LeonoraSu madre se quejaba un poco sobre la espera del acto. Habían estado al menos una hora esperando a que pudieran ingresar al lugar, pero continuamente les decían que lo estaban preparando. Estaba segura de comenzarían a quejarse pronto, por lo que la incomodidad llenaba sus expresiones. El vestido que llevaba ese día también la hacía sentir algo incómoda, pero Carolina le había asegurado que era lo que debía ponerse para una ocasión como esa y la había escuchado.Buscó a Anya y Caro con la mirada, pero la multitud era demasiado grande para poder encontrar a nadie. Imaginaba que sus amigas estaban con sus familiares en ese momento. Pensó en los serios padres de Carolina, así como en los terribles y molestos primos de Anya con una sonrisa en el rostro. Sus mejores amigas eran muy diferentes de sus familiares y aunque sabía que los amaban, también conocía el hecho de que ambas preferían verlos con lapsos de tiempo entre ellos.Estaba mirando distraída la multitud cuando la visión d
GiancarloLa mirada que Miriam Balboa la lanzaba en esos instantes podría congelar los polos una vez más, la mujer estaba furiosa, aunque intentaba disimularlo con una pequeña sonrisa que no lo engañaba. Luis, el padre, no se quedaba atrás, el hombre lo había crucificado desde el día que lo conoció y no había encontrado una forma de ganarse a ninguno de los dos. Ambos lo miraban con recelo, enojo e inconformidad mientras se dirigían al auto.Había intentado conseguir la reservación que Miriam deseaba porque imaginaba que había escogido el lugar para Leonora, pero una vez que anunció que tenía el espacio, ya no estuvo tan seguro. Nadie había sonreído por un segundo, nadie lo había celebrado, solo se había hecho más frío el ambiente y Leonora no parecía especialmente emocionada de visitar aquel lugar. Eso lo había molestado, porque se había endeudado con uno de sus conocidos para poder llevarlos a esa cena.No dejó que el ambiente lo decepcionara, e invitó a su esposa a irse con ellos e
LeonoraSolo cinco días habían transcurrido desde su graduación. Se suponía que todavía estarían de celebración y durante ese tiempo lo habían estado, raramente habían salido de la cama si ambos estaban en la casa al mismo tiempo. Se había sentido como otra luna de miel, la que nunca tuvieron, y que podrían compartir todo el tiempo que quisieran porque tenían todas las noches para hacerlo. Su emoción crecía al ver a su esposo regresar a casa al mismo tiempo que solo deseaba desnudarse para recibirlo de ese modo y así terminar en el lugar donde quería: en su cama.Claro que, la realidad siempre debe golpear cuando las cosas se sentían un poco más normales para ellos, al menos era lo que su mente le decía.Ese día había ido por primera vez a la compañía de sus padres, todo funcionaba con mayor normalidad desde que el contrato de propiedad les había sido entregado. Había iniciado con sus labores formales y se había sentido completa de formas que no podía explicar al estar allí. Se había
LeonoraSu relación con Giancarlo se había sentido diferente después de la noche de la cena. Ella se había marchado sin decirle una palabra y cuando lo había escuchado llegar a casa, imaginando que la reclamaría su ausencia, había esperado que fuera a la habitación para hablar, pero eso no había sucedido. En cambio, lo había escuchado llegar a su habitación y encerrarse allí sin hacer ningún otro sonido por el resto de la noche. Nada de reproches, quejas o enojo, solo una fría indiferencia que la hizo sentir peor.El resto de los días habían sido igual. Ambos se marchaban en la mañana para involucrarse con sus trabajos, cumplían con sus responsabilidades y luego se encontraban una vez más en casa. No había conversaciones ligeras, nada de sonrisas o risas de comodidad, ninguno comentaba nada sobre su día y a ella le impresionaba lo mucho que un instante podían influir en la forma en la que ellos se relacionaban. Ella se había marchado y él se había aislado.Estaba regresando a casa más
GiancarloAquel día estaba siendo cansado. Había tenido una intensa y desagradable reunión con el departamento administrativo, al parecer uno de sus más viejos empleados era el responsable de la malversación de los fondos de la empresa. Conocer ese hecho lo había desmotivado en muchas formas, habían sentido que fallaba en su trabajo, falaba en darle un ambiente estable a aquellos que estaban bajo sus alas para evitar que hicieran ese tipo de cosas.Además, no había podido concentrarse el resto del tiempo. Lo único en lo que podía pensar era en su esposa. La forma en la que Leonora lo había abandonado en la cena, como había deseado correr detrás de ella para saber la razón de su enojo, aunque imaginaba que Marina tenía algo que ver. El cómo se había sentido emocionado al comprender que los celos eran probablemente lo que estaba sintiendo su esposa y lo tonto que había sido al escuchar las palabras de su vieja amante.No corras tras ella, cariño. No te destruyas completamente tu reputac
LeonoraSe levantó con una extraña sensación en el estómago. La noche anterior, luego de que Rinaldi la fuera a buscar al club, habían discutido. Una fuerte y de alguna forma más desagradable discusión que cualquier anterior, hasta que Giancarlo la había besado diciéndole todas esas palabras llenas de emociones y afecto. Luego de eso, habían llegado a casa solo para terminar en la cama, disfrutando de sus cuerpos dos veces más.No sabía si las cosas estarían bien entre ellos, pero en ese momento lo esperaba recostada en la cama aguardando por el desayuno. Su pecho estaba lleno de emociones confusas que no quería analizar mientras sus ojos divagaban en la habitación. Unos minutos más tarde Rinaldi regresó a la habitación con una bandeja inmensa llena de comida.-¿Qué te parecería si fuéramos a un hotel? -preguntó él de pronto interrumpiendo su bocado.-¿Hotel? -inquirió ella confundida -¿para qué?Giancarlo la miró una extraña expresión en el rostro antes de tomar un sorbo de su vaso.
LeonoraÉl al hizo recostarse contra su pecho desnudo, mientras el agua tocaba cada centímetro de su cuerpo. Esperaba a que se moviera, que la besara o que mostrara que el placer también estaba torturándolo, pero no se movió. Se mantuvo a su espalda, al mismo tiempo que ella no dejaba de retorcerse con los ecos de su deseo volviéndose cada vez más grandes e intensos. No pudo permanecer callada.-Tócame -pidió ella a media voz.-Jamás imaginé que me pedirías algo como eso, luego de la conversación anterior -respondió él con ese tono oscuro que la golpeaba como veneno -¿dónde quieres que te toque, Leonora?Un gemido se escapó de sus labios como si esas palabras la hubieran acariciado. Su vello se erizó con anticipación y ella supo que estaba a punto de hacer algo realmente atrevido.Se alejó del toque de su esposo y se inclinó lentamente, mostrándole todo de ella en un movimiento donde quedaba completamente vulnerable para él. Se sentía tan bien y correcto, que no tuvo que detenerse en
GiancarloSe había levantado con los brazos alrededor del cuerpo sensual y cálido de su esposa. Con una sonrisa se acurrucó contra ella hasta que la alarma que Leonora usaba en las mañanas lo levantó, y luego él tuvo que levantarla. Entre risas escuchó sus quejas hasta que la desnudez resultó ser una ventaja y aprovechó para darse un festín entre las piernas de su esposa y así lograr que se despertara por completo con una sonrisa en el rostro.Y no fue un error hacerlo, porque debido a ese detalle, ella lo llevó hasta la ducha y lo dejó llenarla con intensidad y golpearla con embestidas salvajes hasta que el éxtasis los alcanzó. Fue rápido, pero placentero, le encantaba ver ese lado sensual de Leonora.Unas horas más tarde se encontraba en la oficina con su rostro lleno de seriedad. Aquel era otro día lleno de responsabilidades en el que su esposa lo acompañaría. Todos en la oficina se habían asombrado al verlos llegar juntos unas semanas atrás, nadie sabía cómo comportarse alrededor