Inicio / Romance / Cautiva en su Mirada / Capítulo 3: El Café en la Terraza
Capítulo 3: El Café en la Terraza

El sol aún no había salido cuando Amara llegó al hotel esa mañana. La rutina diaria siempre comenzaba antes de lo previsto, pero en las últimas semanas, su cuerpo se había acostumbrado a las largas jornadas. Sin embargo, algo había cambiado. Desde aquella noche en el bar, no podía dejar de pensar en Dimitrios. Había algo que lo hacía diferente a los demás huéspedes, algo que desbordaba la distancia profesional que ella siempre mantenía.

Esa mañana, mientras se preparaba para comenzar su jornada, un mensaje en su teléfono la hizo detenerse. Era un mensaje de Dimitrios. No podía creerlo, y aunque dudó por un momento, decidió abrirlo.

“Amara, te debo una disculpa. Anoche no fue mi intención hacerte sentir incómoda. Si quieres, podemos hablar. Estoy en la terraza.”

Amara dejó el teléfono a un lado, su respiración se agitó por un instante. ¿Por qué le pedía disculpas? El beso no había sido la gran tragedia. Lo que realmente la inquietaba era el hecho de que no sabía cómo manejar lo que había sucedido entre ellos. La confusión la invadía una vez más. Había huido de su habitación esa madrugada, temerosa de lo que pudiera haber ocurrido, pero al mismo tiempo, al despertar, al ver que no había marcas, ni dolor... la respuesta era clara. Nada había pasado, excepto el beso. Un beso que se había sentido como mucho más, pero que, en su análisis más racional, no había cruzado ninguna línea.

Con esos pensamientos en mente, decidió acercarse a la terraza. Necesitaba resolver lo que quedaba entre ellos, aunque no estaba segura de qué era eso exactamente.

Al llegar, lo vio. Dimitrios estaba allí, mirando hacia el horizonte, la brisa jugando con su cabello oscuro. Cuando la vio acercarse, se levantó de inmediato, y su mirada, cargada de sinceridad, la detuvo antes de que pudiera decir algo.

—Amara, siento mucho lo de anoche. No debí… no debí hacerte sentir tan incómoda —dijo, con una suavidad en su voz que no se le conocía. Parecía genuino, como si las palabras le costaran más de lo que él mismo estaba dispuesto a admitir.

Amara lo observó por un momento. La tensión en sus hombros era palpable, pero, por alguna razón, ella no sentía miedo. Algo en su mirada le transmitía que, efectivamente, no había malas intenciones en él. No tenía ningún dolor, ninguna marca que le hiciera dudar. Solo el beso. Y eso fue todo.

—No fue solo eso. Fue la forma en que todo sucedió. —Amara no podía evitar ser honesta, pero también sabía que no había necesidad de profundizar más. Estaba comenzando a entender que, a pesar de su huida, no había razón para seguir preocupada.

Dimitrios suspiró, su rostro se suavizó y se acercó un paso. Con una mirada que mezclaba arrepentimiento y algo más, dijo:

—Entiendo. Y lo siento. Si hubo un malentendido, fue mi culpa. Solo quería asegurarme de que estuvieras bien… cuando te vi, tan borracha, no sabía qué hacer. Pero ahora veo que eso no fue lo mejor. No debí presionar.

Amara se quedó en silencio, procesando sus palabras. Al final, respiró profundamente y asintió, reconociendo su sinceridad.

—Está bien —respondió finalmente, con un tono que no era frío, pero tampoco cálido. Solo… realista.

Se sentó frente a él, en la mesa que estaba preparada con dos tazas de café, esperando que la conversación fluyera naturalmente. Dimitrios se acomodó también, mientras ambos se sumergían en el silencio que no era incómodo, sino necesario.

—Entonces… ¿cómo seguimos después de esto? —preguntó Dimitrios, rompiendo el silencio con una pregunta tan sencilla pero tan cargada de significado.

Amara lo miró, la mirada más serena que podía reunir. Aquel momento, con el sol comenzando a elevarse y el mar a sus espaldas, parecía la oportunidad perfecta para comenzar a entenderse mejor. Sin expectativas, sin promesas. Solo como dos personas que habían compartido un malentendido y ahora buscaban clarificar las cosas.

—Lo mejor es seguir adelante —dijo Amara, sin evitar el destello de sinceridad que marcaba sus palabras—. No tenemos que hacer de esto algo más grande de lo que es.

Dimitrios la miró, y por un segundo, sus ojos reflejaron una comprensión que él mismo no había anticipado. Estaba dispuesto a aceptar lo que Amara le ofrecía: una conversación, una disculpa y nada más. Nada más, por el momento.

Ambos se sentaron allí, bebiendo su café, sin necesidad de hablar más. Algo entre ellos había cambiado, pero tal vez, solo tal vez, era el primer paso hacia algo nuevo.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP