Leonora
Sin perder el tiempo, guardó toda la información que pudo de la pareja y apagó por fin el computador. Unos segundos más tarde su celular comenzó a sonar con fuerza, por lo que se acercó para atenderlo.
“-Leonora, ¿cómo es que todavía no te has dignado a llamarnos? -se escuchó la voz de Anya bastante molesta -te recuerdo que tus mejores amigas siguen preocupadas por tus noticias”.
“-Lo sé, mi Ann -respondió ella -pero tuviste razón, en esta ocasión las noticias fueron tan malas como te imaginabas”.
Un tenso silencio llenó el espacio en la línea.
“-¿Qué es lo que sucede? -preguntó Anya con esa seriedad característica de los abogados -¿tus padres están bien?”.
“-Ellos están bien -afirmó ella -al menos físicamente, pero la situación nos tiene bastante presionados hasta ahora. De verdad es complicado”.
“-De acuerdo, dejaré un mensaje en la oficina y me comunicaré con Carolina -le indicó su amiga -estaremos allí tan pronto como sea posible. Hablaremos entonces”.
“-Está bien -aceptó ella con un suspiro -y gracias por el apoyo”.
“-Ni siquiera lo digas, Nora -le respondió Anya -siempre estaremos para ti, eso es lo que hacen las amigas”.
Unos segundos más tarde, ella colgó una con sonrisa. Se alegrada de que sus amigas fueran a verla, sinceramente necesitaba el apoyo y deseaba hacerle un millón de preguntas a ambas sobre toda la situación que estaba viviendo con sus padres.
Se levantó por fin de la silla y se dirigió al exterior para buscar a sus padres. Los encontró en la sala de lectura, su madre bebía de una de sus copas mientras su padre tenía un vaso corto en la mano al mismo tiempo que jugaba con un puro en la otra. Ambos se voltearon a verla en el segundo en el que entró en la habitación, por lo que ella se dirigió al bar para servirse una copa de lo que tomaba su madre antes de sentarse.
-Anya y Carolina vienen en camino -anunció al sentarse cerca de su madre -ambas estuvieron preguntando lo que sucedía desde que recibí tu mensaje, mamá. Les dije que algo malo estaba pasando, espero que no sea un problema.
-Por supuesto que no -negó su padre con una sonrisa -tienes buenas amigas, leales. Estoy seguro de que serán un apoyo y tal vez Anya pueda ayudarnos un poco con consejos legales, es una abogada brillante.
-Ya lo había pensado -sonrió a su padre -así como pensé en pedirle consejo a Carolina sobre cómo llevar toda la situación de la prensa y de ser necesario como enfrentar la atención que recibiríamos.
-Eso es muy bueno, mi niña -aseguró su madre -me alegra que Ani y Caro vengan a vernos.
Ani y Caro eran los sobrenombres que usaban sus padres para nombrar a sus amigas. Los años que tenían siendo amigas y su cercana relación, las habían hecho las consentidas de sus padres, algo que ellas adoraban. Muchas visitas y reuniones les había dado la confianza para poder hablar con sus progenitores, tratarlos casi como si se trataran de sus propios padres. A su madre le encantaba tenerlas allí y por eso siempre les preparaba sorpresas.
-A ellas les encantará verlos -aseguró ella con una sonrisa.
-Iré a decirle a Carmela para prepararles algo delicioso -indicó su madre dejando la copa en la mesa -sé que se emocionarán.
Ella sonrió mientras veía a su madre alejarse y luego se volteó hacia su padre.
-A veces creo que mamá consiente más a mis amigas que a mí -se burló ella.
-No hay nadie que reciba el trato que tu recibes de tu madre -comentó su padre bebiendo de su trago -ni siquiera yo. Eres la favorita, sin dudas.
Ella no pudo evitar reír con suavidad, porque lo sabía. Leonora era la favorita de sus padres, ya que la amaban y porque a pesar de sus muchos intentos, el único embarazo que había resultado a lo largo de los años había sido el de ella. Ser la niña milagro la había vuelto bastante preciada para sus padres y era por eso que había crecido un poco malcriada, pero los recuerdos que tenía de su niñez eran maravillosos.
Transcurrieron unos minutos silenciosos en los que solos disfrutó de la compañía reconfortante de su padre hasta que los ruidos en la cocina llamaron su atención. Unos minutos más tarde su celular comenzó a sonar con insistencia, por lo que supo que sus amigas debían estar bastante cerca. Revisó los mensajes en el grupo en el que las tres escribían y no pudo evitar reír con fuerza, sus amigas eran hilarantes.
Anya: Vamos en camino, habríamos llegado hace bastante tiempo de no ser porque Carolina hizo una maleta soñando que se iba de vacaciones, no entiendo como alguien puede llevar tantas cosas. Juro por dios que es más grande que el bolso que usé para mudarme.
Carolina: Para ser una seria abogada tienes una vena dramática bastante grande. Solo hice una pequeña maleta porque no sabíamos cuantos días íbamos a quedarnos.
Leonora: Conozco esas pequeñas maletas y creo que puedo confiar en Anya con este asunto. Necesitas priorizar mejor tus cosas.
Carolina: Yo sé cuáles son mis prioridades, y no voy a excusarme con ustedes, no lo necesito. En cuanto lleguemos, tendré a mamá Miriam para defenderme de ustedes dos.
Anya: No va a defenderte de Nora, así que deja de llorar y reconoce tus problemas.
Carolina: Juro que, si esto no fuera una emergencia, te obligaría a dar media vuelta y me largaría. Prepárate para recibir a la abogada Anya, ya tiene puesta la máscara. Solo espero que la que usa nuestra amable y agradable amiga no se le haya quedado en casa.
Leonora: Ustedes dos tienen un humor bastante extraño. Mamá ya les está preparando algo para comer, así que no duden de un buen recibimiento.
Anya: No era necesario, sobre todo si la situación es tan complicada como nos dijiste. No vamos para molestar, queremos ayudar.
Leonora: Lo saben, pero ya conoces a mamá. Papá, está esperando por ti, quiere hacerte lo que él llama, preguntas legales. Así que, me alegra que hayas traído a la abogada. Te necesitamos.
Anya: Por supuesto, mi Nora. Ya estamos llegando.
Solo tuvo que esperar unos minutos para escuchar la llamada de seguridad desde la cocina y el permiso de entrada que recibieron sus amigas. Unos segundos más tarde se acercó a la puerta para ver como Anya se estacionaba y sus amigas se bajaban del auto. Las saludó con cariño antes de que su madre saliera de la casa con una sonrisa brillante para abrazar a sus amigas como siempre hacía, luego las llevó al interior sin dilaciones.
Los saludos fueron efusivos y su padre se unió en esa ocasión, por lo que luego se dirigieron a la sala de lectura en conversaciones diversas. Su madre sirvió las cosas que había estado cocinando mientras sus amigas eran atendidas. Lentamente el ambiente se fue calmando hasta que el silencio se abrió paso y los rostros se volvieron serios.
-¿Qué es lo que sucede? -preguntó Anya con su porte profesional.
Y fue de ese modo que su familia y ella, se dedicaron a contarles a sus amigas lo que estaba pasando con la empresa. Sus amigas escucharon la historia con atención y se sorprendieron al conocer la situación. Anya de inmediato respondió las preguntas que su padre le hizo y ofreció buenos consejos que fueron de ayuda en la planificación de las situaciones futuras, aunque tampoco recomendaba una confrontación directa. Carolina, por otro lado, recomendó un acercamiento a la prensa.
-Eso es exactamente lo contrario que nuestro departamento legal nos recomendó hacer -comentó su madre.
-Sí, ese consejo, desde el punto de vista legal, no es muy bueno -convino Anya con una mueca.
-Tal vez desde el punto de vista legal -aceptó Carolina -pero desde el punto de vista de publicidad y prensa, existe una ventaja real en ser el primero en contar la historia. Puedes usar las versiones que quieras y los cambios que desees, sobre todo porque la gente te creerá. La persona que desee contradecir tus palabras necesitará pruebas reales, algo que en este caso no sucederá sin confesar el crimen.
-Eso es bueno, ¿no? -ofreció ella -podemos usarlo en nuestro favor.
-Es bueno, sí -aceptó Anya -pero me preocupa lo que sucedería si Future quisiera usar toda su influencia en contra de IA Artist. No es un enemigo sencillo.
-Ellos son los que quieren golpearnos -se defendió ella con enojo -o más acertadamente, ese hombre.
-¿Ese hombre? -preguntó Carolina con confusión.
Sin embargo, no pudo responder sin preocupar a sus padres, por lo que dejó pasar la pregunta y solo continuó la conversación.
Unas horas más tarde se encontraba con sus amigas en la privacidad de su habitación, estaban acomodándose para dormir, así que se sintió como el mejor momento para comentar toda la información que había conseguido y decirle a alguien lo que estaba planeando hacer. Tal vez sus amigas le dijeran que estaba haciendo lo correcto, o la persuadirían de lo contrario, no importaba mientras pudiera contar con su apoyo.
-Giancarlo Rinaldi es el dueño, fundador y director de Future -soltó ella sin demasiado contexto -él es el hombre del que hablaba. Es él quien está detrás de las acciones contra nuestra compañía.
-¿Por qué no lo acusas? -preguntó Carolina acercándose a ella -eso sería mucho más sencillo.
-Porque no hay pruebas de que sea él, detrás de la cortina de humo de la junta y directivos de la compañía, ¿cierto? -preguntó Anya con una mirada inteligente.
-Es exactamente por eso -admitió ella -el departamento legal de IA Artist no recomienda esa opción, pero mi madre dijo que quien controla Future es ese hombre, nadie más posee ese tipo de control.
-¿Y no crees que podamos conseguir pruebas de eso? -inquirió Anya.
-No lo creo -negó ella -probablemente el hombre se cuida muy bien las espaldas. Tiene toda una vida creando una compañía multimillonaria y hasta ahora le ha ido de maravilla, dudo mucho que una persona que haya llegado tan lejos, sea descuidada con los detalles. Mucho menos con la información que puede incriminarlo.
-Probablemente sea complicado de conseguir -insistió Anya -pero nadie es ineludible, Nora. Si esa información existe, creo que podríamos conseguirla.
-Si ese es un curso de acción, es algo que jamás debe saber la prensa -advirtió Carolina -no hay nada peor para la publicidad, que una empresa que no posee moral. La confianza de sus clientes se iría por el caño junto a su reputación y las pérdidas que eso podría ocasionar serían el final de IA Artist. Future conseguiría su objetivo sin seguir esforzándose en sus movimientos turbios.
Con un suspiro ella se recostó en su cama y observó los rostros de sus amigas.
-Deberíamos considerar mejor todas las opciones con la cabeza fría -comentó Anya minutos más tarde -vayamos a descansar y mañana continuamos con todo esto. Al final, ganaremos la batalla mi Nora, nadie les quitará IA Artist, eso lo prometo.
-Gracias, mi Ann -soltó ella con una sonrisa.
Unos segundos más tarde, estaban sumidas en la oscuridad de su habitación con la iluminación de las pantallas de sus celulares. Nadie hablaba, solo se escuchaban los pequeños movimientos.
-Tal vez este Giancarlo sea una amenaza, un líder dictador y un asco de persona -comentó Carolina con una risa pícara -pero su rostro es el de un ángel. El tipo está como quiere, por dios.
-Creí que era la única que lo pensaba -se unió Anya con una sonrisa -lástima que sus elecciones sean cuestionables y debamos destruirlo.
Se rieron con suavidad.
-Ustedes no fueron las únicas en ver sus fotos -ofreció ella -y concuerdo con todas las opiniones.
Las risas se escucharon con más fuerza y el ánimo regresó a su cuerpo para darle fuerzas. El apoyo de sus amigas era lo que había necesitado.
LeonoraNo tenía ni idea de qué era lo que estaba haciendo en ese momento, pero lo que sí sabía era que tenía un objetivo fijo y pensaba cumplirlo.Se había levantado esa mañana con una extraña sensación en el estómago, por alguna razón no podía desprenderse de la idea de que debía estar haciendo algo productivo con su tiempo, cualquier cosa que ayudara con la situación de la empresa y familiar. Nada de eso era lo que sentía, la calma de la mañana no había logrado relajarla, por lo que se levantó de la cama sin despertar a sus amigas que parecían profundamente dormidas y se reunió con Carmela en la cocina.La mujer tarareaba mientras preparaba el desayuno y sonrió al verla, le dio algo de comer y luego de varios minutos de contemplación silenciosa, la dejó sola. La misma sensación volvía una y otra vez a su cuerpo, una y otra vez a su mente. Intentó distraerse con todos los métodos posibles sin salir de la casa o causar mucho ruido, pero nada funcionó. Así que, en lugar de quedarse va
LeonoraEstaba sentada en uno de los sillones cuando los sonidos del exterior volvieron a apagarse y supo que Rinaldi debía estar cerca. Se acomodó en el lugar mientras la tensión comenzaba a llenarla, no sabía que podía esperar de ese encuentro, pero estaba preparada para todo.Unos segundos más tarde la puerta de la oficina se abrió y observó como el sequito de Giancarlo entraba en la oficina junto a él sin dejar de hablarle. El hombre respondía con soltura y sin dejarse confundir por las diferentes voces o diversos temas.-Buenas tardes -dijo ella anunciándose frente a la multitud.De pronto, todas las miradas cayeron sobre su cuerpo e intentó cubrir lo intimidada que se sentía en ese instante. Supo que lo había logrado cuando Rinaldi se acercó dos pasos, la miró de arriba abajo lentamente, con una sonrisa que estaba segura les dedicaba a las mujeres con las que se iba a la cama, para finalmente mirarla a los ojos. Su cuerpo se estremeció y se sintió un poco como la combustión espo
LeonoraAl salir de la oficina de Rinaldi se había imaginado que habría un guardia de seguridad en la puerta para escoltarla a la salida, pero eso no sucedió. En el pasillo se encontró solo con un inesperado silencio y cuando regresó a la parte central del piso, todo el mundo continuaba en sus actividades, nadie la miraba más de la cuenta, ni parecían tener una sola idea de lo que había sucedido en la oficina de Rinaldi cinco minutos antes. Sí, había testigos de su llegada, pero no había nadie para verla salir del lugar.Su corazón seguía latiendo acelerado, aunque la adrenalina la abandonaba poco a poco. Sus piernas comenzaron a temblar al igual que sus manos, toda la situación comenzaba a afectarla y no podía permitir que nadie la viera de ese modo en aquella oficina, a pesar de que nadie la miraba específicamente. Sentía los ojos de todos los presentes en su espalda y no estaba segura de que Rinaldi no la estuviera viendo, por lo que se contuvo lo mejor posible.Caminó hasta el pas
LeonoraLos tres abogados restantes actuaron de una forma muy diferente.-No puedo creer que hayamos regalado tanto dinero -comentó la abogada mientras se levantaba de la silla.-Tal vez tú porque eres relativamente nueva -comentó otro de pelo castaño -pero nosotros hemos trabajado en esta empresa por años y puedo asegurarte que esa mujer no se llevó ni la mitad de lo que hemos tenido que entregar a amantes pasadas.-Eso tiene que ser mentira -se burló la abogada con una mezcla de sorpresa e indignación.-No lo es, si no me crees que te lo diga Antón -contestó el castaño mirando al abogado restante.Ella reconoció el nombre de los que había mencionado Rinaldi cuando se había metido a su oficina. Observó al abogado, su porte eficiente, sus ojos azules y esa actitud de ganador que solo obtenías cuando sabías que eras excelente en tu trabajo. No dudaba que lo fuera, pero la imagen que se había hecho de aquel hombre era casi tan degradante como la que tenía del mismo Rinaldi, ellos debían
Leonora La ocasión perfecta que había necesitado se presentó como una casualidad. Su padre había recibido un correo de su asistente personal, quien le daba los detalles de una cena que estaba ofreciendo TecnoInventos, una de las empresas de tecnologías que esperaban creciera con la promesa de buenas ganancias y buenos productos. Al parecer, todo el mundo tenía la esperanza de que esa compañía tuviera un crecimiento como el de Future, y los inversionistas estaban fuera de control. Todo el mundo deseaba una invitación para la cena de esa noche, las buscaban desesperados y ellos que la tenían no iban a asistir. O al menos esa era la planificación de su padre, pero si alguien pedía su opinión, estaba totalmente en desacuerdo. Su padre rechazaba el evento debido a la publicidad y todas las fotos que recibirían, pero ella sabía que Rinaldi estaría allí. Nadie del mundo de la tecnología faltaría esa noche, por lo que era imperativo que ella asistiera a esa cena. -Papá, tenemos que ir a esa
LeonoraElla se congeló un segundo buscando el origen de la voz hasta que lo vio recostado de la pared cercana al baño.-¿Y por qué tendría que escuchar las órdenes de alguien como tú? -preguntó ella con burla -creo que mi respuesta fue los suficientemente vaga para no ser considerada un hecho.-¿Por qué otra razón te tomarías la molestia de acercarte a mi mesa para llamar mi atención? -preguntó él en el mismo tono, acercándose lentamente como un cazador -¿o es que solo te agrada cuando estás allanando un espacio privado?-Oh claro, porque una mujer solo se acercaría para llamar tu atención intentando seducirte -volvió a burlarse ella con la misma fuerza -eso es bastante decepcionante, señor Rinaldi.-Pero no por eso menos real -rebatió él con tanta simpleza que estuvo segura de que las mujeres solían comportarse de ese modo a su alrededor.-Por si no ha quedado claro, ese no es mi caso -negó ella con firmeza y postrándose frente aquel hombre -solo estoy aquí para continuar con nuestr
LeonoraRegresar a la oficina de Rinaldi, era como volver al lugar donde aquella interesante aventura había iniciado. Desde su confrontación inicial, hasta el segundo en el que había logrado conseguir la información, que en ese momento le daba la oportunidad de ganarle la partida al gran Giancarlo, junto a la extraña seducción en la sala vacía de la cena formal, todos sus movimientos parecían haberla llevado a ese crucial instante.Anya había acordado acompañarla luego de llegar a casa, transcurrida la cena, y contarles todo lo que había sucedido con Rinaldi a sus amigas. Por alguna razón se había guardado los detalles de la seducción y los tratos sensuales que parecían ser inevitables entre ellos, porque no quería que imaginaran algo que no estaba sucediendo en realidad. Tenía la esperanza de que esa reunión fuera tan formal como se merecía y no deseaba que fuera diferente.Su mejor amiga había acordado que se presentaría junto a ella en calidad de representante legal, un detalle que
GiancarloNo podía creer que estaba en una reunión de cesión de acciones, que estaba doblegando sus deseos para poder complacer a una mujer que solo había visto tres veces en su vida, contando el encuentro de ese día. Nunca antes había recapitulado sobre algo que deseara y jamás lo hubiera hecho con IA Artist, de no ser por Leonora Balboa. No comprendía como era que solo con unas palabras y una muestra de mucha voluntad, aquella mujer había logrado lo que nadie antes.No solo había detenido sus acciones, estaba dejando ir una de las empresas más importantes y valiosas que había tenido en sus manos. La confusión lo había golpeado en primera instancia, luego había intentado pelear por lo que intentaba lograr y al final había tenido que confesar sus verdaderas intenciones a pesar de que ella no lo había escuchado, no había logrado convencerla de que lo que buscaba era algo bueno.Y como si eso no fuera suficiente burla en su vida contra sus más firmes creencias, se había distraído en es