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5. Un trato inesperado

Abigail

Decir que Christopher está enojado sería quedarse corto, nunca había visto una persona que pudiera infundir tanto miedo, y mucho menos en su estado, como lo infunde él.

Por Dios, el hombre está postrado en una cama, probablemente no vuelva a caminar y aún así me dio la sensación de que iba a pararse y matarme en cualquier momento.

Probablemente habría salido corriendo antes de esa habitación de no haber sido por la noticia del “heredero” que se supone debo engendrar.  Y es que  ¡Santo padre! En ningún momento se habló de niños, la abuela nunca los mencionó cuando hablamos ayer y el imbécil  de mi ex marido tampoco dijo nada, sin embargo,  si he aprendido es que en el juego de la vida no se puede confiar en nadie.

Estoy dando vueltas en mi habitación como león enjaulado, ya ha amanecido y probablemente es la hora del desayuno, pero luego de haber tenido esa conversación en la madrugada con mi ahora esposo y su abuela no he conseguido pegar ojo.

Si he dormido unas dos horas es mucho. Sin embargo, sé que no puedo esconderme en esta habitación para siempre, si no salgo lo más probable es que la matrona envíe a alguien a buscarme o lo que es peor venga ella misma por mi.

Con ese último pensamiento en mi cabeza, tomo una decisión y tomando una de las toallas del buró me meto en el baño y decido darme una ducha para prepararme a lo que me espera.

El baño lo tomo despacio, sumergiéndome en la tina y en esta dejando salir un poco más de lagrimas, aunque me odie por ello. No sé en qué momento me convertí en esta mujer que vive llorando pero ¡Jesús! como lo odio.

Una vez lista tomo la toalla y envuelvo bien mi cuerpo antes de salir del baño y casi de inmediato dejar salir un grito y por poco caer de bruces al suelo al encontrar a la matrona sentada cómodamente en mi cama mirando justo hacia mi dirección. 

— ¡Dios mío! Qué susto me ha dado.

Tengo el corazón latiendo muy deprisa mientras que mi mano sostiene con fuerza el nudo de la toalla evitando así que esta se suelte y me deje desnuda.

—Lamento asustarte, toqué pero nadie respondió.— no se si esta o no diciendo la verdad, pero me limito a asentir en su dirección, lo que ella asume es una invitación a que siga hablando.— Vengo a hablar contigo, tengo un trato para ti, Abigail.

Eso consigue llamar mi atención, porque a estás alturas no sé qué más puede querer esta gente de mi, ya estoy expiando los pecados de mi padre de la única manera que pude hacerlo.

—¿Un trato? —Pregunto como tonta, pero necesito cerciorarme de que no he entendido mal.

La mujer asiente en mi dirección y enlaza ambas manos frente a ella antes de hablar.

—Así es, un trato, qué tal si te pones antes de ropa y hablamos, niña.

Haciendo caso tomo las prendas que había dejado seleccionadas en la cama y rapidamente me meto en el baño, enfundandome en un jean de tiro alto azul oscuro y una blusa sencilla y con mangas, ajustada al cuerpo de color gris. No han pasado ni cinco minutos cuando vuelvo a salir.

La matrona se encuentra sentada en el mismo lugar que la dejé hace un momento y al verme me hace una seña para que me acerque más a ella y eso hago. La mujer se queda algunos segundos en silencio, que se me hacen eternos, hasta que finalmente aclara su garganta.

—Supongo que querrás saber sobre lo que le dije ayer a Christopher del heredero— me dice, y de inmediato siento como mi cuerpo se tensa.—, bueno sí es así entonces será mejor que te sientes, niña, porque creo que esto puede interesarte.

Sin estar segura de que haya algo que ella pueda decirme que sea de mi interés, en especial si tenemos en cuenta que en mis planes no está embarazarme de un hombre que claramente me odia, me siento a su lado tal como me indica y permanezco con la boca sabiamente cerrada.

—Como supongo que sabes, la familia Dimas tiene mucho poder y renombre no solo aquí en Inglaterra, sino también en el mundo entero. Hemos montado una dinastía empresarial que de generación en generación hemos ido preservando y que nos ha posicionada en lo más alto de la cadena alimenticia en el mundo de los negocios— ella hace una pausa y yo aprovecho de inmediato para asimilar sus palabras.

Hago un rápido repaso mental de lo que conozco de los Dimas: Son dueños de “Dimas, soluciones y construcciones empresariales” una empresa encargada de crear, comprar, restaurar y levantar negocios de todo tipo, desde hoteles cinco estrellas hasta casinos de lujos.

También manejan una línea de construcciones, siendo los mayores accionistas en grandes proyectos inmobiliarios, en resumidas cuentas están involucrados en toda la economía del país.

—Y todo gran poder viene ligado a una gran responsabilidad— continúa hablando la matrona— , es por eso que un heredero es fundamental en nuestra familia, es esa la razón principal por la que quería una esposa para mi nieto y ahora que la tiene, vengo a ti para ofrecerte un trato que sé va a convencerte de aceptar quedar embarazada de mi nieto.

Tengo que tragar con fuerza varias veces, porque siento la garganta repentinamente seca. Las palabras parecen haber quedado atascadas en medio y negarse a salir. No se que puede ser eso que ella dice que va a convencerme, pero debo aceptar que sus palabras han conseguido llamar mi atención y despertar mi curiosidad.

—¿Qué es eso que me ofrece?

La mujer sonríe, totalmente satisfecha con haber despertado la curiosidad en mí y como si lo hiciera a posta, se queda en silencio por unos segundos que solo incrementa mi ansiedad, antes de que finalmente decida hablar.

—Si tu accedes a dar a luz a un niño de mi nieto, yo podría ayudarte a rescatar a tu madre de las garras de tu exmarido— Sus palabras me golpean como si de una bofetada se tratara. Es tanta la impresión que incluso mi cuerpo se ha sacudido hacia atrás. No puedo creer lo que he escuchado.

—¿Qué… ¿Qué acaba de decir?—odio que mi voz salga entrecortada, pero la emoción, el miedo y la esperanza están causando estragos en mi interior ahora mismo.

—Lo que oíste, niña, si tu aceptas embarazarte, yo te puedo ayudar con tu exmarido.

—Pero, ¿Cómo es que usted sabe lo de mi madre?— pregunto, porque realmente todo esto está empezando a confundirme, como es que sabiendo lo que ocurría aceptó que yo me casara con su nieto— . No lo entiendo.

—Yo sé muchas cosas, niña, en especial de las personas a las que dejo entrar a mi familia, me entero de todo sobre ellos y escucho cosas. Cosas que si no me involucran o me afectan de alguna manera, entonces simplemente ignoraré porque no son de mi incumbencia, pero, ahora mismo, tu y yo necesitamos algo de la otra y estoy dispuesta a hacer una excepción, así que dime, ¿aceptas o no el trato que te ofrezco?

Nuevamente me encuentro ante la espada y la pared, pero la diferencia es que en esta ocasión, aunque la apuesta es por algo mucho más grande, pues estamos hablando de un bebé, de una vida, el beneficio también sería infinitamente mejor.

Aquí hablamos, no solo de mantener a mamá viva, sino de conseguir su libertad y por ella yo estaría dispuesta a hacer lo que fuera.

—Acepto— le digo, y veo como la mujer sonríe satisfecha, sin embargo, vuelvo a hablar antes de que me interrumpa—, pero tengo una condición: el embarazo se hará por fecundación in vitro.

No paso por alto que la mujer arruga el rostro al escucharme, pero rápidamente se recompone y soltando un suspiro extiende su mano hacia la mía.

—Muy bien, se hará como lo quieras.

Siento mi corazón empezar a latir muy fuerte a causa de la adrenalina. Dios puedo liberar a mi madre. Rápidamente estiré mi mano y estreché  la suya entre la mía para sellar nuestro acuerdo.

—¿Cuándo empezamos?

—Estate lista para dentro de unas horas yo me encargaré de apartar la cita.

Y sin decir más la matrona sale de la habitación dejándome sola y llena de tantas emociones que incluso he empezado a sentirme nerviosa. Con piernas temblorosas y el corazón desbocado me siento en el borde de la cama y solo por un instante me permito tener esperanza.

Espero que las cosas mejoren, porque a este punto ya no creo que puedan empeorar.

Escucho mi celular sonar desde algún lugar de mi habitación y rápidamente me levanto para tomarlo, pensando que puede ser mi madre, sin embargo todo buen humor desaparece de mi cuando veo que el remitente no es otro que, Marcus,  mi ex marido que acaba de enviarme un mensaje:

“ He escuchado que tu nuevo esposo ha despertado, estoy esperando por conocerlo ¿No crees que sería encantador que planearamos una reunión familiar para conocernos todos? Recuerda que si arruinas las cosas tu madre pagará las consecuencias”

No puedo creer lo que estoy leyendo ¿reunión familiar? ¿Querer conocer a Christopher? Nada de esto tiene sentido, si lo que él quería era que la culpa por la imprudencia de mi padre no llegara a él y lo culparan, entonces ¿Cuál es su afán por querer mezclarse con la familia Dimas? Algo en todo esto no me huele nada bien.

Decido no contestar el mensaje y en su lugar me pongo en la tarea de terminar de arreglarme, pues al parecer estoy muy cerca de convertirme en una mujer embarazada.

Solo espero que a mi esposo no le moleste demasiado todo esto, tal vez debí preguntarle a la abuela qué pensaba él al respecto, pues la última vez él no parecía muy contento con la idea de que fuéramos esposos, no quiero ni imaginar como va a reaccionar cuando se entere que tendremos un hijo juntos.

Una hora después y con solo un café en el estómago, me encuentro dentro de un lujoso auto rumbo a la clínica privada más prestigiosa de la ciudad, para encontrarnos con el ginecólogo que consiguió para mí la señora Dimas. Al parecer es parte de la nómina familiar.

Sin embargo, no es eso lo que me tiene nerviosa, sino más bien lo que va a ocurrir con mi esposo cuando se entere de esto.

—Abuela Dimas— Le digo, llamando su atención y ella me mira de inmediato— Yo le quería preguntar… ¿Christopher sabe que estamos haciendo esto?— Ella al escucharme eleva una ceja en mi dirección y por su expresión noto que no le ha gustado para nada mi pregunta, por lo que me apresuro a explicar—, lo pregunto porque él no parecía nada contento de tenerme como esposa y ahora me convertiré en la madre de su hijo y…

—Por mi nieto no te preocupes—Me corta la mujer, dejándome con la palabra en la boca—, ya yo me he encargado de hablar con él sobre el tema, todo está claro.

Después de eso todo pasa como un borrón. Llegamos muy rápido al hospital y la abuela Dimas me informó que debía ingresar sola el día de hoy, es ahí cuando me entero que antes de hacer el procedimiento debo someterme a una revisión general y una vez hecha y todo se haya visto ok es que proceden a hacerme lo demás.

Sin perder el tiempo bajo del auto e ingreso en el hospital. 

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