Capítulo 3: Firma

Dante:

—La escucho.

—Censure todo lo sexual en el contrato. —alza la vista, posando sus grisáceos ojos en los míos.

—¿Puedo saber por qué? El fin de esta unión es porque deseo un polvo fijo y una mujer que cumpla con su papel de esposa.

Frunce el ceño ante mis palabras y niega, sus dedos viajan al puente de su nariz.

—Señor, soy virgen. —susurra avergonzada. —No podría entregarle mi virginidad a alguien que no me amará y viceversa.

Esas palabras no las esperaba para nada. ¿Virgen? Dios, santo. Eso la hace aún más perfecta.

—¿Virgen a los 25? —pregunto.

Me manda a callar, observando a su alrededor, asegurándose de que nadie ha escuchado. Vuelve la vista a mi y me fulmina con la mirada.

—Si. Los hombres solo buscan donde meterla y a mi no me gusta perder mi tiempo, así que anule todo lo sexual.

—Lo dejaré ahí por si en algún momento cambia de opinión. Soy demasiado paciente, así que esperare tranquilamente por el día en que usted desee cederme la llave de aquello que resguarda con tanto fervor.

Tensa su cuerpo y su piel blanca se tiñe de rojo.

—Eso no pasará, pero esta bien. —se encoge de hombros. —Otra cosa… Aquí dice que la fecha de terminación del contrato es dentro de 5 años. ¿Eso significa que nos vamos a divorciar?

Asiento ante su pregunta, y un brillo se asoma en sus ojos. ¿Eso le agrada? Vaya.

—Pero también se puede renovar, en caso de que estemos cómodos el uno con el otro. —agrego.

Una expresión de incredulidad se asoma en su rostro, lo cual me hace reír. Sus labios se afinan en una delgada línea y traga saliva.

—Todo lo demás está bien. Seguiré las reglas; no lo molestaré mientras escribe, no saldré sin avisarle antes, no estaré con ningún hombre, no me excederé en las bebidas, voy a limpiar, cocinar y lavar, pero con la condición de que yo tengo que ser la primera en leer sus obras, incluso antes que los de la editorial. Yo seré la primera en saber sus ideas, proceso de planificación, todo, absolutamente todo lo que tenga que ver con lo que escribe. —condiciona. —También va a permitirme ir a la universidad y pagará mi matrícula, usted me va a proveer como el hombre que es y yo le cumpliré como esposa en cada aspecto, excluyendo lo sexual.

—Es un trato. —digo sin pensar.

La verdad es que a ambos nos conviene, ella podrá cumplir sus sueños, dejará de desgastarse en 2 trabajos, dejará esa vida precaria que la consume, y yo, podré dedicar más tiempo a la escritura sin perder ningún minuto. Cocinar, limpiar, lavar, planchar, y toda esa m****a, me consume demasiado tiempo y termino avanzando demasiado lento en la entrega de mis bocetos.

En lo sexual, puedo esperar, puedo seguir usando mis manos. Decidí dejar de frecuentar mujeres porque solo querían colgarse de mi fama, así que no tuve otra opción que comenzar a autocomplacerme.

Entrego el bolígrafo y ella firma cada página que le indico y en los espacios correspondientes.

Cuando ha terminado con la última página, una sonrisa se dibuja en mi rostro. Por fin he encontrado a mi futura esposa.

—Recuerde no involucrar sentimientos. —digo como recordatorio.

—Lo mismo le digo a usted, Dante. —susurra.

Joder, como me encanta que diga mi nombre; algún día haré que lo grite, pero eso tomará bastante tiempo.

—Nuestra boda será privada, solo tu y yo en el civil. Después, iremos por sus cosas, por lo que necesito que comience a empacar sus pertenencias. La firma en el civil será dentro de una semana, yo me encargo de ello. —explico.

Ella escucha con atención y asiente a todo lo que le digo. Me gusta que sea tan obediente, me hará las cosas más sencillas, no quiero tener que estar explotando por estupideces.

—Muy bien. Entonces, lo veo dentro de una semana. —dice con entusiasmo.

Me hace entrega del contrato firmado y se levanta de su lugar.

—Por cierto, luces hermosa el día de hoy. —halago su belleza.

—Gracias, Dante. También estás muy apuesto el día de hoy. Nos vemos.

La observo marcharse.

Había hablado con mucha formalidad, pero al final eso se rompió, puesto que ya habíamos terminado con el contrato.

Hojeo el documento y reviso que no haya faltado firmar nada. Todo está en orden, por lo que lo guardo en mi maletín y llamo a Lucas para que venga por mí.

Necesito comprar un anillo bonito, para una hermosa mujer.

***********************************

Observo las diferentes argollas y ninguna me convence. Joder, ¿Por qué esto es tan difícil? Creo que hubiese sido más fácil si la hubiera traído conmigo, así ella elegía a su gusto.

—¿Lucas? —llamo a mi mánager, quien también observa a mi lado. —¿Qué anillo le regalarías a una mujer como Lory?

—Bueno, desde mi perspectiva, si pudiera casarme nuevamente con mi esposa, le regalaría…

Observa entre las repisas por varios minutos, hasta que señala uno en especial.

—Este.

Busco a alguna de las vendedoras y cuando encuentro a una, la guío hasta la repisa correspondiente.

—¿Me puede mostrar esa argolla? Por favor. —digo, señalando la misma que Lucas había mencionado.

—Claro. —responde la chica.

Cuando me entrega el anillo, observo con detenimiento. Es perfecta.

Una argolla bañada en oro, con pequeños diamantes alrededor y la joya principal al centro es un rubí en forma de corazón.

Aunque es un matrimonio falso y sin sentimientos, creo que es un anillo digno de ella. Tan hermoso y delicado a su vez.

—Lo quiero, y también ese. —señalo un anillo de oro, demasiado simple.

Ese será mío.

Después de pagar los anillos y apartar la fecha de boda en el registro civil, estoy yendo a casa. Lucas conduce y de vez en cuando, posa su vista en mi a través del espejo retrovisor. ¿Qué tanto me mira?

—No puedo creer que esa chica haya accedido a casarse contigo. —suelta.

—Es una caja llena de sorpresas. —confieso.

Recuerdo sus expresión al mencionar que es virgen. Estaba avergonzada y sus mejillas sonrojadas la hicieron parecer tierna.

La verdad es que me sorprendió bastante saber ese pequeño dato. Jamás se me hubiese pasado por la mente que nunca ha sido tocada. Dios, espero poder ser el primero, lo gozaría como nunca.

—¿Cuáles fueron sus términos? —pregunta, curioso.

—Nada que te importe. —respondo secamente.

Cuando llego a casa, rápidamente envío un correo electrónico a la editorial, detallando que me voy a retrasar un poco en la entrega de mi boceto, puesto que estoy a una semana de casarme, por lo que voy a demorar 1 mes más de lo previsto.

Una semana, tan cercana y lejana a su vez. Estoy ansioso por saber lo que nos depara esta nueva etapa.

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