Christopher Levantarme y encontrarme con la nota de Abigail ha sido toda una sorpresa. Sin embargo, aún no termino de decidirme si me encuentro complacido de que me haya avisado o si estoy decepcionado de que se haya ido. Lo cierto es que nunca me había sentido tan confuso en toda mi vida. Traigo al menos una hora de retraso a mi llegada habitual a la empresa. Me da un poco de vergüenza admitir que me demoré más de lo normal en la casa para ver si la llorona volvía antes de que me fuera. Sobra decir que eso no pasó. Mi humor poco a poco se va oscureciendo aunque intento mantenerme sereno, pero la verdad es que la situación me molesta. No tanto que ella saliera, sino que yo desee verla. Eso nunca me había pasado. Las mujeres no han sido algo que afectara a mi rutina… hasta ahora. Ya puedo ver la empresa a la distancia, por lo que dejo salir un suspiro aliviado, sin embargo, antes de que pueda siquiera llegar una llamada se encarga de cambiar toda la situación. —¿Qué sucede?— le d
AbigailBesar a Christopher se ha convertido en uno de mis momentos preferidos y esta vez no es la excepción.Sus manos se aferran a mi trasero y mis piernas se enredan de inmediato en su cintura, haciendo que sienta su parte más firme chocar contra la mía más blanda. El gemido que sale de mí garganta es instantáneo y solo sirve para encender aún más a mi esposo, que, sin importarle que los guardaespaldas nos estén viendo, camina conmigo en peso hasta llevarnos a la camioneta.Una vez dentro estoy a punto de bajarme de sus piernas, pero sus manos aferradas a mi cintura no me lo permiten. Solo entonces separa sus labios de los míos.—No voy a soltarte, llorona.Su voz es gruesa y arrastrada y Dios amado, no puedo negar que hace que me vuelva agua de solo escucharlo. Sin embargo, no olvido que no estamos solos en el auto.—No estamos solos— le digo en un susurro, pero sé que él me ha escuchado, porque veo como una sonrisa engreída se forma en su rostro.—Eso no va a ser un problema, ll
Abigail Seguimos desnudos y acostados en la cama. Chris está dejando caricias en mi espalda con el brazo que rodea mi cintura y yo no puedo sentirme más en calma. Por un momento pensé que luego de que todo pasara iba a sentirme mal al respecto y terminaría arrepintiendome. Pero no puedo arrepentirme de lo que ha sido, sin lugar a dudas, el mejor sexo que he tenido en mi vida. Solo ahora es que me puedo dar cuenta de lo mal que estaba todo en mi antiguo matrimonio. —Llorona, tengo una duda— la voz de Christopher me hace salir de mis pensamientos y de inmediato mi mirada busca la suya. Sus ojos oscuros que me encantan, me miran con curiosidad. —¿Qué duda sería esa?— le digo y él se queda callado por un instante en el que creo que no dirá nada, hasta que finalmente lo hace. —¿Como es posible que nunca antes hayas recibido sexo oral, si estuviste casada durante un año? Por alguna razón su pregunta consigue hacerme sonrojar, lo cual es absurdo teniendo en cuenta todo lo que hemos he
Abigail Nos vamos a México. No puedo creer que el tiempo haya pasado tan rápido, que ya sea hoy el día en que nos iremos a visitar la sede del hotel del que ahora Christopher es socio mayoritario. Verifico por tercera vez que todo en mi maleta esté en orden y estoy a punto de hacer lo mismo nuevamente con mi billetera, cuando el grito proveniente de la parte baja me detiene. —¡Llorona como no bajes ya te juro que yo mismo te saco de ese cuarto! Pongo mis ojos en blanco, pero cierro la maleta de rapidez y me apresuro a salir de la habitación, lo último que quiero es que Christopher suba las escaleras. Luego de los días tan… movidos, que tuvimos, el dolor de sus piernas regresó, leve, pero lo hizo, por lo que los últimos tres días no se levantó de la silla de ruedas y dejó que le hiciera sus terapias en las mañanas y la noche. Lo dificl fue convencerlo de que no podíamos tener otra ronda de sexo salvaje, aunque la verdad si me moria de ganas por repetir. —Ya, ya estoy bajando. — l
ChristopherLos viajes largos suelen sacar lo peor de mi condición. Me generan ansiedad y la ansiedad hace que mi humor sea más voluble de lo normal. En casa, antes de salir, debo admitir que el beso sorpresivo que me dio la llorona consiguió aligerar un poco mi mierda, pero luego, el que ella me dijera tan tranquilamente que a mi me gustaba besarla, hizo que me sintiera expuesto. Débil. Y si hay algo que un Dimas no puede permitirse, eso es debilidad. Ahora, mientras estamos sentados juntos en el avión, debo aceptar que ella lo está intentando y por razones que aún no comprendo bien, yo también lo estoy haciendo.—Señores Dimas, el aterrizaje está próximo a suceder, por favor mantengan puestos sus cinturones de seguridad.La voz de la azafata se escucha por el intercomunicador y de inmediato veo como la llorona se agarra con fuerza al asiento.—Todo estará bien— le digo y hasta yo me sorprendo de lo amable y tranquilas que han salido mis palabras.Ella me da una mirada y una sonris
Christopher—Eso nena… así. si, si…Tener a Abigail encima mío moviéndose como una maldita diosa es lo mejor que puedo pedir. Debido a mi maldito problema en las piernas y para evitar que tenga una recaída ella ha decidido tomar las riendas en el asunto. — Chris… yo.. yo.—No llorona, no vas a correrte todavía—le digo, y ella lloriquea un poco mientras sigue montándome.Su rostro está muy sonrojado y la manera en que sus senos se mueven de arriba a abajo debido al movimiento me tiene enloquecido.Por lo que anclando mis manos a sus caderas, me encargo de dejarla quieta sobre mi antes de ser yo quien comience a moverme.Entro en ella duro y profundo y cuando sus gemidos se vuelven gritos de placer, en ese momento todo mi control se va a la mierda. —Chris no puedo más… Sus palabras solo me calientan mas, por lo que acelerando mis movimientos me encargo de moverme dentro y fuera de ella con intensidad, hasta que siento que estoy por correrme.—Correte para mi, llorona. — mis palabras
AbigailEl almuerzo comienza mejor de lo esperado. Para mi sorpresa y alivio de Christopher, Ernesto no ha hecho ningún comentario fuera de lugar hacia mi. Lo cuál es bueno, pues de lo contrario ya mi esposo le hubiera partido la cara.Sin embargo, en el momento en que Christopher adquiere un tono más formal para hablar sobre su primera impresión del hotel, todo el ambiente ligero se convierte en un tenso silencio.—El hotel está peor de lo que pensaba— No hay rodeos ni titubeos en sus palabras— De hecho me extraña que sigan teniendo incluso la cantidad de clientela que tienen hasta hoy.Sus palabras hacen que la mesa se quede en silencio por algunos segundos que se me hacen realmente eternos, ant
ChristopherNo entiendo nada. No sé en qué momento exactamente fue cuando dejamos de tirarnos mierda, para terminar deseandonos de la manera en que lo hacemos.Pero lo cierto es que ahora mismo deseo a la llorona en cada maldito momento. No puedo alejar mi vista de ella y sobra decir que no he estado con ninguna otra mujer en todo este tiempo.Ahora mientras la sigo como un idiota hacia la playa solo puedo fijare en la cantidad de miradas que hay sobre ella. Yo, por supuesto, me encargo de acribillar con los ojos a todos esos perdedores.—Ya no creo que esto una buena idea—Digo, en el momento en que veo como un idiota parece querer comerse a la llorona con la mirada.Ella arruga al ceño al escucharme y me lanza una mirada enojada, antes de negar con la cabeza.—No, no vas a cambiar de parecer ahora, ya estamos a punto de llegar.— me dice y tira de mi mano instandome a caminar más rápido.En estos momentos Abigail parece una niña que está conociendo por primera vez el mar de lo emocio