El amanecer en la Ciudad C trajo consigo un aire de celebración. La boda de Ambar y Mario se había convertido en el evento más esperado del año, y la ciudad estaba decorada con guirnaldas de flores, telas coloridas y luces que iluminaban cada rincón. Nobles, comerciantes y amigos cercanos habían llegado de todas partes para presenciar la unión de dos almas que, a pesar de las adversidades, habían encontrado el amor.
Victoria y Raffil, quienes habían llegado días antes para supervisar los últimos detalles, estaban en el centro de todo. Victoria, con su naturaleza meticulosa, había convertido la boda en un espectáculo digno de recordar. Sin embargo, lejos de la Ciudad C, en las vastas arenas del desierto, un conflicto se gestaba en silencio, uno que ni Victoria ni Raffil podían prever.
La ceremonia tuvo lugar en un hermoso jardín al aire libre, rodeado por altos cipreses y fuentes de agua cristalina. Ambar, vestida con un traje blanco adornado con perlas y bordados dorad
El desierto, vasto e implacable, se extendía como un océano de arena bajo el ardiente sol. En la Ciudad C, Raffil caminaba por los pasillos de la casa de gobierno, un edificio austero, pero imponente que servía como centro de poder en la región. Aunque la boda de Ambar y Mario había sido un éxito, la paz que habían disfrutado durante esos días de celebración se había desvanecido rápidamente. Ahora, la amenaza de Kael, el líder mercenario que había causado estragos en las rutas comerciales y en las aldeas del desierto, era el único tema en la mente de todos.Raffil, decidido a poner fin a la amenaza de Kael de una vez por todas, había redactado un comunicado que sería enviado a cada rincón del desierto. Este llamado a la unidad no solo buscaba justicia, sino que también ofrecía una recompensa lo suficientemente grande como para motivar incluso a los clanes más reacios.En la sala principal de la casa de gobierno, los escribas trabajaban rápidamente para copiar el mensaj
Con el mapa del Palacio Arcan en su poder, Kael comenzó a planear su próximo movimiento. Aunque había sido derrotado en el cañón, ahora tenía una ventaja que podía cambiar el curso de la guerra. Mientras tanto, Danika, impulsada por su deseo de venganza, trabajaba incansablemente para ganarse la confianza de Kael y sus hombres.En la Ciudad C, Raffil y Victoria no sabían nada de la traición de Danika ni de los planes de Kael. Aunque estaban satisfechos con la derrota de los mercenarios, ambos sabían que la paz en el desierto era frágil y que cualquier error podía llevarlos de vuelta al caos.El desierto, vasto y lleno de secretos, se preparaba para una nueva tormenta. Y esta vez, el enemigo no solo estaba en las sombras, sino también dentro de sus propias filas.La luna llena iluminaba las arenas del desierto con un resplandor plateado, proyectando sombras inquietantes sob
Mientras Raffil y sus fuerzas se preparaban para partir hacia el Palacio Arcan, Kael observaba el caos desde una distancia segura. Había planeado el ataque meticulosamente, utilizando el mapa que Danika le había proporcionado para identificar los puntos débiles del palacio. Aunque no esperaba que los hombres lobo pudieran tomar el palacio por completo, sabía que el ataque sería suficiente para sembrar el caos y debilitar las fuerzas de Raffil.Danika, que estaba a su lado, sonrió con satisfacción.—Te dije que el mapa sería útil —dijo, sus ojos brillando con malicia—. Ahora, mientras ellos están ocupados defendiendo el palacio, tú puedes moverte libremente por el desierto.Kael la miró, una sonrisa fría en su rostro.—Has cumplido tu parte del trato, Danika. Pero no olvides que todavía tengo mis dudas sobre ti. Si me traicionas...—No lo haré —lo interrumpió ella, su voz firme—. Quiero ver caer a Raffil tanto como tú. Este es solo el comienzo.
En la Ciudad C, Victoria estaba ansiosa. Aunque confiaba en Raffil, no podía evitar preocuparse por lo que estaba ocurriendo en el Palacio Arcan. Su pequeño hijo, Rafael, estaba recostado sobre ella, jugando con sus cabellos mientras le cantaba a su barriga. Victoria estaba embarazada, y su vientre, ya enorme, era un recordatorio constante de la vida que estaba creciendo dentro de ella.—Mamá, ¿papá va a ganar? —preguntó Rafael con la inocencia de un niño.Victoria sonrió, acariciando el cabello de su hijo.—Claro que sí, cariño. Tu papá siempre gana.Aunque intentaba mantenerse tranquila, su mente estaba llena de preocupaciones. Raffil no solo estaba luchando por el Palacio Arcan, sino también por el futuro de su familia y de todo el desierto.En ese momento, una figura familiar apareció en la entrada de la casa. Era Anastashi, la hermana de Raffil, quien había regresado a la Ciudad C después de años de ausencia. Su presencia era un rayo de espera
Cuando era niña, solía observar desde lejos cómo otras familias del desierto reían juntas, cómo los padres abrazaban a sus hijas y les contaban historias bajo la luz de las estrellas. Pero en su hogar, el amor era escaso, y los abrazos inexistentes. Su madre había muerto cuando ella era muy joven, y su padre nunca mostró interés en llenarle ese vacío. En su lugar, la crió con dureza, enseñándole que el mundo era un lugar cruel y que la única forma de sobrevivir era siendo más cruel que él.Danika creció con una mezcla de resentimiento y ambición. Quería demostrarle a su padre que no necesitaba ser un hombre para ser fuerte, que podía ser más poderosa que cualquier hijo que él hubiera deseado tener. Pero también quería vengarse. Vengarse de un mundo que parecía haberle dado la espalda desde el principio.Cuando conoció a Kael, vio en él una oportunidad. Kael era fuerte, astuto y despiadado, todo lo que ella aspiraba ser. Pero más que eso, Kael le ofreció algo que nunca
_ ¡Victoria, por Dios, debes enfocarte en ti y en este trabajo! Te está consumiendo, ¡mírate!Rodé los ojos, detesto que esta mujer tenga razón, pero es mi mejor amiga. Ámbar Wister, mi confidente, mi protectora, mi madre sustituta. Ha sido mi roca en momentos difíciles, aunque a veces su exigencia se asemeja demasiado a la de mi jefe, ese demente desquiciado._ Sí, tienes razón. Gracias por venir, necesitaba verte._ ¿Y esperas que te dé un cumplido por venir al bar?Me mira fijamente y arquea una ceja, pareciendo un panda cuando lo hace._ Si no quieres que esté aquí, me marcho. Además, tengo cosas que hacer._ Escúchame bien, toma asiento en este taburete y no te muevas hasta que yo diga que está bien.Esa mujer es muy mandona, pero de la buena. Me pasa una cerveza, frunzo el ceño y ella la cambia por un vodka. Esa es otra de las razones por las que la aprecio, siempre sabe cómo alegrarme.Mientras saboreaba un delicioso trago de mi vokca, que sinceramente necesitaba más que un novi
¡Vaya, qué situación más complicada! Tu rostro refleja una palidez inusual, como si hubieras enfrentado a un demonio recién. "¡Estamos en problemas!" Exclamé sin titubear. Ella me ve con cara de demonio"¿Victoria, alguna vez podrás evitar meterte en problemas?" Me reprochó con razón. Siempre parezco estar envuelta en algún lío, a veces hasta me planteo cambiar mi nombre a "problema" en lugar de Victoria."No, me metí voluntariamente", mentí. Fue mi impulso de sanvarguardiana el que me llevó a actuar."¿Puedes contarme qué sucedió por qué estemos en problemas?" Inquirió con preocupación."Bueno, te salvé la piel, evité que mataran al tipo que acaba de entrar", expliqué. Observé cómo ella perdía el equilibrio momentáneamente y se aferraba con fuerza a la barra."¿Ámbar, es algo grave?" Preguntó con inquietud."Victoria, gracias por salvarme de un desastre mayor", expresó con gratitud."Está bien, si te salvé, ¿a quién diablos ofendí ahora?" Repliqué con frustración."De todas formas, n
Victoria Por la mañana, como todos los días, me despierto y sigo mi rutina. Me baño, me arreglo y tomo un taxi, ya que mi auto está en mantenimiento. Al llegar a la empresa, camino hacia la entrada, pero siento una mirada que quema mi espalda. Odio ese sentimiento, me recuerda la noche en que mis padres fueron ultimados por bandidos después de que me secuestraran.Desde entonces, me he convertido en toda una fiera. No permito que nada ni nadie me venza. He aprendido karate y a conducir, incluso he participado en varias carreras callejeras. Soy Victoria Daville, y doy una vuelta para ver si encuentro algún auto negro siguiéndome, pero no hay ninguno. Qué crédula fui.Al entrar a la empresa, saludo a los demás como siempre y me dirijo a mi oficina. Sin embargo, me topo con mi jefe, Vicente Rulo. Intento escabullirme y cambiar de ruta, pero él me conoce como la palma de su mano y me llama."Vic, que ni se te ocurra", me dice."Buenos días, Vicente. Solo iba por una taza de café", miento