Reinaldo regresó a la oficina de Fabrizio.
—¿Ya se largaron?
—Si.
—¿Qué tal lo que pretendían? ¡Que yo me case con Mariangel! Piensan que soy un pendejo que se le van los ojos por una cara y un cuerpo bonito. —Francisco se sentó.
—Ay pues si se te van los ojos por caras y cuerpos bonitos, te excitan las mujeres hermosas.
—Pero no Mariangel.
—Eso es diferente, aunque no sería tan difícil estar casado con ella un par de años y cupular todo ese tiempo mientras obtienes la receta y luego te divorcias, ¿no crees? —Fabrizio lo miró fijo.
—No te estoy entendiendo.
—Podrías casarte con la rubia y obtener esa receta, luego la mandas a la m****a.
—¿Ya empezaste a beber licor?
—No.
—No necesito esa receta, ni quiero estar cerca de esa gente ni por él prestigio ni por todo el dinero del mundo. Ya tengo mi propia fortuna y mi planta de chocolate se está expandiendo cada día más. Algún día será de las más grandes de todo Latinoamérica, Chocolates Murrié no me interesa.
—No sería por el dinero ni por el prestigio, es por algo más.
—¿Cómo qué sería ese algo más? —Francisco se inclinó hacia adelante en su silla.
—Si obtienes esa receta la familia de tu padre estará en tus manos, y podrás hacer con ellos lo que se te venga en gana. Esa receta es una oportunidad que te puso el dios del chocolate para que puedas vengarte de Inés y tus hermanos.
Fabrizio estaba algo asombrado, la verdad que no se le había pasado por la mente que podría aprovecharse de la situación y saciar su sed de venganza contra ellos.
Una leve sonrisa le dio brillo a su rostro, rápidamente digirió lo que oyó salir de la boca de su tío. Cruzó la pierna y se agarró la barbilla, movió su silla hacia un lado.
—Con esa receta me convertiría en el más poderoso de los Murrié.
—Exacto. —Fabrizio sonrió con maldad en su rostro.
—Puedo destruir su prestigio, hundirlos en la miseria. —Francisco puso cara de admiración.
—¿Lo harás?
—Me encantaría hacerlo.
—Pero debes casarte con Mariangel, ella es la heredera de la otra mitad de la receta.
Fabrizio se levantó de la silla.
—No me agrada para nada esa mujer.
—Tú tampoco le agradas a ella; pero no tienen que hacerlo, será un matrimonio por conveniencia, el cuál debe durar el tiempo que sea necesario para que puedas joderte en la familia de tu papá.
Fabrizio tenía una expresión cargada de malicia, pero de pronto comenzó a morderse las uñas.
—No puedo casarme con Mariangel, no olvides que mi boda con Patricia será en algunos meses.
—Puedes aplazar la boda.
—¿Con qué excusa?
—Me extraña tu falta de creatividad. Puedes inventar cualquier cosa, lo que sea que se te ocurra, así como hiciste cuando te fuiste con Angie a pasarla súper con ella bien en España.
—Solo fue solo por una semana y le dije a Patricia que era un viaje de negocios; casarme con otra mujer es muy difícil de ocultar, más si son dos años. Puedo perder a Patricia para siempre.
—Es difícil tú lo acabas de decir, pero no es imposible; tu padre murió hace algunos meses, puedes decirle a Patricia que te dejó una herencia en Chocolates Murrié, pero que tiene algunas condiciones dentro de las cláusulas del testamento, entre las cuales debes permanecer en Miami conviviendo con tus hermanos.
—Aun así ella no va aceptar que aplacemos la boda, me dirá que nos casemos y vayamos a vivir juntos a Estados Unidos.
—Entonces no piensas arriesgarte.
—No, ya casi pierdo a Patricia una vez, y no pienso volverlo a hacer.
—Lástima, me habría encantado verte arrastrando a Inés de Murrié por todos los pasillos de la empresa.
Fabrizio se puso el dedo en la sien, con el rostro muy serio le dijo:
—También me encantaría que esa vieja y mis hermanos vieran cómo les destruyo el imperio que les produce tanto orgullo… Si Patricia no fuera tan celosa podría decirle acerca de mi plan, pero ella jamás aceptaría verme casado con Mariangel.
—Si Mariangel fuera una mujer fea y acomplejada tal vez si podrías convencerla, pero es una escultura de mujer.
—Deberías casarte con ella ya que tanto te gusta.
—Ella no se fijaría en un tipo como yo, las mujeres como ella tienen todas las posibilidades de elegir a un hombre joven, guapo, y adinerado como tú; más si es el heredero de la otra mitad de la receta. En cambio yo soy un viejo, con dinero, pero no tanto como el que ella aspira tener. En fin, Mariangel necesita casarse contigo para sacar a su familia de la ruina, y tú necesitas esa venganza, sería cuestión de que hablen y tú le cuentes lo que tienes pensado hacer, con tu novia; no le puedes contar lo de la venganza. Piénsalo, tendrías que viajar mañana o lo antes posible a Estados Unidos y finiquitar todo.
—Déjame pensar cómo hacer bien las cosas para que Patricia acepte aplazar la boda. De verdad tienes razón, si Mariangel no fuera tan bonita, si fuera una fea acomplejada e insegura, hasta me atrevería a decírselo.
Lorenna se estaba midiendo todos los vestidos que tenía disponibles en su guardarropa, Raquel su mejor amiga había ido a ayudarla a elegir el mejor para usarlo esa noche, pues estaba de cumpleaños y sus amistades la invitaron a salir a una discoteca. Lorenna estaba exasperada, se sentía insegura con todos los vestidos que se probó. Ella era hermosa, tenía una linda cara, sus ojos claros y una larga cabellera dorada; pero tenía un defecto en su cuerpo; años atrás en un accidente se lesionó la pierna izquierda, su hueso se astilló en mil pedazos de la rodilla para abajo; los médicos lograron salvarla de una amputación, pero requirió de varias operaciones pasa recuperar la movilidad. Aun así cojeaba un poco para caminar. Con el tiempo superó y terapias ella logró sobreponerse al accidente y continuó estudiando la prepa, luego la universidad y posgrado, hasta que se convirtió en una de las ejecutivas más importantes e influyentes de Chocolates Murrié. Un día conoció a Juan Carlos Acheve
Mariangel llegó a su casa después de una tarde de compras y salón de belleza; había ganado dinero trabajando como modelo y quiso renovar su guardarropa, tenía suelta su rubia cabellera ondulada y usaba un conjunto de falda corta y chaqueta color rosa. Era la primera vez que salía con sus amigas e iba con su estilista después de que su prometido, Andrés Murrié, muriera en ese fatal accidente. Entró a la casa junto con el chofer que llevaba varias cajas de las compras de distintas boutiques. Mariangel también llevaba un par de paquetes en sus manos. Sus padres y su hermano se encontraban en la sala, los tres estaban esperándola. —Hija hasta que al fin llegas, te estamos esperando desde hace horas. —Dijo Flavio. —Hola papi, es que salí de la casa de modas, cambié mi cheque y me fui de shopping con mis amigas. —Se acercó a él y le dio un beso, luego le dijo al chofer que dejara las cajas junto a la escalera. —¿Por qué me estaban esperando? Raiza su madre le dijo: —Tu padre tiene
Los padres de Lorenna para festejar el cumpleaños de su hija, organizaron una cena. Solo invitaron a Inés que era prima de José Ignacio, también asistió Fabián con Altagracia su esposa; Raquel y Jeferson, quienes eran los mejores amigos de Lorenna. A pesar de que era su cumpleaños, Lorenna fue al gimnasio a las seis de la tarde; la cena familiar iba a ser a las ocho de la noche, entonces debía regresar antes para alistarse. Allí se encontró con Raquel quien se quedó mirándola fijamente su ropa de ejercicio y le dijo: ―¿Creí que no hablabas en serio cuando me dijiste que venías al gimnasio. ―¿Qué tiene de malo? El ejercicio es muy bueno para la salud. ―Sabes muy bien a qué me refiero; hoy es tu cumpleaños deberías estar no sé, en el salón arreglándome el cabello y la uñas para en la noche salir a bailar. ―Hoy es un día como cualquier otro, y sabes que no puedo ni bailar cualquier cosa. ―Pues no, no es un día como cualquiera; y no puedo aceptar que mi amiga odie hasta su propio c
Lorenna llegó donde Jeferson y Raquel se encontraban, en su cara se veía que estaba enojada y a la vez consternada.—¿Qué te dijo el desgraciado? —Preguntó Jeferson.—Pretende que regrese con él.—¿Después de todas las cochinadas que te hizo? ¡Pero qué descarado!Lorenna se quedó en silencio mirando hacia la nada, Raquel le agarró una mano y con una voz llena de solidaridad le dijo:—Lo importante es que no vuelvas a caer en su trampa. —Lorenna la miró con tristeza e indignación, luego desvío el mirar hacia Jeferson.—Me dijiste que esta noche Inés va a proponerme lo de la boda con Fabrizio.—Sí. Raquel con algo de asombro preguntó:—¿Acaso piensas aceptar?—Si —Dijo con dolor en su voz—. Me casaré con Fabrizio.—¡Pero no lo amas, ni siquiera lo conoces bien!—Será un matrimonio por conveniencia, nada más. —Jeferson sonrió con maldad.—Me encararía verle la cara al imbécil de Juan Carlos cuando se entere que te casaras con Fabrizio.—Ya se lo dije y no me creyó.—Claro, él piensa que
Lorenna se retiró de la sala, subió a su habitación habiendo expresado su aceptación de casarse con Fabrizio; Antonella fue detrás de su hija y la siguió hasta su habitación. Lorenna se paró frente a la cómoda y comenzó a quitarse las joyas que estaba usando. Antonella con tono de reproche le dijo:—¿Qué piensas lograr con esta locura de casarte con Fabrizio?—Nada mamá, no pienso lograr nada, simplemente no está mal convertirme en la heredera de la receta, papá podría lograr mucho dentro de la compañía si le doy la parte de la fórmula que el chamán me entregue.—¿Piensas que Fabrizio tendrá buenas intenciones contigo?—Para Fabrizio solo seré un medio para alcanzar el poder dentro de la familia Murrié, igual como papá será el líder de la familia Montalván.—Te oigo y me parece que estoy oyendo a Inés hablando a través de tu boca.—Inés sabe usar la cabeza, y eso es lo que haré de ahora en adelante.—No estoy de acuerdo con ese matrimonio, estoy segura que lo haces para huir de lo que
Mariangel estaba en la piscina del spa, tenía en su mano un cóctel, estaba inmersa en sus pensamientos y estaba usando un par de gafas oscuras. De pronto llegaron sus dos mejores amigas, Gema y Samanta.—¿Cómo estás amiga? —Se dieron un beso en la mejilla.—Al fin decidiste venir al spa. —Dijo Samanta.—Si, ya me hacía falta. —Fueron casi siete meses de luto. —Mariangel sonrió con lamento, Samanta se dio cuenta que no debió hacer ese comentario —Perdón amiga, no debí…—No te preocupes, estuve encerrada casi siete meses desde que Andrés murió, pero ya ven que empecé de nuevo a vivir mi vida; mi mánager ya me consiguió un par de contratos. —Y ya has hecho varías sesiones de fotos. —Agregó Gema.—Exacto, se podría decir que Mariana Montalvan volvió a la acción.—Nos alegra en verdad que al fin hayas decidido que la vida debe continuar, ya verás que muy pronto conocerás a otro hombre que te guste y hasta podrás enamorarte de nuevo.—Mariangel sonrió maliciosa.—¿A que no adivinan con q
Fabrizio fue al cementerio a visitar la tumba de su madre fallecida, le llevó un ramo de flores del paraíso y los puso frente a la lápida.—Te traje tus flores favoritas. Se inclinó y puso la rodilla derecha sobre un escalón para afincarse, luego comenzó a hablarle a su madre como si ella estuviera presente, aunque Fabrizio estaba muy consciente que ella estaba muerta, pero conservaba la fe en que los muertos podían escuchar lo que los vivos iban a decirle en sus tumbas.—Me iré a Miami esta semana, mi decisión de hacerlo es definitiva, ya no siento ninguna duda de lo que deseo hacerle a Inés y a los imbéciles de mis hermanos… solo me detenía Patricia, porque ella no se merece que la engañe como lo voy a hacer. Muchas veces me he tirado canas al aire sin que ella se lo llegara a sospechar; los hombres somos así, no sabemos estar con una sola mujer aunque estemos muy enamorados. Tú sabes muy bien eso por papá, él quiso quedarse con la esposa, y también contigo, pretendía tenerlas a las
Mariangel se acercó a Lorenna que estaba de pie charlando con otros de la familia y tenía en la mano una copa de vino tinto.—¿Cómo estás primita?—Hola Mariangel, yo bien, ¿tú como seguiste?—Mucho mejor. —Se fueron a un lado a hablar solas.—Me alegra que ya estés superando el duelo por Andrés. —Mariana puso una lánguida sonrisa.—Gracias, la terapia me ayudó mucho.—Se nota en tu rostro que ya has recuperado la alegría.—En cambio yo lamento que tú no estés superando bien tu duelo por Juan Carlos. —Lorenna puso serio su rostro.—¿A qué viene tu comentario?—¿De dónde sacaste la loca idea de casarte con el bastardo? Todos en la familia Montalvan y la familia Murrié no hacen otra cosa que comentar que esa decisión se debe a tu despecho, hasta las sirvientas están hablando de ti en la cocina. —Lorenna se llenó de rabia.—¿Y qué? Que hablen lo que les dé la gana, y tú también.—¿Yo qué?—¿Me dirás que no has hablado de mí y de mis problemas con Juan Carlos?—No he hablado mal de ti.—P