¿Buscas ser luna?

Me paré frente al espejo del pasillo, la luz del día me iluminaba a través de la ventana, me aseguré de que hubiera suficiente tierra afeando mi rostro, me revolví el pelo para parecer más desalineada, más Naia Costa y menos Chiara Vigo, había círculos oscuros alrededor de mis ojos, lucían cansados ​​después de una noche casi sin dormir, pero eso solo ayudaba a la fachada.

Stefano había entrado a mi cuarto a las tres de la madrugada, con sus ojos azules observandome en la penumbra y esa advertencia suya todavía me resonaba en la cabeza: Ten cuidado, Naia, este no es lugar para juegos . ¿Qué había querido decir? ¿Sospechaba algo? Me ajusté el chal viejo sobre los hombros y bajé las escaleras, con el corazón latiendo un poco más rápido de lo que quería admitir.

Abajo, la mesa del comedor estaba puesta con pan, queso y un par de manzanas arrugadas, Stefano estaba de pie al lado, revisando un mapa su pelo negro le caía sobre la frente, y llevaba una camisa gris oscuro que dejaba ver los músculos de sus brazos. 

Cuando entré, levantó la vista un segundo, y sus ojos azules me recorrieron como si buscaran algo, no dijo nada, pero sentí un nudo en el estómago, sacudí la cabeza y me senté en un banco, agarrando un pedazo de pan para tener las manos ocupadas.

Stefano enrolló el mapa con un movimiento rápido.

—Tengo que salir a patrullar el perímetro.

No me miró mientras hablaba, solo guardó el mapa bajo el brazo y salió por la puerta, el aire del lugar se sintió menos pesado cuando se fue, pero no tuve tiempo de relajarme, Fabio entró desde la cocina, con una taza de algo humeante en la mano, su pelo castaño estaba despeinado, y sus ojos grises me vieron como si yo fuera un lobo flaco que no valía la pena cazar.

— ¿Qué tienes en la cabeza, Naia? —dijo, dejándose caer en una silla de enfrente —anoche Stefano entró a tu cuarto para ponerte en tu lugar, ¿y ahora vienes aquí como si nada?

Me quedé con el pan en la mano, parpadeando para parecer perdida, él lo había dicho claro: Stefano quería amenazarme, marcar terreno, no iba a dejar que Fabio viera que eso me había tocado un nervio.

—No sé por qué vino —murmuré, bajando la vista al plato —yo estaba dormida.

Fabio soltó una risa corta y dio un trago a su taza antes de apuntarme con ella.

—No te hagas la tonta, Stefano no hace esas cosas por nada, dijo que no se fía de ti. ¿Qué buscas? ¿Hacerte la débil para que te mire? ¿Quieres ser su Luna o qué?

Me atraganté con el pan, tosiendo fuerte para tapar la risa que casi se me escapa, ¿Luna? ¿De los Lobos de la Tormenta? Era tan ridículo que casi me dolía la cabeza, yo ya era Alfa de los Hijos del Bosque, no necesitaba ser la sombra de nadie, pero Fabio no sabía quién era yo, y eso era lo mejor.

—No entiendo de qué hablas —dije, limpiándome la boca con la manga —solo estoy aquí porque me mandaron.

Él se inclinó hacia mí, sus ojos grises brillaron con burla.

—No me lo trago, Stefano te tiene en la mira, y yo tampoco te creo. ¿Crees que puedes venir aquí y enganchar al Alfa con tus trucos de rastreadora?

Bajé la mirada, fingiendo que sus palabras me dolían, y seguí comiendo en silencio, no iba a darle una pelea que no valía la pena, pero Fabio no se callaba, dio un golpe en la mesa, haciendo temblar la taza.

—¡Oye, Naia! ¡Te estoy hablando! —gritó— ¡No me ignores como si no existiera!

Lo miré por fin, manteniendo la cara blanda de Naia Costa aunque por dentro quería mandarlo a callar.

—No te estoy ignorando —dije, tranquila —solo quiero terminar mi pan.

Se levantó de un salto, aventando la silla al suelo.

—¡Deja de jugar! —ladró —¡Eres una rastreadora que no sirve para nada! ¡Y ni sueñes con que Stefano te mire! Su lobo ya tiene una hembra en mente, una cazadora fuerte del valle. Tú no le llegas ni a las garras.

—Está bien —dije, encogiéndome de hombros como si no me importara.

Fabio quedó parado, con la cara roja de pura rabia.

—¿Qué? ¿Eso es todo lo que dices? —gruñó —¿O qué, Naia? ¿Te gusto? Porque si es así, puedo hacer que te quedes limpiando el campamento, si tanto te gusta estar aquí.

Levanté la vista y dejé salir un poco de Chiara, solo un toque.

—¿Tú? —dije, con la voz baja pero cortante —pareces un cachorro que ladra más de lo que muerde, Fabio, no me interesas ni un pelo.

Se quedó helado, con la boca abierta, como si no creyera lo que oía, luego dio un paso hacia mí, apuntándome con el dedo.

— ¿Qué dijiste? —siseó —¡Soy un Ditolbi! ¡Cómo te atreves!

Respire hondo y solté un poco más, lo justo para ponerlo en su lugar.

—Y yo soy una enviada de los Hijos del Bosque, aquí por orden de mi gente y recibida por tu abuelo —dije, mirándolo fijo —soy más de lo que piensas, así que bájale a tus gritos.

Fabio dio un paso atrás, con los ojos abiertos de furia.

—¡No me hables así! —gritó —¡Prefiero tirarme al río antes que dejar que alguien como tú me mire como pareja!

—Qué bueno —dije, volviendo al pan como si nada —no tengo ninguna intención de hacerlo.

Se quedó ahí, respirando agitadamente, y luego salió dando un portazo que hizo temblar la puerta, me quedé sola con el queso a medio comer y lo que quedaba del pan en la mano. 

Sonreí. Fabio era un cachorro rabioso, fácil de manejar, pero Stefano era otra cosa, se había atrevido a entrar a mi cuarto mientras dormía, para lanzarme esa amenaza suya, como Alfa de los Lobos de la Tormenta, no era alguien que dejara las cosas pasar.

Terminé de comer y subí al cuarto, saqué el cuaderno del morral y escribí unas líneas para Marco en nuestro código: “Stefano vino a amenazarme anoche, Fabio es puro ruido, todo sigue en marcha”

Arranqué la hoja, la doblé bien y busqué una botella vieja que estaba tirada en un rincón. Metí el papel adentro junto al que escribí la noche anterior, tapé la botella con un corcho gastado y bajé al río, miré a los lados para asegurarme de que nadie me viera y tiré la botella corriente abajo. Marco estaría esperando más lejos, donde el río pasaba por nuestras tierras.

Volví al campamento y me senté en una roca cerca del agua, fingiendo remendar una bota, el lugar estaba lleno de vida: gente cortando leña, otros revisando redes junto al río, Fabio estaba a lo lejos, afilando una flecha con una piedra, al notarme, me lanzó una mirada oscura antes de seguir con lo suyo, no me importó, lo que me ponía los nervios en punta era Stefano, no lo veía por ningún lado, y eso era peor que tenerlo enfrente.

Entonces salió de una cabaña más grande, hablando con un hombre de pelo blanco que cargaba un hacha, sus ojos azules recorrieron el campamento y se detuvieron en mí, mi pulso se aceleró, pero seguí con la bota, él caminó directo hacia mí, se paró enfrente, tapándome el sol.

—Naia —dijo, con la voz calmada.

-¿Si? —respondí, levantando la vista con una sonrisa torpe.

Me miró un rato, su pelo negro se movía un poco por el viento.

—¿Qué tan buena rastreadora eres? —preguntó, cruzándose de brazos —porque no te he visto hacer nada útil desde que llegaste.

Tragué saliva, exagerando el gesto para parecer nerviosa, era una pregunta directa, ligada a mi disfraz, y tenía que responder bien.

—No soy la mejor, pero sé seguir un rastro —me mandaron para ayudar con lo que necesiten.

Se acercó un poco más, pude sentir su aroma.

—No me gustan los inútiles en mi campamento —dijo, en voz baja, dura —si no sirves para algo, no te quiero aquí.

—Puedo ayudar —dije, bajando la mirada a la bota —solo dame una oportunidad.

Stefano no contestó, me observó de nuevo y luego se dio la vuelta.

—Ten cuidado, Naia, recuerda que aquí no hay espacio para mentiras. —Y ahí estaba esa amenaza de nuevo.

Me quedé sentada, con la bota en las manos, hasta que se perdió entre las cabañas, el sol pegaba fuerte, pero sin embargo un fuerte escalofrío me bajó por la espalda, Fabio sería fácil de manejar,  el chico tenía más lengua que cabeza, pero Stefano, tenía instinto de Alfa, él era un peligro.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP