Al verla más a detalle, algo me daba la sensación de que la luna estaba en su interior. No necesitaba gruñir para imponer respeto. Tenía una armadura con gemas rojas que refulgían. Los otros lobos no las utilizaban, esto era algo antiguo para ellos e innecesario. Me dijo Charlie, que ellos las usaban porque simbolizaban una historia importante.Tania se acercó hasta mi lugar. Sonreí.—Gracias, ha pasado un tiempo desde mi último entrenamiento. —agradecí, con un gesto de la cabeza.Creí que no volverían a intentar enseñarme, porque después de tomar el camino rápido podían sentirse muy ofendidos. Ellos no eran tolerantes con esos atajos, los consideraban el camino hacía el fracaso y seguramente creerían que me estamparía contra una pared.—Quiero que dejes de hablar contigo misma. —dijo ella, con severidad.Me sorprendí por la crudeza de sus palabras.—No comprendo…—Veo que todo el tiempo te encuentras pensando, analizando, replanteándote las cosas que los demás dicen. Eso es algo inte
—¿Cuánto debo sufrir para que me tengan en cuenta realmente? —grité, con la mirada clavada en ellos dos.El matrimonio estaba sentado en la sala comedor. Era su hora de tomar el té, me parecía una completa locura que siguieran con su rutina normal después de haber tenido que alojar a tantos heridos. Ellos estaban allí, como si nada estuviera pasando.Ninguno me respondió. La furia crecía en mi pecho al notar esa indiferencia. No había sido para nada justo, yo no quería olvidar mi vida como humana para ser uno de ellos.—¿Acaso no me responderán? Luego de lo que has hecho… —empecé a decir, imponiéndome en el lugar con la agresividad creciente.—No grites. —ordenó Tania, con una voz suave y severa al mismo tiempo. —Tú debes perder eso porque Kat lo usará en tu contra.—Dices que pierda algo que me ha hecho muy feliz, joder. —me lamenté. —Es mi hermana, no puedo ni siquiera recordar su jodido rostro. —los enfoqué. —¿No te importa mi opinión sobre mi propia vida?—No es una prioridad ahor
Mi primer instinto fue querer cubrir mi desnudez ante sus ojos con mis manos. Él sonreía.—No te cubras, hermosa, ya te visto de muchas formas. —dijo Iker, con una voz tan ruda y seductora que me hizo estremecer.Su mirada desafiante y aguerrida hizo que mis manos dejaran de intentar cubrirme. No tenía por qué avergonzarme, tenía algo de razón en lo que decía. Habíamos pasado muchos momentos juntos.—Solo quiero tomar un baño. —continuó, quitándose la ropa.—¿Estás loco? Yo estoy aquí… —dije, negando con la cabeza. Él ya estaba quitándose todas las prendas que tenía encima.—Pues justo ahora yo tengo que bañarme. —soltó, sonriente. —Oye, solo aléjate de mi y no tendremos problemas.Guiñó un ojo y no pude evitar mirar su desnudez. Sus músculos y sus tatuajes eran dignos de admirar. Era tan fuerte, su actitud desafiante me cautivaba. Me quedé en una de las esquinas de la ducha, con el agua cayendo por mi espalda. No quería estar tan cerca. Él se situó a unos escasos centímetros de mí, e
Al salir del sanitario esperé que todos comenzaran a juzgarme. No fue así, para mi sorpresa, allí no había ni se veía a nadie. Salí yo sola, Iker se había quedado allí y no estaría más tiempo a su lado. Me hallaba confundida y no comprendía como debía sentirme luego de haber estado con él nuevamente. El placer que sentí no se comparaba con nada.—¿Estás ocupada? —preguntó Abigail, ella estaba sola, en la sala comedor que también se hallaba en estos momentos vacía.Negué con la cabeza para acompañarla, llegaríamos a una parte del jardín más deshabitada para lograr hablar a solas. Se podía ver un sillón para dos personas que estaba un poco deteriorado. Sonreí amistosamente, ella no lo hizo.—Veo que estaban equivocados contigo. —dijo, con la mirada ensombrecida.—¿A que te refieres? —pregunté con desconcierto. Sus palabras eran afiladas, tenía el rostro inflexible y esta vez, pareció aparentar más edad que la usualmente lucía, como si fuera una anciana con voz severa. Eso me dio escalof
El fuego creció en mi interior ante su aseveración que me exponía por completo. Me ruboricé casi al instante. El sonrió de nuevo, divertido por mi vergüenza.Busqué atacar con mis habilidades aprendidas, terminando en el suelo. Iker volvió a su forma humana y me cargó entre sus brazos. Eso no me agrado nada y lo peor era, que no pude hacer nada para evitarlo.—No te preocupes, mi amor, hoy eres una humana muy hermosa como cuando te conocí. Eso es lo que tú me pediste. —besó mi frente, caminando hacia la puerta de salida. —La llevaré de paseo. Volveremos más tarde. —dijo, en actitud desafiante.No había que ser un genio para darse cuenta que era lo que intentaba hacer. Iker buscaba provocar a todos los demás y hacerles ver que no podían quejarse. Era parte de su liderazgo como alfa mostrar su superioridad. Si no lo hacía, volverían a sublevarse en su contra.Las jerarquías de los lobos me parecían tan extrañas y ajenas. No podía comprender porque siempre querían pelear por el liderazgo
(Narra Kat)Mi cara podía verse desmejorada por el estrés sufrido, no era una persona de plástico después de todo. Mirarme al espejo fue una tortura, aunque parte de mí quisiera asimilar que todos teníamos malos días. Las ojeras bajo mis ojos me hacían ver mucho mayor, los pómulos afilados y algunas manchas marrones complementaban un complejo que iba creciendo.El reflejo me mostró algo que pensé olvidado. Un sufrimiento tan familiar para mí, tan cercano que podía tocarlo con las manos. Una mujer que no amaba, porque se trataba de alguien desagradable y a mis ojos, era la persona más fea del mundo.—¿Seguro que fue una buena idea? —preguntó Jayden, el seguía firme en su posición de querer actuar como la voz de mi consciencia, aunque eso no tuviera ningún sentido.Ya había declarado que la amaría por siempre.Jayden tenía el corazón para ella, esa chica tan afortunada y fastidiosa que era un constante problema para mí. No estaba dispuesta a tolerar que se hiciera cercano a mí, cuando s
Lo miraba como si estuviera queriendo matarlo por tomarse el atrevimiento de atarme de esa manera. Todavía al menos podía ver y llevaba la ropa puesta.—Es un juego divertido, muñeca, lo verás. —dijo Iker, con una voz aterciopelada. Sus músculos refulgían mientras se acercaba, sus ojos penetrantes estaban fijos en mí y eso me estremecía.Comenzó a bajar mis pantalones tan lentamente que el cosquilleo se multiplicó allí, mi interior había comenzado a arder. Sus manos firmes recorrían mi piel para bajar con determinación la tela. Sus dedos masajeaban mis piernas, saboreando el climax que comenzaba a excitarme.Me maldije a mi misma porque hubiera confiado en él. Estaba sometiéndome de todas las maneras, dándose el lujo de engañarme solo porque ahora no contaba con los poderes de demonio. Era mucho más humana, eso me hacía sentir impotencia y al mismo tiempo, no lograba concentrarme con los masajes.Recorrió con las yemas de sus dedos cada parte de mis muslos, sin tocar más a fondo. Esta
El estar cabalgando un lobo era una aventura sorprendente e inimaginable. Nadie lo creería si lo contara, pero esa experiencia no tenía ningún precio, mi corazón que latía tan rápido empezó a acostumbrarse y a amar esa adrenalina. No podía cambiar lo que éramos, dos amantes incomprendidos y marginados, odiados por una gran mayoría que nos quería muertos.Mis alas descansaron al no tener que volar ni hacer más esfuerzos para moverme. La energía que debía poseer para lograr usar mis poderes parecía inalcanzable. Cuando irrumpí en la casona, no había sentido que estuviera tan débil. Debía tener una explicación en el entrenamiento que no seguí.No estaba segura de continuar con Robert y su manada, ellos habían mostrado que ansiaban controlarme más que cualquier otra cosa. Iker me hacía sentir mejor, libre y amada al mismo tiempo. Era una difícil decisión.Pero no quería pensar en eso en un momento tan de ensueño, el viento que acariciaba mi rostro era fresco y liberador, me limpiaba de to