Horas después, Elena recibió la autorización para entrar en la habitación donde Iván descansaba. Ya había sido atendido y se encontraba fuera de peligro.Al entrar, lo observó recostado en la cama con el ceño fruncido, movía el vendaje que le habían colocado sobre el hombro izquierdo para liberar a su brazo del apretado agarre que le restaba movimiento.—¡¿Qué haces?! —le preguntó alarmada.Al escuchar su voz, Iván dejó lo que hacía y se giró sonriente hacia ella. Estiró su brazo derecho para invitarla a acercarse a él.—Muñeca.Ella sintió millones de mariposas revolotear en su estómago al ver de nuevo su encantadora y pícara sonrisa.Sin pensarlo dos veces se acercó a él y se dejó envolver para luego perderse en su ardiente boca, que la besó como si no la hubiera tenido en semanas.A duras penas interrumpió el beso para reprenderlo.—¿Qué hacías?—Nada —se excusó él con fingida inocencia.—¿Intentabas quitarte la venda? —le reclamó Elena, al tiempo que hacía un gran esfuerzo por ocu
Cinco años después…Sentada en una mecedora mientras disfrutaba del sonido de una suave lluvia de mayo, Elena observaba las fotografías que Adelaida, su madre, le había enviado desde la Casa Hogar dónde vivía.Dos años atrás su condición de salud había mejorado considerablemente y ahora se encontraba en un hermoso lugar, donde era bien cuidada y atendida por personal especializado, manteniendo constante contacto con ella.Sonrió satisfecha. Recordaba aquella tarde de abril en la que compartió con su madre cuando visitaron juntas la tumba de Raúl.Su cuerpo había sido ubicado semienterrado en un terreno baldío propiedad de Lobato, días después de los lamentables hechos. Lograron recuperarlo y darle sepultura.Elena siempre lo recordó con cariño. Su hermano, en vida, había sido su mayor apoyo y guía.Acarició con ternura su vientre hinchado para trasmitirle amor a la niña que crecía dentro. Ya llevaba ocho meses de embarazo y ese lo soportaba mejor que los anteriores.Cinco años atrás t
¿Quieres saber cómo llevaron su vida Iván y Elena con sus tres hijos?Aquí te presento un fragmento de su historia. No todo fue color de rosa para esta pareja, el pasado siempre iba a empañar su futuro. Ellos debían aprender a manejarlo para estar unidos.***El vigilante miró con precaución a ambos lados de la calle antes de cerrar la verja. Iván pudo observar, desde su ubicación a varios metros de distancia, a un camión deteniéndose junto a uno de los puentes de carga del estacionamiento.Sus dedos tamborileaban con ansiedad en el volante mientras sus ojos sagaces seguían los movimientos de los dos hombres que bajaron del vehículo.Una puerta corrediza de la instalación se elevó y mostró a un sujeto bajo y regordete, de facciones árabes, que salía del interior de un gran depósito de alimentos acompañado por dos muchachos con carretillas.—Seis. Maldita sea, son muchos —masculló Iván sin perder de vista a ninguna de sus presas.Se rascó la cabeza con una mano al tiempo que una de sus
Claro que iría a casa y le daría lo que ella pedía, pero no dejaría pasar la ocasión para amarla como se lo merecía.Desde el día en que la encontró juró que no pasaría un solo día sin que le demostrara lo importante que era para su vida.Elena lo había salvado de la perdición, lo regresó al camino correcto y despertó en él un amor que jamás pensó que podía sentirse por nadie.—Dame unos minutos, corazón —concluyó mientras se asomaba por una rendija entre torres de cajas de mayonesa para observar lo que ocurría al otro lado.Elena emitió una sonora exhalación y exclamó con fastidio un «te espero» antes de cortar la comunicación.Iván enseguida se guardó el teléfono y decidió actuar con rapidez para culminar aquel trabajo, y así volver con los suyos.Vio que el vigilante miraba con asco el reguero sin imaginar que tenía a un invasor dentro del área que debía proteger.Aprovechó su distracción y en silencio se aproximó a una pila de latas de guisantes embaladas dentro de un plástico tra
Iván enseguida recordó que el chofer del camión había dicho que en media hora buscarían la mercancía, eso lo hizo maldecir entre dientes.Intentó asomarse por encima de los bultos, necesitaba mirarles las caras. Esos debían ser los secuestradores de los camiones de su amigo Antonio Matos.No obstante, todas sus alarmas se encendieron al ver que los atacantes armaban con rapidez un lanzagranadas.—Maldita sea —exclamó y se levantó a toda prisa llevando consigo arrastrado al árabe, que lloraba como un crío.Atravesó a las carreras el depósito mientras esquivaba las balas que caían cerca de él. Pensó en Elena y en sus hijos, y en todas las cosas que tenía pendientes para ese día.No podía morir. No se dejaría vencer con facilidad.Nadie había logrado acabarlo mientras vivía en las calles como un simple delincuente, mucho menos lo harían ahora que tenía a cuatro increíbles personas bajo su cuidado, obsequiándole la fortaleza necesaria para seguir adelante. De alguna manera saldría de allí
Un portón automático se abrió dándole paso al Camaro al interior de una elegante mansión ubicada al este de la ciudad.Iván avanzó hacia el garaje de la casa como le había indicado el árabe y estacionó su viejo y abollado vehículo detrás de un exquisito BMW convertible.Su auto se parecía a la mujer del servicio que esperaba paciente tras su distinguida ama.El árabe, con el rostro pálido y bañado en sangre, aun se percibía perturbado. Bajó y sacó un manojo de llaves del bolsillo de su pantalón y se dirigió a pie a un galpón asentado en un lateral. Abrió la portezuela para acceder a él.Iván lo siguió con el semblante pétreo. Cada vez que salía golpeado de una misión se enfadaba consigo mismo. Su reto personal era no sufrir ningún tipo de lastimadura durante sus trabajitos, cuando eso sucedía, se sentía frustrado.—Lo único que tengo de esa gente es una tarjeta que una vez me entregaron con los nombres y teléfonos de los encargados de las negociaciones —comentó el árabe en referencia
Al llegar a la habitación de la niña encontró a Elena caminando descalza de un lado a otro. Acunaba a la bebé entre sus brazos.Su mujer llevaba puesto un vestido largo, de tela vaporosa y semitrasparente, por el que se le podía divisar una ropa interior oscura y las deliciosas curvas de su cuerpo generoso y exuberante.Como él la había imaginado, ella llevaba su extensa cabellera suelta y despeinada, meciéndose sobre su espalda al compás de sus pasos hasta tocarle la cintura.No pudo evitar repasarla de pies a cabeza, con hambre, mientras su deseo bullía en su interior.Al girarse hacia él, Elena apretó el entrecejo.—¿No ibas a llegar en pocos minutos? —se quejó, sin dejar de zarandear a la bebé para que parara el llanto.Iván dibujó una sonrisa torcida en su rostro, como la de un niño pícaro a quien le habían descubierto la mentira.—Tuve un inconveniente, amor.La mujer lo vio de arriba abajo con desaprobación.—¿Por qué estás cubierto de harina, y tan sucio?Él caminó hacia una m
Le soltó una mano para asirla por la cintura y la elevó del suelo para alcanzar con facilidad su boca.Caminó un par de pasos hasta llegar a la cama, pero antes de echarla en el colchón le quitó el vestido, despacio, aprovechando para acariciar el cuerpo de su esposa y generar una fricción estremecedora con ayuda del calor que desprendían sus palmas y la tela de la prenda.Rodeó el cuello de Elena con sus manos y le alzó la cabeza para degustarse con el sabor de sus labios mientras la acostaba.Le quitó el sujetador con premura, pudiendo tener a su disposición los picos erectos de sus senos, que chupó a placer.Ella se revolvió sobre las sábanas como una gatita consentida. Se arqueaba pidiendo más, exigencias que él estaba encantado de hacer cumplir.Con ansia Iván recorrió el cuerpo de su mujer para morderlo y degustarlo como si fuera un tallo de caña de azúcar, que desprendía un jugo dulce y adictivo, cuyo culmen encontró entre las piernas femeninas, que se abrieron para él como los