Leonora
Unas horas más tarde de que las nuevas noticias fueran lentamente procesadas por su mente, dejó a sus padres calmarse un poco tomando el almuerzo delicioso que les hizo Carmela. Ella se mantuvo en la oficina por lo que pareció una eternidad mientras intentaba que su enojo no se saliera de control. Ahora que comprendía que su familia estaba siendo estafada, le molestaba que una persona con poder pudiera creer que podía aprovecharse de ellos del modo en el que Future lo intentaba.
El plan que su padre deseaba seguir era reconfortante, pero al mismo tiempo comprendía lo que todos estaban arriesgando en esas instancias. La situación era difícil y estaba llena de baches en los que todos podían perder lo que estaban defendiendo. Sin embargo, ella tampoco iba a dejarse vencer por una empresa que consideraba correcto lo que estaban haciendo, primero lucharía con todo lo que pudiera antes de aceptar la derrota.
Caminó hasta el comedor para poder encontrarse con sus padres y Carmela, se sentó en una de las sillas sin decir una palabra, pero las dudas iban creciendo en su mente como una marea.
-Papá, ¿sabemos quién está controlando los movimientos de Future? -preguntó ella interrumpiendo la conversación en la habitación.
Carmela pareció notar la seriedad con la que ella estaba hablando, por lo que solo se retiró del lugar.
-Se supone que la junta central de la empresa es la que decide lo que sucede -explicó su padre con una mueca -ellos serían los responsables por los financiamientos y el desarrollo de los proyectos de la empresa…
-Pero, aunque Future tenga una junta central, esta carece de la autoridad de la que goza su dueño -interrumpió su madre con seriedad -es sabido que Future es controlada casi exclusivamente por su fundador.
-¿Y cuál es el nombre de este desconocido? -preguntó ella entonces -¿cómo es que no lo tenemos?
-Lo tenemos -afirmó su madre -pero no podemos enfrentar directamente a este hombre, Leonora. Sería un caso de difamación acusarlo de intentar comprar IA Artist de manera forzosa, la prensa nos comería vivos y perderíamos toda nuestra ventaja.
-La prensa también los atacaría por sus acciones -rebatió ella con enojo.
-Tal vez, pero a las multitudes les encantan las desgracias ajenas -argumentó su padre con firmeza -a decir verdad, serán más cuestionable nuestras acusaciones que las acciones de Future a los ojos del mundo. Y aunque sea terrible de considerar, esa es la realidad hija mía. No podemos enfrentarnos a Future de ese modo porque perderíamos.
-¿Cómo es que nosotros, siendo las víctimas, debemos cuidarnos más que la empresa que nos ataca? -preguntó ella con incredulidad -es simplemente inconcebible. Me niego a dejarme amedrentar por quien quiera que sea este infame dueño.
-Su infame dueño no es cualquier persona -negó su padre con simpleza -es uno de los magnates más grandes de esta generación. Logró hacer un imperio con la empresa que creó mucho más rápido de lo que se creía posible, y eso es solo porque es una figura implacable. Tal vez no me guste su forma de trabajo o lo que está intentando con nosotros, pero no puedo evitar admirarlo por sus logros.
-No es alguien a quien se pueda subestimar, Leonora -negó su madre con el mismo semblante -yo también quiero enfrentarme con todas las armas disponibles, pero este hombre es el adversario más grande al que nos enfrentaremos jamás. Si logramos vencerlo, habremos superado todo.
-El punto es que no deberíamos tener que ocultar lo que nos está haciendo -insistió ella -sus acciones afectarán nuestra vida entera, incluso aquellas esquinas que son personales y privadas. Ni siquiera podrán ir a mi graduación y podríamos perder la herencia del abuelo.
-Debemos hacerlo -le dijo su padre con suavidad -seguiremos el plan que nos ayudará a superar este obstáculo y luego nos aseguraremos de que nunca más suceda algo parecido. Estaremos bien, Leonora.
-Todavía quiero enfrentar a ese tan famoso magnate -afirmó ella con el enojo en todos los poros de su cuerpo -¿quién es? ¿Cuál es su nombre?
Su madre le dio la mano con suavidad y le sonrió con cariño.
-No me gustaría que lo supieras, porque te conozco mi cielo -le dijo su progenitora -sé que tienes una vena impredecible que te hace cometer locuras, pero con una búsqueda en internet puedes conseguir la identidad de este hombre, así que creo que es mejor que solo lo diga. Debes prometer, sin embargo, que no actuarás a nuestras espaldas.
-Lo prometo, mamá -aseguró ella -no arriesgaré la ventaja ni nuestros planes. Solo quiero ponerle un rostro a la persona que recibe todo mi enojo y desagrado.
-Su nombre es Giancarlo Rinaldi -comentó su padre luego de unos segundos -el fundador, magnate y empresario dueño de Future.
-Suena como un nombre que solo tendría un viejo amargado -se burló ella y sus padres se rieron con suavidad.
-No lo sabemos, nunca hemos tenido una conversación real Rinaldi -dijo su madre -pero las malas lenguas hablan de él como un hombre muy apuesto, aunque mujeriego. Al parecer solo se toma en serio los negocios, su vida privada es mucho más ligera e inestable. Claro que, eso es solo lo que la prensa rosa afirma y sabemos bien lo inexacta que puede ser esa clase de información.
-Dudo mucho que eso importe en nuestros objetivos -argumentó su padre -porque es al empresario, al que nos enfrentaremos. Su rostro o su vida privada poco importa.
-No necesariamente -rebatió ella -la información es una herramienta, papá. Es mágico lo que puedes lograr con ella. Imperios fueron derrocados de ese modo.
-O puedes destruirte a ti mismo frente a un enemigo -le dijo su progenitor con firmeza -prometiste que no actuarías por tu cuenta, Leonora. Espero que cumplas con tu palabra, porque no podemos cometer errores y lo sabes.
-Lo sé, no cometeré ningún error -aseguró ella -pero me informaré todo lo que pueda de este tan admirable adversario. Dudo mucho que su fama pueda más que sus errores, y todos los cometemos en algún momento. Es cuestión de saber que tan graves fueron.
-Lo prometiste, Leonora -insistió su madre.
-No voy a hacer nada -soltó ella, pero ya se dirigía de regreso a la oficina de su padre.
Dejó la puerta abierta porque no quería que sus padres pensaran que estaba haciendo planes o peor aún, un complot, pero se sentó en la silla del escritorio. Despejó un poco el espacio de todos los papeles que estaban esparcidos allí y luego encendió el computador para poder concentrarse en la búsqueda de información que necesitaba.
Lo primero que hizo fue abrir una página cualquiera de internet y colocar el nombre del magnate dueño de Future. Las pestañas fueron llenándose de información, pero lo primero que captó su atención fue la sección de fotos que se abría al inicio de cada noticia. Fue casi un golpe de traición darse cuenta de que el hombre al que antagonizaba y que se suponía era el objetivo de todos sus desdeños, no tenía nada que ver con la imagen que se había hecho de él.
Observó atentamente como cada una de las fotos que se mostraban en la pantalla solo revelaban a un hombre alto, musculoso, imponente y realmente guapo. La ropa cambiaba al igual que sus acompañantes, pero su seriedad era una constante. Además, su porte era impresionante, estaba segura de que era alguien que podía intimidar a todas las personas que se cruzaran en su camino con una sola mirada.
Giancarlo Rinaldi, era un completo seductor. Eso era un hecho.
Fue pasando las fotos lentamente notando cada detalle, el nombre de cada evento y miraba su sonrisa como hipnotizada. No podía creer que estuviera reaccionando de ese modo con la simple foto del hombre y sobre todo porque Giancarlo era el hombre que deseaba arruinarlos, pero no podía dejar de sentirse seducida en cada una de las imágenes que veía atentamente. Su pelo color miel y sus ojos que cambiaban de azul a verde según la foto que miraras, era imposible dejar de observarlo.
Fue solo cuando los sonidos de Carmela en el exterior del pasillo la distrajeron que pudo romper el hechizo en el que se encontraba. Con el ceño fruncido cerró por fin la pestaña abierta que solo mostraba imágenes y se dedicó la siguiente hora a leer minuciosamente cada artículo publicado sobre Giancarlo Rinaldi.
Había incontables palabras sobre las impresionantes hazañas empresariales del hombre, lo joven que comenzó su carrera y todo lo que logró en los pocos años antes de que pudiera hacer su primera inversión en la empresa que hoy en día se llamaba Future, la compañía que le pertenecía al hombre. Se mostraba el orgullo de grandes figuras hablando del hombre y lo famoso que era a esas alturas para aquellos que conocían los rostros de la tecnología.
Sin embargo, cada historia tiene un lado oscuro y el de Giancarlo Rinaldi era el de la prensa rosa, al parecer los reporteros de farándula hacían sus sueldos con noticias del hombre. Cada artículo nuevo estaba lleno de relucientes romances, nuevas rupturas y de los testimonios de incontables mujeres que no perdían el tiempo en hablar con rencor del magnate. Obtuvo de allí, muchas teorías que ayudarían infinitamente con sus deseos, pero era imposible comprobar la información que leía. Eso fue una gran decepción para ella.
Intentaba idear una forma de comunicarse con dos o tres de las mujeres de los artículos, aquellas que tenían las historias más prometedoras, pero la llegada de su madre interrumpió ese proceso.
-Leonora, ¿todavía sigues aquí, cariño? -preguntó su madre con calma -¿qué es lo que buscas?
-Ya lo expliqué, mamá -afirmó ella anotando los datos de las tres mujeres -busco una pequeña pieza de información, algo solo un poco oscuro que pueda ser usado en contra de ese Rinaldi.
-Dijiste que no harías una locura -insistió su madre -lo prometiste, Leonora.
-Y no lo haré, de verdad -asintió ella -pero eso no significa que no pueda buscar algo que nos ayude en caso de que las negociaciones sean necesarias. Las cosas que se dicen de ese hombre dejan muy claro que no es alguien a quien desees enfrentarte, así que necesitamos toda la ventaja posible, aunque eso sea sucio de mi parte. No me importa comportarme de ese modo con una persona que quiere quitarme algo que valoro mucho y de lo que depende mi vida.
Su madre le regaló una de esas sonrisas profundas llenas de cariño que le había dado tantas veces a lo largo de su vida antes de acariciar su frente y apartar los mechones de pelo que se le habían encimado en los ojos.
-Siempre he admirado lo apasionada que eres con aquello que quieres, mi niña -le dijo su madre con suavidad -eres leal con quienes te aman y saber reconocer el valor de lo que te rodea. Nunca pudimos darte un hermanito, pero tu padre y yo hicimos un trabajo increíble contigo.
-Lo hicieron -asintió ella antes de abrazar a su madre -pero fue increíble porque ambos son las dos mejores personas. Los mejores padres que alguien podría desear.
-Te amo, mi niña -le dijo su madre con mucha ternura.
-Y yo te amo, mamá -respondió ella y sonrió.
Unos minutos más tarde su progenitora salió de la habitación sin hacer más preguntas sobre el proceso de su investigación y ella se dedicó a almacenar todos los datos que pudiera. Ya tenía la información de las mujeres con las que tenía que hablar, pero justo cuando estaba a punto de cerrar las pestañas que había estado usando, el título de unos de los artículos llamó inmediatamente su atención.
Por la fecha de publicación supo de inmediato que se trataba de un artículo bastante reciente en donde se relataba el testimonio de una mujer madura que afirmaba insistentemente que Rinaldi la había acosado sexualmente hasta el punto en el que la mujer se había desesperado y había acudido a sus guardaespaldas personales. Eso, según la historia, solo había empeorado la situación porque Rinaldi había llegado a límites insospechados para acercarse a ella hasta que el asalto sexual se había hecho realidad.
Sorprendida, continuó leyendo hasta que el final del artículo contaba que la mujer no había presentado cargos más serios debido a las pruebas, que la policía había tachado como circunstanciales y demasiado débiles para presentar un caso real en la corte, por lo que había acudido a la prensa para poder contar su historia. Una búsqueda simple mostró que aquella mujer era la esposa de un renombrado artista, quien la apoyaba firmemente.
LeonoraSin perder el tiempo, guardó toda la información que pudo de la pareja y apagó por fin el computador. Unos segundos más tarde su celular comenzó a sonar con fuerza, por lo que se acercó para atenderlo.“-Leonora, ¿cómo es que todavía no te has dignado a llamarnos? -se escuchó la voz de Anya bastante molesta -te recuerdo que tus mejores amigas siguen preocupadas por tus noticias”.“-Lo sé, mi Ann -respondió ella -pero tuviste razón, en esta ocasión las noticias fueron tan malas como te imaginabas”.Un tenso silencio llenó el espacio en la línea.“-¿Qué es lo que sucede? -preguntó Anya con esa seriedad característica de los abogados -¿tus padres están bien?”.“-Ellos están bien -afirmó ella -al menos físicamente, pero la situación nos tiene bastante presionados hasta ahora. De verdad es complicado”.“-De acuerdo, dejaré un mensaje en la oficina y me comunicaré con Carolina -le indicó su amiga -estaremos allí tan pronto como sea posible. Hablaremos entonces”.“-Está bien -aceptó
LeonoraNo tenía ni idea de qué era lo que estaba haciendo en ese momento, pero lo que sí sabía era que tenía un objetivo fijo y pensaba cumplirlo.Se había levantado esa mañana con una extraña sensación en el estómago, por alguna razón no podía desprenderse de la idea de que debía estar haciendo algo productivo con su tiempo, cualquier cosa que ayudara con la situación de la empresa y familiar. Nada de eso era lo que sentía, la calma de la mañana no había logrado relajarla, por lo que se levantó de la cama sin despertar a sus amigas que parecían profundamente dormidas y se reunió con Carmela en la cocina.La mujer tarareaba mientras preparaba el desayuno y sonrió al verla, le dio algo de comer y luego de varios minutos de contemplación silenciosa, la dejó sola. La misma sensación volvía una y otra vez a su cuerpo, una y otra vez a su mente. Intentó distraerse con todos los métodos posibles sin salir de la casa o causar mucho ruido, pero nada funcionó. Así que, en lugar de quedarse va
LeonoraEstaba sentada en uno de los sillones cuando los sonidos del exterior volvieron a apagarse y supo que Rinaldi debía estar cerca. Se acomodó en el lugar mientras la tensión comenzaba a llenarla, no sabía que podía esperar de ese encuentro, pero estaba preparada para todo.Unos segundos más tarde la puerta de la oficina se abrió y observó como el sequito de Giancarlo entraba en la oficina junto a él sin dejar de hablarle. El hombre respondía con soltura y sin dejarse confundir por las diferentes voces o diversos temas.-Buenas tardes -dijo ella anunciándose frente a la multitud.De pronto, todas las miradas cayeron sobre su cuerpo e intentó cubrir lo intimidada que se sentía en ese instante. Supo que lo había logrado cuando Rinaldi se acercó dos pasos, la miró de arriba abajo lentamente, con una sonrisa que estaba segura les dedicaba a las mujeres con las que se iba a la cama, para finalmente mirarla a los ojos. Su cuerpo se estremeció y se sintió un poco como la combustión espo
LeonoraAl salir de la oficina de Rinaldi se había imaginado que habría un guardia de seguridad en la puerta para escoltarla a la salida, pero eso no sucedió. En el pasillo se encontró solo con un inesperado silencio y cuando regresó a la parte central del piso, todo el mundo continuaba en sus actividades, nadie la miraba más de la cuenta, ni parecían tener una sola idea de lo que había sucedido en la oficina de Rinaldi cinco minutos antes. Sí, había testigos de su llegada, pero no había nadie para verla salir del lugar.Su corazón seguía latiendo acelerado, aunque la adrenalina la abandonaba poco a poco. Sus piernas comenzaron a temblar al igual que sus manos, toda la situación comenzaba a afectarla y no podía permitir que nadie la viera de ese modo en aquella oficina, a pesar de que nadie la miraba específicamente. Sentía los ojos de todos los presentes en su espalda y no estaba segura de que Rinaldi no la estuviera viendo, por lo que se contuvo lo mejor posible.Caminó hasta el pas
LeonoraLos tres abogados restantes actuaron de una forma muy diferente.-No puedo creer que hayamos regalado tanto dinero -comentó la abogada mientras se levantaba de la silla.-Tal vez tú porque eres relativamente nueva -comentó otro de pelo castaño -pero nosotros hemos trabajado en esta empresa por años y puedo asegurarte que esa mujer no se llevó ni la mitad de lo que hemos tenido que entregar a amantes pasadas.-Eso tiene que ser mentira -se burló la abogada con una mezcla de sorpresa e indignación.-No lo es, si no me crees que te lo diga Antón -contestó el castaño mirando al abogado restante.Ella reconoció el nombre de los que había mencionado Rinaldi cuando se había metido a su oficina. Observó al abogado, su porte eficiente, sus ojos azules y esa actitud de ganador que solo obtenías cuando sabías que eras excelente en tu trabajo. No dudaba que lo fuera, pero la imagen que se había hecho de aquel hombre era casi tan degradante como la que tenía del mismo Rinaldi, ellos debían
Leonora La ocasión perfecta que había necesitado se presentó como una casualidad. Su padre había recibido un correo de su asistente personal, quien le daba los detalles de una cena que estaba ofreciendo TecnoInventos, una de las empresas de tecnologías que esperaban creciera con la promesa de buenas ganancias y buenos productos. Al parecer, todo el mundo tenía la esperanza de que esa compañía tuviera un crecimiento como el de Future, y los inversionistas estaban fuera de control. Todo el mundo deseaba una invitación para la cena de esa noche, las buscaban desesperados y ellos que la tenían no iban a asistir. O al menos esa era la planificación de su padre, pero si alguien pedía su opinión, estaba totalmente en desacuerdo. Su padre rechazaba el evento debido a la publicidad y todas las fotos que recibirían, pero ella sabía que Rinaldi estaría allí. Nadie del mundo de la tecnología faltaría esa noche, por lo que era imperativo que ella asistiera a esa cena. -Papá, tenemos que ir a esa
LeonoraElla se congeló un segundo buscando el origen de la voz hasta que lo vio recostado de la pared cercana al baño.-¿Y por qué tendría que escuchar las órdenes de alguien como tú? -preguntó ella con burla -creo que mi respuesta fue los suficientemente vaga para no ser considerada un hecho.-¿Por qué otra razón te tomarías la molestia de acercarte a mi mesa para llamar mi atención? -preguntó él en el mismo tono, acercándose lentamente como un cazador -¿o es que solo te agrada cuando estás allanando un espacio privado?-Oh claro, porque una mujer solo se acercaría para llamar tu atención intentando seducirte -volvió a burlarse ella con la misma fuerza -eso es bastante decepcionante, señor Rinaldi.-Pero no por eso menos real -rebatió él con tanta simpleza que estuvo segura de que las mujeres solían comportarse de ese modo a su alrededor.-Por si no ha quedado claro, ese no es mi caso -negó ella con firmeza y postrándose frente aquel hombre -solo estoy aquí para continuar con nuestr
LeonoraRegresar a la oficina de Rinaldi, era como volver al lugar donde aquella interesante aventura había iniciado. Desde su confrontación inicial, hasta el segundo en el que había logrado conseguir la información, que en ese momento le daba la oportunidad de ganarle la partida al gran Giancarlo, junto a la extraña seducción en la sala vacía de la cena formal, todos sus movimientos parecían haberla llevado a ese crucial instante.Anya había acordado acompañarla luego de llegar a casa, transcurrida la cena, y contarles todo lo que había sucedido con Rinaldi a sus amigas. Por alguna razón se había guardado los detalles de la seducción y los tratos sensuales que parecían ser inevitables entre ellos, porque no quería que imaginaran algo que no estaba sucediendo en realidad. Tenía la esperanza de que esa reunión fuera tan formal como se merecía y no deseaba que fuera diferente.Su mejor amiga había acordado que se presentaría junto a ella en calidad de representante legal, un detalle que