Fabrizio estaba solo en la habitación, tenía cerrado los ojos y parecía que estaba dormido, de pronto una mujer de cabello oscuro entró, caminó despacio para no hacer ruido y se acercó a la cama, se paró a un lado y se quedó observándolo, Fabrizio se apercibió y abrió los ojos, de inmediato se dio cuenta que se trataba de Mariangel que se valió de un disfraz para ingresar sin que nadie lo notara.—¡Mariangel! —Ella sonrió y se quitó la peluca que llevaba puesta.—Si, soy yo, ¿creíste que no vendría a verte después que estuviste a punto de morir?—¿A qué has venido? no deberías estar aquí, Lorenna puede llegar en cualquier momento.—Y tú no deberías temerle, yo no le tengo miedo — ¿No te basta con todo el daño que ya le hiciste?—Tu me lo hiciste a mí y no te importó, me utilizaste, luego me desechaste como un despojo, ¿Piensas que no tengo sentimientos? ¿Que no sufro tanto como ella? —Mariangel, las cosas siempre estuvieron claras entre tú y yo, por favor entiendelo. —Eres tan par
Pasaron casi cuatro meses, a Lorena solo le faltaba una semana para dar a luz a su bebé, ella y Fabrizio estaban viviendo en su propia casa, la que ambos habían elegido para comprar. Lorenna estaba muy entusiasmada arreglando la habitación del bebé y cada vez que veía ropa, juguetes y algún objeto decorativo para la habitación, lo compraba. Ese día llegó con un caballo de madera de esos que se mecen, lo encontró en una tienda de alfarería mexicana. Fabrizio llegó cuando estaba anocheciendo, ella le mostró el caballo.—Mira, ¿No es lindo?—Si, pero es algo peligroso, la niña podría caerse.—Nosotros estaremos con ella, lo dejaré en la habitación mientras sea una bebé, después la llevaré al jardín.—Buena idea. —Lorenna jadeó un poco y se agarró la panza.—¿Se movió?—Me dio una patadita, hoy ha estado inquieta y me duele cuando me golpea. —Fabrizio puso la mano sobre su panza y le habló a la bebé:—No seas tan brusca con tu madre, comportate como una señorita. —Lorenna sonrió.—Cuan
Isabella cumplió dos meses de nacida, Lorenna no quería separarse de la pequeña ni por un momento, pero ese día era su cumpleaños, y Fabrizio quiso llevarla a cenar, solo los dos. Ignacio y Antonela fueron a buscar a la pequeña como a las seis de la tarde para que Lorenna pudiera alistarse, notaron que ella estaba algo nerviosa, era la primera vez que se iba a separar de la bebé, Antonella le dijo:—Isabella va a estar bien, disfruta la noche con tu esposo.—Pero es tan pequeña. —Ignacio le dijo:—Hija, también debes pasar tiempo con tu esposo, eso es muy importante.—Tu padre tiene razón, también necesitas compartir con Fabrizio.—Lo sé.—Isabella estará muy feliz si sus padres están felices. —Lorenna sonrió lánguidamente.—Está bien. A regañadientes aceptó, ella misma llevó a Isabella al auto de Ignacio y la puso en su silla y amarró en cinturón, luego le dio un beso.—Nos vemos mañana bebé, portate bien con tus abuelos.***Fabrizio llegó casi a las ocho de la noche a buscar a Lo
Fabrizio se encontraba en la suite de un lujoso hotel en Miami. Se levantó de la cama con su cuerpo desnudo, se acercó al diván y alzó su chaqueta. Sacó de uno de sus bolsillos un cigarrillo y el encendedor.De pronto una mujer rubia salió del baño envuelta en una toalla, púes había ido a ducharse después de que hicieron el amor. El cabello lo tenía mojado, este le cubría sus hombros desnudos.Se acercó a él y le dijo:—Creí que irías a ducharte conmigo. —Él no levantó el rostro para mirarla y respondió: —Me provocó fumar antes de ir a ducharme. —Encendió el cigarrillo y se sentó en el diván.Después Fabrizio se duchó y se vistió, Mariangel ya estaba lista para salir del hotel. Él se acercó a la cómoda, cogió el peine y se acomodó el cabello. Mariangel se acercó por atrás y lo sujeto de la cintura, recostó su cara contra su espalda.—Hoy te sentí distinto.—¿A qué te refieres?—No sentí que estuvieras conmigo cuando hacíamos el amor. —Ella levantó la cabeza, ambos se miraron a través
22 AÑOS ANTES Dayanna llegó a la recepción de Chocolates Murrié, la mujer era hermosa, usaba un conjunto de falda y chaqueta de lino, su cabello estaba bien peinado. Llevaba a su pequeño hijo de cinco años agarrado de la mano. Se acercó al recibidor y le dijo a la recepcionista: —Necesito ir a la oficina del señor Fabián Murrié. —¿Tiene cita? —No, pero acabo de llegar de Venezuela y necesito hablar con él. —Lo siento, debe llamar a su secretaría con tiempo y pedir cita para que la atienda, él es un hombre muy ocupado. —¿Pero él está en este momento en su oficina? —Supongo que debe estar arriba atendiendo los asuntos de la empresa. Dayanna pensó dentro de sí: "Si llamo a su secretaría él jamás me atenderá." Le dijo a la recepcionista. —Gracias señorita, llamaré entonces. Se dio vuelta y salió de allí con el niño, llegaron a la calle, Dayanan observó un auto que salía del estacionamiento de la empresa, entonces ideó un plan, se escondió a un lado hasta que el que vigilaba la
Subieron al ascensor, Fabrizio abrazó a su padre agarrándose de su cintura y sonrió. Fabián estaba muy enojado, y no podía disimular, tampoco correspondió al cariño de su hijo. Cuando llegaron al piso donde se encontraba la oficina, todo estaba solo, no había más almas que las de ellos tres. Entraron a la oficina de Fabián, él encendió la luz y cerró la puerta. Luego miró con reproche a Dayanna. —¿A qué viniste? —Sabes perfectamente por qué vine a buscarte. Fabrizio no hace otra cosa que preguntarme cuándo irás a la casa. Fabián miró al niño, sus ojos ya estaban rojos a causa de su enojo, luego la miró a ella. —Te dejé bien claras las cosas antes de enviarte a Venezuela. —Ella consternada lloró y le dijo: —¿Cómo se lo explico a tu hijo? Fabrizio te extraña. Fabián se acercó al niño, lo agarró de la mano y lo llevó afuera, lo sentó frente a un escritorio de las secretarias, le dejó una hoja en blanco y varios marcadores. —Haz lindos dibujos mientras tu madre y yo hablamos.
22 AÑOS DESPUÉS Fabrizio estaba vestido como era debido para la ocasión, con traje y corbata color negro. Alquiló un servicio de coche con chofer, pues había viajado desde Venezuela ese mismo día en la mañana a Miami para asistir al funeral de su padre y uno de sus hermanos, quiénes habían muerto en un fatal accidente automovilístico. El auto se estacionó cerca de la entrada de la funeraria donde toda la familia de los difuntos se encontraba. Allí solo faltaba Fabrizio, el menor de los cinco hijos del magnate… y el bastardo. Del lado izquierdo del auto bajó Fabrizio; del otro lado bajó Francisco, un elegante caballero de más de cincuenta años. Él era su tío, hermano de su madre, el cual con talante engalanado se robaba las miradas de todos por donde pasaba. Él difunto Fabián Murrié lo dejó a cargo de su hijo en Venezuela desde que Dayanna perdió su batalla contra el cáncer cuando Fabrizio aún era un adolescente. Francisco siempre estaba cerca del joven y era su mano derecha en los
6 Meses después. Patricia era la prometida de Fabrizio, estaba muy emocionada con los preparativos de la boda. Esa tarde fue a probarse el vestido acompañada por su madre y sus hermanas. Salió del vestidor y con una gran sonrisa les preguntó: —¿Cómo me veo? —Te ves hermosa dijo su madre, ella volteó a mirarse en el espejo. —Me veré deslumbrante el día de mi boda. Macarena su hermana mayor levantó una ceja y le dijo: —Espero que ese día en verdad llegue. —Su madre en mal tono agregó: —¿Por qué tienes que hacer ese tipo de comentarios en este momento? —Vamos mamá, Patricia y Fabrizio parecen perros con gusanos, cada pelea es más irreconciliable. —Patricia se enojó y frunció el ceño. —¿Por qué tenías que mencionarlo? —Sabes que Fabrizio no te merece, ¿te montó el cuerno cuántas veces? ya sé, tú eres la celopata, él es un hombre fiel pero tú ves cosas donde no las hay. —Basta —Dijo su madre—. Fabrizio eligió casarse con tu hermana, dejó a esa otra mujer porque no quiere perder