LeonoraRegresar a la oficina de Rinaldi, era como volver al lugar donde aquella interesante aventura había iniciado. Desde su confrontación inicial, hasta el segundo en el que había logrado conseguir la información, que en ese momento le daba la oportunidad de ganarle la partida al gran Giancarlo, junto a la extraña seducción en la sala vacía de la cena formal, todos sus movimientos parecían haberla llevado a ese crucial instante.Anya había acordado acompañarla luego de llegar a casa, transcurrida la cena, y contarles todo lo que había sucedido con Rinaldi a sus amigas. Por alguna razón se había guardado los detalles de la seducción y los tratos sensuales que parecían ser inevitables entre ellos, porque no quería que imaginaran algo que no estaba sucediendo en realidad. Tenía la esperanza de que esa reunión fuera tan formal como se merecía y no deseaba que fuera diferente.Su mejor amiga había acordado que se presentaría junto a ella en calidad de representante legal, un detalle que
GiancarloNo podía creer que estaba en una reunión de cesión de acciones, que estaba doblegando sus deseos para poder complacer a una mujer que solo había visto tres veces en su vida, contando el encuentro de ese día. Nunca antes había recapitulado sobre algo que deseara y jamás lo hubiera hecho con IA Artist, de no ser por Leonora Balboa. No comprendía como era que solo con unas palabras y una muestra de mucha voluntad, aquella mujer había logrado lo que nadie antes.No solo había detenido sus acciones, estaba dejando ir una de las empresas más importantes y valiosas que había tenido en sus manos. La confusión lo había golpeado en primera instancia, luego había intentado pelear por lo que intentaba lograr y al final había tenido que confesar sus verdaderas intenciones a pesar de que ella no lo había escuchado, no había logrado convencerla de que lo que buscaba era algo bueno.Y como si eso no fuera suficiente burla en su vida contra sus más firmes creencias, se había distraído en es
LeonoraSus padres la miraban como si les acabara de decir que se había convertido en criminal y la lista de sus víctimas fuera más larga que la de Richard Ramírez o Ted Bundy. Los ojos de ambos estaban abiertos de par en par, su madre había perdido el color de su rostro, su padre cerraba los puños como si quisiera romper algo en su oficina y ninguno respiraba, era como si el tiempo se hubiera detenido indefinidamente.Esperó unos segundos en el completo silencio de la habitación, anhelando por alguna reacción, incluso aunque se tratara de un grito, era mejor que aguardar por algo que no sucedía. Su corazón estaba acelerado, sus piernas perdían la fuerza intermitentemente y su garganta estaba tan seca que no hubiera podido pronunciar una sola palabra de haberlo intentando. Su completa atención estaba sobre la respuesta de sus padres.-¿Qué fue lo que hiciste, Leonora Margarita Balboa? -rugió su padre entonces levantándose del mueble en el que se sentaba al lado de su madre -no creo qu
LeonoraLlegaron a la casa, o mejor dicho mansión, de Rinaldi más rápido de lo que imaginaba. El GPS las ayudó con facilidad por lo que pronto estuvieron siendo admitidas en la entrada del lugar. Los guardias de seguridad eran amables, y cuando pasaron el inmenso portón de metal se sintió como si estuvieran metiéndose en la boca del lobo por voluntad propia. Los nervios volvieron a atacar con fuerza, hasta que la visión de la propiedad la dejó con la boca abierta.El lugar era gigantesco, la casa estaba construida con una estética bastante moderna, pero no conocía demasiado de arquitectura como para poder ubicarla. Los ventanales eran llamativos, así como los colores oscuros y las luces interiores que lo hacían ver todo más cálido. Sin embargo, lo que más llamaba la atención, era que el lugar estaba rodeado de jardines llenos de flores de colores, árboles inmensos y frondosos, incluso podía verse un pequeño lago a los lejos, alumbrado por las luces de la noche. Todo el lugar era impac
GiancarloCaminó junto a su abogado alrededor de los pasillos de su casa. Escuchaba los pasos de Leonora y su amiga detrás de ellos, y aunque sentía la necesidad de voltearse hacia ellas, no lo hizo. Habló de temas superficiales con Antón hasta que las puertas del jardín aparecieron a la vista, una vez más. Se detuvo para poder unirse a Leonora antes de salir a encontrarse con los invitados de esa noche, pero no encontró a ninguna de las dos mujeres. Unos segundos más tarde reaparecieron desde una de las esquinas hablando en susurros.Intentó no prestar demasiada atención a esas señales, pero la mirada que Leonora le lanzó a su abogada lo hizo dudar de su decisión. Había estado distraído tanto tiempo, se había sentido tan frustrado frente a Leonora y las reacciones de su propio cuerpo durante la reunión, que en ese momento solo deseaba que ella sintiera lo mismo. Esperó que se reuniera con él una vez más y luego, volvió a colocar su mano en la espalda baja femenina.La sintió tensarse
LeonoraDos días habían pasado desde su cena de compromiso con Rinaldi. Todavía intentaba comprender todo lo que había sucedido esa noche, pero era imposible hacerlo sin admitir que había sucumbido a los deseos de su cuerpo con el hombre que no debía hacerlo. Sí, se suponía que debía entregarse a las caricias de Rinaldi bajo las condiciones de su contrato, pero ese beso había sido mucho más que una simple caricia de sus labios.Había caído rendida bajo la mirada de todos los invitados, de sus invitados, y habían sido testigos de su terrible rendición, pero lo peor era que ella se había lanzado a los brazos de Rinaldi cuando estuvieron en la intimidad de los pasillos de la casa. No había sido algo completamente consciente, simplemente no había podido detener sus acciones. Su mente se había detenido en las sensaciones de ese beso y solo había deseado repetirlo.Había confesado sus crímenes en la intimidad de su habitación junto a sus mejores amigas. Ambas la habían escuchado y habían of
LeonoraTres semanas, solo tres semanas era lo que había tardado Ludovica, la madre de Rinaldi, en planificar toda la boda. No comprendía como era que la mujer solo había necesitado esa cantidad de tiempo, pero lo había hecho con eficiencia, rapidez y profesionalismo. Sabía que Ludovica era decoradora de interiores, así como comprendía que la mujer estaría acostumbrada a los problemas de organización, pero había resuelto todo con tanta facilidad que creyó que secretamente había preparado la boda de su hijo con antelación.Su madre había fingido ayudar, estaba segura de que los compromisos con la boda habían sido bastante sencillos y se había tardado en cumplirlos, algo que la había preocupado, pero Ludovica se había hecho cargo de todo sin decir una sola queja y eso la había asombrado. Eso y la genuina emoción que la mujer mostraba con todos los planes que estaban haciendo, así como las experiencias que estaban viviendo. Tenía una sonrisa siempre en su rostro.En la prueba de vestidos
LeonoraHabía imaginado que aquel baile sería igual que el que había experimentado en su cena de compromiso, había esperado que las emociones fueran igual de hipnotizantes, pero eso no sucedió. El vals fue lento y delicado, sus pies se movieron con facilidad mientras Rinaldi lideraba el paso, fue sencillo dejarse llevarse. Tenía que admitir que el hombre era un excelente bailarín, pero no lograba encontrar la diferencia entre ambas ocasiones.Cuando el primer baile terminó, ella regresó a su mesa del brazo de Rinaldi y una vez allí se escapó en la primera oportunidad que tuvo. El bar fue su estación segura, por lo que ordenó un trago fuerte de inmediato y cuando se encontró con una incómoda Anya sentada en la mesa, luciendo su vestido de dama de honor, se acercó a su amiga con rapidez.-¿Qué haces aquí? -preguntó Anya -¿no deberías estar con tu nuevo esposo?-Estoy escapando -confesó ella con una suave risa -por favor no me entregues.-¿Por qué? -inquirió Anya con sorpresa -¿qué suced