como me gustan —Abro los ojos para verlo al rostro.

—¿Me quieres torturar, cierto? —Sonríe.

—Torturar es uno de mis pasatiempos —Gruño cuando siento como baja su boca y lleva uno a ella.

—Eres un maldito… Sicópata.

No puedo decir nada más porque su boca empieza a torturar mi pezón izquierdo mientras que con su otra mano pellizca y masajea el derecho. Dios, estoy es el cielo, jamás imaginé que esto se sintiera tan bien. Siento el sonido de un plo y sé que es porque el saco mi pezón de su boca.

—¿Imagino que nadie te había comido así cierto? —mis mejillas se calientan —Qué adorable, te sonrojaste, eso quiere decir que no.

—Eres un cretino.

Siento como un zas golpea mis pezones haciéndome brincar del susto.

—¡¿Qué rayos te pasa?! —Rueda los ojos.

—Deja de llorar, no te dolió y lo hice para que aprendas a respetarme, si no lo haces a las buenas, no creo que quieras descubrir como enseño a mis hombres a respetarme —Niego. —Eso creía, ahora deja de quejarte y disfruta.

—Pues solo estás aprovechándote de que no puedo moverme, eso no es gusto —Levanta una de sus cejas en mi dirección.

—Si te suelto es porque voy a cogerte duro y no creo que aguantes que te coga así, te partiría en dos y no querrás amaneces caminado como un maldito pingüino.

—¿Estás hablando en serio?

—Yo cogo así, a mí no me van  esas ridiculeces del amor, si no puedes, entonces no me jodas con serte fiel. —Aprieto los dientes con fuerza.

—No voy a aceptar tus malditas perversiones — Asiente bajándose de mí.

—Bien, hay muchas dispuestas hacerlo —Se acuesta dándose la vuelta.

—¿Qué crees qué haces? —Me observa sobre sus hombros.

—Dormir, ¿no es obvio?.

—Sí, pero aún no me has soltado —Sonríe guiñándome uno de sus ojos.

—Si te puedes soltar, podrás dormir cómodamente.

Gruño con fuerza cuando el maldito se acomoda y me deja amarrada aún a la cama como si fuera una m*****a prisionera, juro que cuando me suelte voy a devolverle en favor.

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