Capítulo 3

El año anterior antes de terminar mi Universidad en tiempo récord y como una de las mejores graduadas, en mi discurso de graduación, las únicas palabras que me salieron antes de tener un ataque de pánico y casi vomitar todo mi almuerzo delante de miles de estudiantes vestidos de azul. fueron : Sigan sus sueños a pesar de cualquier obstáculo.

Algo cursi lo sé.

Pero ahora estoy clara de que soy una imbécil, porque apenas ha pasado un año de que las pronuncié y ni siquiera me he molestado en hacerle caso, al contrario, estaba pensando como siempre en derrumbar mis ideales de querer ser fuerte y no salir corriendo del lugar mientras tenía una crisis existencial viendo como se cerraba lentamente las puertas del elevador.

Salvo por un mínimo detalle que hizo que todo se parara a mi alrededor nuevamente, últimamente para mí se puede decir que la tierra gira a favor de las manecillas del reloj y que cada vez que él se para delante de se detienen y comienzan a girar en contra, unos zapatos que a la legua parecían de diseñador y una mano con un reloj que si no me equivoco estaba valuado en más de 10mil dólares evitaron que cerrara por completo.

Él, era él, y esta vez para mi desgracia estaba completamente solo, ni siquiera sus guardaespaldas lo acompañaban, así que al ser las dos únicas personas en la pequeña lata metálica, tenía que intentar estar de pie 27 pisos con él a mi lado cuando ni siquiera mis pies de mantequilla podían quedarse estáticos.

-Buenos días señorita Luna- Ni siquiera pude sostenerle la mirada dos segundos después que asomó esa sonrisa lobuna en su rostro.

Por Dios, a este paso cada vez que mencione mi puto nombre voy a mojar las bragas. M*****a sea, ahora es cuando me arrepiento no ser la típica chica arrojada que va con todos.

-Buenos, buenos, buenos días - Tartamudeo mientras me daba golpes para funcionar en mi cabeza como a un televisor viejo.

El equipo cerró sus puertas y emprendió su recorrido hasta el piso igual que el pequeño botón naranja seleccionado con el número 27, las primeras 10 plantas hubo un silencio espeso e incómodo. Hasta que no sé por qué razón lo vi presionar el botón de parada.

¡¿QUÉ RAYOS IBA A HACER?!

Claro, en el peor de los casos no habría nada que no haya probado antes, pero eso no significa tampoco que quiera repetirlo nada más y nada menos que en el elevador de su empresa.

¿Es que, siquiera que hago pensando en repetir?

-¿Sucedeee algo? -Logré pronunciar casi como una tonta mientras miraba sus iris volverse cada vez más oscuros y mostrar una expresión confusa como si de repente se hubiera acordado de algo.

Apreté mis manos en puños a mi alrededor y me dediqué a mirar sus zapatos que estaban solo a escasos centímetros de los míos.

A pesar del reducido espacio que ya había entre nosotros lo sentí acercar su torso que portaba un elegante traje negro que no ocultaba lo bien formado que estaba, y yo por inercia retrocedí hasta topar con la puerta trasera.

Me armé de valor solo para mirar su rostro y ver que pretendía hacer en esos momentos como acción de supervivencia, pero su única expresión era el atisbo de una sonrisa.

¡Se veía tan sexy!

-¿Estás segura que tú y yo no nos conocemos de algún lado Luna?

Cerré los ojos nuevamente y negué, pero además de mover la cara a los costados el único sonido que pude emitir fue un gemido, por su respiración en mi cuello.

-¿Estás segura de ello pequeño sol? -Repitió acercándose peligrosamente a mis labios dejándome en ellos la respiración después de la última palabra, provocándo casi un infarto en mi.

Y fue lo último que dijo antes de cobrar la compostura y salir erguido del elevador, que yo ni siquiera había notado cuando llegó a su destino.

¡Qué vergüenza!

No me había dado cuenta antes, pero solté de un bocado la respiración que estaba aguantando y caminé al área de recursos humanos con la mente nublada. No entendía que acababa de pasar y tampoco tenía cabeza, en especial porque hoy iba a investigar a que parte de finanzas me habían movido o si todo había sido una broma cruel y solo estaba recogiendo mi hoja de renuncia.

Quizás mi segunda opción si era cierta porque hice el papel de tonta delante de los hombres más ricos de New York diciéndoles que eran ineficaces sus procedimientos, yo personalmente lo tomaría como una burla.

Respiré profundo y me mentelicé un cheque en un sobre blanco con mi nombre y otra con un bolígrafo encima lista para firmar mi despido.

-Buenos días - dije casi en un susurro a Adela, la gerente de recursos humanos y encargada de las contrataciones cuando me adentré a su oficina, de la cual ni siquiera recuerdo como llegué.

-Buenos días señorita Luna, puede tomar asiento, justo aquí tengo sus papeles. -Dijo tomando un sobre en sus manos que estaba debajo de lo que nuevamente reconocí como mi expediente.

-El señor Thompson estaba encantado con sus investigaciones y al personal de la junta le pareció correcto que fuera usted quién comenzara a hacer las correcciones que mencionó.

<Así que para ello lo más justo es que tome el papel de Manager de Finanzas, seguro que no es como sus expectativas, porque con el nivel de preparación que demostró le vendría como anillo al dedo el de Gerente Principal de Finanzas, pero estoy segura que si se sigue esforzándose puede lograrlo.

¿Mis espectativas? La miré confusa, yo ni siquiera esperaba que me promovieran, más bien pensaba que iba a ser la carta de despido.

Tomé el contrato en mano y antes de firmarlo lo leí como es debido, mis funciones no serían nada desconocido para mí, porque justamente esta fue mi carrera universitaria, lo que me dejó con la mandíbula abierta fue la cláusula que hablaba del salario.

Yo no estaba muy familiarizada con la compensación de otras empresas y no podía comparar, pero en esta estaba segura que se empezaba por menos de la mitad de lo que me estaban ofreciendo, que de casualidad era casi el triple de lo que ya ganaba.

Miré confundida a Adela, pero ella pareció no notar lo que pasaba por mi cabeza en esos momentos porque me tendió la pluma para que firmara.

Me dirían estúpida pero dudé, nadie te ofrece esa clase de salario así por así. Pero después de ver que nada estaba mal con el resto de contrato, firmé.

Mi nueva oficina era una pasada, era solo para mí y aunque no era muy grande, tenía un gran buró con todo el material necesario y dos sillas para atender visitas, en el fondo una mala madre adornaba las frías paredes grises y a un costado un cuadro con el logo de la compañía le daba elegancia al lugar, yo todavía no me creía que el horóscopo de hoy estaba funcionando tan bien, y una sonrisa se posó en mi rostro toda la tarde hasta que sus palabras volvieron a mi cabeza ¿''Estas segura de ello pequeño sol"?

¡Sol!

¡Lo sabía!

Se había acordado, ¡MIERDA!

En esos momentos el teléfono ubicado cuidadosamente en un costado de la gran mesa sonó.

La voz de Lenna al otro lado me erizó la piel -Eva, el señor Thompson quiere hablar contigo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo