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3. Búsqueda de información

Leonora

Unas horas más tarde de que las nuevas noticias fueran lentamente procesadas por su mente, dejó a sus padres calmarse un poco tomando el almuerzo delicioso que les hizo Carmela. Ella se mantuvo en la oficina por lo que pareció una eternidad mientras intentaba que su enojo no se saliera de control. Ahora que comprendía que su familia estaba siendo estafada, le molestaba que una persona con poder pudiera creer que podía aprovecharse de ellos del modo en el que Future lo intentaba.

El plan que su padre deseaba seguir era reconfortante, pero al mismo tiempo comprendía lo que todos estaban arriesgando en esas instancias. La situación era difícil y estaba llena de baches en los que todos podían perder lo que estaban defendiendo. Sin embargo, ella tampoco iba a dejarse vencer por una empresa que consideraba correcto lo que estaban haciendo, primero lucharía con todo lo que pudiera antes de aceptar la derrota.

Caminó hasta el comedor para poder encontrarse con sus padres y Carmela, se sentó en una de las sillas sin decir una palabra, pero las dudas iban creciendo en su mente como una marea.

-Papá, ¿sabemos quién está controlando los movimientos de Future? -preguntó ella interrumpiendo la conversación en la habitación.

Carmela pareció notar la seriedad con la que ella estaba hablando, por lo que solo se retiró del lugar.

-Se supone que la junta central de la empresa es la que decide lo que sucede -explicó su padre con una mueca -ellos serían los responsables por los financiamientos y el desarrollo de los proyectos de la empresa…

-Pero, aunque Future tenga una junta central, esta carece de la autoridad de la que goza su dueño -interrumpió su madre con seriedad -es sabido que Future es controlada casi exclusivamente por su fundador.

-¿Y cuál es el nombre de este desconocido? -preguntó ella entonces -¿cómo es que no lo tenemos?

-Lo tenemos -afirmó su madre -pero no podemos enfrentar directamente a este hombre, Leonora. Sería un caso de difamación acusarlo de intentar comprar IA Artist de manera forzosa, la prensa nos comería vivos y perderíamos toda nuestra ventaja.

-La prensa también los atacaría por sus acciones -rebatió ella con enojo.

-Tal vez, pero a las multitudes les encantan las desgracias ajenas -argumentó su padre con firmeza -a decir verdad, serán más cuestionable nuestras acusaciones que las acciones de Future a los ojos del mundo. Y aunque sea terrible de considerar, esa es la realidad hija mía. No podemos enfrentarnos a Future de ese modo porque perderíamos.

-¿Cómo es que nosotros, siendo las víctimas, debemos cuidarnos más que la empresa que nos ataca? -preguntó ella con incredulidad -es simplemente inconcebible. Me niego a dejarme amedrentar por quien quiera que sea este infame dueño.

-Su infame dueño no es cualquier persona -negó su padre con simpleza -es uno de los magnates más grandes de esta generación. Logró hacer un imperio con la empresa que creó mucho más rápido de lo que se creía posible, y eso es solo porque es una figura implacable. Tal vez no me guste su forma de trabajo o lo que está intentando con nosotros, pero no puedo evitar admirarlo por sus logros.

-No es alguien a quien se pueda subestimar, Leonora -negó su madre con el mismo semblante -yo también quiero enfrentarme con todas las armas disponibles, pero este hombre es el adversario más grande al que nos enfrentaremos jamás. Si logramos vencerlo, habremos superado todo.

-El punto es que no deberíamos tener que ocultar lo que nos está haciendo -insistió ella -sus acciones afectarán nuestra vida entera, incluso aquellas esquinas que son personales y privadas. Ni siquiera podrán ir a mi graduación y podríamos perder la herencia del abuelo.

-Debemos hacerlo -le dijo su padre con suavidad -seguiremos el plan que nos ayudará a superar este obstáculo y luego nos aseguraremos de que nunca más suceda algo parecido. Estaremos bien, Leonora.

-Todavía quiero enfrentar a ese tan famoso magnate -afirmó ella con el enojo en todos los poros de su cuerpo -¿quién es? ¿Cuál es su nombre?

Su madre le dio la mano con suavidad y le sonrió con cariño.

-No me gustaría que lo supieras, porque te conozco mi cielo -le dijo su progenitora -sé que tienes una vena impredecible que te hace cometer locuras, pero con una búsqueda en internet puedes conseguir la identidad de este hombre, así que creo que es mejor que solo lo diga. Debes prometer, sin embargo, que no actuarás a nuestras espaldas.

-Lo prometo, mamá -aseguró ella -no arriesgaré la ventaja ni nuestros planes. Solo quiero ponerle un rostro a la persona que recibe todo mi enojo y desagrado.

-Su nombre es Giancarlo Rinaldi -comentó su padre luego de unos segundos -el fundador, magnate y empresario dueño de Future.

-Suena como un nombre que solo tendría un viejo amargado -se burló ella y sus padres se rieron con suavidad.

-No lo sabemos, nunca hemos tenido una conversación real Rinaldi -dijo su madre -pero las malas lenguas hablan de él como un hombre muy apuesto, aunque mujeriego. Al parecer solo se toma en serio los negocios, su vida privada es mucho más ligera e inestable. Claro que, eso es solo lo que la prensa rosa afirma y sabemos bien lo inexacta que puede ser esa clase de información.

-Dudo mucho que eso importe en nuestros objetivos -argumentó su padre -porque es al empresario, al que nos enfrentaremos. Su rostro o su vida privada poco importa.

-No necesariamente -rebatió ella -la información es una herramienta, papá. Es mágico lo que puedes lograr con ella. Imperios fueron derrocados de ese modo.

-O puedes destruirte a ti mismo frente a un enemigo -le dijo su progenitor con firmeza -prometiste que no actuarías por tu cuenta, Leonora. Espero que cumplas con tu palabra, porque no podemos cometer errores y lo sabes.

-Lo sé, no cometeré ningún error -aseguró ella -pero me informaré todo lo que pueda de este tan admirable adversario. Dudo mucho que su fama pueda más que sus errores, y todos los cometemos en algún momento. Es cuestión de saber que tan graves fueron.

-Lo prometiste, Leonora -insistió su madre.

-No voy a hacer nada -soltó ella, pero ya se dirigía de regreso a la oficina de su padre.

Dejó la puerta abierta porque no quería que sus padres pensaran que estaba haciendo planes o peor aún, un complot, pero se sentó en la silla del escritorio. Despejó un poco el espacio de todos los papeles que estaban esparcidos allí y luego encendió el computador para poder concentrarse en la búsqueda de información que necesitaba.

Lo primero que hizo fue abrir una página cualquiera de internet y colocar el nombre del magnate dueño de Future. Las pestañas fueron llenándose de información, pero lo primero que captó su atención fue la sección de fotos que se abría al inicio de cada noticia. Fue casi un golpe de traición darse cuenta de que el hombre al que antagonizaba y que se suponía era el objetivo de todos sus desdeños, no tenía nada que ver con la imagen que se había hecho de él.

Observó atentamente como cada una de las fotos que se mostraban en la pantalla solo revelaban a un hombre alto, musculoso, imponente y realmente guapo. La ropa cambiaba al igual que sus acompañantes, pero su seriedad era una constante. Además, su porte era impresionante, estaba segura de que era alguien que podía intimidar a todas las personas que se cruzaran en su camino con una sola mirada.

Giancarlo Rinaldi, era un completo seductor. Eso era un hecho.

Fue pasando las fotos lentamente notando cada detalle, el nombre de cada evento y miraba su sonrisa como hipnotizada. No podía creer que estuviera reaccionando de ese modo con la simple foto del hombre y sobre todo porque Giancarlo era el hombre que deseaba arruinarlos, pero no podía dejar de sentirse seducida en cada una de las imágenes que veía atentamente. Su pelo color miel y sus ojos que cambiaban de azul a verde según la foto que miraras, era imposible dejar de observarlo.

Fue solo cuando los sonidos de Carmela en el exterior del pasillo la distrajeron que pudo romper el hechizo en el que se encontraba. Con el ceño fruncido cerró por fin la pestaña abierta que solo mostraba imágenes y se dedicó la siguiente hora a leer minuciosamente cada artículo publicado sobre Giancarlo Rinaldi.

Había incontables palabras sobre las impresionantes hazañas empresariales del hombre, lo joven que comenzó su carrera y todo lo que logró en los pocos años antes de que pudiera hacer su primera inversión en la empresa que hoy en día se llamaba Future, la compañía que le pertenecía al hombre. Se mostraba el orgullo de grandes figuras hablando del hombre y lo famoso que era a esas alturas para aquellos que conocían los rostros de la tecnología.

Sin embargo, cada historia tiene un lado oscuro y el de Giancarlo Rinaldi era el de la prensa rosa, al parecer los reporteros de farándula hacían sus sueldos con noticias del hombre. Cada artículo nuevo estaba lleno de relucientes romances, nuevas rupturas y de los testimonios de incontables mujeres que no perdían el tiempo en hablar con rencor del magnate. Obtuvo de allí, muchas teorías que ayudarían infinitamente con sus deseos, pero era imposible comprobar la información que leía. Eso fue una gran decepción para ella.

Intentaba idear una forma de comunicarse con dos o tres de las mujeres de los artículos, aquellas que tenían las historias más prometedoras, pero la llegada de su madre interrumpió ese proceso.

-Leonora, ¿todavía sigues aquí, cariño? -preguntó su madre con calma -¿qué es lo que buscas?

-Ya lo expliqué, mamá -afirmó ella anotando los datos de las tres mujeres -busco una pequeña pieza de información, algo solo un poco oscuro que pueda ser usado en contra de ese Rinaldi.

-Dijiste que no harías una locura -insistió su madre -lo prometiste, Leonora.

-Y no lo haré, de verdad -asintió ella -pero eso no significa que no pueda buscar algo que nos ayude en caso de que las negociaciones sean necesarias. Las cosas que se dicen de ese hombre dejan muy claro que no es alguien a quien desees enfrentarte, así que necesitamos toda la ventaja posible, aunque eso sea sucio de mi parte. No me importa comportarme de ese modo con una persona que quiere quitarme algo que valoro mucho y de lo que depende mi vida.

Su madre le regaló una de esas sonrisas profundas llenas de cariño que le había dado tantas veces a lo largo de su vida antes de acariciar su frente y apartar los mechones de pelo que se le habían encimado en los ojos.

-Siempre he admirado lo apasionada que eres con aquello que quieres, mi niña -le dijo su madre con suavidad -eres leal con quienes te aman y saber reconocer el valor de lo que te rodea. Nunca pudimos darte un hermanito, pero tu padre y yo hicimos un trabajo increíble contigo.

-Lo hicieron -asintió ella antes de abrazar a su madre -pero fue increíble porque ambos son las dos mejores personas. Los mejores padres que alguien podría desear.

-Te amo, mi niña -le dijo su madre con mucha ternura.

-Y yo te amo, mamá -respondió ella y sonrió.

Unos minutos más tarde su progenitora salió de la habitación sin hacer más preguntas sobre el proceso de su investigación y ella se dedicó a almacenar todos los datos que pudiera. Ya tenía la información de las mujeres con las que tenía que hablar, pero justo cuando estaba a punto de cerrar las pestañas que había estado usando, el título de unos de los artículos llamó inmediatamente su atención.

Por la fecha de publicación supo de inmediato que se trataba de un artículo bastante reciente en donde se relataba el testimonio de una mujer madura que afirmaba insistentemente que Rinaldi la había acosado sexualmente hasta el punto en el que la mujer se había desesperado y había acudido a sus guardaespaldas personales. Eso, según la historia, solo había empeorado la situación porque Rinaldi había llegado a límites insospechados para acercarse a ella hasta que el asalto sexual se había hecho realidad.

Sorprendida, continuó leyendo hasta que el final del artículo contaba que la mujer no había presentado cargos más serios debido a las pruebas, que la policía había tachado como circunstanciales y demasiado débiles para presentar un caso real en la corte, por lo que había acudido a la prensa para poder contar su historia. Una búsqueda simple mostró que aquella mujer era la esposa de un renombrado artista, quien la apoyaba firmemente.

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