Con mucho cuidado se levantó de su cama y tomó su celular de la mesa de noche tratando de no despertar a la ingenua mujer que dormía junto a él.
Cuidando sus pasos caminó hasta la sala y marcó el número que llevaba esperando su llamada desde ya un buen rato. No pasaron ni dos timbradas cuando una voz ronca y desgastada por el cigarro, y muy probablemente las drogas, le contestó del otro lado.
—Pensé que no llamaría.
—Te dije que lo haría. Ahora dime ¿Está hecho?
El segundo en silencio que llenó la línea consiguió que los nervios comenzaran a dispararse por su cuerpo, pensando que lo peor pudo haber pasado. Si lo habían descubierto...
—Está hecho, no hay manera que salga de esta. Para mañana será historia.
El alivio se instaló en su cuerpo y una sonrisa perversa fue formándose en su rostro. Había llegado el momento de tomar el poder de todo lo que debía ser suyo. Había tenido que soportar a esta familia por mucho tiempo, pero el sacrificio valdría la pena si al final conseguía hacerse con el poder de todo: su dinero, su empresa y, por supuesto, la herencia de su ingenua y estúpida esposa.
Él sabía que ella no sería dócil, por eso tenía que encontrar la manera de sacarla de su camino, pero matarla podría despertar sospechas y traer problemas innecesarios. Sin embargo, no iba a agobiarse por eso, primero necesitaba que la primera parte del plan funcionara y desde ahí vería cómo actuar.
—Muy bien, entonces es una suerte que mañana piense vestir de negro.
El hombre al otro lado de la línea soltó una carcajada justo antes de que colgara el teléfono. No podía esperar a que amaneciera.
Abigail
Ha muerto. Aún no puedo creer que mi padre no va a estar más conmigo. Me siento como si todo esto fuera parte de una pesadilla de la que voy a despertar muy pronto, pero lastimosamente no es así. Los doctores, la policía, las lágrimas corriendo por mis mejillas y los gritos desoladores de mi madre son la prueba de ello.
Es el día de mi aniversario, estoy cumpliendo un año de casada con quien fue mi novio de la universidad, se suponía que este sería un día especial. Soy hija única, por lo que mi padre estaba algo sentimental por la fecha, él estaba en camino para reunirnos todos en una fiesta organizada por mi esposo, pero nunca llegó.
Había tenido que ir de urgencia a la empresa y por eso no llegó con mamá. Aún no sabemos qué fue lo que pasó exactamente con su auto, pero este, al parecer, se salió de control y se estrelló de frente contra otro coche que venía a alta velocidad, lo que hizo a ambos colisionar. Papá no sobrevivió. El otro hombre…
—¡Exijo una explicación!
Los gritos me hacen salir de mis pensamientos y girar el rostro para buscar de donde provienen. Me quedo estática en mi lugar al notar a la hermosa y elegante mujer, que puede tener más o menos la edad de mi abuela, gritar contra uno de los policías que lleva el caso.
De inmediato me pongo nerviosa y retrocedo para alejarme de la escena. Mis ojos buscan a Esteban para ir a refugiarme junto a él, y me sorprendo cuando lo veo con los ojos fijos en aquella señora. Él ha estado muy extraño, aunque entiendo que todos llevamos el dolor a nuestra manera, me hubiera gustado que al menos me abrazara, que me consolara en mi dolor.
Su mirada es hostil hacia la mujer recien llegada y puedo notar que algo lo tiene inquieto, él al notar mi mirada se acerca a pasos acelerados hacia mi y cuando creo que va a abrazarme, sin nada de gentileza me toma fuertemente del brazo y me arrastra lejos de la sala de espera.
A lo lejos alcanzo a escuchar como aquella mujer sigue gritando y sus últimas palabras consiguen detener mi corazón por un instante.
—¡Quiero saber ya mismo quien es el responsable de que mi nieto se encuentre en estado crítico! Por su culpa mi niño ya no podrá caminar, no se ha despertado ni siquiera ¡Debe pagar!
El mareo se apodera de mí debido a los nervios, pero no tengo tiempo de asimilar lo que he escuchado, porque mi esposo me vuelve a jalar con fuerza del brazo instándome a caminar.
—¿Qué haces? Me estás lastimando.
Él, lejos de aflojar su agarre, incrementa la presión, consiguiendo que suelte un chillido de dolor, justo antes de llevarme hasta las puertas de entrada del hospital y sacarme casi a rastras de este. Consigo ver el auto parqueado y se que allí es donde vamos cuando él quita los seguros para abrir la puerta y prácticamente lanzarme dentro. No entiendo nada. No se que está pasando con mi esposo, ni tampoco cómo consolar a mi madre. Toda esta situación me está superando y lo odio, lo odio porque siempre me he caracterizado por ser una mujer fuerte. En mis veinticuatro años nunca me había derrumbado… hasta hoy.
—¿Qué es lo que pasa?— Pregunto a mi marido, sintiéndome nerviosa e intranquila por alguna razón—¿Por qué nos estamos yendo? quiero estar con mamá.
Sin contestarme acelera el auto y a toda velocidad nos lleva lejos del hospital. Estoy a punto de preguntarle de nuevo qué pasa, cuando él finalmente contesta.
—Las cosas van a cambiar de ahora en adelante, Abigail.
Mi ceño se frunce en confusión al escucharle pero él no responde a ninguna otra pregunta de las que le hago, en su lugar maneja más rápido hasta que consigo ver que nos estamos alejando cada vez más de la ciudad. Es en este momento cuando el miedo se apodera de mi.
—¿A dónde vamos? ¿Por qué estamos aquí?
—¡Cierra la boca de una vez!
Asustada, decido obedecer y quedarme en silencio mientras veo como el auto poco a poco va disminuyendo la velocidad y el cielo se va oscureciendo. Nos encontramos en medio de la nada y frente a nosotros aparece una pequeña y descuidada casita de madera. Mi esposo se baja del auto y rápidamente rodea el auto hasta llegar a mi puerta y abrirla de un tirón.
—Baja.
Los nervios y el miedo no me permiten moverme y él se desespera al notarlo, por lo que tomándome del brazo me obliga a bajarme consiguiendo que por poco me caiga de bruces contra el suelo arenoso. Su mano no se aleja de mi brazo aún cuando me escucha quejar de dolor. Con fuerza me arrastra dentro de la casita y no tengo tiempo ni de apreciarla porque antes de darme cuenta soy arrojada dentro de una habitación oscura. Mis piernas tropiezan con algo y en un segundo me encuentro tirada en el suelo. Enfrente de mí escucho la puerta siendo cerrada y como el seguro es puesto desde afuera. De inmediato la adrenalina se apodera de mí y me pongo de pie de un salto lanzándome contra la puerta, pero es inutil esta no abre.
Cuatro días después
Mis manos me duelen de tanto que he golpeado la puerta cerrada enfrente de mi. Ese hombre, porque ya no me atrevo a llamarlo esposo, ha ignorado cada una de mis súplicas. Solamente abre la puerta para arrojar una ridícula porción de comida una vez al día y dejar jarras de agua en mi puerta. Cada una de esas veces un hombre estaba junto a él apuntando con un arma a mi cabeza, impidiendo que pudiera hacer algo. No sé qué demonios es lo que está pasando. Siento mi cuerpo débil y dolorido. Si no me he dejado caer es únicamente por mi madre. Ella debe estar muy preocupada.
Mis ojos van hasta la puerta cerrada y siento mis ojos humedecerse, no sé porque Esteban me ha hecho esto, se supone que él debe ser alguien que cuide de mi y por el cotrario no ha hecho más que lastimarme cuando más lo necesito.
Escucho la cerradura siendo girada del otro lado de la puerta y de inmediato me recompongo, poniéndome de pie y alerta para aprovechar si esta es mi oportunidad de escapar. Cuando la puerta se abre veo a mi esposo entrar seguido del hombre armado y otro más que reconozco como su abogado de confianza, eso solo consigue que mi desconfianza se haga más grande, pero intento disimularlo, lo último que quiero es que él descubra lo aterrorizada que estoy.
—Es hora de hablar, ven aquí—me dice y mi mirada viaja de inmediato hacia él dandome cuenta, por primera vez, que no se ve tan traquilo y confiado como quiere aparentar.
Lo conozco, y puedo darme cuenta que está ansioso y molesto. Una muy mala combinación para alguien que ha demostrado ser una bestia.
Estoy dudando entre si debo o no obedecer, al final decido hacerlo, porque puede que esta sea la única oportunidad de saber qué es lo que pasa. Sin embargo, no pienso decir nada que no sea estrictamente necesario, por lo que mantengo la boca cerrada. Él me da un asentimiento apreciativo, como si yo fuera un perro, cuando me ve sentarme, de inmediato el abogado le extiende unos papeles y él toma para darmelos a mi.
Esta vez no consigo mantener la boca cerrada.
—¿Qué es eso?— Le digo, dudosa de tomarlos.
Él me da una sonrisa torcida y aterradora, mientras aquellos ojos azules, que antes me parecían hermosos, ahora solo los veo como dos témpanos de hielo vacíos y carentes de emociones.
—Son nuestros papeles de divorcio, por supuesto— me dice con una sonrisa aterradora dejándome de piedra— , y tú los vas a firmar.
—No tenías que hacer todo esto solo para que firmara, lo hubiera hecho sin problema.
Él aprieta los labios con enojo, pero los libera en seguida, mientras que una risa desquiciada sale de él.
—Algunas veces eres tan tonta e inocente, Abigail— sus palabras me resultan amargas, pero me contengo de responder— , No te he traido aquí solo por el divorcio, estas aquí por el hombre en estado vegetal que tu padre dejó en ese accidente— La confusión dentro de mi solo incrementa al escucharlo.
— ¿Estado vegetal? ¿Qué tiene que ver mi padre con todo esto?
—Todo, tu padre lo ha arruinado, querida — Sus palabras consiguen llamar mi atención y por alguna razón el rostro de la mujer pidiendo venganza en el hospital regresa a mi mente—. Su irresponsabilidad al no hacer manteimiento al auto dejó paralitico al hombre con el que tu padre chocó y resulta que él es una importante figura de negocios aquí en Londres y su familia quiere arruinarnos por lo que le pasó, yo no voy a dejar que me arrastren con ustedes. Pero tranquila tengo un trato para ti.
Sus palabras me dejan en estado de shock, mi padre siempre hacía el mantenimiento, de hecho era muy estricto y riguroso con el tema. No se si debo o no creer a lo que me dice., él al ver que dudo de su palabra enciende su celular y lo coloca en frente de mis narices para que pueda leer lo que muestra el titular de un reconocido periódico nacional.
Familia Dimas pide justicia por accidente de su hijo. Recompensa por quien dé información del caso.
—No puede ser…— Esa familia, Dios esa es la familia más importante de todo Inglaterra.
—Para tu suerte, hay algo que ellos quieren más que la venganza— Vuelve a hablar mi casi ex marido, yo lo miro esperando que siga y él me sonríe con maldad—, quieren una esposa para el paralítico y es aquí cuando entra el trato: tú irás donde esa gente y vas responsabilizarte de lo ocurrido y les dirás que te vas a casar con el accidentado a manera de compensación, así todos quedamos libres de culpa.
No puedo creer lo que estoy escuchando. Él tuvo que haberse vuelto loco si cree que voy a aceptar casarme con alguien que no conozco solo porque sí.
—No pienso casarme con un desconocido—le digo— , además, ¿que clase de trato es este si no hay nada que reciba a cambio?
—Claro que lo hay—Su voz me causa escalofríos y cuando vuelve a manipular su celular esta vez es para mostrarme algo que hace mi mundo tambalear. Mi madre está atada a una silla y su aspecto me dice que no está nada bien.
—HIJO DE PUT ….— Soltando un grito de furia me lanzo contra él y consigo asestar una fuerte bofetada, pero antes de poder hacer algo más él me toma del cabello y me lanza con fuerza al suelo.
—Mira, pequeña perr.., si no aceptas casarte y firmar estos papeles donde nos divorciamos y me das a mi el control de las empresas, me encargaré que tu madre no vuelva a respirar más nunca en la vida.
No puedo creer que esto sea verdad, siento las lágrimas rodar libremente por mis mejillas y esta vez no hago nada para detenerlas porque estoy simplemente destruida. Dinero, todo esto es por dinero. Dudo que incluso me haya amado alguna vez, él solo está aprovechadose de la muerte de mi padre para quitarme todo y mi madre. Dios mi pobre madre se veía como una muerta en vida, dopada con quien sabe que.
—Entonces, ¿mami va a vivir o no?— Su burla hace que quiera golpearlo nuevamente.
Mis ojos se levantan al escucharlo y me encargo de verlo con todo el odio que puedo mientras que lentamente me pongo de pie.
—¿Cómo se que cumplirías tu palabra?
—Supongo que deberás arriesgarte y no cabrearme— veo como saca un esfero elegante de su chaqueta y lo tiende en mi dirección—Entonces, ¿qué harás?
Siento mi corazón terminar de partirse antes de pronunciar la palabra que fijará mi sentencia.
—Firmaré.
—Buena chica, yo iré ahora a hablar con la familia Dimas sobre tu generoso ofrecimiento, cuando regrese será tu turno de presentarte antes ellos, procura estar lista.
Abigail Voy a casarme. Mi mente está en estado de pausa. Ni siquiera porque estoy llevando un hermoso vestido de novia, que no se como han conseguido hacer en tan poco tiempo, puedo creerlo. Solo ha pasado un día luego de que me presenté ante Marlén Dimas, la patrona de la familia Dimas, la mujer parecía iracunda al verme y en algún punto creí que iba a echarme a patadas, pero luego de la impresión inicial las cosas se calmaron y ella dejó en claro lo que quería: Una esposa para su nieto. Así él no morirá solo y cuando su esposa muera podrán ser enterrados juntos. La verdad, no entiendo por qué algo como eso es tan importante para ella, pero en vista de con quién estaba tratando no tuve más opción que aceptar. Además la vida de mi madre está en juego. Sin embargo, si hay algo que no pienso hacer es casarme sin haber visto antes a quien será mi nuevo esposo, entiendo que esto es un matrimonio arreglado del que no tengo salida, pero no me parece bien que hagamos esto sin que ni é
Abigail Los invitados se reducen a una cantidad inhumana de personas que están ocupando el inmenso jardín trasero de la mansión. La mayoría parecen ser amigas de Cristopher, que se encargan de verme con recelo, compañeros de trabajo que igualmente se ven cautelosos y gente del gremio en general: ricos desocupados que solo están a la espera de saber la comidilla de la semana. Estoy a punto de buscar un lugar donde ocultarme de la mirada de todos, cuando lo veo llegar. Mi ex marido entra en el jardín vistiendo un traje de tres piezas, que no le queda tan bien como él piensa, y trayendo de la mano a una mujer guapa que sonríe como tonta a todo lo que él dice. Esa parece ser su nueva pareja. Pese a todo lo ocurrido y al odio que siento por él, no puedo evitar que la situación me duela, porque esto significa que el año de matrimonio que pasamos juntos no fue siempre más que una farsa. Ellos siguen adentrándose al jardín como si fueran amigos íntimos de todos y cuando sus ojos quedan
Cristopher No sé en qué momento volví a quedarme dormido, pero cuando despierto encuentro a mi abuela nuevamente en la habitación, sentada en una silla al lado de mi cama y, para mi total sorpresa, la llorona, de quien empiezo a tener una leve sospecha sobre quién puede ser, se encuentra de pie en la esquina más alejada de mi cama. Intento hablar para preguntar qué m****a es la que ocurre, pero mi garganta me raspa al intentarlo y hace que un quejido de m****a salga de mi, lo que consigue llamar la atención de ambas mujeres. De inmediato esos ojos verdes, enrojecidos por el llanto, quedan fijos en mí, segundos antes de que ella vuelva a apartar la mirada. —Me alegra que ya estés despierto, hijo— Mi abuela, hace que desvíe la mirada de la mujer para llevarla hasta ella que me tiende un vaso de agua que lleva dentro un pitillo y con mucho cuidado de no ahogarme empiezo a beber para aliviar mi garganta. Cuando creo que ya puedo hablar sin que mi voz salga desgastada, vuelvo a intenta
Abigail Decir que Christopher está enojado sería quedarse corto, nunca había visto una persona que pudiera infundir tanto miedo, y mucho menos en su estado, como lo infunde él. Por Dios, el hombre está postrado en una cama, probablemente no vuelva a caminar y aún así me dio la sensación de que iba a pararse y matarme en cualquier momento. Probablemente habría salido corriendo antes de esa habitación de no haber sido por la noticia del “heredero” que se supone debo engendrar. Y es que ¡Santo padre! En ningún momento se habló de niños, la abuela nunca los mencionó cuando hablamos ayer y el imbécil de mi ex marido tampoco dijo nada, sin embargo, si he aprendido es que en el juego de la vida no se puede confiar en nadie. Estoy dando vueltas en mi habitación como león enjaulado, ya ha amanecido y probablemente es la hora del desayuno, pero luego de haber tenido esa conversación en la madrugada con mi ahora esposo y su abuela no he conseguido pegar ojo. Si he dormido unas dos hor
Abigail Al dar mis datos a la enfermera que se encuentra en la recepción, esta me dice que ya todo está listo para mi revisión y me pide un momento antes de llamarme al consultorio. Estoy a punto de tomar asiento, cuando veo a mi peor pesadilla acercarse hacia mí, no sé qué demonios está haciendo aquí, si esto es una casualidad o él lo ha planeado, pero lo próximo que sé es que el imbécil de mi ex marido está de pie enfrente de mí con una sonrisa tan falsa como su alma. No puedo creer que hace menos de un mes estaba en las nubes, creyendome en un cuento de hadas con el hombre que creía amar, y ahora al verlo solo pueda sentir odio y desprecio. —Abigail, ¿qué haces aquí, te encuentras bien?—Como toda respuesta decido quedarme callada y él chasquea la lengua en molestia al notarlo. —Solo estoy tratando de ser amable, no debes ser tan rencorosa, lindura. Sus palabras encienden un odio enorme dentro de mí y siento muchas ganas de golpearlo, pero aún más de golpearme por haber sido ta
ChristopherEstoy a punto de enloquecer. Cómo si haber despertado de un accidente sin poder mover mis piernas no fuera suficiente, esta última semana ha sido un desastre total. He tenido no solo que hacerme a la idea de que mi cuerpo no funciona como debe y que estoy postrado en una cama hasta lograr completar mi recuperación, sino que además debo aguantar a una mujer llorando todo el maldito día.Abigail lo único que hace es verme con sus ojos vacíos y su cuerpo desgarbado y sin fuerza. Cada vez que la veo solo quiero sacudirla y hacerla reaccionar, me enerva su actitud, su presencia, y en especial su quejumbrosa personalidad.No hemos cruzado más de dos palabras desde que ha empezado a “ayudarme” en mi recuperación, y es que ni eso consigue hacer bien. Se equivoca con los ejercicios, me ensucia al momento de ayudarme a comer y como un demonio, ni siquiera es capaz de verme desnudo y ayudarme a bañar. Debo admitir que cuando analicé la idea de ella atendiendome creí que al menos po
Abigail Atender a Christopher se ha convertido en una completa tortura. Sé, con cada día que pasa, que mi depresión se hace más notoria y eso a él parece molestarle por alguna razón, pero por más que intento recomponerme no lo consigo. No encuentro fuerzas para salir adelante. No tengo una vida por la cuál luchar, un amor para el cuál vivir, ni una familia a la que aferrarme. Bueno, no, miento. Eso sí lo tengo. Tengo a mi madre. Es por ella que estoy haciendo esto, por ella estoy expiando todos mis errores al no haberme dado cuenta la clase de hombre con el que me casé, pero lo cierto es que no tenía cómo saberlo. Él parecía ser un marido ejemplar, no había manera que supiera que su avaricia era tan grande. Trato de alejar esos pensamientos de mi mente y en su lugar me apresuro a salir de mi habitación, que está exactamente al lado de la de mi esposo, para ir a darle su tratamiento del día. Tengo que tragar saliva con fuerza porque solo pensar en verlo hace que la depresión que
Christopher —¡Deja de hablar estupideces, mujer!— Mi grito la hace dar un respingo. Puedo sentir como mi rostro se ha enrojecido muchísimo a causa de la rabia. Pero es que no puedo creer su mentira y descaro— Puede que seas una llorona patética, pero creeme que si te hubiese embarazado lo recordaría y estoy bastante seguro que no te he tocado un maldito pelo y que nunca en mi vida te había visto antes del accidente, así que ni siquiera intentes inventar algo como eso.Y es verdad. Dios, aunque es desesperante, patética y llorona, no voy a negar que es una belleza. Estoy bastante seguro de que si la hubiera conocido en otro escenario no hubiera dudado un solo segundo en acercarme a ella.Sin embargo, mientras veo ahora como ella muerde el interior de su mejilla con nervios, cualquier interés desaparece. No me gustan las mujeres sin carácter. Puede que a algunos hombres les guste tener sumisas a sus mujeres, pero yo, que me considero un tiburón en los negocios, necesito a mi lado a al