Dante:
Soy un escritor destacado que ha logrado sobresalir por las obras más azucaradas que he podido inventar. La verdad es que, no soy un hombre romántico, no soy una persona que se enamore. No creo en tal cosa como el amor, pero es lo que más vende, por lo tanto, he tenido que adaptarme a la temática más aclamada por el público. ¿Cómo he logrado ser un escritor tan aclamado? Bueno, solo me siento en mi escritorio y comienzo a escribir los diálogos y escenas más clichés, azucaradas y nauseabundas que se me puedan ocurrir. Juro que si pudiera, vomitaría arcoíris. Mi libro más vendido ha sido “El amor como un árbol de cerezo.” Es mi más reciente obra y fue lo mejor que pude haber escrito. Las mujeres se vuelven locas al leer como un hombre se arrastra por la mujer que aman; algo que jamás pasa en la vida real, por eso les encanta ese cliché. El día de hoy tengo una firma de libros importante en una librería de gran prestigio, por lo que, necesito dar lo mejor de mí. Los medios comienzan a creer que soy gay porque nunca han visto a una mujer a mi lado y a pesar de tener 30 años no estoy casado. No soy homosexual, me encantan las mujeres, pero no deseo amar a ninguna. Estoy considerando la idea de un matrimonio por contrato, pero no he encontrado el prospecto de mujer que se adapte a mí. Me encuentro sentado en mi lugar, al frente de una gran multitud de chicas y una minoría de varones. Las mujeres chillan de emoción mientras sujetan con fuerza las ediciones especiales del libro. Joder, me comienza a dar jaqueca tanto escándalo. Mis oídos comienzan a zumbar con intensidad y el nerviosismo me corroe. Las personas creen que es fácil estar frente a un gran público cuando tienes fama, lo que no saben es que nunca te terminas de acostumbrar y los nervios se sienten igual que la primera vez. Lucas, mi mánager, posa una mano sobre mi hombro y ejerce algo de fuerza. —Tranquilo. Repasa lo que hemos trabajado anteriormente. Respira hondo y exhala por la boca. —menciona con la suficiente claridad para poder escucharlo entre tanto caos. —Sé lo que tengo que hacer, no tienes que repetírmelo. —sentencio. —Tan simpático como siempre. —dice sarcásticamente. El bullicio comienza a ponerme de malhumor, lo peor es que tengo que disfrazarlo en el momento en que me pasen el micrófono para iniciar la firma de libros. Cierro los ojos con fuerza, intentando imaginar que estoy en un cubo blanco, donde no hay sonido, ni personas, solo yo, mi escritorio y mi laptop en la que me dedico a escribir. Una sonrisa genuina se dibuja en mi rostro. Aunque el romance es de lo más trivial para mí, escribir me ha mantenido al margen del abismo. La escritura es mi manera de redimirme, necesito estarlo haciendo constantemente, me hace sentir que tengo un propósito en esta vida y puedo trasmitir parte de ese propósito a quienes me leen. Abro los ojos y observo como la librería se va llenando cada vez más, formando así una larga línea que se extiende hasta las afueras del lugar. Lucas me entrega el micrófono y es hora de empezar esta m****a. Me pongo de pie ante la mesa frente a la cual me encontraba sentado. Los gritos que acribillan mis oídos son molestos, pero evito cualquier muestra de ello. —¡Bienvenidos sean todos! —finjo una sonrisa. —Muchas gracias por estar aquí esta tarde. Es un gran honor para mí tener de frente a todos aquellos que han hecho posible mi carrera; sin ustedes no soy nadie. Las risitas de las chicas se hacen presentes, acompañadas de chillidos y algunos gritos de fanáticas diciendo lo mucho que me aman. Amar… Una palabra tan corta, pero de gran impacto. —Espero poder interactuar un poco con todos ustedes mientras firmo sus libros. Quizá haga algunas preguntas, no tienen que responder si no quieren. —declaro. Por mí, me quedo callado y con un rostro de amargado todo el maldito evento. Las correas que separaban al publico de la mesa, son abiertas y comienzan a avanzar de uno en uno. Firmo los primeros libros, mientras pregunto sus nombres, edad, pasatiempos, libro favorito, entre otras cosas más. La mayoría de mis lectores son menores de edad, por lo que trato de ser amable y de mis libros solo hay 2 con contenido erótico. En la firma de libros de esas dos historias, me encargué de poner un límite de edad, por lo que en la entrada pidieron identificaciones y si no la mostraban, no tenían acceso. Esta vez, el evento es para todo publico al igual que esa obra. Conforme pasa el tiempo me olvido de sus nombres y toda la información que me habían dado. Mi mano comienza a doler y la situación se empieza a sentir tediosa. —¿Cómo te llamas? —disimulo la frustración en mi voz. —Lory Steel. —responde una voz dulce y suave. Alzo la vista para observar a su portadora. Una joven con las mejillas sonrojando su blanca piel y aquellos ojos grisáceos iluminados; me observa atenta mientras espera que firme. Carraspeo la garganta y bajo la vista, empuñando con fuerza el bolígrafo y plasmando las letras de su nombre. —¿Qué edad tienes, Lory? —pregunto, mientras me dedico a escribir una nota. —25 años. —responde tranquilamente. —Cuéntame, ¿tienes novio? —cuestiono. —Con todo respeto, señor, pero soy lectora de romance, ¿usted cree que me conformaría con un simple mortal? Esa respuesta me hace reír. Es sin duda una chica bastante carismática, todo lo contrario a lo que soy. Cierro el libro y se lo entrego. —Lory, ¿me aceptaría un café después de la firma de libros? —alzo la vista. La sorpresa en su rostro me demuestra que esperaba de todo menos eso. La entiendo, las posibilidades de que tu autor favorito te invite a un café son una entre un millón. Esta chica es el prospecto ideal para concretar un matrimonio por contrato, parece ser tan ingenua, inocente y sumisa. Justo lo que necesito. —¡Claro! —exclama emocionada. —Esperaré por usted. La observo avanzar hacia el extremo contrario por el cual entró. Vuelvo mi vista al frente y continúo mi trabajo. Perdí la cuenta de la cantidad de libros que he firmado esta tarde. Este ha sido uno de los eventos más grandes que he tenido, y estoy exhausto. Cuando por fin tomo mis cosas para largarme, ya que el establecimiento quedó medio vacío en cuanto el evento terminó; observo en un rincón a aquella joven, sumida en la lectura de mi libro. Me pregunto cuantas veces se lo ha leído. Contemplo como cruza las piernas y moja sus dedos para pasar página. Tentador. Me acerco a ella, no nota mi presencia, por lo que carraspeo la garganta para llamar su atención. Se sobresalta cuando me escucha, alza la vista rápidamente y una sonrisa se forma en sus labios. Cierra el libro y se pone de pie. —¿Te apetece ir a la cafetería que está cruzando la calle? —cuestiono. Encoge sus hombros restándole importancia. La guío hacía la puerta y la abro para que salga primero. En el exterior, el frío viento me golpea. El cabello cobrizo de la chica revolotea por su rostro y su vestido largo, floreado, vuela hacía los lados. Caminamos en silencio hasta el cruce peatonal y nos detenemos en la espera de que el semáforo se ponga en rojo para cruzar. No quiero mencionar nada en estos momentos, puesto que deseo estar en un lugar cómodo antes de proponerle este trato tan descabellado. Tengo un contrato preparado, pero no lo cargo a la mano, pues no esperaba encontrar a la mujer ideal para esto, por lo que, si ella accede, tendré que citarla otro día para negociar los términos con los que este en acuerdo y con los que no. Cuando por fin los autos se detuvieron, cruzamos la calle. Llegamos al frente de la cafetería, la invito a pasar y entro detrás de ella. En el lugar hay unas cuantas caras conocidas que se presentaron a la firma. No recuerdo sus nombres, pero si recuerdo lo mucho que se emocionaron con las notas que dejé en la página que firme. Las miradas de curiosidad recaen sobre Lory, pero la chica parece no inmutarse. La guío hacia una mesa que está del lado de la ventana. Toma asiento y hago lo mismo frente a ella. Una mesera se acerca y toma nuestras órdenes; dos lates de dulce de leche. —Bien, Lory. —comienzo. —Cuéntame de ti. —Bueno, no hay mucho que contar. —se encoge de brazos. —Soy una simple chica que vive sola y se refugia en los libros de romance para llenar la ausencia del romanticismo en su vida. No entiendo porque me gusta como se expresa. La mayoría de las mujeres que he conocido nunca dan respuestas tan creativas y divertidas. —¿Trabajas? —cuestiono. —Si, tengo dos trabajos de medio tiempo. —responde tímidamente. —Por las mañanas trabajo en una cafetería de mesera y por las tardes en una librería. —¿Puedo saber por que trabajas tanto? —la curiosidad me gana. —Mis padres me botaron de casa hace tiempo y tenía que sobrevivir de alguna manera. —baja la mirada. —Tengo que pagar el alquiler y los servicios, y por supuesto, seguir comprando cada libro que lanza. Pobre chica, ¿Qué habrá hecho para que la dejarán a su suerte? Es tan amable y sumisa, no hace daño a nadie. Algún día sabré la razón de ello. —¿Así que ha comprado todos mis libros? —cambio el tema. —Cada uno de ellos, incluyendo las ediciones especiales. —responde con orgullo. Me sorprende lo que acaba de decir. ¿Tanto me admira? Joder, nunca pensé que alguna fanática llegaría a tanto. Las ediciones especiales no son baratas. —Dime, Lory. ¿Cuáles son tus metas? —Tengo planeado retomar la universidad en algún momento; mi carrera en literatura se quedó estancada cuando me echaron de casa. Deseo graduarme y conseguir un empleo digno de mi formación académica. —responde con tristeza. Esta chica es la elegida, sin duda. Con la poca información que he logrado obtener, estoy seguro de que aceptará sin siquiera dudarlo. —¿Por qué me pregunta todo esto? —su semblante cambia y la duda se hace presente en su rostro. —Quiero proponerte algo. —declaro. —¿Ah, sí? ¿Qué cosa? —cuestiona curiosa. —Un matrimonio por contrato.Dante:La proposición ha tomado por sorpresa a Lory, puedo notarlo por la manera en que sus labios se entreabren y cierran repetidamente sin saber que responder, agregando que sus ojos grisáceos se han abierto grandes y sus pupilas se han dilatado.—P-p-pero señor. —tartamudea. —¿No es usted gay?Esa mierda de nuevo. Me lo preguntan en los en vivo que hago a través de mis redes sociales, me lo preguntan en las firmas de libro, y ahora me lo vuelven a remarcar.—Primero que nada, dejemos esa mierda de formalidades… Llámame Dante, me haces sentir viejo cuando me dices señor. En segunda, no soy gay, me encantan las mujeres y se lo puedo demostrar. —aquellas últimas palabras la hacen sonrojar. —Por último, justamente por eso necesito concretar este matrimonio, todo el mundo cree que soy homosexual y créame que no.La camarera se acerca con nuestras bebidas, agradezco por su servicio y se marcha.Lory toma su taza de café entre ambas manos y se la lleva a los labios. Observo cada movimient
Dante:—La escucho.—Censure todo lo sexual en el contrato. —alza la vista, posando sus grisáceos ojos en los míos.—¿Puedo saber por qué? El fin de esta unión es porque deseo un polvo fijo y una mujer que cumpla con su papel de esposa.Frunce el ceño ante mis palabras y niega, sus dedos viajan al puente de su nariz.—Señor, soy virgen. —susurra avergonzada. —No podría entregarle mi virginidad a alguien que no me amará y viceversa.Esas palabras no las esperaba para nada. ¿Virgen? Dios, santo. Eso la hace aún más perfecta.—¿Virgen a los 25? —pregunto.Me manda a callar, observando a su alrededor, asegurándose de que nadie ha escuchado. Vuelve la vista a mi y me fulmina con la mirada.—Si. Los hombres solo buscan donde meterla y a mi no me gusta perder mi tiempo, así que anule todo lo sexual.—Lo dejaré ahí por si en algún momento cambia de opinión. Soy demasiado paciente, así que esperare tranquilamente por el día en que usted desee cederme la llave de aquello que resguarda con tanto
Dante:El día había llegado tan rápido como un rayo y estoy tan jodidamente nervioso.Observo mi reflejo en el espejo y aliso mi traje y la corbata negra. No debería vestirme tan formal para una situación como esta, pero quiero lucir bien, puesto que será la primera y última vez que me case. Una vez terminando el contrato, no pienso buscar otra mujer, estoy seguro de que Lory podrá estar tan cómoda como lo estaré yo y podremos vivir en perfecta armonía a pesar de no amarnos. En caso contrario, no pienso volver a pactar otro matrimonio por contrato.—Hombre, se hace tarde. —aparece Lucas a mis espaldas. —Hora de irnos. Debemos pasar por Lory.Suelto un largo suspiro y me alejo del espejo.—Luces como todo un novio. —afirma. —Estarás bien.Salgo detrás de él para llegar al exterior. Lucas va por el auto y lo espero en el umbral.Mi vida está por dar un giro radical y no sé lo que me depara el destino a partir de esta decisión tan precipitada, pero al menos tendré mucho contenido para pl
Dante:Nunca había contemplado como sería casarme, puesto que en mi juventud es lo menos que deseaba; de adulto, era algo que evitaba a toda costa, puesto que el matrimonio se acaba tan rápido como el amor.Ahora, estoy aquí, frente a una completa desconocida, más bien, frente a una de mis lectoras, que solo llevo una semana de conocer trivialmente, y me cuestiono si es una buena decisión.Aunque fuese una mala decisión, ya estoy metido hasta el cuello en esto, ambos estamos frente al pequeño altar, escuchando a la jueza.—Estamos aquí para unir en matrimonio a Dante D'Lion y Lory Steel. En primer lugar, voy a dar lectura al acta matrimonial: Siendo las 3 pm, del día 5 de Agosto del 2024. Comparecen quienes acreditan ser Dante y Lory, al objeto de contraer matrimonio civil en virtud de autorización recaída en el expediente número 73948.Mi mente divaga, al momento que clavo mi vista en los ojos grisáceos de aquella pequeña mujer, tomando sus manos entre las mías, mientras la ansiedad
Dante:Observando la reacción de Lory, caigo en cuenta de que esperaba cualquier cosa menos ese comentario. Estoy siendo totalmente honesto con ella, y así ha sido desde un inicio; incluso antes de nuestra boda le advertí y aún así asumió el riesgo.Debo admitir que me he comportado como un completo cretino, pero aún así, ella me sigue tratando de manera cortés, exceptuando sus constantes gritos de madre regañona. Ha seguido las reglas al pie de la letra, pero sigue interrumpiéndome de una u otra forma cuando estoy escribiendo.Observo a la mujer ante mí, contemplando sus ruborizadas mejillas y el brillo peculiar en sus ojos.¿Qué pasará por su mente? Creo que nunca lo sabré, pero si sé lo que pasa por la mía y son pensamientos demasiado candentes para su gusto.—¿C-castigarme? —tartamudea.—Así es, Lory.Aprecio su pequeño y delgado cuerpo vibrar cuando la nombro. Justo ese mismo efecto tengo yo cuando ella dice mi nombre.—¿Castigarme de qué manera? —cuestiona con inocencia.¿En ser
Dante:—Veremos si lo disfrutas el día que tengas mi polla entre las piernas, por bocona.Los labios de Lory se entreabrieron, dejando escapar un sensual suspiro que me erizó el vello corporal, mandando un torrente eléctrico sobre mi espina dorsal y despertando así, mis deseos más oscuros.Acerqué mi mano a su rostro, acunando su mejilla derecha; su cuerpo se estremeció, pero no se apartó. Posando el pulgar sobre su labio inferior, lo deslice hacia abajo y un pequeño jadeo la traicionó, provocando que mi miembro despertará dentro de mis pantalones.Nuestras miradas unidas, a la expectativa de que iba a suceder después.Finalmente, volvió en sus cabales y se apartó con sus mejillas tornándose completamente rojas.—Tendrás una de mis rodillas en las bolas antes de que siquiera puedas parpadear si vuelves a tocarme de esa manera. —amenazó.—Vamos, Lory, sospecho que lo disfrutaste.—No.—Puedes mentirte a ti misma, pero tu cuerpo te delató.—Imbécil.Ha pasado una semana desde entonces, y