Pésimo gusto

(Narra Kat)

La impresión que me dio ver la daga introducida en mi vientre no se quitaba cerrando los ojos. Ni siquiera pude sacarla, porque al intentarlo por poco me desmayo. Así me encontró Nat, en el suelo y llorando desconsolada.

—¿Eres tan tonta? Por favor. —puso los ojos en blanco y se arrodilló junto a mí.

En un movimiento con su mano, extrajo el puñal que estaba bañado en sangre.

El dolor era muy agudo, como si tuviera vidrios dentro de mi estómago y eso hacía que la impresión subiera a límites terribles. Me esforzaba por no desvanecerme.

—Levántate ahora si no quieres que vuelva a meter eso en ti. —dijo Nat, ordenándolo con su voz rígida y cruel.

—¿Es en serio? —rogué, por un poco de tiempo de comprensión de su parte.

Era ingenuo de mi parte creer que empatizaría conmigo y entonces, al volver a mirar la daga con la sangre chorreante, caí al suelo con mi panorama oscureciéndose, aproximándome al desmayo. Ahí vi como Nat me cargaba en sus hombros y me llevaba hacia el interior d
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