Angélica ajustó la gorra sobre su cabeza y se colocó los lentes, caminó de manera que las cámaras no pudieran captar en detalle su rostro y extendió un bastón blanco para hacerse pasar por una persona no vidente y de esa manera descartar toda sospecha de ella. Y ahora, con la seguridad de que Emma y Ryan estaban peleados, ella intentaría seducirlo, encontraría una manera, porque de algo estaba segura. Emma amaba a Ryan más de lo que jamás amó a Nicholas y ella sufriría si la miraba en brazos de otra y mejor si eran en los suyos.Mientras tanto, Emma subió hasta el último piso del edificio, saludó a Aurora y se encerró en su oficina.Se sentía eufórica por lo que acababa de hacer. Tenía sentimientos encontrados porque no sentía nada de lo que gritó allí abajo, pero el juego había comenzado y solamente una de las dos partes podía salir vencedor y Emma estaba segura por todo lo sagrado y por todo lo que amaba que no sería Angélica.Esa malvada mujer debía pagar por todos sus crímenes, en
Ryan sonrió al leer el mensaje que Emma le había enviado, «no te he perdonado».—Repítelo hasta que te lo creas, mi amada esposa —dijo en voz alta mientras cerraba los ojos y recordaba lo sucedido la noche anterior en Brooklyn.«—¡Aaah! —el gemido abandonó los labios de Emma al sentir como Ryan golpeaba su punto dulce mientras se aferraba a uno de sus redondos pechos.—Eres deliciosa, adictiva, mi perdición —susurró Ryan perdiéndose entre los pliegues húmedos de Emma una y otra vez, hasta sentir como era apresado por las paredes vaginales de su esposa. Se sentía tan apretado que la corriente de placer se extendió por todo su cuerpo, un subidón antes de concentrarse en su duro miembro golpeando el interior de la joven.Emma explotó en un delicioso orgasmo. El clímax se precipitó a través de ella con tal fuerza que por un momento pensó que era elevada al cielo.Era la sensación más increíble, sublime y brutal que jamás había experimentado y es que cada vez que hacía el amor con Ryan Bla
—Gracias por todo lo que haces por mi Natasha —dijo Nicholas viendo a la mujer parada frente a él.Le habían dado el alta recientemente y había sido trasladado a la ciudad de Nueva York y puesto en uno de los pisos privados de la familia, donde nadie podría encontrarlo.—No voy a mentirte, Nicholas, y mucho menos me haré pasar por una buena persona. Tú y yo sabemos que si hago esto es por el bien de mi hija y por su felicidad.—Lo sé y es por eso que tu gesto es mucho más apreciado por mí, sé que le fallé a Emma en un momento que no debí, sé que hice cosas que jamás creí que haría. Pero también quiero ser honesto contigo ahora, me enamoré de Angélica, ni siquiera sé cómo fue, ella era tan… complaciente, se metió en mi corazón y bajo mi piel y en algún momento sucedió…—No te estoy juzgando por lo que sentiste o no por ella, sino por tu falta de hombría. Pudiste ahorrarle a Emma mucho dolor; sin embargo, estabas empeñado en convertirla en tu esposa y jugaste muy sucio —Natasha lo miró
«No fue Natasha quien te envió el mensaje…»Ryan se giró para ver a Michael, pero ya este caminaba lejos de él. ¿Cómo que no había sido Natasha quien le había enviado el mensaje? Y ¿A qué mensaje se refería?—¡Espera, Michael! ¡Espera! —gritó, no obstante Michael dibujó una sonrisa torcida en los labios y continuó su camino sin detenerse.Ryan dejó de gritar al ver que el hombre no iba a detenerse y mucho menos a darle una explicación de lo que quiso decir con sus palabras, por lo que volvió al auto y emprendió el viaje de regreso al departamento.—Buenos días, señor Black —saludó el guardia de seguridad.Ryan se detuvo al ver que no se trataba del mismo hombre que solía estar en la entrada del edificio.—¿Es nuevo en el puesto? —preguntó.—Sí, señor, me llamo Álvaro y estoy a su servicio —se presentó el hombre estirando la mano para saludar.Ryan le correspondió el saludo por mera cortesía. La sonrisa del hombre no le agradó, como abogado su sexto sentido saltó a la vida y esta vez n
Ryan estacionó el auto a la orilla de la carretera para contestar la llamada de su colega.—Aló.»—Tengo malas noticias, Richard Lewis está dejando la Correccional en Manhattan en este preciso momento.Ryan golpeó el volante con su puño, apretó el móvil entre sus dedos tentado en partirlo en dos, pero el aparato aún le era de utilidad.—Haz que uno de tus hombres lo siga, que sea discreto. Asegúrate de que tenga vigilancia las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, las veces que va al baño y del lado de la cama que duerme. No lo pierdas de vista, Rodríguez —ordenó Ryan con tono serio y frío.—Haré mi trabajo.Con aquella respuesta, Ryan finalizó la llamada, estaba demasiado alterado como para continuar su trayecto por lo que tuvo que serenarse, tenía que hablar con Michael, Natasha y, sobre todo, con Emma.Envío un mensaje a cada número y retomó su camino en dirección de la Casa Collins…Emma fue la primera en salir de su oficina para buscar a su padre, tras recibir
Angélica tembló de pies a cabeza, si había un hombre a quien odiaba y temía al mismo tiempo ese no era otro que Richard Lewis.«No dejes que nos lleve con él, prométele lo que quiera, dale lo que pida, pero no dejes que nos lleve. Richard volverá a hacernos daño»—Cállate, no hagas ruido —le respondió a la voz en su cabeza.—¿Dijiste algo? —preguntó Richard con una falsa sonrisa.—No, no dije nada, por favor no me lleves de aquí. Déjame quedarme, te juro que voy a portarme bien, no saldré de aquí, no respiraré mientras tú estés aquí, pero no me lleves contigo —pidió Angélica con el cuerpo tembloroso.—Me gustaría complacerte, no obstante, y para tu mala suerte, tienes que responder por el despilfarro de mi fortuna…Angélica se mordió el labio hasta hacerse sangre.—Puedo explicarlo.—Ya lo creo que lo harás…—Quédense con ella, pónganla a dormir y llévenla cuando ya no haya movimiento en el edificio —ordenó Richard a sus hombres.El hombre sabía que su hija tenía varios delitos sobre
Angélica cerró los ojos y cubrió sus oídos con sus manos para no escuchar las palabras de su padre. Si ella pudiera elegir entre: escucharle decir que era su culpa o que la golpeara, prefería los golpes, dolían menos que las palabras, herían menos y dejaban menos huellas en su cuerpo de lo que las palabras dejaban en su corazón y las que ya la habían marcado de por vida.—No me has respondido, Angélica y mi oferta no durará todo el día —interrumpió Richard los pensamientos de la joven.—¿Qué tengo que hacer? —preguntó, esa era la cuestión, ¿Qué tenía que hacer? Y, aun así, hiciera lo que hiciera si triunfaba, nunca tenía nada de su padre, nunca tenía nada más que desprecio.«Quiere engañarnos de nuevo, va a jugar con nosotras como siempre. ¡No lo hagas, no lo hagas!», gritó su mente con desesperación.—Haré todo lo que me pidas, pero por favor, déjame salir, no me gusta estar encerrada, por favor —pidió.Richard sonrió y se acercó a su hija para contarle sus planes…Mientras tanto, Em
Emma abrió los ojos al escuchar el sonido de su móvil, por un momento pensó se trataba de Ryan, pero al ver el nombre de Betsabé en la pantalla no dudó en responder.—¿Betsy? —preguntó por temor a que no fuera ella.»—Hola, Emma, lamento llamarte tan tarde, pero creo que esto es una información importante, se trata de Clarise.Emma sintió el frío correr por su cuerpo, este era el momento esperado y el momento en el que sabía si podía o no confiar en Betsabé.—¿Qué sucede con Clarise?»—Ha despertado el día de hoy, no quise comunicarme contigo de inmediato porque quería conocer su estado, hasta ahora el doctor a cargo le ha hecho una serie de estudios, no obstante, creo que no confía lo suficientemente en mí.—Supongo que tomará su tiempo, no podemos correr cuando apenas estamos caminando, Betsabé. No la presiones y trata de hacer todo lo que ella te pida, siempre y cuando no esté fuera de la ley —dijo Emma poniéndose de pie para abrir la ventana. Su marido estaba llegando.»—Quiere qu