AbigailChristopher me está besando y Dios, lo está haciendo con tanto deseo que es imposible para mí no regresarle el beso.Siento como cada pequeña parte de mi cuerpo se enciende bajo su toque y solo quiero más. Más de sus labios, más de sus manos sobre mi cuerpo, más de él y no sé si eso esté bien. Es más que lógico que no somos un matrimonio normal.—Chris,,, espera un momento— murmuro sobre sus labios y vale resaltar que él me hace caso y se detiene de inmediato.—¿Qué ocurre?—me pregunta sin apartar sus manos de mi cintura.Sus ojos están muy oscuros y sus pupilas dilatadas mientras me ve como si quisiera comerme entera. Dios bendito, estoy segura que lo que siento bajo mi trasero es una muy notable erección.—No podemos solucionar las cosas así, lo que ha pasado en casa de tu abuela es...—No va a volver a pasar— completa él— Ya lo he dejado claro. No sé qué demonios es lo que estamos haciendo, pero estoy intentando hacerlo mejor.Sus palabras remueven algo en mi interior. No p
AbigailLuego de las terapias, en la que gracias a toda la tecnología y el dinero de por medio, Chris ha mostrado una gran mejoría y después de haber puesto pomada en mi brazo, me encuentro sentada en frente del escritorio de caoba café de su estudio, mientras que él busca lo que al parecer va a mostrarme.—Muy bien, llorona, tengo algo que mostrarte.La curiosidad no ha dejado de picar en mi interior desde que me dijo esas palabras antes.—De acuerdo, déjame verlo, entonces.Veo como Christopher saca la mano de la gaveta revelando un sobre de manila amarillo. Él lo coloca sobre la mesa y lo desliza hacia mi.No sé de qué va todo esto, pero no demoro en tomarlo en mis manos y abrirlo para ver su contenido, cuando lo hago, siento como todo el aire parece haber quedado atascado en mi garganta.—Qu… ¿Qué significa esto?En mis manos veo muchas fotografías de lo que antes fue la empresa de mi padre y que ahora ha pasado a manos de la basura innombrable de mi ex esposo. También hay algunos
Abigail Estar escribiendo una tesis no es tan sencillo como creí que sería. Lo cierto es que aunque mientras estuve en la universidad me encantaba estudiar, hacerlo ahora me ha resultado bastante retador. Es justo por eso que ahora después de haber salido de clases, me encuentro tomando un merecido descanso en un restaurante cerca del campus junto a Melissa. Es momento de tener esa conversación pendiente. —Mira, estos son los papeles de los que te hablé— le digo a mi amiga extendiendo hacia ella el sobre que Chris me dio. Mel abre el sobre para empezar a leer y a medida que lo hace veo como sus ojos se van abriendo en sorpresa, hasta que despega la mirada de los papeles y me mira totalmente sorprendida. —¿Christopher te dio esto?— me pregunta y yo asiento en su dirección. —Así es y resulta que concuerda a la perfección con lo que me dijo el hermano de la basura. —¿Qué fue lo que te dijo? ¡Eso no me lo has dicho! Es ahí cuando recuerdo que esa noche terminé siendo sacada de la
Christopher Levantarme y encontrarme con la nota de Abigail ha sido toda una sorpresa. Sin embargo, aún no termino de decidirme si me encuentro complacido de que me haya avisado o si estoy decepcionado de que se haya ido. Lo cierto es que nunca me había sentido tan confuso en toda mi vida. Traigo al menos una hora de retraso a mi llegada habitual a la empresa. Me da un poco de vergüenza admitir que me demoré más de lo normal en la casa para ver si la llorona volvía antes de que me fuera. Sobra decir que eso no pasó. Mi humor poco a poco se va oscureciendo aunque intento mantenerme sereno, pero la verdad es que la situación me molesta. No tanto que ella saliera, sino que yo desee verla. Eso nunca me había pasado. Las mujeres no han sido algo que afectara a mi rutina… hasta ahora. Ya puedo ver la empresa a la distancia, por lo que dejo salir un suspiro aliviado, sin embargo, antes de que pueda siquiera llegar una llamada se encarga de cambiar toda la situación. —¿Qué sucede?— le d
AbigailBesar a Christopher se ha convertido en uno de mis momentos preferidos y esta vez no es la excepción.Sus manos se aferran a mi trasero y mis piernas se enredan de inmediato en su cintura, haciendo que sienta su parte más firme chocar contra la mía más blanda. El gemido que sale de mí garganta es instantáneo y solo sirve para encender aún más a mi esposo, que, sin importarle que los guardaespaldas nos estén viendo, camina conmigo en peso hasta llevarnos a la camioneta.Una vez dentro estoy a punto de bajarme de sus piernas, pero sus manos aferradas a mi cintura no me lo permiten. Solo entonces separa sus labios de los míos.—No voy a soltarte, llorona.Su voz es gruesa y arrastrada y Dios amado, no puedo negar que hace que me vuelva agua de solo escucharlo. Sin embargo, no olvido que no estamos solos en el auto.—No estamos solos— le digo en un susurro, pero sé que él me ha escuchado, porque veo como una sonrisa engreída se forma en su rostro.—Eso no va a ser un problema, ll
Abigail Seguimos desnudos y acostados en la cama. Chris está dejando caricias en mi espalda con el brazo que rodea mi cintura y yo no puedo sentirme más en calma. Por un momento pensé que luego de que todo pasara iba a sentirme mal al respecto y terminaría arrepintiendome. Pero no puedo arrepentirme de lo que ha sido, sin lugar a dudas, el mejor sexo que he tenido en mi vida. Solo ahora es que me puedo dar cuenta de lo mal que estaba todo en mi antiguo matrimonio. —Llorona, tengo una duda— la voz de Christopher me hace salir de mis pensamientos y de inmediato mi mirada busca la suya. Sus ojos oscuros que me encantan, me miran con curiosidad. —¿Qué duda sería esa?— le digo y él se queda callado por un instante en el que creo que no dirá nada, hasta que finalmente lo hace. —¿Como es posible que nunca antes hayas recibido sexo oral, si estuviste casada durante un año? Por alguna razón su pregunta consigue hacerme sonrojar, lo cual es absurdo teniendo en cuenta todo lo que hemos he
Abigail Nos vamos a México. No puedo creer que el tiempo haya pasado tan rápido, que ya sea hoy el día en que nos iremos a visitar la sede del hotel del que ahora Christopher es socio mayoritario. Verifico por tercera vez que todo en mi maleta esté en orden y estoy a punto de hacer lo mismo nuevamente con mi billetera, cuando el grito proveniente de la parte baja me detiene. —¡Llorona como no bajes ya te juro que yo mismo te saco de ese cuarto! Pongo mis ojos en blanco, pero cierro la maleta de rapidez y me apresuro a salir de la habitación, lo último que quiero es que Christopher suba las escaleras. Luego de los días tan… movidos, que tuvimos, el dolor de sus piernas regresó, leve, pero lo hizo, por lo que los últimos tres días no se levantó de la silla de ruedas y dejó que le hiciera sus terapias en las mañanas y la noche. Lo dificl fue convencerlo de que no podíamos tener otra ronda de sexo salvaje, aunque la verdad si me moria de ganas por repetir. —Ya, ya estoy bajando. — l
ChristopherLos viajes largos suelen sacar lo peor de mi condición. Me generan ansiedad y la ansiedad hace que mi humor sea más voluble de lo normal. En casa, antes de salir, debo admitir que el beso sorpresivo que me dio la llorona consiguió aligerar un poco mi mierda, pero luego, el que ella me dijera tan tranquilamente que a mi me gustaba besarla, hizo que me sintiera expuesto. Débil. Y si hay algo que un Dimas no puede permitirse, eso es debilidad. Ahora, mientras estamos sentados juntos en el avión, debo aceptar que ella lo está intentando y por razones que aún no comprendo bien, yo también lo estoy haciendo.—Señores Dimas, el aterrizaje está próximo a suceder, por favor mantengan puestos sus cinturones de seguridad.La voz de la azafata se escucha por el intercomunicador y de inmediato veo como la llorona se agarra con fuerza al asiento.—Todo estará bien— le digo y hasta yo me sorprendo de lo amable y tranquilas que han salido mis palabras.Ella me da una mirada y una sonris