Leonora La ocasión perfecta que había necesitado se presentó como una casualidad. Su padre había recibido un correo de su asistente personal, quien le daba los detalles de una cena que estaba ofreciendo TecnoInventos, una de las empresas de tecnologías que esperaban creciera con la promesa de buenas ganancias y buenos productos. Al parecer, todo el mundo tenía la esperanza de que esa compañía tuviera un crecimiento como el de Future, y los inversionistas estaban fuera de control. Todo el mundo deseaba una invitación para la cena de esa noche, las buscaban desesperados y ellos que la tenían no iban a asistir. O al menos esa era la planificación de su padre, pero si alguien pedía su opinión, estaba totalmente en desacuerdo. Su padre rechazaba el evento debido a la publicidad y todas las fotos que recibirían, pero ella sabía que Rinaldi estaría allí. Nadie del mundo de la tecnología faltaría esa noche, por lo que era imperativo que ella asistiera a esa cena. -Papá, tenemos que ir a esa
LeonoraElla se congeló un segundo buscando el origen de la voz hasta que lo vio recostado de la pared cercana al baño.-¿Y por qué tendría que escuchar las órdenes de alguien como tú? -preguntó ella con burla -creo que mi respuesta fue los suficientemente vaga para no ser considerada un hecho.-¿Por qué otra razón te tomarías la molestia de acercarte a mi mesa para llamar mi atención? -preguntó él en el mismo tono, acercándose lentamente como un cazador -¿o es que solo te agrada cuando estás allanando un espacio privado?-Oh claro, porque una mujer solo se acercaría para llamar tu atención intentando seducirte -volvió a burlarse ella con la misma fuerza -eso es bastante decepcionante, señor Rinaldi.-Pero no por eso menos real -rebatió él con tanta simpleza que estuvo segura de que las mujeres solían comportarse de ese modo a su alrededor.-Por si no ha quedado claro, ese no es mi caso -negó ella con firmeza y postrándose frente aquel hombre -solo estoy aquí para continuar con nuestr
LeonoraRegresar a la oficina de Rinaldi, era como volver al lugar donde aquella interesante aventura había iniciado. Desde su confrontación inicial, hasta el segundo en el que había logrado conseguir la información, que en ese momento le daba la oportunidad de ganarle la partida al gran Giancarlo, junto a la extraña seducción en la sala vacía de la cena formal, todos sus movimientos parecían haberla llevado a ese crucial instante.Anya había acordado acompañarla luego de llegar a casa, transcurrida la cena, y contarles todo lo que había sucedido con Rinaldi a sus amigas. Por alguna razón se había guardado los detalles de la seducción y los tratos sensuales que parecían ser inevitables entre ellos, porque no quería que imaginaran algo que no estaba sucediendo en realidad. Tenía la esperanza de que esa reunión fuera tan formal como se merecía y no deseaba que fuera diferente.Su mejor amiga había acordado que se presentaría junto a ella en calidad de representante legal, un detalle que
GiancarloNo podía creer que estaba en una reunión de cesión de acciones, que estaba doblegando sus deseos para poder complacer a una mujer que solo había visto tres veces en su vida, contando el encuentro de ese día. Nunca antes había recapitulado sobre algo que deseara y jamás lo hubiera hecho con IA Artist, de no ser por Leonora Balboa. No comprendía como era que solo con unas palabras y una muestra de mucha voluntad, aquella mujer había logrado lo que nadie antes.No solo había detenido sus acciones, estaba dejando ir una de las empresas más importantes y valiosas que había tenido en sus manos. La confusión lo había golpeado en primera instancia, luego había intentado pelear por lo que intentaba lograr y al final había tenido que confesar sus verdaderas intenciones a pesar de que ella no lo había escuchado, no había logrado convencerla de que lo que buscaba era algo bueno.Y como si eso no fuera suficiente burla en su vida contra sus más firmes creencias, se había distraído en es
LeonoraSus padres la miraban como si les acabara de decir que se había convertido en criminal y la lista de sus víctimas fuera más larga que la de Richard Ramírez o Ted Bundy. Los ojos de ambos estaban abiertos de par en par, su madre había perdido el color de su rostro, su padre cerraba los puños como si quisiera romper algo en su oficina y ninguno respiraba, era como si el tiempo se hubiera detenido indefinidamente.Esperó unos segundos en el completo silencio de la habitación, anhelando por alguna reacción, incluso aunque se tratara de un grito, era mejor que aguardar por algo que no sucedía. Su corazón estaba acelerado, sus piernas perdían la fuerza intermitentemente y su garganta estaba tan seca que no hubiera podido pronunciar una sola palabra de haberlo intentando. Su completa atención estaba sobre la respuesta de sus padres.-¿Qué fue lo que hiciste, Leonora Margarita Balboa? -rugió su padre entonces levantándose del mueble en el que se sentaba al lado de su madre -no creo qu
LeonoraLlegaron a la casa, o mejor dicho mansión, de Rinaldi más rápido de lo que imaginaba. El GPS las ayudó con facilidad por lo que pronto estuvieron siendo admitidas en la entrada del lugar. Los guardias de seguridad eran amables, y cuando pasaron el inmenso portón de metal se sintió como si estuvieran metiéndose en la boca del lobo por voluntad propia. Los nervios volvieron a atacar con fuerza, hasta que la visión de la propiedad la dejó con la boca abierta.El lugar era gigantesco, la casa estaba construida con una estética bastante moderna, pero no conocía demasiado de arquitectura como para poder ubicarla. Los ventanales eran llamativos, así como los colores oscuros y las luces interiores que lo hacían ver todo más cálido. Sin embargo, lo que más llamaba la atención, era que el lugar estaba rodeado de jardines llenos de flores de colores, árboles inmensos y frondosos, incluso podía verse un pequeño lago a los lejos, alumbrado por las luces de la noche. Todo el lugar era impac
GiancarloCaminó junto a su abogado alrededor de los pasillos de su casa. Escuchaba los pasos de Leonora y su amiga detrás de ellos, y aunque sentía la necesidad de voltearse hacia ellas, no lo hizo. Habló de temas superficiales con Antón hasta que las puertas del jardín aparecieron a la vista, una vez más. Se detuvo para poder unirse a Leonora antes de salir a encontrarse con los invitados de esa noche, pero no encontró a ninguna de las dos mujeres. Unos segundos más tarde reaparecieron desde una de las esquinas hablando en susurros.Intentó no prestar demasiada atención a esas señales, pero la mirada que Leonora le lanzó a su abogada lo hizo dudar de su decisión. Había estado distraído tanto tiempo, se había sentido tan frustrado frente a Leonora y las reacciones de su propio cuerpo durante la reunión, que en ese momento solo deseaba que ella sintiera lo mismo. Esperó que se reuniera con él una vez más y luego, volvió a colocar su mano en la espalda baja femenina.La sintió tensarse
LeonoraDos días habían pasado desde su cena de compromiso con Rinaldi. Todavía intentaba comprender todo lo que había sucedido esa noche, pero era imposible hacerlo sin admitir que había sucumbido a los deseos de su cuerpo con el hombre que no debía hacerlo. Sí, se suponía que debía entregarse a las caricias de Rinaldi bajo las condiciones de su contrato, pero ese beso había sido mucho más que una simple caricia de sus labios.Había caído rendida bajo la mirada de todos los invitados, de sus invitados, y habían sido testigos de su terrible rendición, pero lo peor era que ella se había lanzado a los brazos de Rinaldi cuando estuvieron en la intimidad de los pasillos de la casa. No había sido algo completamente consciente, simplemente no había podido detener sus acciones. Su mente se había detenido en las sensaciones de ese beso y solo había deseado repetirlo.Había confesado sus crímenes en la intimidad de su habitación junto a sus mejores amigas. Ambas la habían escuchado y habían of