Inicio / Romance / Cautiva en su Mirada / Capítulo 5: El Encuentro en la Arena
Capítulo 5: El Encuentro en la Arena

Era una noche cálida y estrellada en la costa, y la brisa del mar acariciaba suavemente la piel de aquellos que se encontraban en la terraza del hotel. El bar estaba lleno de huéspedes, pero Amara, por alguna razón, había decidido tomar un descanso en ese lugar. Tal vez era porque la vista del océano la tranquilizaba o tal vez porque necesitaba un respiro, alejarse del trabajo y de todo lo que había pasado en las últimas semanas.

Esa noche, llevaba un conjunto blanco que resaltaba su figura: un top ajustado que marcaba cada curva de su torso y unos pantalones de lino que caían delicadamente sobre sus piernas. El blanco acentuaba su piel morena y le daba una luminosidad inusual, como si brillara con luz propia. Cuando entró al bar, muchos de los hombres presentes no pudieron evitar mirarla. Era una mujer que irradiaba confianza, fuerza y sensualidad.

Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Dimitrios, su mundo se detuvo por un momento. Él estaba allí, en su habitual lugar, observando el mar. Al principio, parecía que no la había visto, pero cuando levantó la vista, sus ojos se encontraron con los de ella, y algo en su interior hizo clic. El corazón de Amara dio un vuelco, pero su reacción fue inmediata. No quería sentir nada por él, no después de lo que había dicho. Sin decir una palabra, se levantó de su asiento y empezó a caminar hacia la salida.

Dimitrios se quedó paralizado, observando cómo ella se marchaba con paso firme, como si él no existiera. Fue un golpe para su ego, pero lo peor era que sentía que había perdido algo mucho más grande que una simple oportunidad.

Inmediatamente, se levantó y la siguió. La vio caminar hacia la playa, alejándose del hotel, como si el mar pudiera ser el único lugar donde pudiera encontrar algo de paz. Sin pensarlo, Dimitrios la alcanzó justo cuando estaba a punto de llegar a la orilla.

—Amara —dijo su nombre con un tono de súplica, y ella se detuvo, pero no lo miró.

—No quiero hablar contigo, Dimitrios —respondió con firmeza, aunque en su voz había una tristeza que apenas logró disimular.

Dimitrios dio un paso hacia ella, sin importar que la arena comenzara a adherirse a sus zapatos.

—Por favor, no me ignores. No puedo dejar que te vayas sin que al menos intentes entender lo que quiero decir.

Amara respiró hondo y finalmente se dio la vuelta, pero no lo miró directamente. Mantuvo los ojos fijos en el horizonte, en el sonido de las olas.

—¿Qué quieres decirme, Dimitrios? ¿Qué vas a decirme ahora? Después de lo que dijiste... ¿cómo esperas que te perdone?

Dimitrios la miró, sus ojos reflejando arrepentimiento y vulnerabilidad. Sabía que sus palabras no podían deshacerse, pero en ese momento, sentía que lo único que podía hacer era ser completamente honesto.

—Nunca quise herirte. Nunca pensé que lo que dije te dolería tanto. Lo que trataba de decir... es que todo esto, lo que siento por ti, es nuevo para mí. Las mujeres como tú, Amara, nunca entraron en mi mundo. Mi vida ha estado tan marcada por lo que se espera de mí, por lo que yo mismo creía que era lo correcto... que no supe cómo reaccionar cuando te vi por primera vez.

Amara lo miró finalmente, pero su rostro seguía tenso, sus labios apretados en una línea recta.

—¿Así que mi color de piel fue lo que te asustó? ¿Porque soy diferente a las mujeres con las que estás acostumbrado? —preguntó, su voz cargada de amargura.

Dimitrios dio un paso más hacia ella, su rostro completamente serio.

—No, Amara. Lo que me asustó fue cómo me hiciste sentir. Tú no eres como las demás. Lo que hay entre nosotros no tiene nada que ver con lo físico, pero cuando te vi, me di cuenta de lo insignificante que era mi percepción de lo que “debería” ser atractivo. Te miré, y vi algo más... algo real. Algo que nunca imaginé que encontraría.

Amara lo miraba ahora, con el corazón latiendo rápido, sus sentimientos revoloteando dentro de ella. No sabía si creerle, si podía confiar de nuevo.

—¿Y eso cambia lo que dijiste? ¿Cambia lo que pienso de ti? —su voz tembló por un instante, pero rápidamente la recuperó—. No quiero ser solo tu perdón, Dimitrios. Quiero ser algo real, algo que valga la pena.

Dimitrios la observó durante un largo rato, y cuando sus ojos finalmente se encontraron, él dio un paso más cerca. Estaba tan cerca que podía oler el perfume suave que ella llevaba, una mezcla de coco y sal del mar.

—Te prometo que no te voy a decepcionar —susurró.

Amara lo miró, y por primera vez, sus labios se suavizaron. No podía evitarlo. La atracción era innegable, y su corazón, aunque roto, todavía latía por él.

Finalmente, sin decir una palabra más, se acercó y lo besó. No fue un beso tímido ni cauteloso. Fue una explosión de emociones reprimidas, una liberación de todo lo que había estado guardando durante días. El beso fue profundo, urgente, como si ambos intentaran compensar el tiempo perdido.

Cuando finalmente se separaron, los dos respiraban agitadamente. Amara lo miró con los ojos llenos de deseo, pero también con una mezcla de vulnerabilidad y fortaleza.

—Te perdono —dijo finalmente, sin dejar de mirarlo.

Dimitrios sonrió, y sin soltarla, la abrazó con fuerza, como si temiera que ella pudiera escapar. El deseo que ambos compartían era palpable, y en ese momento, no había nada que pudiera separarlos.

Esa noche, caminaron juntos hacia la orilla, y entre risas y miradas furtivas, se dejaron llevar por la intensidad de lo que estaba naciendo entre ellos. Mientras las olas rompían suavemente en la playa, sus cuerpos se unieron una vez más, y el beso que compartieron esa noche fue solo el comienzo de lo que se convertiría en un romance desenfrenado.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP