GiancarloCaminó junto a su abogado alrededor de los pasillos de su casa. Escuchaba los pasos de Leonora y su amiga detrás de ellos, y aunque sentía la necesidad de voltearse hacia ellas, no lo hizo. Habló de temas superficiales con Antón hasta que las puertas del jardín aparecieron a la vista, una vez más. Se detuvo para poder unirse a Leonora antes de salir a encontrarse con los invitados de esa noche, pero no encontró a ninguna de las dos mujeres. Unos segundos más tarde reaparecieron desde una de las esquinas hablando en susurros.Intentó no prestar demasiada atención a esas señales, pero la mirada que Leonora le lanzó a su abogada lo hizo dudar de su decisión. Había estado distraído tanto tiempo, se había sentido tan frustrado frente a Leonora y las reacciones de su propio cuerpo durante la reunión, que en ese momento solo deseaba que ella sintiera lo mismo. Esperó que se reuniera con él una vez más y luego, volvió a colocar su mano en la espalda baja femenina.La sintió tensarse
LeonoraDos días habían pasado desde su cena de compromiso con Rinaldi. Todavía intentaba comprender todo lo que había sucedido esa noche, pero era imposible hacerlo sin admitir que había sucumbido a los deseos de su cuerpo con el hombre que no debía hacerlo. Sí, se suponía que debía entregarse a las caricias de Rinaldi bajo las condiciones de su contrato, pero ese beso había sido mucho más que una simple caricia de sus labios.Había caído rendida bajo la mirada de todos los invitados, de sus invitados, y habían sido testigos de su terrible rendición, pero lo peor era que ella se había lanzado a los brazos de Rinaldi cuando estuvieron en la intimidad de los pasillos de la casa. No había sido algo completamente consciente, simplemente no había podido detener sus acciones. Su mente se había detenido en las sensaciones de ese beso y solo había deseado repetirlo.Había confesado sus crímenes en la intimidad de su habitación junto a sus mejores amigas. Ambas la habían escuchado y habían of
LeonoraTres semanas, solo tres semanas era lo que había tardado Ludovica, la madre de Rinaldi, en planificar toda la boda. No comprendía como era que la mujer solo había necesitado esa cantidad de tiempo, pero lo había hecho con eficiencia, rapidez y profesionalismo. Sabía que Ludovica era decoradora de interiores, así como comprendía que la mujer estaría acostumbrada a los problemas de organización, pero había resuelto todo con tanta facilidad que creyó que secretamente había preparado la boda de su hijo con antelación.Su madre había fingido ayudar, estaba segura de que los compromisos con la boda habían sido bastante sencillos y se había tardado en cumplirlos, algo que la había preocupado, pero Ludovica se había hecho cargo de todo sin decir una sola queja y eso la había asombrado. Eso y la genuina emoción que la mujer mostraba con todos los planes que estaban haciendo, así como las experiencias que estaban viviendo. Tenía una sonrisa siempre en su rostro.En la prueba de vestidos
LeonoraHabía imaginado que aquel baile sería igual que el que había experimentado en su cena de compromiso, había esperado que las emociones fueran igual de hipnotizantes, pero eso no sucedió. El vals fue lento y delicado, sus pies se movieron con facilidad mientras Rinaldi lideraba el paso, fue sencillo dejarse llevarse. Tenía que admitir que el hombre era un excelente bailarín, pero no lograba encontrar la diferencia entre ambas ocasiones.Cuando el primer baile terminó, ella regresó a su mesa del brazo de Rinaldi y una vez allí se escapó en la primera oportunidad que tuvo. El bar fue su estación segura, por lo que ordenó un trago fuerte de inmediato y cuando se encontró con una incómoda Anya sentada en la mesa, luciendo su vestido de dama de honor, se acercó a su amiga con rapidez.-¿Qué haces aquí? -preguntó Anya -¿no deberías estar con tu nuevo esposo?-Estoy escapando -confesó ella con una suave risa -por favor no me entregues.-¿Por qué? -inquirió Anya con sorpresa -¿qué suced
LeonoraLa boda había terminado y la recepción había logrado ser un éxito. Las fotos de los nuevos novios estaban en todas las noticias en ese instante, por lo que estuvo segura de que Rinaldi estaría contento. La mitad de los invitados se habían marchado para esas horas y el resto continuaba bebiendo, bailando y riendo. Ella no paraba de negar al observar los desastres que hacían en la pista de baile, sentada en la mesa de los novios.Giancarlo se había alejado unos minutos antes sin decirle nada, por lo que no pidió explicaciones. Sus padres todavía estaban allí, sentados en la mesa de la que rara vez los había visto levantarse en todas esas horas. Sus amigas se habían marchado hace mucho tiempo, Carolina con el padrino desde el inicio de la recepción y Anya cuando los borrachos de la noche fueron demasiado para su pobre paciencia. La había despedido con cariño para poder asumir su papel de novia, una vez más.Esperaba que Rinaldi volviera para poder decirle que deseaba marcharse, t
LeonoraLos ojos de Rinaldi se abrieron mucho más, si eso era posible y la miró como si le hubiera crecido otra cabeza.-No lo entiendo -intentó él -¿nunca lo has hecho? ¿Qué cosa?-Nunca me he acostado con alguien -explicó ella por fin -nunca he tenido sexo, soy virgen.Él pareció detener su respiración mientras sus ojos la examinaban. Pudo ver como las emociones y pensamientos cruzaban por su rostro hasta que un rayo de profundo fuego llamó su atención. Sin embargo, no pudo verlo con detalle porque Rinaldi se encontró con su mirada en lo que parecía una extraña calma.-Muy bien, es momento de pausar esto y tomar una copa -anunció él y le ofreció su mano.Se dirigieron al bar en la cocina y él colocó dos vasos en el mesón antes de llenarlos con lo que parecía ron.-No puedo tomar eso -negó ella con una mueca.-Es para que puedas controlar los nervios -explicó él -sé que debes estar muy agitada en esta situación, así que es para que te calmes. No es beber hasta desmayarse, solo hasta
LeonoraSin aliento, con el corazón acelerado, bajo la emoción del momento y con suaves risas observó como su esposo intentaba levantarse llevándola a ella con él, algo completamente imposible debido a la inestabilidad de la arena. Lo ayudó para que ambos pudieran ponerse de pie y la mirada masculina llena de deseo cayó sobre su figura desnuda, devorando cada detalle. Unos segundos más tarde él volvió a besarla con la intensidad de toda su excitación hasta que un gemido volvió a escapar de sus labios con ardor.Se movieron entonces, corriendo los metros que los separaban de la cabaña. Con una extraña emoción en su pecho, llegaron a la entrada del lugar.-Estamos llenos de arena -comentó ella -no quiero ensuciarlo todo.-Para eso tenemos la ducha -ofreció él con una sonrisa.Siguió los movimientos de Giancarlo y notó la pequeña ducha oculta entre los arbustos y enredaderas de la pared. Se acercó para abrir el agua, que estaba tibia. Mojó su cuerpo lentamente dándole la espalda a su esp
LeonoraLa noche de bodas fue todo un éxito y su luna de miel fue la más corta de todas. No pudieron quedarse más de dos días en la cabaña debido a las responsabilidades laborales de Rinaldi, por lo que pronto regresaron al mundo real. Se encontró con noticias sobre su rápido compromiso en todas las redes junto a una primera plana en todos los medios de ella junto a su reluciente esposo en las noticias.Fue bastante extraño llamar tanto la atención luego de pasar desapercibida en la mayoría de sus años como hija de un magnate de la tecnología. Su padre siempre se había enorgullecido de su transparencia en los medios, más allá de la información que quería compartir con sus avances tecnológicos. Todo el mundo sabía que los Balboa eran una familia prudente y poco fanática de la fama sin sentido, pero estar con Rinaldi cambiaba las cosas.En ese momento esperaba al camión de mudanzas en la entrada del hogar de Rinaldi, la casa que había conocido con anterioridad y en la cual había sido su