—Gracias por todo lo que haces por mi Natasha —dijo Nicholas viendo a la mujer parada frente a él.Le habían dado el alta recientemente y había sido trasladado a la ciudad de Nueva York y puesto en uno de los pisos privados de la familia, donde nadie podría encontrarlo.—No voy a mentirte, Nicholas, y mucho menos me haré pasar por una buena persona. Tú y yo sabemos que si hago esto es por el bien de mi hija y por su felicidad.—Lo sé y es por eso que tu gesto es mucho más apreciado por mí, sé que le fallé a Emma en un momento que no debí, sé que hice cosas que jamás creí que haría. Pero también quiero ser honesto contigo ahora, me enamoré de Angélica, ni siquiera sé cómo fue, ella era tan… complaciente, se metió en mi corazón y bajo mi piel y en algún momento sucedió…—No te estoy juzgando por lo que sentiste o no por ella, sino por tu falta de hombría. Pudiste ahorrarle a Emma mucho dolor; sin embargo, estabas empeñado en convertirla en tu esposa y jugaste muy sucio —Natasha lo miró
«No fue Natasha quien te envió el mensaje…»Ryan se giró para ver a Michael, pero ya este caminaba lejos de él. ¿Cómo que no había sido Natasha quien le había enviado el mensaje? Y ¿A qué mensaje se refería?—¡Espera, Michael! ¡Espera! —gritó, no obstante Michael dibujó una sonrisa torcida en los labios y continuó su camino sin detenerse.Ryan dejó de gritar al ver que el hombre no iba a detenerse y mucho menos a darle una explicación de lo que quiso decir con sus palabras, por lo que volvió al auto y emprendió el viaje de regreso al departamento.—Buenos días, señor Black —saludó el guardia de seguridad.Ryan se detuvo al ver que no se trataba del mismo hombre que solía estar en la entrada del edificio.—¿Es nuevo en el puesto? —preguntó.—Sí, señor, me llamo Álvaro y estoy a su servicio —se presentó el hombre estirando la mano para saludar.Ryan le correspondió el saludo por mera cortesía. La sonrisa del hombre no le agradó, como abogado su sexto sentido saltó a la vida y esta vez n
Ryan estacionó el auto a la orilla de la carretera para contestar la llamada de su colega.—Aló.»—Tengo malas noticias, Richard Lewis está dejando la Correccional en Manhattan en este preciso momento.Ryan golpeó el volante con su puño, apretó el móvil entre sus dedos tentado en partirlo en dos, pero el aparato aún le era de utilidad.—Haz que uno de tus hombres lo siga, que sea discreto. Asegúrate de que tenga vigilancia las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, las veces que va al baño y del lado de la cama que duerme. No lo pierdas de vista, Rodríguez —ordenó Ryan con tono serio y frío.—Haré mi trabajo.Con aquella respuesta, Ryan finalizó la llamada, estaba demasiado alterado como para continuar su trayecto por lo que tuvo que serenarse, tenía que hablar con Michael, Natasha y, sobre todo, con Emma.Envío un mensaje a cada número y retomó su camino en dirección de la Casa Collins…Emma fue la primera en salir de su oficina para buscar a su padre, tras recibir
Angélica tembló de pies a cabeza, si había un hombre a quien odiaba y temía al mismo tiempo ese no era otro que Richard Lewis.«No dejes que nos lleve con él, prométele lo que quiera, dale lo que pida, pero no dejes que nos lleve. Richard volverá a hacernos daño»—Cállate, no hagas ruido —le respondió a la voz en su cabeza.—¿Dijiste algo? —preguntó Richard con una falsa sonrisa.—No, no dije nada, por favor no me lleves de aquí. Déjame quedarme, te juro que voy a portarme bien, no saldré de aquí, no respiraré mientras tú estés aquí, pero no me lleves contigo —pidió Angélica con el cuerpo tembloroso.—Me gustaría complacerte, no obstante, y para tu mala suerte, tienes que responder por el despilfarro de mi fortuna…Angélica se mordió el labio hasta hacerse sangre.—Puedo explicarlo.—Ya lo creo que lo harás…—Quédense con ella, pónganla a dormir y llévenla cuando ya no haya movimiento en el edificio —ordenó Richard a sus hombres.El hombre sabía que su hija tenía varios delitos sobre
Angélica cerró los ojos y cubrió sus oídos con sus manos para no escuchar las palabras de su padre. Si ella pudiera elegir entre: escucharle decir que era su culpa o que la golpeara, prefería los golpes, dolían menos que las palabras, herían menos y dejaban menos huellas en su cuerpo de lo que las palabras dejaban en su corazón y las que ya la habían marcado de por vida.—No me has respondido, Angélica y mi oferta no durará todo el día —interrumpió Richard los pensamientos de la joven.—¿Qué tengo que hacer? —preguntó, esa era la cuestión, ¿Qué tenía que hacer? Y, aun así, hiciera lo que hiciera si triunfaba, nunca tenía nada de su padre, nunca tenía nada más que desprecio.«Quiere engañarnos de nuevo, va a jugar con nosotras como siempre. ¡No lo hagas, no lo hagas!», gritó su mente con desesperación.—Haré todo lo que me pidas, pero por favor, déjame salir, no me gusta estar encerrada, por favor —pidió.Richard sonrió y se acercó a su hija para contarle sus planes…Mientras tanto, Em
Emma abrió los ojos al escuchar el sonido de su móvil, por un momento pensó se trataba de Ryan, pero al ver el nombre de Betsabé en la pantalla no dudó en responder.—¿Betsy? —preguntó por temor a que no fuera ella.»—Hola, Emma, lamento llamarte tan tarde, pero creo que esto es una información importante, se trata de Clarise.Emma sintió el frío correr por su cuerpo, este era el momento esperado y el momento en el que sabía si podía o no confiar en Betsabé.—¿Qué sucede con Clarise?»—Ha despertado el día de hoy, no quise comunicarme contigo de inmediato porque quería conocer su estado, hasta ahora el doctor a cargo le ha hecho una serie de estudios, no obstante, creo que no confía lo suficientemente en mí.—Supongo que tomará su tiempo, no podemos correr cuando apenas estamos caminando, Betsabé. No la presiones y trata de hacer todo lo que ella te pida, siempre y cuando no esté fuera de la ley —dijo Emma poniéndose de pie para abrir la ventana. Su marido estaba llegando.»—Quiere qu
—¡Un millón doscientos cincuenta mil! —gritó el primer hombre.Emma trató de acercarse lo suficiente como para poder escuchar la voz de su marido, la máscara no ayudaba mucho, al ser una máscara completa, la voz era ronca y parecía tener eco. Aun así, lo intentó, confiando en que su corazón no podía equivocarse.Su corazón no podía confundir al amor de su vida, no obstante, sus intenciones fueron interrumpidas por su madre.—No es una buena idea, cariño, deja que el subastador se haga cargo —indicó Natasha en tono bajo para no llamar la atención.Emma asintió.—No quiero perderlo —susurró para sí, mientras ambos hombres dirigieron sus miradas a ella, como si pudieran escucharla.Emma negó ligeramente con un movimiento de cabeza y se armó de valor para perder el cuadro, aquel cuadro que tal como lo recitaba en la inscripción era un pedazo de ella, un pedazo de su corazón, de su cuerpo y de su alma.El grito del hombre la sacó de sus pensamientos…—¿¡Quién da más!? —preguntó el subastad
Michael no se movió del estacionamiento hasta mirar con sus propios ojos cómo la policía se llevaba a Angélica presa, por fin esa mujer iba a pagar por sus delitos y el más doloroso era sin duda el atentado que había terminado con la vida del bebé de Emma.El hombre apretó los puños con fuerza, aunque no lo había demostrado, él se sentía devastado con aquella pérdida. Él nunca sabría si su primer nieto o nieta se parecería a su hija o sería la versión de su mejor amigo.—¿En qué momento se fueron ustedes dos a enamorar? —preguntó recargándose contra la pared.—¿Está usted bien, señor Collins? —preguntó su jefe de seguridad, el hombre que había organizado la caída de Angélica. De alguna manera ellos esperaban que hiciera acto de presencia esa noche y no se habían equivocado. Ella había acudido, pero no lo había hecho sola.—Estoy bien, hay que identificar al tipo que traía un traje parecido al de mi yerno, él no puede salir impune —ordenó.Los hombres salieron en busca de Richard, no o