—Llévame a alguna habitación. —Mi voz era como el humo—. Ahora.—¿Eso es lo que quieres?—Sí. —Más que nada en el mundo. Me las arreglé para asentir y sus hábiles dedos me recompensaron con otra caricia amorosa—. Date prisa.Me mordisqueó el labio inferior.—¿Mi esposa lo ordena?—Sí. —Por Dios, sí.—¿Es que ahora soy tu humilde servidor?Retrocedí. Había cierto brillo diabólico en sus ojos. Incluso si hubiera querido responder, mi respuesta se habría perdido en su siguiente beso. Ambos sabíamos que él no era de los que acataban órdenes, así que no se apresuró. El muy despiadado se tomó su tiempo para besarme, mientras sus dedos seguían explorando, provocando, exprimiendo el placer de formas que yo desconocía que eran posibles.Me había prometido que no confundiría la realidad con una ilusión cuando me tocara.La siguiente vez que me tocó, moví las caderas hacia delante de forma involuntaria y por fin respondió a mi súplica silenciosa. Sus dedos se deslizaron hasta el fond
Después de cambiarse sus atuendos playeros, la pareja camina en una sección tranquila y sola de un parque cercano.—¿Te divertiste? —le pregunta ella sonriente.—Lo hice, y mucho ¿Cómo no hacerlo después de todo lo que me mostraste allá atrás? —las mejillas de ella se sonrojan— ¿Y ahora te pones tímida? —bromea él mientras le pasa una mano por encima de los hombros.—Es solo que, tengo algunas otras grandes ideas y no sé si estés demasiado cansado.—¿Más ideas, señorita Allen? —James estalla en risa— Me encanta como suena mi apellido en ti, y me encantaría saber cuáles son esas ideas.—¿Qué dirías si te dijera que quiero irme de aquí?James la mira a los ojos, su voz es baja.—Diría: muéstrame el camino.Ambos regresan al auto tomados de la mano. Él se mueve para abrirle la puerta a su chica, pero, en lugar de eso, la empuja contra el auto.—Dios, eres hermosa.—Tú no estás tan mal ¿sabes? —él levanta una ceja y le sonríe.Sin apartar los ojos de los de ella, extiende su brazo y abre
StellaUn segundo antes de recogerme el pelo hacia un lado, James se desabrocha el cinturón y se inclina hacia mí. Me besa con los labios abiertos allí donde el cuello se une con el hombro.«Oh, sí.»Profiero un grito ahogado cuando una oleada de calor me recorre de inmediato la espalda al ritmo de las caricias de su lengua, del roce de sus dientes, y recuesto la cabeza en su hombro. Él va directo al punto hipersensible del lateral de mi cuello, como si mi cuerpo fuese un mapa del que solo él tiene la clave, y entierro los dedos en su pelo mientras la espalda se me arquea. Mierda, sabe exactamente cómo hacer que despegue de la tierra y llegue a lo más alto del maldito cielo en cuestión de segundos.—Eres mía —dice contra mi piel, y su mano me roza el bajo de la blusa antes de bajar hacia el muslo.—Eres mío —contesto mientras lo agarro con fuerza del pelo.James se ríe en mi cuello, un sonido grave y embriagador, al tiempo que su mano pasa por la unión de mis muslos, me coge po
Dios, cómo sería sentir el suave roce de su lengua por toda mi piel, envolviéndome con un millar de caricias mientras él...James apoya su frente en la mía y tiembla, el sudor le perla la frente.—Mierda, amor.Hay algo al oír ese gemido gutural, todo aspereza y desesperación, que me lleva al límite con el siguiente movimiento de sus dedos. Intento retenerlo, pero el deseo da un chasquido y veo un destello de luz a mi izquierda cuando me hago añicos. Mi cabeza se gira hacia la luz, pero él toma mi barbilla y me hora la cabeza para que pueda verlo solo a él.—Confía en mí, nadie nos verá. Eres solo mía, no permitiré que ningún otro te vea mientras estás a punto de correrte, ese placer queda reservado para mí. Las sombras inundan el espacio durante un segundo mientras el placer llega en unas oleadas que me arrollan tras sus palabras y hacen que suba a la superficie una y otra vez.Me pasa una mano por detrás del muslo y me levanta. El mundo me da vueltas y noto el asiento en la esp
Una vez sus respiraciones han vuelto a la normalidad y llegan a la casa, James la empuja contra la puerta al cerrarla.—Estar en coma ciertamente no perjudicó tu deseo.—Yo creo que más bien eres tú la que se ha encargado que eso no suceda, además, confío en mí, todo sigue funcionando a la perfección, de lo contrario, dímelo tú —los cachetes de Stella se sonrojan nuevamente— En todo caso, el descanso involuntario del coma solo aumentó mis ganas.—Sí, me he podido dar cuenta de ello de ayer para hoy.James se aprieta más hacia ella contra la puerta y la besa sin avisar. A pesar de haber estado hace solo minutos con él, su boca está hambrienta de él, al igual que su cuerpo. Cuando él se aleja, les resulta difícil respirar. James envuelve los brazos a su alrededor y la besa de nuevo, como si no hubiese tenido suficiente de ella, esta vez, la aplasta contra la pared de al lado de la puerta.—¿Estás bien con esto? Sé que ayer te parecía grande y entiendo que eso pueda agobiarte —es increí
Después de un baño rápido, James mete a Stella en la cama junto a él. Ambos yacen debajo de las sábanas, uno frente al otro.—¿Quieres pasar la noche conmigo? —le pregunta mientras le coloca un mechón de pelo detrás de la oreja.—Por supuesto ¿No pensaste que lo haríamos y luego me marcharía corriendo, cierto?James se echa a reír al darse cuenta que ella vive ahí, no podía irse corriendo a ningún lado.—¿De dónde sacas tu sentido del humor, eh?—Es un talento con el que pocos somos bendecidos.James le rodea la cintura con una mano y la atrae hacia sí, luego, la besa en la frente con ternura.—Buenas noches, cariño.—Buenas noches, amor.A la mañana siguiente, Stella se levanta radiante de emoción. No solo había tenido la mejor noche de toda su vida, sino que estaba a punto de tener el mejor día también.Era el día de la entrevista a la que Amia la había retado hacía unos días. Después de seleccionar su atuendo cuidadosamente, se dirige a la oficina con un humor fantástico. Cuando cr
Amaia se queda mirando boquiabierta, sin poder creer lo que acaba de escuchar. Un pequeño chillido se escapa de sus labios.—Bien… bienvenido, señor Allen. Es un gran honor conocerlo en persona, no pensé…—¿No pensaste que vendría? Bueno, Stella me lo pidió, así que vine, solo por ella —él le guiña un ojo a su esposa y Amia se voltea hacia ella.—¿La tarjeta de crédito en verdad era suya? —pregunta uniendo todos los puntos.—Te dije que lo era, tú solo decidiste pensar que yo estaba mintiendo.Amaia se tapa la boca que todavía no ha podido cerrar debido a la sorpresa y dice:—Lo siento, yo solo estoy muy sorprendida.Stella pone los ojos en blanco al ver cómo el carácter de su jefa cambia de la noche a la mañana y luego, se gira hacia James sin poder creer que esté ahí.—Gracias por venir —le dice ella sonriendo y sintiendo una gran gratitud en su pecho.Él le había dicho que nunca daba entrevistas, le había asegurado que lo detestaba y, a pesar de ello, estaba ahí, se había presentad
James y Stella se miran y luego se echan a reír al unísono sintiéndose aliviados y en confianza.—Te dije que estaba obsesionada contigo —ella es la primera en hablar.—Pensé que exagerabas, pero esto es otro nivel.Se vuelven a quedar en silencio observándose, mirándose directamente a los ojos como si a través de ellos pudieran llegar a sus almas.Ambos estaban sintiendo cosas fuertes el uno por el otro y, ni siquiera eran conscientes de la magnitud en que lo hacían. Lo único que sabían era que había una atracción fuerte entre ellos, como si imanes tirando de ellos constantemente y no querían que esa sensación desapareciera.Si por ellos fuera, estarían el día pegados y sus corazones latiendo como uno solo.Stella mira la cara sonriente de James y piensa por un momento.—Entonces… si tanto odias las entrevistas ¿por qué viniste?Ella lo sabía, sabía la razón por la que él estaba ahí, pero, de alguna manera, todavía no acababa de creérselo.—Pensé que te lo había dicho, cariño, tenía