Capítulo cincuenta y tres. No seas chismoso

Angélica ajustó la gorra sobre su cabeza y se colocó los lentes, caminó de manera que las cámaras no pudieran captar en detalle su rostro y extendió un bastón blanco para hacerse pasar por una persona no vidente y de esa manera descartar toda sospecha de ella. Y ahora, con la seguridad de que Emma y Ryan estaban peleados, ella intentaría seducirlo, encontraría una manera, porque de algo estaba segura. Emma amaba a Ryan más de lo que jamás amó a Nicholas y ella sufriría si la miraba en brazos de otra y mejor si eran en los suyos.

Mientras tanto, Emma subió hasta el último piso del edificio, saludó a Aurora y se encerró en su oficina.

Se sentía eufórica por lo que acababa de hacer. Tenía sentimientos encontrados porque no sentía nada de lo que gritó allí abajo, pero el juego había comenzado y solamente una de las dos partes podía salir vencedor y Emma estaba segura por todo lo sagrado y por todo lo que amaba que no sería Angélica.

Esa malvada mujer debía pagar por todos sus crímenes, en
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