Como yo la había previsto, Agatha no llegó ese sábado en la tarde que se fue a la tienda, sino regresó hasta el lunes en la mañana, para cambiarse de ropa y volver a salir. Aunque no me gusta mal pensar de ella, es inevitable no hacerlo. Desde hace mucho tiempo siempre me ha venido el mismo pensamiento a la cabeza, algo que no soy capaz de aceptar, pero que se implanta en mi pecho como una daga venenosa.
Noa se acercó a la mesa con la taza de café en mano y una leve sonrisa que terminó de amargar mi día sin saber por qué. Quería hablar con mi esposa sobre el nieto que quiere su madre, pero nunca me da un segundo de su tiempo.
—Buenos días, Sr. Leroy. Espero el café sea de su agrado. Permiso —dejó la taza sobre la mesa y se retiró.
Probé mi taza de café y sonreí. Tiene lo justo de café y de azúcar. Debo admitir que se ha esforzado de más para hacer un café perfecto y hoy se ve reflejado. Le quedó maravilloso, tal cual me gusta.
Es desconcertante como una buena taza de café tiene el poder de ponerle un poco de alegría a este día que, lejos de ser tranquilo, pinta malo.
•Noa•
Tan pronto el Sr. Leroy se marchó de casa, fui a mi habitación y me cambié de ropa. No entiendo por qué la Sra. Agatha quiere verme en su tienda, sabiendo que puede decirme lo que sucede estando aquí.
¿Y si va a despedirme por haber hecho algo mal? Ella desde un comienzo sabía que no tenía experiencia en este tipo de trabajo, aún así, me dio la oportunidad, algo que le agradezco de corazón, ya que nadie quería darme un puesto de trabajo por no tener experiencia alguna.
He tratado de hacer lo que me pidió al pie de la letra y sin errores, pero siempre se me ha dado mal la cocina. Mis funciones solo se basan en atender a su esposo, hacer las compras y ayudarle a la Sra. Morgan en la cocina, pero si el señor está en casa y me necesita, debo dejar lo que estoy haciendo para atenderle. Algo normal y sencillo de hacer, pues el Sr. Leroy no me ha pedido que haga nada raro o que conlleve gran esfuerzo, ni es exigente ni mala leche. Todo lo contrario, es un hombre muy amable, que antes me ayudó a enseñó a preparar el café.
Salí de la casa, diciéndole a la Sra. Morgan que iría a ver a la señora de la casa y uno de los choferes me llevó hasta la tienda de modas de la reconocida Agatha Greco.
Me sentía muy nerviosa, pues trataba de recordar si en los pocos días que he trabajado para ellos he hecho algo mal, pero lo único en lo que he fallado es en la hechura del café. No creo que me vayan a despedir por eso, ¿o sí? Digo, después de todo, fue el Sr. Leroy el que se lo tomó así y no me puso problema alguno.
Esperé a que la Sra. Agatha me atendiera en el lobby, nerviosa y retorciendo mis dedos. No puedo darme el lujo de perder el único trabajo en el que me contrataron. Mi abuelo necesita sus medicinas y seguir el tratamiento que apenas hace unos días empezó a llevar. Mi hermano no está y no sé cuándo vaya a regresar, por lo que soy yo quien debe poner el pecho en la casa.
Desde que mis padres fallecieron en un accidente de tránsito, mis abuelos se hicieron cargo de nosotros. Desde la muerte de mi abuela hace un año, mi abuelo enfermó y mi hermano tuvo que dejar sus estudios para trabajar y mantenernos, sin embargo, su trabajo es por fuera del país y es muy poco el dinero que puede enviarme para cubrir los gastos de la casa, la comida y los medicamentos de mi abuelo. Aunque ya habíamos ido con el médico, no fue hasta ahora que pude costear el tratamiento a llevar.
Cerré los ojos con fuerza, sacando de mi mente ese mal pensamiento y sustituyéndolo por uno bueno. Quizás quiera hablar conmigo de alguna otra función, después de todo, quedo libre en el día cuando el Sr. Leroy se marcha a trabajar.
—La Sra. Leroy la espera en su oficina, Srta. Michel —una mujer despampanante me sacó de mis pensamientos—. Sígame por aquí, por favor.
Me apresuré a seguir sus pasos y quedé más que encantada por lo enorme de la tienda y esos vestidos tan hermosos, elegantes y costosos que mostraban los maniquíes. Ni en un millón de años podría pagar por un vestido como estos. A simple vista se ven lo caros que son, deben valer un ojo de la cara.
Subimos hasta el tercer piso en ascensor y caminamos por un amplio salón con ventanales enormes, teniendo un vista preciosa de la calles de la parte más exclusiva de la ciudad.
—Adelante —me dijo la mujer, tan pronto llegamos a una puerta a final del pasillo.
—Gracias.
—¡Noa! —la Sra. Agatha se levantó de su silla y se acercó a mí con una gran sonrisa en su rostro—. Perdóname por haberte hecho esperar, pero estaba en una reunión muy importante y no podía posponerla.
—No se preocupe por eso, Sra. Leroy. Entiendo que es una mujer sumamente ocupada.
—Dime Agatha, por favor. Me haces sentir mayor llamándome de esa manera —rio y asentí con la cabeza, recordando la vergüenza que pasé el sábado con el señor—. Ven, no te quedes ahí. Ponte cómoda.
Me senté en el hermoso sofá de cuero blanco por pedido suyo y ella tomó lugar frente a mí, cruzando una de sus piernas por encima de la otra. La Sra. Agatha es una mujer muy hermosa y no es para menos, si es una de las modelos más reconocidas e importantes del país. Su belleza es de otro mundo. Junto al Sr. Karim hacen una pareja digna y preciosa, porque ambos son demasiado atractivos y buenas personas.
—Bueno, supongo que te estarás preguntando para qué te hice venir hasta aquí, ¿verdad?
—Está en lo correcto.
—Iré directo al grano porque tengo otra reunión dentro de un rato y tú también tienes tus cosas que hacer —tomó una carpeta negra que se encontraba encima de la mesita de centro y la extendió en mi dirección—. Este es tu contrato, el mismo tiene una duración de un año y describe las funciones que debes realizar, las cuales ya te expliqué, ¿verdad?
—Sí, señora —abrí la carpeta y empecé a leer lo que ella me decía.
—En ese contrato está detallado lo que vas a ganar mes a mes, también los gastos de salud y de más prestaciones de ley, así como todo el cubrimiento del tratamiento de tu abuelo. Los días en los que puedes ir a tu casa y otros beneficios que puedes leer con mayor calma cuando estés en casa.
Escuchaba sus palabras, pero mis ojos estaban fijos en la cifra tan grande que, según este papel, iba a ganar.
—Sra. Agatha, creo que aquí hay un error.
—¿En serio? Déjame ver —le entregué la carpeta y frunció el ceño—. Yo veo todo en orden. Yo misma hice el contrato.
—Es mucho dinero el que me voy a ganar por un trabajo tan simple.
—Incluso creo que es poco ante el sacrificio que vas a hacer —sonrió de costado—. Enamorar a mi marido no será una tarea sencilla, por lo que mereces un buen pago por ello.
Quedé con la boca abierta y sin saber qué responder de momento. Esta señora de qué habla. Ella jamás me dijo que el trabajo se basaba en enamorar a su esposo, y si lo hubiera hecho, jamás lo hubiese aceptado.
—¿Me está vacilando?
—Por supuesto que no. Dime una cosa, Noa, ¿aún necesitas el trabajo o no? Porque puedo buscarme a otra chica sin problema alguno, pero me daría algo de pena por tu abuelo ahora que empezó su tratamiento médico —miró su caro reloj de muñeca mientras en mi cabeza se hacía un gran corto circuito—. Debo irme a la reunión, pero no te preocupes, puedes firmar el contrato en casa. En la noche me lo puedes entregar y te diré tu última y más importante función —sonrió de una manera que me provocó escalofríos.
—No pienso aceptar esto. Es una completa locura lo que me está pidiendo hacer. —Deberías pensar en tu abuelo, además, no es como que te vayas a enamorar de Karim. Solo necesito que lo endulces y lo lleves a la cama. —¿Por qué?—Karim me obligó a casarme y no me he podido liberarme de él. Tú eres mi única salida. Si hay de por medio una infidelidad, será mucho más sencillo que me den la razón a mí y pueda pedir el divorcio. —¿Yo? No entiendo lo que yo puedo hacer. —No es importante que lo entiendas, Noa. Solo ayúdame a salir de sus manos, así como yo te estoy ayudando con tu abuelo.—No me gusta lo que me está pidiendo. Lo menos que quiero en mi vida son problemas.—Te aseguro que nadie sabrá tu nombre. Yo te protegeré, incluso de Karim. Él es muy peligroso —se oía tan sincera, pero no sabía si confiar o no en sus palabras—. Piénsalo, ¿sí? No quiero sonar mala persona y no creas que estoy usando la condición de tu abuelo para retenerte en el trabajo, pero entiéndeme. ¿Tú no harías
•Karim•Sabía que Agatha no me amaba, que me despreciaba, que por si ella fuera nunca se hubiese casado conmigo de no ser por todas las deudas que sus padres tenían, pero, aun sabiendo todo eso, yo mismo me creé la ilusión y lo único que me ha traído esta vida que a fuerza quise forjar a su lado ha sido dolor, tristeza y decepción. Si no quería permanecer a mi lado, ¿por qué no me lo dijo desde un principio? Con dolor en el alma, la hubiera dejado ser libre en cuanto sus negocios volvieron a alzarse con fuerza, porque antes de mi felicidad, estaría siempre la de ella.No me ama, pero tampoco se aleja de mí ni me pide el divorcio, por lo que no entiendo por qué contratar a una chica para que haga todas esas cosas que le pidió a Noa. No entiendo por qué sigue aquí, si yo jamás la he retenido.Debe haber una razón por la que no se ha ido de mi lado. Siempre creí que muy en el fondo de sí, sí me amaba y le costaba aceptar sus sentimientos hacia mí, pero ahora ya no sé qué pensar de ella.
—¿Piensas que fue ella? Esto que me estás contando es una acusación bastante sería, hijo.—¿Y crees que no lo sé, papá? Es de mi esposa de la que estamos hablando —suspiré cansado—. Sé que Agatha es una mujer complicada, con una actitud de mierda y un temperamento fuerte, pero me cuesta creer que ella sea capaz de hacer algo como esto. Si verdaderamente tiene a Noa, no estoy seguro de lo que sucedería. Es como si estos años hubiera estado casado con el enemigo.—No saquemos conjeturas precipitadas, ¿sí? Vamos a investigar primero, ver cámaras y estar seguros de que Noa no se fue con algún novio.—Fueron días los que crucé palabras con ella, pero no creo que sea de ese tipo de chicas. Ella aceptó trabajar de empleada doméstica, aún sin contar con experiencia, por la deficiencia de salud de su abuelo —le di una mirada al señor que hablaba risueño con mi madre y negué—. Es una jovencita que Agatha supo embaucar. Se aprovechó de sus problemas y quiso usarlos a su conveniencia, pero no con
•Noa•Me removí con fuerza, tratando de soltar las sogas que sujetaban mis manos y mis piernas, pero es imposible hacer algo cuando los nudos están tan ajustados. Tampoco puedo ver el lugar en el que me encuentro, pues desde que desperté, lo único que he visto a mi alrededor ha sido una oscuridad que me arrebata el aliento y me aterra de sobremanera. Aquí se siente muy frío. Debo admitir que tengo mucho miedo. No recuerdo cómo terminé en esta situación tan aterradora. Lo último que me viene a la mente es haber salido de la casa de los Leroy y caminar por el sendero en espera de un taxi que pudiese llevarme a casa. Un golpe en mi cabeza fue lo último que sentí antes de caer en la espesa oscuridad.Dios mío, ¿dónde estoy? ¿Por qué me tienen amarrada y con una capucha en la cabeza? Siento que mi corazón va a salirse de mi pecho por lo agitada que me encuentro. —¿Hola? ¿Alguien me escucha? —murmuré en un hilo de voz, sintiendo de repente más frío del que de por sí ya percibía. —La dul
Negarme a hacer lo que ella me pide, no es una opción. Viéndome acorralada y sabiendo que mi abuelo puede estar en peligro, acepté ese trabajo tan retorcido bajo las amenazas de una mujer que tiene pinta de ser un ángel.No quiero pensar en nada más que en el bienestar de mi abuelo, pero es imposible no traer en colación sus palabras. A esa mujer le hace falta una caja entera de tornillos.No tengo ni la menor idea de cómo diablos voy a enamorar al Sr. Leroy. Además, dudo que él fije sus ojos en mí al tener a su lado a una belleza de mujer, aunque demente, es muy bonita. No quiero hacer nada de lo que esa señora me pide, pero si me niego, mi abuelo corre peligro y no es justo a sus años ponerlo en una situación como la que acabo de vivir en manos de esa loca.Lo que quiero es irme lo más lejos posible de todo esto y olvidar lo que aquí sucedió, más debo hacer de tripas corazón y seguir como si nada.Luego de soltarme las manos y las piernas, salimos en su auto hacia su casa. No sé cuá
•Karim•En mi mente, la idea de fingir que me estaba enamorando de Noa, no era tan mala. Una cosa fue visualizarla en la cabeza y otra muy diferente es hacerla realidad. No pensé que esto sería todo un reto, tanto para mí como para Noa.Noa da lo mejor de sí, pero su timidez y nerviosismo le juega en contra cada vez que está frente a mí. He tratado de generarle confianza, más no ha funcionado y la entiendo. Luego de contarme lo que le había hecho Agatha al llevársela y amenazarla tan directamente con su familia, en especial con su abuelo, es normal que no confíe en las personas que la rodean.No podía creer que Agatha se hubiera atrevido a tanto. Lo que hizo solo me genera cientos de dudas y preguntas. ¿Qué es lo que quiere de mí? Si no me ama y quiere el divorcio, ¿por qué llegar a tanto?Me siento mal al utilizar a Noa, pero como a dé lugar debo descubrir lo que está tramando esa mujer que poco a poco se va saliendo de mi pecho y de mi mente.Todavía la quiero y me gustaría no estar
Tan pronto me levanté de la cama, me di un buen baño para intentar borrar de mi piel el aroma de su perfume, pero este estaba impregnado en mi ser. Me sentía más sucio que nunca y más idiota que de costumbre. Lamentarme y criticarme a mí mismo no sirve de nada, si no hago el intento de ser fuerte con ella y rechazarla.¿Cómo es posible que, sabiendo todo lo que sé, todavía caiga en sus encantos? Mi cabeza quiere explotar con todo lo que ha pasado y mi corazón ni se diga.Salí tiempo después, cuando Agatha ya se había ido de la habitación y podía tener un poco más de calma, pero mirar la cama era como clavar mil cuchillos afilados por segundo en mi corazón.Me apresuré a vestirme y salir de esa habitación, antes de que la culpa que sentía y mi idiotez me comieran vivo. No tenía ganas de desayunar ni de tomar café, aun así, terminé dirigiéndome a la cocina, solo que no contaba con que Agatha estuviera tan cerca de Noa.—Hablando de cómo quedó el café y si le gustó no vas a conseguir nad
Contrario a como se sentía Noa, yo sí estaba muy preocupado por lo que Agatha era capaz de hacerle. Puede que no tema porque sabe que su abuelo está a salvo con mis padres, pero no debería confiarse mucho porque esa mujer tiene agarras y en cualquier momento las puede sacar a relucir. Creo que esta vez, asustarla con un secuestro y su abuelo, no será suficiente.Intenté trabajar y no pensar en nada malo, pero sentía muy adentro de mí un mal presentimiento, como si algo andara mal y era ajeno a mis ojos. Agatha ha venido actuando extraño los últimos días y anoche terminó de confundirme al buscarme, pero por más que trate de llegar a lo que quiere, ella me lleva por otro camino y termino igual de enredado en su juego. No sé qué pensar ni qué esperar de ella.Solo me queda esperar que ese detective que contrató mi padre sí sea eficiente y me diga lo que esa mujer busca verdaderamente de mí.La incertidumbre por saber de Noa me estaba matando, por eso decidí irme a casa temprano, pero ant