LeonoraLos ojos de Rinaldi se abrieron mucho más, si eso era posible y la miró como si le hubiera crecido otra cabeza.-No lo entiendo -intentó él -¿nunca lo has hecho? ¿Qué cosa?-Nunca me he acostado con alguien -explicó ella por fin -nunca he tenido sexo, soy virgen.Él pareció detener su respiración mientras sus ojos la examinaban. Pudo ver como las emociones y pensamientos cruzaban por su rostro hasta que un rayo de profundo fuego llamó su atención. Sin embargo, no pudo verlo con detalle porque Rinaldi se encontró con su mirada en lo que parecía una extraña calma.-Muy bien, es momento de pausar esto y tomar una copa -anunció él y le ofreció su mano.Se dirigieron al bar en la cocina y él colocó dos vasos en el mesón antes de llenarlos con lo que parecía ron.-No puedo tomar eso -negó ella con una mueca.-Es para que puedas controlar los nervios -explicó él -sé que debes estar muy agitada en esta situación, así que es para que te calmes. No es beber hasta desmayarse, solo hasta
LeonoraSin aliento, con el corazón acelerado, bajo la emoción del momento y con suaves risas observó como su esposo intentaba levantarse llevándola a ella con él, algo completamente imposible debido a la inestabilidad de la arena. Lo ayudó para que ambos pudieran ponerse de pie y la mirada masculina llena de deseo cayó sobre su figura desnuda, devorando cada detalle. Unos segundos más tarde él volvió a besarla con la intensidad de toda su excitación hasta que un gemido volvió a escapar de sus labios con ardor.Se movieron entonces, corriendo los metros que los separaban de la cabaña. Con una extraña emoción en su pecho, llegaron a la entrada del lugar.-Estamos llenos de arena -comentó ella -no quiero ensuciarlo todo.-Para eso tenemos la ducha -ofreció él con una sonrisa.Siguió los movimientos de Giancarlo y notó la pequeña ducha oculta entre los arbustos y enredaderas de la pared. Se acercó para abrir el agua, que estaba tibia. Mojó su cuerpo lentamente dándole la espalda a su esp
LeonoraLa noche de bodas fue todo un éxito y su luna de miel fue la más corta de todas. No pudieron quedarse más de dos días en la cabaña debido a las responsabilidades laborales de Rinaldi, por lo que pronto regresaron al mundo real. Se encontró con noticias sobre su rápido compromiso en todas las redes junto a una primera plana en todos los medios de ella junto a su reluciente esposo en las noticias.Fue bastante extraño llamar tanto la atención luego de pasar desapercibida en la mayoría de sus años como hija de un magnate de la tecnología. Su padre siempre se había enorgullecido de su transparencia en los medios, más allá de la información que quería compartir con sus avances tecnológicos. Todo el mundo sabía que los Balboa eran una familia prudente y poco fanática de la fama sin sentido, pero estar con Rinaldi cambiaba las cosas.En ese momento esperaba al camión de mudanzas en la entrada del hogar de Rinaldi, la casa que había conocido con anterioridad y en la cual había sido su
GiancarloComprendía que era nuevo en los asuntos matrimoniales, aquel era un campo completamente desconocido para él. Siempre había tenido amantes, pero sus padres no se equivocaban al mencionar la tendencia que tenía al cinismo en las relaciones personales. Claro que, su matrimonio no era del todo real, más allá de los papeles que lo unían a Leonora, su relación era ficticia y había imaginado que ese detalle haría las cosas más sencillas. Debió suponer que se equivocaba.Como si la firma del contrato, junto a la exigencia de fidelidad por parte de su nueva esposa no fueran una clara señal de su equivocación, había esperado que luego de una noche de bodas llena de placer y una luna de miel, aunque corta, agradable, el contacto entre ellos se hiciera más natural y ligero. Sin embargo, el día anterior había llegado a casa luego de su jornada laboral, para encontrar a su esposa acomodándose en una de las habitaciones de invitados.Había dispuesto de toda la casa para que pudieran sentir
GiancarloElla gimió y dejó caer su cabeza como una señal de rendición.-Muévete -ordenó ella empujando sus caderas contra él -quiero que lo hagas.Sonrió por la suave admisión antes de hundirse en ella de una sola estocada. Ambos gimieron con fuerza y unos segundos más tarde su cuerpo lo obligó a moverse. Las embestidas eran fuertes, intensas, salvajes en más de un sentido. Los sonidos de sus cuerpos intentaban ser opacados, pero estaba seguro de que era casi imposible hacerlo. Continuó moviéndose exactamente como quería, tan fuerte como deseaba, como Leonora le pedía en una letanía lujuriosa, hasta que supo que el éxtasis estaba cerca.Se inclinó para frotar esa perla sensible que la hacía gritar y besó el cuello femenino en el proceso. Unos segundos más tarde Leonora ahogó un grito mientras lo apretaba en su interior con espasmos de placer que lo llevaron hasta el borde. El éxtasis lo golpeó en ese instante, se hundió por última vez al mismo tiempo que las palpitaciones se extendía
GiancarloSu día había comenzado agitado, las ideas en su mente sobre lo que había sucedido con Leonora lo dejaban un poco desubicado. Luego de llegar a casa y disculparse, le había sorprendido que ella también lo hiciera, que le respondiera del mismo modo, pero aun más cuando se había lanzado sobre su esposa para besarla y ella le había respondido con la misma intensidad. No es necesario decir que la disculpa se volvió un beso lleno de deseo y después de una sesión de besos bastante larga, ni siquiera habían llegado a la habitación para desnudarse.La primera vez había sido en los jardines, las siguientes en la comodidad de su cama hasta que ninguno de los dos podía moverse lo suficiente para continuar. Fue entonces que se quedaron dormidos de una forma tan relajada que pensaría que habían estado así de cómodos toda su vida, pero la realidad era una muy distinta. Y al levantarse y encontrarse a Leonora sujeta a su pecho como si eso le causara placer, una sensación dulce que nunca hab
LeonoraSu madre se quejaba un poco sobre la espera del acto. Habían estado al menos una hora esperando a que pudieran ingresar al lugar, pero continuamente les decían que lo estaban preparando. Estaba segura de comenzarían a quejarse pronto, por lo que la incomodidad llenaba sus expresiones. El vestido que llevaba ese día también la hacía sentir algo incómoda, pero Carolina le había asegurado que era lo que debía ponerse para una ocasión como esa y la había escuchado.Buscó a Anya y Caro con la mirada, pero la multitud era demasiado grande para poder encontrar a nadie. Imaginaba que sus amigas estaban con sus familiares en ese momento. Pensó en los serios padres de Carolina, así como en los terribles y molestos primos de Anya con una sonrisa en el rostro. Sus mejores amigas eran muy diferentes de sus familiares y aunque sabía que los amaban, también conocía el hecho de que ambas preferían verlos con lapsos de tiempo entre ellos.Estaba mirando distraída la multitud cuando la visión d
GiancarloLa mirada que Miriam Balboa la lanzaba en esos instantes podría congelar los polos una vez más, la mujer estaba furiosa, aunque intentaba disimularlo con una pequeña sonrisa que no lo engañaba. Luis, el padre, no se quedaba atrás, el hombre lo había crucificado desde el día que lo conoció y no había encontrado una forma de ganarse a ninguno de los dos. Ambos lo miraban con recelo, enojo e inconformidad mientras se dirigían al auto.Había intentado conseguir la reservación que Miriam deseaba porque imaginaba que había escogido el lugar para Leonora, pero una vez que anunció que tenía el espacio, ya no estuvo tan seguro. Nadie había sonreído por un segundo, nadie lo había celebrado, solo se había hecho más frío el ambiente y Leonora no parecía especialmente emocionada de visitar aquel lugar. Eso lo había molestado, porque se había endeudado con uno de sus conocidos para poder llevarlos a esa cena.No dejó que el ambiente lo decepcionara, e invitó a su esposa a irse con ellos e