Lo último que recordé, que sería lo que me quedaría en la mente por mucho tiempo, era el sonido de los gruñidos. Era un ruido de muerte, los colmillos se cerraban apretando mi piel, me estaban mordiendo, sus garras querían cortarme como cuchillos y sus ojos, ansiaban devorarme del todo.No podía hacer mucho para defenderme, los lobos eran tan fuertes que no lograba siquiera poder moverlos o intentar escapar. Comenzaron asfixiándome, el dolor de los cortes era grande y mi cuerpo empezó a sangrar.El sabor de la sangre estaba presente en mi boca, al intentar cubrirme con ambas manos lastimadas. Era un agónico final para mí, después de haber intentado seguir por mi cuenta a pesar de no lograr transformarme. Cerré los ojos con la resignación que me traía perder. Suponía estar lista para morir siendo despedazada por mis enemigos, porque de lo contrario hubiera tenido más oportunidad. Recordé la mirada de auxilio de Ema, que intentaba acercarse a su moribundo esposo.Kat debía estar disfru
La ruta se extendía y logré ver los campos que camuflaban la casa secreta de Robert y su familia. El miedo se multiplicaba en mi al ver que los dos seguían sin reaccionar ni moverse. Greg podía recuperarse estando al borde de la muerte, los lobos a veces tenían esa capacidad. Ema era una humana, si el daño era irreparable no podríamos hacer mucho para salvarla.Me abstuve de detener el auto hasta que llegué a la casa, entrando con la mayor de las velocidades. Seguía de noche, el cielo oscuro revelaba que me marché sin avisarle a nadie ni llamar la atención. El primero en salir fue Zhang, que tenía el olfato agudizado. Luego, Kal se aproximó, reconociendo el rastro de su hermano.Yo intentaba reanimarlos a ambos. Ema tenía pulso aún, diferente de Greg.—¿Está respirando? —pregunté, cuando Kal se acercó con los ojos plagados de pánico, ver a su hermano en esas condiciones no era sencillo en lo absoluto, debía ser el dolor más grande del mundo.Se quedó en silencio mientras estaba a su l
(Narra Kat)La impresión que me dio ver la daga introducida en mi vientre no se quitaba cerrando los ojos. Ni siquiera pude sacarla, porque al intentarlo por poco me desmayo. Así me encontró Nat, en el suelo y llorando desconsolada.—¿Eres tan tonta? Por favor. —puso los ojos en blanco y se arrodilló junto a mí.En un movimiento con su mano, extrajo el puñal que estaba bañado en sangre.El dolor era muy agudo, como si tuviera vidrios dentro de mi estómago y eso hacía que la impresión subiera a límites terribles. Me esforzaba por no desvanecerme.—Levántate ahora si no quieres que vuelva a meter eso en ti. —dijo Nat, ordenándolo con su voz rígida y cruel.—¿Es en serio? —rogué, por un poco de tiempo de comprensión de su parte.Era ingenuo de mi parte creer que empatizaría conmigo y entonces, al volver a mirar la daga con la sangre chorreante, caí al suelo con mi panorama oscureciéndose, aproximándome al desmayo. Ahí vi como Nat me cargaba en sus hombros y me llevaba hacia el interior d
Lavé mi rostro con agua fría para despertarme, necesitaba seguir atendiendo a los heridos. Ema estaba mejorando, respiraba con más normalidad, aunque sus heridas estuvieran allí. Greg, todavía tenía que pelear bastante para estar fuera de peligro. Su hermano lo acompañaba día y noche, vigilando su recuperación.Estaba preparando los medicamentos cuando lo encontré, en la sala. Kal llevaba un temple serio, no había hablado casi nada desde que llegó a la casa, después de huir de la casona de Jayden el día que atacamos.—¿Eso le hará bien? —pregunté, mirándolo con atención.Asintió con la cabeza.—Supongo que es una pregunta retórica para dar charla. —puso un tono más irónico, siempre hacía el mismo cuando algo le fastidiaba. —Claro que le hará bien, es mi hermano, quiero que se recupere.—No seas grosero. —reproché, el asintió. —¿Tú estás bien?—Sí, no fui gravemente golpeado como mis hermanos. Se que Iker está bien y estará mejor, pero Greg me preocupa, él fue sometido a más torturas.
Al verla más a detalle, algo me daba la sensación de que la luna estaba en su interior. No necesitaba gruñir para imponer respeto. Tenía una armadura con gemas rojas que refulgían. Los otros lobos no las utilizaban, esto era algo antiguo para ellos e innecesario. Me dijo Charlie, que ellos las usaban porque simbolizaban una historia importante.Tania se acercó hasta mi lugar. Sonreí.—Gracias, ha pasado un tiempo desde mi último entrenamiento. —agradecí, con un gesto de la cabeza.Creí que no volverían a intentar enseñarme, porque después de tomar el camino rápido podían sentirse muy ofendidos. Ellos no eran tolerantes con esos atajos, los consideraban el camino hacía el fracaso y seguramente creerían que me estamparía contra una pared.—Quiero que dejes de hablar contigo misma. —dijo ella, con severidad.Me sorprendí por la crudeza de sus palabras.—No comprendo…—Veo que todo el tiempo te encuentras pensando, analizando, replanteándote las cosas que los demás dicen. Eso es algo inte
—¿Cuánto debo sufrir para que me tengan en cuenta realmente? —grité, con la mirada clavada en ellos dos.El matrimonio estaba sentado en la sala comedor. Era su hora de tomar el té, me parecía una completa locura que siguieran con su rutina normal después de haber tenido que alojar a tantos heridos. Ellos estaban allí, como si nada estuviera pasando.Ninguno me respondió. La furia crecía en mi pecho al notar esa indiferencia. No había sido para nada justo, yo no quería olvidar mi vida como humana para ser uno de ellos.—¿Acaso no me responderán? Luego de lo que has hecho… —empecé a decir, imponiéndome en el lugar con la agresividad creciente.—No grites. —ordenó Tania, con una voz suave y severa al mismo tiempo. —Tú debes perder eso porque Kat lo usará en tu contra.—Dices que pierda algo que me ha hecho muy feliz, joder. —me lamenté. —Es mi hermana, no puedo ni siquiera recordar su jodido rostro. —los enfoqué. —¿No te importa mi opinión sobre mi propia vida?—No es una prioridad ahor
Mi primer instinto fue querer cubrir mi desnudez ante sus ojos con mis manos. Él sonreía.—No te cubras, hermosa, ya te visto de muchas formas. —dijo Iker, con una voz tan ruda y seductora que me hizo estremecer.Su mirada desafiante y aguerrida hizo que mis manos dejaran de intentar cubrirme. No tenía por qué avergonzarme, tenía algo de razón en lo que decía. Habíamos pasado muchos momentos juntos.—Solo quiero tomar un baño. —continuó, quitándose la ropa.—¿Estás loco? Yo estoy aquí… —dije, negando con la cabeza. Él ya estaba quitándose todas las prendas que tenía encima.—Pues justo ahora yo tengo que bañarme. —soltó, sonriente. —Oye, solo aléjate de mi y no tendremos problemas.Guiñó un ojo y no pude evitar mirar su desnudez. Sus músculos y sus tatuajes eran dignos de admirar. Era tan fuerte, su actitud desafiante me cautivaba. Me quedé en una de las esquinas de la ducha, con el agua cayendo por mi espalda. No quería estar tan cerca. Él se situó a unos escasos centímetros de mí, e
Al salir del sanitario esperé que todos comenzaran a juzgarme. No fue así, para mi sorpresa, allí no había ni se veía a nadie. Salí yo sola, Iker se había quedado allí y no estaría más tiempo a su lado. Me hallaba confundida y no comprendía como debía sentirme luego de haber estado con él nuevamente. El placer que sentí no se comparaba con nada.—¿Estás ocupada? —preguntó Abigail, ella estaba sola, en la sala comedor que también se hallaba en estos momentos vacía.Negué con la cabeza para acompañarla, llegaríamos a una parte del jardín más deshabitada para lograr hablar a solas. Se podía ver un sillón para dos personas que estaba un poco deteriorado. Sonreí amistosamente, ella no lo hizo.—Veo que estaban equivocados contigo. —dijo, con la mirada ensombrecida.—¿A que te refieres? —pregunté con desconcierto. Sus palabras eran afiladas, tenía el rostro inflexible y esta vez, pareció aparentar más edad que la usualmente lucía, como si fuera una anciana con voz severa. Eso me dio escalof