La mañana siguiente, Marla despertó y ya Jerónimo se había levantado de la cama. ¿A dónde se había ido? Se preguntó a sí misma. Tomó su móvil y vio la hora, era muy temprano aún. Se quitó la sábana que cubría su cuerpo, sentía cierta incomodidad en su entrepierna. Miró su cuerpo desnudo, lleno de fluidos, se levantó para ducharse y de pronto se sintió un tanto mareada. Tuvo que sostenerse de la cómoda para no caerse, respiró un par de veces, intentando recuperarse de aquel vahído. Cuando se sintió un poco mejor, caminó hasta el baño para darse una ducha. Entró, lavó su rostro y luego se metió en la tina de hidromasaje de la elegante suite. Tomó la borla de ducha y restregó su cuerpo, necesitaba borrar de su piel aquellas caricias soeces, los besos y fluidos corporales de Jerónimo. Minutos después, salió de la tina, se cubrió con el albornoz blanco y regresó a la habitación; mientras peinaba su cabello, escuchó la puerta principal abrirse, su depredador estaba de regreso.—Buenos
—¿Y ese cambio de actitud, preciosa? —Jerónimo preguntó deslizando su mano por debajo de la mesa para acariciarle la entrepierna. Ella abrió ligeramente sus muslos y jadeó al contacto de sus dedos, mientras probaba una fresca envuelta en fondou de chocolate y luego se la daba a probar a su esposo. —Estuve pensándolo mucho y decidí que es mejor disfrutar el momento —jadeó— que perder el tiempo discutiendo. Estaremos un año casados, así que llevemos la fiesta en paz. Jerónimo ardió de deseo al escuchar sus palabras, y sonrió con malicia. Luego le dijo:—Eres muy inteligente, querida esposa. Eso lo supe desde que te vi. Y mira como me has puesto —dijo mostrándole el bulto recubierto por la tela del pantalón.— ¿Cómo resolvemos ese inconveniente, no puedo salir delante de toda esta gente y que vean como me tienes. —¡Te espero en el baño de damas! —susurró a su oído y se puso de pie. Los movimientos cadenciosos de Marla envolvían al resto de los hombres que estaban en el lujoso res
El hecho de saber que Abel estaba en la villa, llena de emoción y ansiedad a Marla. —¿Quieres verlo? —preguntó Marcella, con toda la carga de complicidad que había en aquellas palabras. —¡Nada me gustaría más, mamá! Pero… no sé si desee verme.—Marla no puedes saber algo, si no lo haces. Yo vi como te miraba. Él siente lo mismo por ti, hija —Marla sintió una inmensa emoción y motivación al oír a su madre.—Entonces, iré a verlo, madre —besó una a una las mejillas de Marcella—. —Sí quieres puedo ir contigo, le diremos a mi madre que me llevarás a dar un paseo por la villa. ¿Te parece? —Eres increíble, mamá. —abrazó a su madre con fuerza— Ya estaba pensando en una excusa creíble para la nonna. ,¡Vaya que no se le puede mentir tan fácil!—Si lo sabré yo, hija… —Marla sonrió, jamás pensó que su madre la secundaria en una locura como esa. —Deja arreglarme un poco y salimos. —comentó la coqueta madre.—Y luego me preguntas por qué soy así. Minutos después, madre e hija camin
Serena salió de su casa y subió al auto, ya comenzaba a oscurecer. El hecho de que Abel estuviese viviendo en la villa, le permitía entrar y salir de su casa sin tener que dar tantas explicaciones.—Detén el auto, me quedaré aquí y caminaré hasta la casa, no quiero que te vean viniendo aquí todos los días. —dijo ella un poco nerviosa, mientras se inclinaba hacia él para besar sus labios.—No te preocupes, mi amor. Nadie va a vernos. —él sonrió.—Es mejor no correr riesgos. Mañana nos vemos, donde siempre —murmuró ella, antes de besar apasionadamente al joven y descender del auto. Salvatore la observó caminar por la acera, aún seguía sin creer que aquello fuera realidad. Había soñado siempre estar con Serena, hacerla suya, que le parece imposible que aquella noche…La noche de la boda, Salvatore salió del muelle rumbo a la ciudad, luego de dejar a Marcella en la villa condujo rumbo a la casa de Serena, sabía como debía sentirse ella al ver que Jerónimo Caligari se había casado co
Jerónimo regresó de España esa misma noche, se sorprendió de no encontrar a su esposa esperando por él en su habitación. Bajó hasta la cocina para preguntarle a su ama de llaves por Marla. La mujer un tanto nerviosa le mencionó que no había regresado desde que él salió de viaje. ¿Dónde se había metido? Se preguntó a sí mismo visiblemente enojado. Fue hasta el bar y se sirvió una copa de coñac mientras intentaba comunicarse con ella por teléfono. Ya era casi medianoche. Las dudas empezaron a llegar a su cabeza, mucho más después que ella misma le dijo que el sacerdote la atraía como hombre. Justo en ese momento, un auto se detuvo frente a la mansión y de él descendió Marla. Ella tocó el timbre y la empleada fue a abrirle. La rubia entró y se dispuso a subir las escaleras, escuchando la voz de Jerónimo en un tono algo elevado y hostil.—¡Marla! —ella volteó hacia la sala y lo vio parado con la copa en la mano.—Por favor, lleve a mi equipaje hasta la habitación. —¡Sí, señora! —L
Marla se sentó en la cama, estaba aturdida con aquella noticia, aunque podía ser un retraso, aquellos mareos eran poco normales para ella. Nunca antes le había ocurrido algo similar, tenía que salir de dudas lo antes posible.Se duchó y alistó para ir a la farmacia y comprar una dispositivo de embarazo. Luego de comprarlo, regresó a la mansión, fue hasta el baño y se realizó la prueba, mientras aguardaba el tiempo requerido para verificar aquel resultado, pensaba en qué debía hacer en caso de que diera positivo aquel examen No era una opción decirle a Abel que tendría un hijo suyo, pero tampoco ocultar un embarazo. Por otra parte, Jerónimo deseaba un hijo, pero cómo explicarle que ya estaba embarazada cuando apenas llevaban días de haberse casado y él haberla obligado a estar con él. —¡Joder, joder! —exclamó— ¿Qué hago? —se llevó la manos a la cabeza y regresó hacia el lavabo, tomó el dispositivo, respiró profundamente antes de mirar el resultado. —¡Qué sea negativo, Dios! —implo
Minutos después el médico llegó y le pidió a Jerónimo dejarlo a solas con Marla. —¡Por favor, necesito revisar a la paciente! —indicó, Jerónimo no salió muy a gusto, pero al recibir una llamada telefónica muy personal, terminó saliendo de la habitación sin replicar.— ¿Dígame Sra Caligari, qué fue lo que ocurrió?Entre sollozos y llanto, Marla logró explicarle sobre el embarazo y sobre lo que había provocado el sangrado. El hombre se quedó sorprendido con aquella historia. Mientras revisaba a la mujer, pudo verle el rostro con mayor claridad. Rápidamente llegó a la memoria de Piero, un recuerdo imborrable de su pasado. —¿Eres pariente de los Fiorini? —Le preguntó con mucho interés y ella asintió antes de responder el nombre de sus abuelos.—Soy nieta de Elio Fiorini. —Piero se quedó perplejo ante aquellas palabras, Marla era muy parecida a Marcella, su amor prohibido. Por alguna razón la pelirrubia sintió que podía confiar en aquel hombre, por lo que sin dudarlo se atrevió a pedi
—Dr Bellucci —Marla sonrió— ¡Ella es mi madre! —exclamó tomando la mano de Marcella. —Hola, Marcella. ¿Cómo has estado? —Marla se sorprendió al ver que su médico conocía a su madre. —¡Piero! —contestó ella; en el rostro de Marcella se podía notar la emoción que le provocaba aquel reencuentro, luego de tantos años sin ver a su primer amor. —¿O sea, ustedes se conocen? —preguntó Marla. —¡Sí, hija! Piero es el esposo de mi prima Angeline. —se apresuró a responder Marcella para ponerle un punto final a aquella incómoda pregunta, luego se hizo a un lado al ver que Piero se aproximaba a donde estaba ella. —Sí, así es —agregó él, se acercó a Marla y mientras se colocaba el estetoscopio para revisarla, le preguntó:— ¿Cómo te has sentido? —Bastante mejor, aunque sigo preocupada por lo que ya conversamos. —la ambigüedad en aquel mensaje, le hizo presumir al médico que Marcella no tenía conocimiento de lo que estaba pasando. —Lo importante ahora es que tú y el bebé estén bien. —¡Sí, realm