Dante:
Nunca había contemplado como sería casarme, puesto que en mi juventud es lo menos que deseaba; de adulto, era algo que evitaba a toda costa, puesto que el matrimonio se acaba tan rápido como el amor.
Ahora, estoy aquí, frente a una completa desconocida, más bien, frente a una de mis lectoras, que solo llevo una semana de conocer trivialmente, y me cuestiono si es una buena decisión.
Aunque fuese una mala decisión, ya estoy metido hasta el cuello en esto, ambos estamos frente al pequeño altar, escuchando a la jueza.
—Estamos aquí para unir en matrimonio a Dante D'Lion y Lory Steel. En primer lugar, voy a dar lectura al acta matrimonial: Siendo las 3 pm, del día 5 de Agosto del 2024. Comparecen quienes acreditan ser Dante y Lory, al objeto de contraer matrimonio civil en virtud de autorización recaída en el expediente número 73948.
Mi mente divaga, al momento que clavo mi vista en los ojos grisáceos de aquella pequeña mujer, tomando sus manos entre las mías, mientras la ansiedad me corroe. Sus delicadas manos sudan y empapan las mías. El sudor se ciñe sobre mi frente y quiero salir huyendo, pero eso solo me haría un cobarde, y he vivido lo suficiente como para saber que esto no es nada a comparación de todo lo que dejé atrás después de la muerte de mis padres.
No sé cuanto tiempo ha pasado, en lo que me he perdido en aquellos luceros que iluminan su rostro. No me había dado cuenta de la intensidad con la que he clavado mis ojos en ella, pero puedo asumir que es demasiada, puesto que sus mejillas están teñidas de rojo.
Giro para ver a Lucas y lo observo grabando la pequeña ceremonia. ¿Qué m****a piensa hacer? ¿Lo hará público? No me molestaría en absoluto, así, de una vez por todas, los rumores de que soy gay morirían, pasarían al olvido, y vendría uno nuevo, aunque no podría ser peor que la idea de que piensen que soy homosexual.
La jueza repasa los datos que contiene el acta y cuando llega el momento de los votos, mi corazón comienza a palpitar erráticamente.
—Dante D'Lion, ¿aceptas a Lory Steel como tu esposa, con todos los derechos y obligaciones que la ley otorga?
Trago con fuerza, intentando deshacer el nudo que se forma en mi garganta por los nervios.
—Si. Acepto.
Mi vista sigue fija en la chica, observo como sus labios se entreabren ligeramente. Tomo la argolla que resguardo en el bolsillo de mi pantalón y la deslizo con delicadeza sobre el dedo anular de la mano izquierda.
Esos ojos se iluminan como el fuego al observar la joya que le adorna.
—Lory Steel, ¿aceptas a Dante D'Lion como tu esposo, con todos los derechos y obligaciones que la ley otorga?
Toma la argolla entre sus manos; una sonrisa nerviosa se dibuja en sus labios y la duda en sus ojos me hace tambalear.
—Si. Acepto.
Un suspiro de alivio se me escapa, mientras me coloca la argolla en el dedo anular.
Por último, nos dedicamos a firmar el acta matrimonial. Lucas firma como testigo; había logrado entrar en negociación, puesto que se necesitan dos testigos. Hice mención de que ninguno de los dos teníamos familia, mucho menos amigos, y que la única persona que me conoce por completo es mi mánager.
—Por el poder que me otorga la ley, declaro formalmente casados a Dante D'Lion, y Lory Steel, felicitaciones.
—Faltó el beso, chicos. —menciona Lucas. —Están en vivo y en directo, así que complace a tus fans y besa a la novia.
¡Hijo de puta, eso no era parte del plan! Había notado que estuvo grabando en todo momento, pero jamás creí que estuviera transmitiendo en vivo, ¡menudo idiota!
Observo a Lory quien parece avergonzada. ¿Es una buena idea hacerlo? Mucha gente estará viendo esa transmisión.
—¿Puedo besarte? —susurro.
—Yo...—baja la mirada. —No sé cómo.
—Lory, tienes 25 años, no me vengas con esa m****a. —menciono en un susurro.
—Eso no era parte del trato. —chilla en voz baja.
—Lo sé...—afirmo. —Solo será una vez.
Aprieta los labios, para después dejar escapar un suspiro, procede a asentir.
La tomo de la cintura y su cuerpo se tensa, acerco su cuerpo con sutileza y comienza a relajarse.
—¡Beso! ¡Beso! ¡Beso! —anima Lucas.
Enfoca la cámara a nosotros.
Acerco mi rostro al suyo lentamente, apreciando con más detalle sus finas facciones. Ella aleja el rostro unos centímetros, insegura de ceder. Insisto, sin detener mi recorrido, intentando atrapar el momento. Nuestras respiraciones se mezclan, haciendo una combinación excéntrica de aliento mentolado y cafeína. Tan cerca que quema, rozo mis labios con los suyos; su cuerpo se estremece al sentir el roce delicado. Finalmente, uno nuestros labios en un suave beso, tan lento, pero íntimo a su vez.
Una llama en mi interior se enciende, anhelando mucho más, pero no quiero sobrepasar sus límites, ni los míos, peor aún si estamos en público.
Me sujeta con fuerza, clavando sus uñas en mis antebrazos; mientras mis labios se mueven sobre los suyos con destreza, los suyos son torpes y novatos, y por alguna extraña razón, eso me excita.
Muerdo sutilmente su labio inferior, arrancándole un jadeo y me aparto.
—Ahí lo tienen, señoritas, nuestro querido Dante, finalmente es papa casada.
Siento la mirada pesada de Lory, por lo que giro para verla. Me observa con intensidad y un brillo sin igual ilumina esos grisáceos ojos, entreabre los labios, mientras su pecho sube y baja.
La sorpresa me invade cuando se acerca, me toma de la nuca y nuevamente une nuestros labios, en un torpe y delicado beso.
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*Una semana después*
—¡Dante, m*****a sea! ¡Te he jodidamente repetido que levantes tu plato cuando termines de comer!
Aquí vamos de nuevo.
Desde que comenzamos a vivir juntos, todo ha sido un desastre. Somos un jodido desastre. Ella no es quien yo pensé que sería y me frustra que este colmando mi paciencia. Cada vez que algo no le gusta, grita y reprende como si de mi madre se tratase.
Debo admitir que la casa siempre está limpia, todos los días hay comida y muy deliciosa; lava, plancha, me avisa a donde va a salir, pero siempre me interrumpe con sus gritos mientras estoy escribiendo, así no me puedo concentrar.
Me levanto de la silla bruscamente, haciendola caer. No me inmuto.
Llego hasta la cocina, donde ella está lavando los trastes sucios.
—¿Cuántas veces debo repetirte que no me molestes mientras escribo? —reprendo entre dientes.
—¿Cuántas veces debo repetirte que levantes tu maldito plato cuando termines de comer? —responde con rabia.
—Para eso eres mi mujer. —sentencio.
—Soy tu mujer, no tu m*****a esclava. —se defiende. —He cumplido mi parte del trato. Deja de ser un inútil y mínimo ayuda en eso, no te estoy pidiendo nada más.
Talla con fuerza un sartén, descargando toda su frustración en esa acción.
—Mi carrera es lo que va a pagar tu m*****a matrícula, se un poco más agradecida. A este paso no podré entregar a tiempo el boceto de mi próximo proyecto.
—¿Ahora yo soy la malagradecida? Tu eres el que se levanta de la mesa sin decir gracias, sin siquiera levantar su plato, sin siquiera esforzare en mover un misero dedo para que llevemos la fiesta en paz.
—Me estás colmando la paciencia, Lory. Termina con esto de una buena vez. —advierto.
—De saber que esto iba a ser así jamás hubiese aceptado, maldición. —lanza la fibra con la que tallaba el sartén. Seca sus manos sobre el delantal, para proceder a pasarlas por su rostro con frustración. —Que puta decepción.
Observo mi plato aún en la mesa, me acerco para tomarlo. Contemplo a Lory recargando sus brazos sobre la barra y la cabeza gacha.
Lavo lo que fue usado por mi y termino con lo que ella comenzó y dejó a medias.
Cuando ya he terminado, salgo de la cocina sin decir una sola palabra.
En parte, ella tiene razón, debería al menos ayudar en algo. Esa chica se ha encargado de todo hasta el momento, es lo menos que puedo hacer.
Mínimo debemos llevar la fiesta en paz, porque el contrato dura 5 años; en una de esas nos terminamos matando.
Junto la silla del suelo y la coloco en su lugar, tomo asiento y observo los párrafos recientemente escritos.
Releo una y otra vez, intentando averiguar de que manera seguir el curso. En la historia había plasmado a Lory como una mujer sumisa y delicada, pero es todo menos eso. Es una mujer de carácter fuerte y nada delicada con sus palabras cuando está molesta.
Todo eso que pensé que ella sería, fue solo una fachada y me dejé llevar por ello.
Han pasado un par de horas y no he avanzado mucho, porque por mi mente pasan ideas turbias, como todas las maneras en que quisiera castigarla para que aprenda a controlar su boca.
Escucho que tocan la puerta de la habitación y cedo el paso.
Lory se acerca lentamente a mis espaldas y su rostro aparece por mi hombro derecho, observando la pantalla de mi laptop; la cierro rápidamente y me giro para enfrentarla.
—¿Qué necesitas? —cuestiono.
—Solo quería saber que escribes.
—¿Estás segura que quieres saber eso? —pregunto, enarcando una ceja.
Ella asiente con entusiasmo. ¿Esta chica es bipolar? Porque hace unas horas atrás parecía una feroz bestia a punto de devorarme vivo.
—Escribo sobre ti. —admito.
—¿Así que soy tu musa? —un destello se asoma en sus ojos.
—Se podría decir.
—¿Qué estás escribiendo sobre mí? —se inclina hacía el frente intentando abrir mi laptop.
La aparto rápidamente y me lanza una mirada de desaprobación.
—En estos momentos planeaba escribir las maneras en que me gustaría castigarte por comportarte como una salvaje.
Dante:Observando la reacción de Lory, caigo en cuenta de que esperaba cualquier cosa menos ese comentario. Estoy siendo totalmente honesto con ella, y así ha sido desde un inicio; incluso antes de nuestra boda le advertí y aún así asumió el riesgo.Debo admitir que me he comportado como un completo cretino, pero aún así, ella me sigue tratando de manera cortés, exceptuando sus constantes gritos de madre regañona. Ha seguido las reglas al pie de la letra, pero sigue interrumpiéndome de una u otra forma cuando estoy escribiendo.Observo a la mujer ante mí, contemplando sus ruborizadas mejillas y el brillo peculiar en sus ojos.¿Qué pasará por su mente? Creo que nunca lo sabré, pero si sé lo que pasa por la mía y son pensamientos demasiado candentes para su gusto.—¿C-castigarme? —tartamudea.—Así es, Lory.Aprecio su pequeño y delgado cuerpo vibrar cuando la nombro. Justo ese mismo efecto tengo yo cuando ella dice mi nombre.—¿Castigarme de qué manera? —cuestiona con inocencia.¿En ser
Dante:—Veremos si lo disfrutas el día que tengas mi polla entre las piernas, por bocona.Los labios de Lory se entreabrieron, dejando escapar un sensual suspiro que me erizó el vello corporal, mandando un torrente eléctrico sobre mi espina dorsal y despertando así, mis deseos más oscuros.Acerqué mi mano a su rostro, acunando su mejilla derecha; su cuerpo se estremeció, pero no se apartó. Posando el pulgar sobre su labio inferior, lo deslice hacia abajo y un pequeño jadeo la traicionó, provocando que mi miembro despertará dentro de mis pantalones.Nuestras miradas unidas, a la expectativa de que iba a suceder después.Finalmente, volvió en sus cabales y se apartó con sus mejillas tornándose completamente rojas.—Tendrás una de mis rodillas en las bolas antes de que siquiera puedas parpadear si vuelves a tocarme de esa manera. —amenazó.—Vamos, Lory, sospecho que lo disfrutaste.—No.—Puedes mentirte a ti misma, pero tu cuerpo te delató.—Imbécil.Ha pasado una semana desde entonces, y
Dante:Soy un escritor destacado que ha logrado sobresalir por las obras más azucaradas que he podido inventar.La verdad es que, no soy un hombre romántico, no soy una persona que se enamore. No creo en tal cosa como el amor, pero es lo que más vende, por lo tanto, he tenido que adaptarme a la temática más aclamada por el público.¿Cómo he logrado ser un escritor tan aclamado? Bueno, solo me siento en mi escritorio y comienzo a escribir los diálogos y escenas más clichés, azucaradas y nauseabundas que se me puedan ocurrir. Juro que si pudiera, vomitaría arcoíris.Mi libro más vendido ha sido “El amor como un árbol de cerezo.” Es mi más reciente obra y fue lo mejor que pude haber escrito. Las mujeres se vuelven locas al leer como un hombre se arrastra por la mujer que aman; algo que jamás pasa en la vida real, por eso les encanta ese cliché.El día de hoy tengo una firma de libros importante en una librería de gran prestigio, por lo que, necesito dar lo mejor de mí.Los medios comienz
Dante:La proposición ha tomado por sorpresa a Lory, puedo notarlo por la manera en que sus labios se entreabren y cierran repetidamente sin saber que responder, agregando que sus ojos grisáceos se han abierto grandes y sus pupilas se han dilatado.—P-p-pero señor. —tartamudea. —¿No es usted gay?Esa mierda de nuevo. Me lo preguntan en los en vivo que hago a través de mis redes sociales, me lo preguntan en las firmas de libro, y ahora me lo vuelven a remarcar.—Primero que nada, dejemos esa mierda de formalidades… Llámame Dante, me haces sentir viejo cuando me dices señor. En segunda, no soy gay, me encantan las mujeres y se lo puedo demostrar. —aquellas últimas palabras la hacen sonrojar. —Por último, justamente por eso necesito concretar este matrimonio, todo el mundo cree que soy homosexual y créame que no.La camarera se acerca con nuestras bebidas, agradezco por su servicio y se marcha.Lory toma su taza de café entre ambas manos y se la lleva a los labios. Observo cada movimient
Dante:—La escucho.—Censure todo lo sexual en el contrato. —alza la vista, posando sus grisáceos ojos en los míos.—¿Puedo saber por qué? El fin de esta unión es porque deseo un polvo fijo y una mujer que cumpla con su papel de esposa.Frunce el ceño ante mis palabras y niega, sus dedos viajan al puente de su nariz.—Señor, soy virgen. —susurra avergonzada. —No podría entregarle mi virginidad a alguien que no me amará y viceversa.Esas palabras no las esperaba para nada. ¿Virgen? Dios, santo. Eso la hace aún más perfecta.—¿Virgen a los 25? —pregunto.Me manda a callar, observando a su alrededor, asegurándose de que nadie ha escuchado. Vuelve la vista a mi y me fulmina con la mirada.—Si. Los hombres solo buscan donde meterla y a mi no me gusta perder mi tiempo, así que anule todo lo sexual.—Lo dejaré ahí por si en algún momento cambia de opinión. Soy demasiado paciente, así que esperare tranquilamente por el día en que usted desee cederme la llave de aquello que resguarda con tanto
Dante:El día había llegado tan rápido como un rayo y estoy tan jodidamente nervioso.Observo mi reflejo en el espejo y aliso mi traje y la corbata negra. No debería vestirme tan formal para una situación como esta, pero quiero lucir bien, puesto que será la primera y última vez que me case. Una vez terminando el contrato, no pienso buscar otra mujer, estoy seguro de que Lory podrá estar tan cómoda como lo estaré yo y podremos vivir en perfecta armonía a pesar de no amarnos. En caso contrario, no pienso volver a pactar otro matrimonio por contrato.—Hombre, se hace tarde. —aparece Lucas a mis espaldas. —Hora de irnos. Debemos pasar por Lory.Suelto un largo suspiro y me alejo del espejo.—Luces como todo un novio. —afirma. —Estarás bien.Salgo detrás de él para llegar al exterior. Lucas va por el auto y lo espero en el umbral.Mi vida está por dar un giro radical y no sé lo que me depara el destino a partir de esta decisión tan precipitada, pero al menos tendré mucho contenido para pl