Después de revisar varios documentos, fui a la cama con Agatha. Ella ya se encontraba descansando, por lo que me metí a la cama con sigilo y me acerqué lo más que pude para sentir en mis fosas nasales la dulce fragancia de su perfume, pero tuve que alejarme o perdería todo el control de mí y lo que menos quiero es discutir con ella.
Quería abrazarla y esconder mi nariz entre su cabello, pero a ella nunca le ha gustado dormir abrazada a mí y tampoco permite que yo me le pegue. Quisiera que las cosas fuesen diferente, pero así me siento bien y cómodo, porque al menos la tengo a mi lado cada noche.
—Te amo —le susurré en un hilo de voz y cerré los ojos, esperando una respuesta que nunca ha llegado y nunca llegará.
***
—¿Cómo te has sentido trabajando aquí, Noa?
Miré a Agatha, sorprendido de su repentino interés por saber el sentir de nuestra nueva empleada.
La chica la miró con una sonrisa en los labios.
—Muy bien, Sra. Leroy. El trabajo resultó más sencillo de lo que pensé. Gracias por la oportunidad que me ha dado y por permitirme quedarme.
—No agradezcas, lindura —sonrió de costado, algo poco usual en ella—. Debo irme al trabajo. Tengan un buen día.
—¿Vas a ir a la tienda hoy sábado? —quise saber, antes de que se marchara.
—Sí, tengo que terminar unos pendientes. Estaré de regreso en la tarde —golpeó mi hombro y se marchó.
Verla partir de la casa me quitó el buen humor que tenía y las ganas incluso de seguir disfrutando de mi desayuno. Son pocas las veces que trabaja los fines de semana, y cuando lo hace, no regresa hasta el domingo en la noche.
Una parte de mí desconfía de ella, pero nunca he encontrado nada inusual. Le abruma tanto estar a mi lado, que se marcha a la casa de campo para estar allí sola y tener un espacio para sí. No la culpo, después de todo, yo también necesito de esos espacios en los que pienso en todo lo bueno y lo malo.
—¿Y cómo quedó el café hoy? —Noa me sacó de mis pensamientos—. ¿Mejoró o sigue quedando mal?
—Hoy quedó perfecto.
—Me alegra que le haya gustado, Sr. Leroy.
—Dime Karim. No tienes que ser tan formal conmigo.
—Es mi jefe y le debo respeto.
—Me haces sentir viejo —bromeé y negó con una sonrisa.
—Usted es muy joven y atractivo. De viejo no tiene nada... —hizo silencio de golpe y bajó la cabeza con el rostro tan rojo como un tomate—. D-disculpe mi imprudencia, Sr. Leroy.
Su timidez más su sinceridad me sacó una sonrisa.
—No te preocupes por ese tipo de cosas, Noa. Gracias por tu halago —le resté importancia, divertido por lo avergonzada que se encontraba—. Estaré en mi despacho.
—Sí, señor.
Me sumergí en el trabajo por largas horas, olvidándome de todo a mi alrededor. Además no tenía nada mejor que hacer. Si me quedo de brazos cruzados, esperando que Agatha llegue, mi cabeza no dejará de trabajar ni un solo segundo, por lo que prefiero mantenerme ocupado para dejar de pensar.
Con mi esposa no funcionan las cenas, ni las sorpresas, ni un abrazo o un beso, porque eso a ella no parece significarle nada. Y no quiero seguir pensando en todo lo que hago para ganarme su amor y ella no sabe apreciarlo. Diez años después, por más esperanzas que tenga guardadas en mi corazón, empiezo a agotarme de su falta de amor.
¿No merezco que me ame, que me brinde una tierna caricia o, aunque sea, que me brinde un sincero abrazo? Claro que lo merezco, pero ella me lo cohíbe y no entiendo la razón.
Detuve el trabajo cuando Noa me trajo el almuerzo al despacho. Todavía se veía avergonzada y sus palabras salían a la fuerza de su boca. ¿Es cosa mía o se sonroja con facilidad? Quien debería sentir vergüenza sería yo y no ella, pero su comentario, por alguna razón, me cayó muy bien. Hace mucho tiempo no me dicen que soy atractivo, la única que me lo recuerda cada que tiene oportunidad, es mi madre.
—Buen provecho.
—Gracias, Noa.
—No hay de qué, Sr. Leroy. Permiso —tomó la bandeja en su mano y salió como alma que lleva el diablo.
«Tendré que acostumbrarme que me llame así por más que le diga que no lo haga», pensé, soltando una risita.
Luego de comerme el almuerzo, salí a caminar por el jardín, sintiendo la soledad a mi alrededor. La tarde estaba fresca, por lo que era agradable pasear por los rosales.
Estaba tan distraído, que no me fijé cuando choqué con otro cuerpo. Vi a Noa caer de lleno al suelo y me apresuré en ayudarla a levantar, al igual que todo lo que traía en sus manos y se le cayó debido al golpe.
—Perdóname, no te vi —me disculpé.
—No se preocupe, Sr. Leroy, también venía distraída y no lo vi —me sonrió.
Su sonrisa me recordó a la de Agatha. La miré fijamente por unos segundos, dándome cuenta del gran parecido físico que posee con mi esposa. Su cabello, aunque es un poco más oscuro, es igual de lacio. Sus ojos, por más que sean diferentes, tienen una tonalidad muy parecida. Su piel blanca, sus labios rosas.
—¿S-se encuentra bien? —preguntó y cruzamos mirada, solo que ella la desvió primero.
—Sí, sí —carraspeé—. ¿No te hiciste daño?
—No.
—Que bueno —di un paso atrás, dándole su espacio—. Cuando Agatha regrese, por favor dile que la estaré esperando en el despacho.
—Le haré saber a la señora.
—Gracias —me alejé de ella por donde mismo había venido, sintiéndome extrañamente muy incómodo.
Como yo la había previsto, Agatha no llegó ese sábado en la tarde que se fue a la tienda, sino regresó hasta el lunes en la mañana, para cambiarse de ropa y volver a salir. Aunque no me gusta mal pensar de ella, es inevitable no hacerlo. Desde hace mucho tiempo siempre me ha venido el mismo pensamiento a la cabeza, algo que no soy capaz de aceptar, pero que se implanta en mi pecho como una daga venenosa. Noa se acercó a la mesa con la taza de café en mano y una leve sonrisa que terminó de amargar mi día sin saber por qué. Quería hablar con mi esposa sobre el nieto que quiere su madre, pero nunca me da un segundo de su tiempo. —Buenos días, Sr. Leroy. Espero el café sea de su agrado. Permiso —dejó la taza sobre la mesa y se retiró.Probé mi taza de café y sonreí. Tiene lo justo de café y de azúcar. Debo admitir que se ha esforzado de más para hacer un café perfecto y hoy se ve reflejado. Le quedó maravilloso, tal cual me gusta. Es desconcertante como una buena taza de café tiene el
—No pienso aceptar esto. Es una completa locura lo que me está pidiendo hacer. —Deberías pensar en tu abuelo, además, no es como que te vayas a enamorar de Karim. Solo necesito que lo endulces y lo lleves a la cama. —¿Por qué?—Karim me obligó a casarme y no me he podido liberarme de él. Tú eres mi única salida. Si hay de por medio una infidelidad, será mucho más sencillo que me den la razón a mí y pueda pedir el divorcio. —¿Yo? No entiendo lo que yo puedo hacer. —No es importante que lo entiendas, Noa. Solo ayúdame a salir de sus manos, así como yo te estoy ayudando con tu abuelo.—No me gusta lo que me está pidiendo. Lo menos que quiero en mi vida son problemas.—Te aseguro que nadie sabrá tu nombre. Yo te protegeré, incluso de Karim. Él es muy peligroso —se oía tan sincera, pero no sabía si confiar o no en sus palabras—. Piénsalo, ¿sí? No quiero sonar mala persona y no creas que estoy usando la condición de tu abuelo para retenerte en el trabajo, pero entiéndeme. ¿Tú no harías
•Karim•Sabía que Agatha no me amaba, que me despreciaba, que por si ella fuera nunca se hubiese casado conmigo de no ser por todas las deudas que sus padres tenían, pero, aun sabiendo todo eso, yo mismo me creé la ilusión y lo único que me ha traído esta vida que a fuerza quise forjar a su lado ha sido dolor, tristeza y decepción. Si no quería permanecer a mi lado, ¿por qué no me lo dijo desde un principio? Con dolor en el alma, la hubiera dejado ser libre en cuanto sus negocios volvieron a alzarse con fuerza, porque antes de mi felicidad, estaría siempre la de ella.No me ama, pero tampoco se aleja de mí ni me pide el divorcio, por lo que no entiendo por qué contratar a una chica para que haga todas esas cosas que le pidió a Noa. No entiendo por qué sigue aquí, si yo jamás la he retenido.Debe haber una razón por la que no se ha ido de mi lado. Siempre creí que muy en el fondo de sí, sí me amaba y le costaba aceptar sus sentimientos hacia mí, pero ahora ya no sé qué pensar de ella.
—¿Piensas que fue ella? Esto que me estás contando es una acusación bastante sería, hijo.—¿Y crees que no lo sé, papá? Es de mi esposa de la que estamos hablando —suspiré cansado—. Sé que Agatha es una mujer complicada, con una actitud de mierda y un temperamento fuerte, pero me cuesta creer que ella sea capaz de hacer algo como esto. Si verdaderamente tiene a Noa, no estoy seguro de lo que sucedería. Es como si estos años hubiera estado casado con el enemigo.—No saquemos conjeturas precipitadas, ¿sí? Vamos a investigar primero, ver cámaras y estar seguros de que Noa no se fue con algún novio.—Fueron días los que crucé palabras con ella, pero no creo que sea de ese tipo de chicas. Ella aceptó trabajar de empleada doméstica, aún sin contar con experiencia, por la deficiencia de salud de su abuelo —le di una mirada al señor que hablaba risueño con mi madre y negué—. Es una jovencita que Agatha supo embaucar. Se aprovechó de sus problemas y quiso usarlos a su conveniencia, pero no con
•Noa•Me removí con fuerza, tratando de soltar las sogas que sujetaban mis manos y mis piernas, pero es imposible hacer algo cuando los nudos están tan ajustados. Tampoco puedo ver el lugar en el que me encuentro, pues desde que desperté, lo único que he visto a mi alrededor ha sido una oscuridad que me arrebata el aliento y me aterra de sobremanera. Aquí se siente muy frío. Debo admitir que tengo mucho miedo. No recuerdo cómo terminé en esta situación tan aterradora. Lo último que me viene a la mente es haber salido de la casa de los Leroy y caminar por el sendero en espera de un taxi que pudiese llevarme a casa. Un golpe en mi cabeza fue lo último que sentí antes de caer en la espesa oscuridad.Dios mío, ¿dónde estoy? ¿Por qué me tienen amarrada y con una capucha en la cabeza? Siento que mi corazón va a salirse de mi pecho por lo agitada que me encuentro. —¿Hola? ¿Alguien me escucha? —murmuré en un hilo de voz, sintiendo de repente más frío del que de por sí ya percibía. —La dul
Negarme a hacer lo que ella me pide, no es una opción. Viéndome acorralada y sabiendo que mi abuelo puede estar en peligro, acepté ese trabajo tan retorcido bajo las amenazas de una mujer que tiene pinta de ser un ángel.No quiero pensar en nada más que en el bienestar de mi abuelo, pero es imposible no traer en colación sus palabras. A esa mujer le hace falta una caja entera de tornillos.No tengo ni la menor idea de cómo diablos voy a enamorar al Sr. Leroy. Además, dudo que él fije sus ojos en mí al tener a su lado a una belleza de mujer, aunque demente, es muy bonita. No quiero hacer nada de lo que esa señora me pide, pero si me niego, mi abuelo corre peligro y no es justo a sus años ponerlo en una situación como la que acabo de vivir en manos de esa loca.Lo que quiero es irme lo más lejos posible de todo esto y olvidar lo que aquí sucedió, más debo hacer de tripas corazón y seguir como si nada.Luego de soltarme las manos y las piernas, salimos en su auto hacia su casa. No sé cuá
•Karim•En mi mente, la idea de fingir que me estaba enamorando de Noa, no era tan mala. Una cosa fue visualizarla en la cabeza y otra muy diferente es hacerla realidad. No pensé que esto sería todo un reto, tanto para mí como para Noa.Noa da lo mejor de sí, pero su timidez y nerviosismo le juega en contra cada vez que está frente a mí. He tratado de generarle confianza, más no ha funcionado y la entiendo. Luego de contarme lo que le había hecho Agatha al llevársela y amenazarla tan directamente con su familia, en especial con su abuelo, es normal que no confíe en las personas que la rodean.No podía creer que Agatha se hubiera atrevido a tanto. Lo que hizo solo me genera cientos de dudas y preguntas. ¿Qué es lo que quiere de mí? Si no me ama y quiere el divorcio, ¿por qué llegar a tanto?Me siento mal al utilizar a Noa, pero como a dé lugar debo descubrir lo que está tramando esa mujer que poco a poco se va saliendo de mi pecho y de mi mente.Todavía la quiero y me gustaría no estar
Tan pronto me levanté de la cama, me di un buen baño para intentar borrar de mi piel el aroma de su perfume, pero este estaba impregnado en mi ser. Me sentía más sucio que nunca y más idiota que de costumbre. Lamentarme y criticarme a mí mismo no sirve de nada, si no hago el intento de ser fuerte con ella y rechazarla.¿Cómo es posible que, sabiendo todo lo que sé, todavía caiga en sus encantos? Mi cabeza quiere explotar con todo lo que ha pasado y mi corazón ni se diga.Salí tiempo después, cuando Agatha ya se había ido de la habitación y podía tener un poco más de calma, pero mirar la cama era como clavar mil cuchillos afilados por segundo en mi corazón.Me apresuré a vestirme y salir de esa habitación, antes de que la culpa que sentía y mi idiotez me comieran vivo. No tenía ganas de desayunar ni de tomar café, aun así, terminé dirigiéndome a la cocina, solo que no contaba con que Agatha estuviera tan cerca de Noa.—Hablando de cómo quedó el café y si le gustó no vas a conseguir nad