Capítulo 2

—¿Cuál será el primer sitio que visitemos al llegar? —preguntó Alejandra mi hermanita, emocionada.

—Apenas estamos llegando al aeropuerto, relájate, ya tendremos tiempo de pensar, nuestro tío nos ayudará con los lugares —dije tratando de sonar tranquila, para que no sospechara las razones verdaderas por la cual había surgido este viaje.

Ya estábamos esperando para entrar al avión, pero en un abrir y cerrar de ojos unos hombres vestidos totalmente de negro, y con las caras tapadas aparecieron por todos lados rodeándonos, la gente a nuestro alrededor comenzó a alejarse del lugar presas del pánico. Yo me estaba poniendo nerviosa, estos hombres seguramente tenían que ver con Camilo y no quería que le hicieran daño a mi padre nuevamente.

Pude sentir como inconscientemente mi padre tomó mi mano y la apretó con fuerza, estaba muy tenso y trataba de buscar algo que pudiera servirle para defendernos o tal vez alguien que pudiera pedir ayuda, su cuerpo apenas podía mantenerse en pie debido a la golpiza. Se podía ver el miedo en sus ojos, miedo a que esta vez nos lastimaran a nosotras.  

—Miren, este hombre ingenuo —dijo uno de ellos burlándose mientras se acercaba a nosotros —que cree que yéndose del país el jefe no se enteraría y lo dejaría ir como si nada —mi padre se posicionó delante de nosotras —él fue muy claro contigo, es un excelente trato —dijo mirándome —pero prefieres huir, y eso es algo que le molesta mucho —exclamó, regresando la mirada hacia mi padre  —aún estás muy a tiempo de aceptar, es tu última oportunidad, ya sabes lo que tienes que hacer.

—Y yo también fui muy claro, mi respuesta sigue siendo la misma —respondió mi padre seriamente.

—Entonces sabes lo que nos va a tocar hacer —dijo el hombre mirándome, sentí como se me puso la piel de gallina.

—Sobre mi cadáver te acercaras a mi hija. 

El hombre levantó su pistola y sin pensarlo disparó. El estallido de la misma me dejó sorda, mi hermana se había agachado y tapó sus oídos, mi madre estaba totalmente paralizada, y sus caras mostraban terror puro.  

—PAPÁAA —salí corriendo para agarrarlo en mis brazos, mi desesperación se podía palpar en el aire, seguidamente mi madre y mi hermana estaban a mi lado mirando a nuestro superhéroe sangrar.

Mi mente era un total desastre, no podía pensar con claridad.  

—¡Ustedes! —Rugió el hombre que había disparado —lárguense de aquí si no quieren que mi jefe nos mande a hacerle lo mismo. 

—No le tengo miedo a ese infeliz, y le juro —lo señalé —que ustedes van a pagar lo que le hicieron a mi padre, porque no descansaré hasta que así sea —dije totalmente firme, sintiendo como la ira se apoderaba de todo mi ser.

—Por… por favor vayan… váyanse —dijo mi padre en un gran esfuerzo que me recordó que seguía agonizando en mis brazos, mientras mi mamá se ponía a mi lado y lo agarraba.

—Papi estarás bien, iremos al hospital y todo estará bien —dije mirándolo a los ojos mientras acaricié su cabello y me levanté —AUXILIOOO, ALGUIEN LLAME A EMERGEN…

—Silencio mocosa —dijo el hombre agarrándome por los brazos con fuerza, lo que no sabía es que yo aún recordaba mis clases de defensa personal que tomaba cuando era niña. Con rapidez le di un rodillazo en la entrepierna y pude zafarme de su agarre, cogí mi móvil acercándolo a mi oreja llamando a emergencias.

—¿Qué crees que haces? —dijo acercándose a mí nuevamente, pero mi hermana se había puesto delante y recibió la cachetada por mí.

Sentí como la sangre me empezó a hervir, jamás nadie, ni siquiera mis padres habían tocado un pelo a mi hermanita, siempre la he sobreprotegido y no porque desconfíe de ella, al contrario, ella es muy fuerte y sabe defenderse muy bien, pero si alguien la lastima yo no lo dejaría pasar. 

Mi madre ya estaba delante de nosotras, tratando de golpearlo, aunque lo único que logró fue hacerlo retroceder un poco.

—Si usted no se va ahora mismo con sus hijas será peor para ustedes —amenazó el hombre —y no se preocupe por su esposo, nosotros nos ocuparemos de él.

—Eso ni lo crea —intentó decir mi mamá, pero la aparté abalanzándome sobre aquel hombre, lo golpeé con la rabia que se había apoderado de mi ser. Tres, sólo tres bastaron para que saliera sangre de su nariz y una de sus cejas.  

Estaba concentrada en matarlo a golpes, de un movimiento lo hice caer, este intentaba moverse pero yo lo tenía inmovilizado, todos estaban mirando, ninguno se esperaba que yo fuese hacer aquello, hasta que los otros hombres reaccionaron al ver que un poco más y lo dejaría inconsciente, entonces se acercaron y agarraron a mi madre y hermana, me detuve enseguida al mirarlas en sus manos, les estaban colocando unos trapos blancos cubriendo su nariz y boca.

—Ya no intervengas, no te conviene si quieres que ellas sigan con vida —dijo el hombre en mi oído , mientras otro me sujetaba y me daba un fuerte golpe en la cara partiéndome el labio inferior y otro en el estomago que me dejó sin aire —me las pagarás, esto ya es personal, no volverás a tener paz en tu insignificante vida, zorra —me dijo mientras se agarraba su nariz —puedes estar segura que donde sea que vayas te estaremos vigilando y cuando menos lo imagines pagaras todos y cada uno de los golpes que me diste.

Estaba acorralada, miré a mi papá quien cerró los ojos cuidadosamente mientras una lágrima rodaba por su mejilla. No no, esto no podía estar pasando. Busqué rápidamente a mi madre y hermana con la mirada, ellas estaban sin conocimiento alguno. ¡Joder! me tenían totalmente en sus manos. En cuestión de segundos un pañuelo blanco apareció en mi cara, y todo se tornó oscuro.  

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo