Capítulo 5

—No pienso aceptar esto. Es una completa locura lo que me está pidiendo hacer. 

—Deberías pensar en tu abuelo, además, no es como que te vayas a enamorar de Karim. Solo necesito que lo endulces y lo lleves a la cama. 

—¿Por qué?

—Karim me obligó a casarme y no me he podido liberarme de él. Tú eres mi única salida. Si hay de por medio una infidelidad, será mucho más sencillo que me den la razón a mí y pueda pedir el divorcio. 

—¿Yo? No entiendo lo que yo puedo hacer. 

—No es importante que lo entiendas, Noa. Solo ayúdame a salir de sus manos, así como yo te estoy ayudando con tu abuelo.

—No me gusta lo que me está pidiendo. Lo menos que quiero en mi vida son problemas.

—Te aseguro que nadie sabrá tu nombre. Yo te protegeré, incluso de Karim. Él es muy peligroso —se oía tan sincera, pero no sabía si confiar o no en sus palabras—. Piénsalo, ¿sí? No quiero sonar mala persona y no creas que estoy usando la condición de tu abuelo para retenerte en el trabajo, pero entiéndeme. ¿Tú no harías cualquier cosa por salvarle la vida a tu abuelo? Pues ponte en mi lugar, yo daría todo lo que tengo para ser libre de ataduras y por fin acabar este infierno que he llevado junto a ese hombre.

—Disculpe que la interrumpa, Sra. Greco, pero la reunión está por empezar —la misma mujer que me atendió, nos interrumpió. 

—Estaré en un segundo en la sala. Gracias, Alice —se puso de pie e hice lo mismo—. Piénsalo, Noa. Estaría muy agradecida contigo si me ayudas con esto. 

No me dejó darle respuesta alguna, pues salió de la oficina a paso rápido con su asistente. 

—¿Que tipo de locura es esta? —dejé escapar un fuerte suspiro y me marché de la tienda con el contrato en mano. 

Me siento entre la espada y la pared, sin saber cómo escapar del filo y de la opresión del concreto. Mi abuelo necesita seguir su tratamiento, pero no soy capaz de hacer algo como lo que me está pidiendo la Sra. Agatha. Es una locura que alguien te pida hacer algo como eso. 

¿Cómo se supone que voy a conseguir enamorar a un hombre que, es mucho mayor que yo, guapo y millonario? Sería muy estúpido por parte del Sr. Leroy fijarse en mí teniendo a su lado a tremenda belleza. 

Pero ¿y si lo que ella me dice es verdad? No puedo dar fe de que sean buenas personas, si hasta ahora los conozco, pero ella se veía muy sincera en lo que me estaba diciendo. ¿Acaso ese hombre que se ve tan bueno, en realidad usa una careta y es malo? De ser así, ¿por qué no va con las autoridades y pone la respectiva denuncia?

Mi cabeza quiere explotar por tantas cosas que cruzan por mi mente. No sé lo que es verdad y lo que no, y pensar en mi abuelo y lo difícil que sería volver a conseguir un trabajo, me termina de enloquecer.

¿Qué debo hacer? Nadie puede dar fe de que las cosas no vayan a salir mal. No sé si firmar ese contrato y ser parte de una locura o agradecer por la oportunidad y buscar un empleo en otro lugar. ¿Qué hago? ¿Por qué, a pesar de que soy consiente de que está mal lo que me está pidiendo la Sra. Agatha, no fui capaz de negarme en el momento? 

Mi abuelo me detiene a irme ya mismo de aquí, porque no quiero que nada malo le suceda, más ahora que tenemos la oportunidad de costear el médico, pero también sé que yo no sería capaz de hacer algo como eso. 

Llegué a la casa con la cabeza echa un lío. Me encerré en la habitación que me fue asignada y me concentré en leer el contrato minuciosamente.

En el contrato estaba estipulado mi paga y mis funciones más basicas, más esas otras que ella había mencionado. Debía no solo enamorar a su esposo, sino tener intimidad con él y dejarme ver por ella y sus padres. Los "benéficos" que ella aseguró eran una cantidad de dinero descomunal, una casa con todas las comodidades en la zona más exclusiva de la ciudad e incluso la operación que mi abuelo necesitaba luego de que su tratamiento se hiciera efectivo y un sinfín de cosas más que solo en sueños tendría.

Prácticamente me estaba dando la vida de ahora en adelante y nada podría faltarme. Tendría esa vida que tanto soñé de niña y de la cual no fui privilegiada. Lo tendría todo, pero ¿valía la pena quebrar mi dignidad y rebajarme por todas esas comodidades y excentricidades? La operación que mi abuelo necesitaba era lo único que me hacía dudar, de resto, lo material así como viene, fácil se va.

—No puedo, abuelo, perdóname —con lágrimas en los ojos, me levanté de la cama y empecé a hacer mis maletas—. Te prometo que conseguiré otro trabajo, pero no puedo hacer esto...

Mis abuelos me educaron con valores y principios. Jamás sería capaz de hacer algo tan bajo como eso. Me siento impotente y triste de que mi abuelo no pueda recibir su tratamiento como debe ser, pero seguiré luchando hasta conseguir un buen empleo y poder pagarle lo que necesita. 

Salí de la habitación como alma que lleva el diablo, llorando llena de impotencia y rabia. Mientras unos nacen en cuna de oro y no saben aprovechar su dinero, otros lo necesitan para seguir teniendo una buena vida calidad de vida. Este mundo está lleno de gente sin corazón, que solo busca su bien propio sin importar pisotear a los demás.

Mi rostro estaba infestado de lágrimas y la misma nubosidad de estas mismas me impedía ver por donde estaba caminando, por lo que no me di cuenta quién era la persona con la choqué hasta que escuché su voz. 

—¿Te encuentras bien, Noa? ¿Sucedió algo? ¿Se trata de tu abuelo? —el Sr. Leroy me tomó por los hombros—. Me estas preocupando. Dime lo que sucede para poder ayudarte. 

¿Cómo explicarle lo que su esposa me ha pedido? Además, si le digo algo, puede que lo tome a mal y no quiero represalias en mi contra. 

¿Por qué no pensé mejor las cosas antes de lanzarme de lleno a la propuesta que me hizo esa mujer? Pero es que nunca imaginé que me llegaría a pedir algo como eso.

—Sé que llevas poco trabajando para nosotros, pero aquí estamos para ayudarte en lo que necesites. Dime qué pasa. ¿Por qué estás llorando? 

—No es nada malo, señor. Mi abuelo se encuentra bien gracias a Dios. Es solo que...

—¿Qué pasa? —se veía genuinamente preocupado—. Puedes confiar en mí. Mientras esté en mis manos, yo te ayudaré a solucionar todos tus problemas. 

—No puedo seguir trabajando más aquí. Gracias, de verdad, gracias por la oportunidad, pero no puedo...

—¿Tuviste algún problema con otro empleado o con algún chófer? ¿Te hicieron incómoda? Dime lo que pasó. 

Titubeé, pero al final le extendí la carpeta, sin saber por qué lo había hecho.

—Lo siento, Sr. Leroy, pero no puedo trabajar más aquí —crucé por su lado y me marché de la casa, dejándolo confundido y curioso. 

No sé si hice bien en entregarle ese contrato, pero lo único que quiero es estar lo más lejos posible de esta casa, sobre todo de esa señora que muy mala espina me da. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo