Christhopher se encontraba en su habitación, durmiendo plácidamente junto a Luciana, cuando el sonido de su teléfono lo despertó. Al ver la pantalla iluminada, su corazón se aceleró al leer el mensaje: "Ten cuidado con tu mejor amigo y tu mujer". La sorpresa y la confusión lo invadieron. ¿De dónde provenía ese maldito mensaje? La rabia comenzó a burbujear en su interior, mezclada con una sensación de inquietud. Era cierto que Luciana había estado actuando de manera extraña en los últimos días, y también que Alessio estaba saliendo con alguien en secreto, pero nunca había imaginado que ambos pudieran traicionarlo. Luciana, incapaz de lastimarlo, era la última persona en la que pensaría que podría hacerle algo así. Ese maldito mensaje no lo dejó dormir en toda la noche. La incertidumbre y la ira giraban en su mente como un torbellino, pero al amanecer, la calidez del desayuno preparado por Luciana logró calmarlo, al menos por un momento. Ella entró a la habitación con una bandeja, y
Luciana suspiró mientras pasaba distraída las páginas de la revista. Sus pensamientos estaban lejos de las flores y los vestidos de novia. Gala la observaba con curiosidad, notando la preocupación en su rostro. —¿Qué pasa, Lu? —preguntó Gala con suavidad, dejando su propia revista a un lado. —Es Chris... algo le pasa —respondió Luciana con un tono inquieto. —Escuché en la empresa que Alesso está teniendo problemas familiares —comentó Gala—. Tal vez Chris está preocupado por su amigo. Luciana frunció el ceño, pensando en esa posibilidad. —¿Tú crees, Gala? —Claro. Tú eres muy cercana a él —respondió Gala—. Deberías preguntarle si necesita algo. —En realidad, él es más amigo de Chris que mío... pero sí, es su único y mejor amigo —dijo Luciana, pensativa, mientras miraba a Elizabeth y Mariana, que charlaban animadamente.Luego de almorzar con Mariana y Elizabeth, y después de pasar la tarde escogiendo algunos adornos y los vestidos de las damas de honor, Luciana y Gala se marcharon
Luciana estaba tranquilamente sentada en el sofá de su departamento, riendo mientras revisaba su celular. La luz suave del atardecer iluminaba la habitación, y el ambiente se sentía cálido y acogedor. Sin embargo, esa calma se interrumpió abruptamente cuando Christhopher entró, su rostro marcado por la frustración. Sin previo aviso, se acercó a ella y le arrebató el celular de las manos.—¡Hey! —exclamó Luciana, sorprendida y ofendida—. ¿Qué te pasa? ¡Devuélveme mi celular!Christhopher comenzó a revisar los mensajes con rapidez, su mirada intensificándose con cada notificación que aparecía en la pantalla. Se encontró con intercambios amistosos con Lorenzo y Santiago, pero no había nada que le hiciera sospechar. Sin embargo, al buscar el chat de Alessio, encontró la bandeja vacía. Eso lo enfureció aún más.—¿Qué mierda te pasa? ¡Dame mi celular, Christhopher! —repitió, extendiendo la mano hacia él, intentando recuperar su dispositivo.—¿Por qué borraste los mensajes con Alessio? —dema
Luciana estaba sentada en la cafetería con una expresión tensa, removiendo distraídamente su café mientras Mariana la miraba, confundida. La incomodidad en el ambiente era palpable.—¿Qué es lo que ocurre, Lu? —indagó Mariana, finalmente rompiendo el silencio.—Christhopher está celoso de Alessio... —respondió Luciana, frustrada. Sus ojos brillaban de molestia mientras apretaba los labios. —Tienes que decirle, Mariana, que tú sales con él.Mariana abrió los ojos, sorprendida por la sugerencia.—¿Estás loca, Luciana? —dijo en voz baja, mirando alrededor para asegurarse de que nadie las escuchara. —Si le digo algo, él nos matará, o peor, podría despedirlo.Luciana suspiró con desesperación.—Mariana, por favor... —insistió, casi rogando. —No puedo seguir así, él está convencido de que hay algo entre Alessio y yo, y no importa lo que diga.Mariana se recostó en la silla, pensativa, antes de sacudir la cabeza.—Mira, Lu, creo que deberías intentar algo diferente. Dale unos besos y quítale
Los días pasaron rápidamente y Chris intentó calmarse. Finalmente, había llegado el día del cumpleaños de Alessio. Como todos los años, debido a que a Alessio no le gustaba celebrar, Elizabeth le organizó una fiesta en la mansión Montalbán. Ellie y Rodrigo se marcharon a pasar la noche en la casa de campo para dejarles la casa sola a los jóvenes. Por sugerencia de Gala, habían organizado una fiesta de disfraces e invitaron a varias personas de la empresa o mayormente amigos de Santiago o Mariana, porque Chris y Ale no eran muy sociables. Luciana se vistió de un bello ángel con su cabello al aire y Chris estaba vestido de un oscuro demonio, con un traje ajustado de color negro que acentuaba su figura atlética y una capa que caía con elegancia detrás de él. Las astas de plástico que llevaba en la cabeza completaban su atuendo, dándole un aire travieso y misterioso. Sin embargo, a pesar de la diversión y el bullicio que caracterizaban la fiesta, Chris no podía evitar sentir una mezcl
Luciana se despertó completamente desconcertada, sintiendo una fuerte punzada en la cabeza que la hizo fruncir el ceño. Recuerda haber subido al baño, pero luego todo se volvió borroso. Apenas podía entender cómo terminó en la habitación de Mariana, donde aparentemente se quedó completamente dormida. Al abrir los ojos, vio a Santiago, uno de los gemelos, acercándose a ella con una sonrisa en el rostro. —Buenos días, bella durmiente —dijo él con un tono divertido, mientras se sentaba en el borde de la cama. Luciana, aún aturdida, se llevó una mano a la frente intentando mitigar el dolor. —¿Qué pasó, San? —preguntó, su voz ronca y llena de confusión. Santiago la miró con una expresión de ligera preocupación, pero mantuvo el tono despreocupado. —Anoche parecías agotada. No recuerdo haberte visto después de que subiste al baño. —respondió mientras jugaba con los mechones de su cabello desordenado—. ¿Estás bien? Pareces un poco pálida. Luciana trataba de juntar las piezas en su mente
Christopher, aún con la mente nublada por la rabia, salió furioso de la mansión y condujo a toda velocidad hasta el departamento de Alessio. El coraje latía en su pecho, cada pensamiento dirigido hacia lo que creía haber visto la noche anterior. Al llegar, golpeó la puerta con tal fuerza que los nudillos se le enrojecieron. Alessio, al abrir, no tuvo tiempo ni de reaccionar antes de recibir un puñetazo directo al rostro. Christopher lo empujó contra la pared con una fuerza brutal y lo agarró del cuello, sus ojos inyectados de furia.—¡¿Qué mierda te pasa?! —gruñó Alessio, intentando liberarse de la mano de Chris.—¡Te acostaste con mi mujer, miserable! —espetó Christopher, su respiración agitada mientras apretaba más su agarre, cegado por la ira.Gala, que había seguido a Chris, llegó corriendo al departamento, alarmada por la escena. Al ver la violencia, se lanzó hacia ellos, intentando separarlos.—¡Chris, por favor! —gritó Gala, con desesperación en la voz mientras tiraba de su bra
Luciana se encontraba abrazada a los brazos de su padre, sintiendo la calidez de su presencia mientras las lágrimas brotaban sin parar de sus ojos. El dolor y la traición la asfixiaban, y no podía contener el sollozo que se escapaba de sus labios. Camilo, a su lado, intentaba consolarla con suaves caricias en la espalda, aunque sentía que la rabia lo invadía cada vez más. La impotencia se apoderaba de él, y deseaba poder hacer algo, cualquier cosa, para aliviar el sufrimiento de su hija. —Yo mataré a esa Gala —dijo Ximena, su voz temblando de furia y decepción—. ¡Jamás debí confiar en ella! —No me importa ella, mamá. Es él el traidor —replicó Luciana, apartando la cabeza del pecho de su padre para mirar a su madre con desdén—. Yo no quiero volver a verlo. La desesperación en su voz era palpable, y Camilo sintió un nudo en el estómago. La imagen de su hija rota por el dolor era insoportable. —Luciana, cariño —intervino Ximena, suavizando el tono—. Tienes que entender que esto n