Capitulo 67

Raffil sabía que su mujer era terca, y en ese sentido, eran tal para cual. Ambos tenían una determinación feroz que a menudo los llevaba a caminos peligrosos. El día de la tregua, Raffil estuvo presente, aunque Victoria no lo sabía. Se había mantenido en las sombras, observando cada movimiento, cada palabra que se intercambiaba entre su esposa y Flavio Korsov. Lo que vio lo sorprendió: su mujer era la misma diabla encarnada, astuta y decidida.

Mientras escuchaba, Raffil no podía evitar sentir un orgullo mezclado con preocupación. Victoria había tomado el control de su destino, pero la forma en que lo había hecho lo dejó inquieto. Su primordial objetivo era proteger a la familia, y Raffil no podía dudar de su compromiso. Sin embargo, una pregunta persistía en su mente: ¿por qué nunca le dijo que tenía a los Lobos Hambrientos bajo su mando?

Reflexionó sobre ello mientras observaba desde la distancia. Debía haber tenido sus razones, pensó. La tregua estaba vigente, pero F

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