—¿Te crees más que nosotras?, ¿eso es lo que quieres decir?
¡Mierda!, no debí decir eso, estas mujeres pueden matarme. —No quise decir eso, ustedes están malinterpretando todo. La mujer que parece ser la líder de ellas se acerca a mí y aprieta mi rostro con fuerza. —Eres una pobre estúpida con dinero que se cree más que las demás, así que vamos a enseñarte que no es así y que todos estamos hechos de la misma m****a. Grito con fuerza cuando me golpea el rostro haciendo que caiga al piso con fuerza. —¡¿Qué están haciendo?!. Me observan con una gran sonrisa en el rostro que me recorre el cuerpo de pies a cabeza. —Dándote una lección. Niego cuando de nuevo se acerca a golpearme. —¡No me toquen, no se les ocurra tocarme!. Peleo con todas mis fuerzas, pero es inútil, son tres contra mí, siento como golpean mi rostro y abdomen con fuerza, veo estrellas y todo me da vueltas, necesito que se detengan o van a matarme. Sigo pateando y peleando hasta que escucho como llega un guardia —¡¿Qué rayos creen que hacen?!, cada una regrese a su lugar ahora mismo. Siento como los golpes dejar de llegar y mis sentidos regresan de nuevo. Abro uno de mis ojos con cuidado porque me duele horrores el rostro, el guardia me observa con mucha rabia y no entiendo por qué —Las zorras del padrino, como siempre, buscando problemas. Me acomodo de nuevo en el rincón sin decir una sola palabra porque no entiendo por qué me dijo eso y mucho menos sé quién rayos es el padrino. Siento como un balde de agua fría cae con fuerza en mi cuerpo haciendo que me levante de golpe, Jadeo con fuerza observando al guardia frente a mí con una gran sonrisa en su rostro —Hora de irse bella, durmiente, saca el culo de aquí. Me abro a mí misma y como puedo y mi cuerpo adolorido me lo permite, salgo de la celda detrás de él. —Regresa pronto muñeca. Suspiro escuchando las risas de esas mujeres detrás de mí, camino sin mirar a nadie y cuando salgo de la comisaria veo un auto negro y lujoso en la entrada, levanto una de mis cejas confundida, no esperaba que nadie viniera por mí, en realidad no tengo a nadie, así que ver ese auto ahí me da mucha curiosidad. Veo como el vidrio del auto es bajado y observo el rostro de el hombre que aparece en cada lugar al que voy. —¿Te vas a quedar ahí parada?, porque veo que no te fue nada bien dentro, aunque si quieres regresar puedo ayudarte a que lo hagas—sacudo mi cabeza alejando el sentimiento de confusión al verlo hoy de nuevo —Pensé que vendría alguien más por mí —Niega. —Estuve pensándolo bien y como veo que no tienes a nadie, preferí venir yo mismo, no quiero que escapes —gruño caminando hasta el auto, aun dudando si subir o no. —No haré eso, no puedo —¿Por qué? —Me quedo callada y él solo rueda los ojos —. Mejor sube al auto y no me hagas perder el tiempo. Asiento con mucho dolor en mi cuerpo, así que lo menos que quiero ahora mismo es discutir con este hombre. Subí al auto como pude y mis heridas me lo permitían, cuando las puertas se cerraron, la atmósfera en el auto era tensa y muy incómoda, pero no podía quedarme con la duda que me estaba carcomiendo desde que desperté en esa habitación. —¿Por qué me salvaste?, ¿Quién eres en realidad? —El hombre me observa con una expresión en el rostro que me estremece de pies a cabeza. —Solo ayudé a una mujer que lo necesitaba, tengo madre y hermanas, si estuvieran en la misma situación también lo haría, pero no te acostumbres, no siempre soy tan bueno. Sus últimas palabras hicieron que un escalofrío me recorriera el cuerpo de pies a cabeza —Y todos me conocen como el padrino o el diablo. —Imagino que ese no es su nombre real, quisiera saberlo si es posible —Se queda en silencio con la mirada en el frente y luego suspira. —Soy Reece O’Sulliva. Abro los ojos grandemente porque conozco muy bien ese nombre, es el dueño de la compañía de autos modificados más grande de todo el mundo, aparte de que está siendo acusado de ser un jodido mafioso, ¿Cómo carajos termine en esto?. —Por la expresión de tu cara, sabes quién soy —Asiento aún en shock. —Quién no sabe quién eres… Se dice mucho de ti. Sonríe y eso me confunde, porque cualquier persona estaría enojado de que le dijeran que es un mafioso, pero parece que él está muy orgulloso de eso. —Es bueno estar en boca de todos, no solo crea admiración, también miedo y respeto. —¿Y eso te hace sentir bien? —Levanta los hombros sin importancia. —La verdad me da igual, pero no voy a negar que me da mucha satisfacción. Suspiro porque no puedo creer que él en serio hubiera dicho eso, pero no pienso decir nada más, ahora mismo necesito un jodido hospital. —Necesito ir a un hospital, ¿puedes llevarme?—Asiente indicándole al chofer que nos lleve a la clínica vip de la ciudad, pero yo niego—. No, mejor que sea a una pública, no tengo dinero para pagar una cuenta tan costosa —Reece solo rueda los ojos. —Lo haré yo, lo agregaré a la lista de tus deudas conmigo— esa lista cada día se ve más grande y lejana de poder pagar. Me sentía incómoda estando con este hombre en el mismo auto, no sé por qué, pero aún sigo pensando que lo he visto en algún lugar, no puedo creer que terminara en un mismo lugar con el hombre más importante de Inglaterra y muchas partes del mundo, no sé qué rayos pensé al emborracharme como una jodida adolescente, carajo, tengo veinticinco años, debía actuar como una mujer madura y sensata. Cuando observa las puertas de la clínica jadeo de alivio, me duele el maldito cuerpo, esas mujeres casi me matan. El auto se detiene y rápidamente bajo de él, sintiendo como ese hombre también lo hace a mis espaldas. Camino hasta la entrada, pero me detengo de golpe cuando veo en la puerta a Saúl y esa mujer que me observan con furiosa y desprecio —¡Oye m*****a, ¿Qué rayos haces fuera de la cárcel?!. Por un impulso que no sé dé donde saque, tomo de la mano a Recce, haciendo que la mirada de las personas que tengo frente a mí se entrecierren en mi dirección. —Voy a denunciarte por intento de homicidio, vas a pudrirte en la cárcel. Dios, no quiero regresar a ese horrible lugar, si me encierran de nuevo con esas mujeres, estoy segura de que van a matarme. No puedo decir nada por qué siento como la mano de Recce se posa en mi cadera para acercarme a él. —No vas a denunciar a nadie, ella ahora es de mi propiedad y creo que no eres estúpido, sabes lo que puede pasar si alguien toca lo que me pertenece. Sus palabras me producen un escalofrío por todo el cuerpo, no es agradable que alguien te trate como si fueras un mueble viejo. Saúl observa a mi acompañante con miedo y algo más que no descifro. —¿Eres su amante?—Podría decirle que no, pero la verdad me vale m****a lo que piense de mí, eso es lo que menos me importa ahora —. Como tienes el descaro de exigirme a mí algo cuando tú también hacías lo mismo. Aprieto las manos a mis lados y estoy dispuesta a decirle mil insultos, pero Recce se adelanta. —Eso no es problema tuyo, ella dejó de ser tu esposa desde que puse los ojos en ella, así que es mejor que firmes el documento que te envío mi gente rápido, no querrás que te visite, sabes que no suelo ser para nada agradable. —No podemos divorciarnos, ella tiene una cláusula que se lo impide. Abro los ojos sorprendida porque nunca pensé que esa cláusula existiera aún, él me dijo que no era así. —Me dijiste que no existía, eres un sucio de m****a Saúl. Aprieta la quijada y da un paso adelante, pero el brazo de su amante lo detiene. Observo como Elisa no deja de mirar al hombre a mi lado y me muevo incómoda. —Como puedes estar con una mujer como ella. Quiero matarla, juro que ahora mismo eso es lo que quiero. —No me gusta lo usado, prefiero lo exclusivo y sin uso, soy muy exigente con mis cosas —Ella aprieta los dientes porque hasta yo misma entendí lo que él quiso decir —. Ahora quítense de mi camino porque no tengo tiempo que perder. Con una última mirada se hacen a un lado y pasamos sintiendo como mi exesposo no me quita la mirada de encima. —No te acostumbres a eso, es la primera y última vez que cuido tu culo, no soy niñera de nadie. Aprieto los labios con fuerza, pero no digo una sola palabra, sé que él es capaz de cualquier cosa, cada vez comprendo lo peligroso que es ese hombre. No duramos más de una hora en la clínica, tenía moretones por todo mi cuerpo y gracias a Dios no me rompieron algún hueso o algo peor, no sabía que iba a pasar, tenía una deuda que pagar y también buscar un trabajo y un lugar donde vivir. Observo la mansión en la que despierte hace unos días y los nervios se apoderan de mi cuerpo; Cuando se detiene el auto y él baja de él, no sé qué rayos hacer, mis manos tiemblan y solo quiero desaparecer de la faz de la tierra —¿Piensas quedarte ahí? —Suspiro negando y bajo del auto, observándolo fijamente. —¿Qué hacemos aquí?. Se quita sus gafas y me observa con esos hermosos ojos negros que tiene. —Hablaremos de tu futuro.Asiento sin decir nada y entramos a la gran mansión. El lugar está lleno de personas de negro con armas en sus cinturas, vaya, el señor sí que tiene seguridad por todos lados, creo que ahora sí creo que lo que dicen de él es verdad. Caminamos hasta una puerta que él abre y me invita a pasar, cuando entramos veo a un hombre de su misma edad sentado fumando un puro y a su lado un hombre de unos cuarenta años. Recce camina hasta ellos para sentarse en la silla frente al escritorio y prende un puro.—Ven niña, no tengo todo el día —Asiento caminando hasta la silla vacía al lado de el hombre mayor.—Te dije que la ayudaras, no que la volvieras tu perra —Aprieto los dientes cuando lo escucho decir eso.—Cierra la boca Dimitri —El viejo solo sonríe —. No soy un hombre que se ande con rodeos, así que voy a ser claro, tú tienes una deuda conmigo y no tienes un centavo, así que vamos a hacer un trato, necesito una mujer para tener un hijo —Abro los ojos espantada —. Tengo casi treinta y ocho a
Una mujer muy hermosa está de rodillas haciéndole una felación a Recce, el maldito disfruta lo que la mujer le hace mientras tortura sus pezones haciéndola gemir, las ganas de vomitar se apoderan de mí y también una rara sensación entre mis piernas, jamás estuve en una situación cómo está, por lo que solo estoy aquí parada sin hacer nada.—¿Te gusta ver como cogen picola ragazza?Abro los ojos asustada cuando veo como Recce me observa con una gran sonrisa en su rostro y eso me hace enfurecer.—Sería divertido si la persona que lo hace me produjera algo, pero desgraciadamente no siento más de asco y repudio.Toma del pelo a la mujer para hacer que se mueva más rápido sin quitar la mirada de mí .—Que lastima, porque voy a disfrutar mucho cuando te coga.Nunca pensé que ese apuesto y maravilloso hombre que me salvo sea esa porquería que ahora tengo frente a mí. La mujer mueve sus manos con desespero para hacer que él se detenga, pero él no lo hace, parece disfrutar verme parada aquí mie
Alejo la mirada para hacerlo lo que Recce me dijo, tomo el cuchillo y corto un poco mi dedo y dejo que la sangre caiga sobre una carta de algo que parece un santo. No sé qué sea eso, no soy creyente de ellos.—Toma la carta y quémala, si nos traicionas así vas a quedar, no se traiciona —Asiento. —Bien, ahora vas a escoger a tu mano derecha, será tu sombra, y me informará todo lo qué haces.Intento hablar, pero no lo hago porque recuerdo lo que me dijo hace poco. Lo veo rodar los ojos y luego asentir, tomo eso como una señal para hacerlo.—¿Cómo sabré quién será mi mano derecha?.—Escogerás entre cinco personas que pondré mañana frente a ti —Asiento —Bien, ahora espérame en la habitación, tengo cosas que hacer.Me doy media vuelta y salgo de la habitación sintiendo la mirada de todos sobre mí.Rápido llegó a la habitación en la que me cambie cuando baje a la ceremonia y arrugo mi entrecejo cuando encuentro sobre la cama un papel doblado en forma de pergamino. Camino hasta ella y abro e
Me remuevo en la cama sintiendo mis manos entumecidas y adoloridas, este hombre es un maldito animal, no sé cómo fue capaz de dejarme amarrada a la cama, no pude dormir muy bien porque esta posición o es nada cómoda y cada segundo me despertaba pensando que el maldito estaría encima de mí haciéndome algo, no me fiaba de él y estaba segura de que podía esperar cualquier cosa si se trataba de ese hombre. Intento acomodarme en la cama y en ese momento escucho el sonido de la puerta del baño y el condenado saliendo como si nada de ella con la toalla en su cintura. Sus ojos se encuentran con los míos y gruño con fuerza.—Necesito que me sueltes ahora mismo, me duelen las manos, eres un maldito animal.Sus ojos me observan con mucha intensidad.—Si sigues tratándome de esa manera, no voy a soltarte, me debes respeto, deja de ser tan igualada —Apriet los dientes con fuerza.«Maldita la hora en que este hombre me ayudo».—Solo quiero que me sueltes, Reece me duelen los brazos.Rueda los ojos
Intento demorarme lo más que puedo en el baño para no tener que verle la cara a Reece, pero siempre las cosas no salen como yo las espero, cuando salgo él sigue en el mismo lugar en el que estaba cuando entre. Suspiro caminando hasta el closet, pero su voz me detiene—Ven aquí, necesito que mires una cosa —Asiento.Me acerco a él apretando bien la toalla a mi cuerpo para que no se caiga y muestre de más, lo veo rodar los con fastidio. —Deja de ser tan infantil, he visto todo tipo de mujer desnudas, tú no serias la primera.«¿Será que si lo mato pasa algo?, porque es gusto lo que ahora quiero hacer».—Dime que quieres, necesito cambiarme.—Necesito que mires unas cuentas, algo no me cuadra —Asiento tomando el computador.Observo una cantidad considerable de dinero que me hace tragar grueso porque jamás imagine ver algo como eso, este hombre no solo gana demasiado dinero con la mafia, también lo hace con su empresa, podría vivir de ella sin necesidad de la mafia. Suspiro observando los
—Ahora entiendo por qué tanto revuelo por tu llegada, pero la belleza no es la única arma que puedes usar a tu favor, si no eres una mujer completa no vas a sobrevivir en este mundo.Levanto una de mis cejas por sus palabras, ¿Una mujer completa?, ¿Acaso soy un monstruo o qué mierdas?.—¿Qué rayos significa eso? —Sonríe caminado a la puerta para abrirla.—Saber defenderse, ser una asesina —Jadeo negando.—No pienso matar a nadie.—Si, eso mismo decía yo, pero después de cinco intentos de violación y un maldito pedófilo que quiso secuestrar a mi hija, uno no piensa igual, este es el mundo real niña, aquí sobrevive el más fuerte y créeme que te casaste con el hermano equivocado, Recce solo cuida su culo, los demás somos mierda para él.¡Carajo!, si su hermana habla de esa manera de él, no quiero imaginar porque es. No decimos nada y salimos de la habitación bajando las escaleras para encontrarnos con Azul, el hombre que sería mi mano derecha.—Buenos días Regazzas.—Veo que estás mejor
Habían pasado dos meses desde que era la esposa de Reece, las cosas no habían cambiado mucho, seguía siendo un maldito conmigo, después de nuestro encuentro sexual el condenado se había convertido en una puta droga para mí y él se aprovechaba de eso cogiéndome donde se le daba la gana. Mi entrenamiento cada día estaba mejorando, era una maldita experta en los cuchillos, las cuentas de la organización marchaban bien desde que era la contadora y mi relación con Aurora la hermana de Reece cada día era más cercana, era como una amiga para mí, suspiro mirándome por última vez en el espejo, hoy saldríamos a una discoteca con Aurora y unos amigos de ella, no estaba muy de acuerdo con eso, pero prefería eso a pasar un fin de semana más entre estas cuatro paredes.—Deja de mirarte tanto en ese maldito espero y larguémonos ya —Asiento tomando mi bolso.—Esto no es una buena idea, tu hermano se va a enojar mucho —Ella rueda los ojos caminando hasta la puerta.—Deja de pensar tanto en él, desde
Mi estómago está revuelto, quiero devolver todo ahora mismo, jamás imaginé que vería a Reece de esa manera y la verdad me sorprendió más de lo que pensaba, sabía que era un maldito demente, pero jamás imagine que tanto, esto es demasiado para mí.—Es hora de irnos Isla, mi hermano no puede saber que estuvimos aquí.—Demasiado tarde Mocosa —Suspiro colocando la mirada en Reece que aparece de entre las sombras lleno de sangre.—Era necesario que ella conociera con quién está.Él no aleja la mirada de mí y todo mi cuerpo se llena de miedo porque está enojado, lo puedo ver.—Esa decisión la tomó yo, no tú, así que espero estés preparada para las consecuencias que tendrás por esto —Aurora asiente levantándose de su lugar.—Estoy preparada señor.—Bien, ahora largo, mi esposa y yo tenemos que hablar.Aurora se aleja sin mirarme y el hombre a mi lado hace lo mismo, pero no puede dar un paso porque Reece lo detiene colocando una mano en su pecho.—Espero por tu bien que no hayas puesto los oj