Esposas

La joven dentro de su celda, rogaba por un final un poco más amable. Ruth veía como la carroza real se acercaba desde su ventana, ahora estaba en una celda donde podía ver el sol. No quería esto, era muy incomodo y humillante, pero Louis quería que fuera así. Tampoco había hablado con su hermana sobre la verdad y como le había mentido en la cara.

Justo pensaba en ello cuando Angela entró a su estrecho lugar, con un rostro desmejorado y ojeroso. Las bolsas debajo de sus ojos revelaban su cansancio y el enojo, lloraba cada noche al pensar en su hermana y su esposo revolcándose por ahí. Angela había vivido en un mundo de fantasía, Louis había jugado con ella y no la respetó como se debía. Estaban comprometidos y tenían hijos, nada de eso le importó.

—¿Cuándo ibas a decírmelo? No puedo creer que me hayas mentido en la cara de ese modo, yo te confié mi humillación.

—Angie… Lo siento… —Quiso decir, pero no era suficiente, solo hacía que ella se enfadara más.

—Me lastimaste y seguiste hacié
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