Capítulo 5

Asiento sin decir nada y entramos a la gran mansión. El lugar está lleno de personas de negro con armas en sus cinturas, vaya, el señor sí que tiene seguridad por todos lados, creo que ahora sí creo que lo que dicen de él es verdad.

Caminamos hasta una puerta que él abre y me invita a pasar, cuando entramos veo a un hombre de su misma edad sentado fumando un puro y a su lado un hombre de unos cuarenta años. Recce camina hasta ellos para sentarse en la silla frente al escritorio y prende un puro.

—Ven niña, no tengo todo el día —Asiento caminando hasta la silla vacía al lado de el hombre mayor.

—Te dije que la ayudaras, no que la volvieras tu perra —Aprieto los dientes cuando lo escucho decir eso.

—Cierra la boca Dimitri —El viejo solo sonríe —. No soy un hombre que se ande con rodeos, así que voy a ser claro, tú tienes una deuda conmigo y no tienes un centavo, así que vamos a hacer un trato, necesito una mujer para tener un hijo —Abro los ojos espantada —. Tengo casi treinta y ocho años, necesito un heredero y tú un hogar, es simple, te conviertes en mi mujer y a cambio tendrás, protección, dinero y un techo.

Las manos me tiemblan y no sé si ponerme a llorar o reírme, así que solo niego.

—No puedo hacer eso, estoy casada.

Le da una calada a su puro y luego de botar el humo me observa.

—Eso ya lo arreglé, tienes dos opciones, o eres mi mujer o eres la puta de todos mis hombres —Abro los ojos asustada —. No pensaste que iba a dejar que mi dinero se esfumara, vas a pagarlo de cualquier manera.

Mis ojos se llenan de lágrimas al entender que estoy en las manos de ese hombre, no tengo una salida, por lo que solo asiento.

—Está bien, pero no puedo darte un hijo —Levanta una de sus cejas en mi dirección.

—¿Eres estéril?.

Asiento sintiendo como mis ojos se llenan de nuevo de lágrimas.

—Deja de hablar m****a mujer, revise tu historial y eres muy fértil —Alejo la mirada de Recce para mirar al hombre que fumaba puro hace poco.

—¿De qué habla?, eso no puede ser, Saúl me dijo que era estéril.

El hombre rueda los ojos con aburrimiento.

—Ese pedazo de m****a no sabe un carajo, todo este tiempo solo te vio la cara de pendeja mujer, empezando con hacerte creer que tenía dinero y una familia prestigiosa.

No estoy entendiendo lo que ese hombre me está diciendo, conozco a Saúl desde que estaba en la universidad, nos casamos cuando yo tenía veinte y estoy segura de que conocí a su familia.

—No puede ser verdad, lo conozco hace casi siete años, no pudo engañarme de esa manera.

El hombre me mira con lástima y puedo observar mejor su rostro, es realmente hermoso, muy parecido a Reece pero un par de años más joven.

—Tu esposo es un jodido estafador, lleva haciendo lo mismo hace años, el dinero que te hizo cree que era suyo, en realidad es de las personas que ha estafado, creo que al ver que no tenías un solo centavo busco la manera de deshacerse de ti, claro, sin dejar de lado su farsa de hombre de familia.

No puedo creerlo, cuanto tiempo estuve con ese hombre y jamás lo supe, nunca me di cuenta de la clase de persona que era, ¿por qué fui tan estúpida?, esto es una m****a, no puedo creerlo, cada vez descubro más cosas de él y estoy más que segura que nunca supe en realidad quién era.

—Bueno, ya que mi hermano aclaró tus dudas, necesito una respuesta ahora.

—Lo haré, pero quiero saber a qué me voy a enfrentar —Él sonríe sin quitarme la mirada

—No eres tan tonta como piensan —Eso sonó muy ofensivo, pero no pienso decir nada—Soy el Capo Di tuti de la mafia siliciana.

Me muevo incómoda en mi lugar porque eso es peor de lo que pensaba

—El tarado a tu izquierda es mi Don, segundo al mando y el vejestorio es mi consigliere, mi consejero, hacen parte de mi junta real, necesito un casseto y sé que tú estudiaste contabilidad — Asiento —. Así que aparte de mi mujer manejaras las cuentas de la organización, fuera de estas paredes soy el empresario dueño de la multinacional de autos modificados más grande del mundo, así que cuidado con lo que haces y hablas.

Asiento con muchas preguntas en mi cabeza

—No soy hombre de flores y bombones, eso no va conmigo ni tampoco la fidelidad, así que tú solo haz tu parte, dame un hijo y luego si quieres te largas me da igual.

Aprieto los dientes con fuerza porque este hombre es más hijo de perra de lo que pensaba.

 

Luego de esa charla me llevaron a la que sería mi habitación, gracia a Dios no dormiría con ese hombre, eso sería lo único que me faltaba, miro la habitación y no puedo pedir más, al menos no tendré que dormir bajo un puente.

 Busco el baño porque necesito una ducha urgente. Entro en él quitándome la ropa y entrando a la tina para relajarme un poco en el agua, cierro los ojos por unos segundo y luego los abro gritando fuerte por el susto que me produce ver a Recce en la esquina de la tina sentado observándome fijamente.

—¿Qué rayos haces aquí? —Él solo rueda los ojos bufando.

—No tienes nada que no hubiera visto antes, creo que te hace falta un poco de pecho, tienes poco.

Aprieto los dientes con fuerza por las palabras del bastardo.

—Cuando me salvaste no creí que fueras tan hijo de perra —Sonríe guiñándome el ojo.

—Fingir es uno de mis mejores trucos, por algo soy el jefe de la mafia más poderosa.

—¿No te da miedo que diga tu secreto? —Niega.

—Si lo haces estarás bajo tierra más rápido de lo que yo duraría en una cárcel.

Un escalofrío me recorre todo el cuerpo con esas palabras, sé que no está diciendo mentiras, lo puedo ver en su mirada.

—¿Qué haces en realidad aquí?.

Se pasa las manos por el pelo y luego introduce una de ellas en la tina, jadeo cuando siento como acaricia mis piernas desnudas de arriba abajo.

—Necesito que te prepares, hoy tenemos una reunión importante y luego te irás con mi hermano, debes Entrenar para ser la mujer del jefe de la organización.

Su mano no me permite pensar con claridad, así que levanto las piernas para detener sus caricias.

—Necesito que te salgas para poder arreglarme —Asiente sacando la mano del agua y secándola con una de las toallas del lugar.

—No llegues tarde, te espero abajo a las siete, ve vestida de blanco —Levanta una ceja en su dirección.

—¿Por qué rayos tengo que ir de blanco?.

Camina hasta la puerta y se detiene para observarme fijamente.

—Eres la novia, no creo, quieras ir de otro color.

No puedo decir nada por qué desaparece, dejándome con la palabra en la boca, ¿dijo novia?, eso quiere decir que nos vamos a casar, ¿pero qué mierdas?, ese no era el trato y además no puedo casarme con el sí estoy casada con Saúl. 

Me levanto con furia y salgo del baño desnuda para buscar que ponerme, él no va a hacer conmigo lo que se le da la gana, puede ser el maldito mafioso más peligroso del mundo, pero no voy a permitir que me vean de nuevo la cara. 

Busco en el closet del lugar y lo encuentro lleno de ropa de todo tipo, ruedo los ojos y cojo algo rápido que pueda ponerme, tomo un short y una camisa de tirantas y cuando estoy lista me peino el pelo y salgo de la habitación para buscar a ese condenado hombre. 

Bajo las escaleras, con rapidez, sintiendo la mirada de los hombres de la casa en mí, sé que es por mis fachas, pero me importa muy poco. Camino hasta la puerta del despacho de Recce y abro sin esperar un segundo, creo que no debí haberlo hecho, porque la imagen que tengo frente a mí no la esperaba jamás.

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