GiancarloSu esposa se había desvanecido frente a sus ojos y la culpa lo había golpeado. Había corrido para poder sostenerla antes de que golpeara el suelo, pero al sujetarla en sus brazos no sintió el alivio que creyó que sentiría, porque la sangre corría entre las piernas de la mujer que amaba. El miedo fue como un manto que opacó todo lo demás y mientras él subía a Leonora en la cama con la ayuda de Antón, Anya corría para pedir ayuda.Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras escuchaba a las enfermeras atender a su esposa y los sacaban a todos de la habitación. Los doctores llegaron unos minutos más tarde, miraba todo desde la impotencia de la lejanía. No podía hacer nada para ayudar, y sabía que lo que le había sucedido a Leonora era su culpa. Sus acciones la habían llenado de estrés hasta el punto en el que había tenido un nuevo derrame y se había desvanecido.Frotó su rostro, dejó que la culpabilidad lo llenara como se merecía y esperó para poder escuchar la opinión de los doct
LeonoraDos meses más tarde se sentía emocionada. Luego de toda la inestabilidad con su embarazo, pudieron encontrarles una solución a sus problemas y eso los había liberado de los doctores al menos un poco. La confesión que se había hecho en aquella habitación los había hecho avanzar en su relación y luego habían tenido que enfrentarse a la enojada enfermera que se había quejado de que no había informado de su condición.En ese momento, sin embargo, no podía sentirse más feliz ni, aunque lo intentara. Giancarlo había aceptado con bastante rapidez que serían padres luego de que aquella conversación sincera los ayudara a comunicarse mejor. Ahora era un padre dedicado que adoraba participar en cada una de las extrañas inconveniencias que el embarazo le hacía sentir, algo por lo que ni ella sentía agrado del todo.Su muy dedicado esposo era feliz de levantarse a las dos de la madrugada para que sus antojos fueran cumplidos, esperaba sonriente a que ella comiera para poder sentir a su peq
GiancarloSu pecho estaba lleno de un millón de emociones cálidas que había aprendido a reconocer como amor y afecto. La sonrisa que marcaba su rostro no se había desaparecido desde que había sabido reconocer que los momentos más alegres de su vida habían sido desde que Leonora estaba con él y compartían sus intimidades como no lo había hecho con nadie más. Esas confidencias que nunca se había atrevido a mencionar, ella las conocía todas y eso lo emocionaba llenándolo de más amor.Ese día era también especial. Sus familiares se habían reunido una vez más para celebrar sus votos como una promesa más sincera en esa ocasión. Había escogido el hotel de lujo en el que Leonora había trabajado para hacer la pequeña ceremonia y en ese instante todos esperaban por la novia. Sus invitados eran la tía Bianca, Luciano junto a Andrea y sus hijas, sus padres por supuesto y su hermano. De parte de Leonora estaban sus progenitores junto a sus mejores amigas.Todo el mundo estaba sentado en las sillas
LeonoraSu espalda la estaba matando al igual que sus pies. Tenía muchas quejas sobre su cuerpo con respecto al embarazo, pero una de las mejores cosas era que su sensibilidad se había incrementado muchísimo, lo que quería decir, que cada caricia de su esposo se sentía un millón de veces mejor. Le encantaba que solo hiciera falta un beso, un toque en su cuello o un roce accidental en una de sus zonas erógenas para que estuviera lista para lanzarse sobre el cuerpo de Giancarlo.Él lo disfrutaba, lo sabía, aprovechaba cada uno de los momentos para demostrárselo y ella fingía hacerse la dura, solo para hacerlo divertido para ambos. La mayor parte de las veces terminaban desnudos y satisfechos, las otras pocas ocasiones, alguna molestia menor del embarazo preocupaba a su esposo hasta el punto en el que el deseo quedaba en un segundo plano y llamaba a la doctora González para preguntarle si sus síntomas eran normales.Esa mañana, sin embargo, luego la diversión que habían tenido en la bañe
GiancarloLos minutos que habían pasados desde que habían subido al helicóptero para poder llevar a Leonora al hospital, hasta que habían llegado, eran los más oscuros de su vida. Nunca antes se había sentido tan asustado, aterrado de que la mujer que más había amado pudiera marcharse sin poder vivir la vida que merecían juntos. Había llorado al verla tan débil en la camilla, tan pálida y desvalida, luego había llorado un poco más cuando se la habían llevado a urgencias para poder hacer una cesárea de emergencia.Las horas siguientes habían sido las peores que alguna vez había experimentado. Sus familiares habían llegado media hora más tarde y había llorado en el hombro de su padre hasta que la tía Bianca y su madre tomaran turno para consolarlo. No le había importado que lo vieran derramar lágrimas o que su debilidad quedara al descubierto, su corazón se sentía herido hasta el punto en el que solo saber la condición de Leonora lo haría sentirse mejor.Miraba en ese instante a su espo
LeonoraToda su vida había deseado poder cumplir las metas que se había hecho con respecto a la compañía que su abuelo le había heredado a sus padres y ellos a su vez, se la habían dejado a ella. Mucho tiempo había creído que para poder tener lo que deseaba en el campo laboral, necesitaba hacerlo sola. Conseguir esas metas por sí misma sin que nadie más se interpusiera en su camino. El tiempo, la vida y las situaciones, le había demostrado que estaba equivocada.Con la ayuda de Giancarlo había logrado crecer en el campo laboral, poder desarrollar habilidades con su trabajo en Future y que agradecía. Había comprendido el trabajo que él había querido lograr con IA Artist y en ese momento, lo aceptaba todo. Sus empresas tenían una asociación de colaboración que básicamente había unido muchas de los productos de sus empresas y las había hecho crecer más que nunca.Todo el mundo parecía feliz e impresionado con esos resultados, sobre todo su padre. Las nuevas alianzas los habían hecho trab
LeonoraSu alarma sonaba insistentemente, molestándola hasta que sus ojos se abrieron y un gruñido de queja salió de sus labios. Se revolvió en la cama sin querer moverse ni un poco, pero el estúpido sonido del su celular impidió que volviera a dormirse cómodamente. Rebuscó debajo de sus almohadas hasta encontrar el aparato y acabó con el pitido resonante que se suponía eran sonidos de la naturaleza. Con un suspiro volvió recostarse en las tres almohadas mullidas con las que dormía, pero antes de que cerrara los ojos unos fuertes golpes en la puerta se escucharon.-Leonora, levanta tu culo de la cama -se escuchó la voz de una de sus mejores amigas desde el otro lado -tienes cosas que hacer, no puedes quedarte a dormir todo el día.Ella gruñó con enojo, tapándose la cabeza con la almohada más cercana.-¡No me gruñas! -exclamó la misma voz volviendo a tocar con fuerza -levántate ya, no me hagas entrar a tu habitación.-Sí, mamá -se burló ella alzando la voz, pero levantándose definitiva
LeonoraLa puerta de la oficina estaba entreabierta y pudo observar a sus padres discutir en silencio en la privacidad de la habitación. Vio a su padre hablar lentamente mientras revisaba documentos en varias carpetas o en su computador, su madre por otro lado intentaba mantener sus nervios calmados y lo sabía por la forma en la que sus piernas no dejaban de moverse ni un segundo. Intentó respirar profundamente, pero supo entonces que las noticias no serían sobre decoración como en las ocasiones anteriores.Tocó con suavidad la puerta antes de entrar y sus padres la miraron al mismo tiempo. Su madre se levantó como un resorte para saludarla, luego abrazó a su padre sin dejar de ver los documentos en el escritorio, pero no pudo llegar a ninguna conclusión sin información contextual. Así que, se sentó en la silla más cercana junto al escritorio y esperó a que sus padres estuvieran listos para explicarle lo que sucedía.-Estoy aquí -comentó ella cuando el silencio se hizo demasiado incom